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Paraguay: nuevo periodo de una vieja crisis





Adolfo Giménez
Asunción

Un prolongado estancamiento económico que lleva casi 20 años, la
aplicación de medidas neoliberales, la crisis de un régimen político
con mas de 50 años en el poder y la falta de consenso entre las
principales fuerzas políticas de la clase dominante se unieron al
derrumbe de la economía argentina para dejar al gobierno de Luis
González Macchi (del Partido Colorado) al borde del abismo, con pocas
chances de enfrentar los reclamos populares, mientras el Estado va
quedando sin recursos para atender el crecimiento de las necesidades
básicas como educación y salud públicas.

La renuncia del vicepresidente Julio Cesar Franco (del opositor
Partido Liberal), con el objetivo de ser candidato a la presidencia de
la República en las elecciones del 2003, abre otra fase de una crisis
política que forma parte de la vida cotidiana del país. Como no había
ocurrido en mucho tiempo, este año la economía tendrá un decrecimiento
de -3 por ciento.

Al mismo tiempo se articuló un amplio bloque de organizaciones
sociales golpeadas por los planes de ajuste y las recetas del FMI que
en cada una de sus movilizaciones desequilibran y hacen temblar los
cimientos del debilitado gobierno.

En efecto, el movimiento popular organizado tuvo una importante
recuperación en los últimos años, luego de la decadencia de las
centrales sindicales a finales de la década de los años 90 golpeadas
por la corrupción, el manejo burocrático de sus dirigentes y la crisis
económica que cada año deja a miles de trabajadores en la calle (el
sector industrial no supera el 14 por ciento de la economía).

El hecho mas importante fue la movilización de los meses de mayo y
junio que logró la paralización de la venta de la empresa telefónica
Copaco, mediante la articulación de un bloque de organizaciones como
no se veía hace años: el Congreso Democrático del Pueblo (CDP). Si
bien muchos de sus integrantes en los últimos meses se han vuelto a
cobijar en sus "territorios", la experiencia victoriosa demostró que
es posible la unidad y la movilización por objetivos comunes que se
repetirán en un futuro muy cercano por las condiciones en que se
desenvuelve la situación económica, política y social del país.

En setiembre se movilizaron los productores agrícolas, camioneros,
taxistas y otras pequeñas organizaciones por la reducción del precio
del gasoil y del servicio de agua potable, la modificación de un
proyecto de ley denominada "De transición económica" enviada al
congreso por el gobierno para aumentar sus ingresos mediante la suba
de los impuestos y de las tarifas públicas. Luego de dos días de
huelga se logró un acuerdo en la mesa de negociaciones para reducir
los niveles de incremento.

Asimismo, los sindicatos de choferes del transporte público de
pasajeros hicieron una huelga los días 10 y 11 de octubre por la
liberación de dirigentes detenidos, la reposición de algunos
despedidos y el cumplimiento de las leyes laborales en las empresas,
en particular, las ocho horas diarias de trabajo y el pago del seguro
social. Luego de un poco más de 12 horas de paro total del servicio
en la capital y el área metropolitana, los sindicatos en la mesa de
negociaciones llegaron a un acuerdo para analizar cada uno de los
problemas planteados a través del Ministerio de Justicia y Trabajo.

El año concluirá con más reclamos y protestas por la modificación del
presupuesto general de gastos de la Nación para ampliar las
inversiones sociales y reducir los gastos innecesarios. Además,
contra el proyecto de modificación del seguro social que aumenta el
descuento a los trabajadores del 9,5 por ciento al 18 y deja sin
obligación similar a las patronales, como parte de un nuevo proceso de
privatización.

Sin embargo, falta conocer si las dos principales organizaciones
componentes del CDP (el Frente por la Defensa de los Bienes Públicos y
la Plenaria Popular contra el Terrorismo de Estado) volverán a
realizar acciones unitarias como ocurrió en mayo y junio pasados o
cada una corre por senda separada, dejando de lado la emblemática
experiencia anterior ante otra ofensiva neoliberal, apenas recuperada
de los últimos golpes recibidos.

A medida que la situación económica se acerca peligrosamente a un
derrumbe similar a la Argentina, la crisis política no se resuelve y
los reclamos populares aumentan, la salida se vuelve incierta y se
acerca un periodo aun más borrascoso que antes.

Un solo ingrediente más para agregar al panorama señalado. Desde los
primeros días de octubre, Brasil y Argentina cerraron sus mercados a
la carne paraguaya (el tercer rubro en importancia de producción) por
rumores de aparición de l fiebre aftosa en el ganado, situación que
pone al borde de la paralización a los frigoríficos y a un amplio
sector de productores. Chile, uno de los principales compradores de
Paraguay, no puede recibirla porque los camiones tienen prohibido
cruzar territorio argentino.


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Nello

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