El paradigma securitario Mundo “LAS EMPRESAS NOS VIGILAN MEJOR QUE LOS ESTADOS”. El experto en geopolítica analiza en su último libro el ‘Imperio de la vigilancia’ que impone la última tecnología. LOS ALIMENTOS NO SON MERCANCÍA Si bien desde hace décadas, en instancias internacionales, los gobiernos han asumido compromisos para lograr un planeta que garantice una alimentación digna para todos y todas, el hambre perdura como un asunto crítico irresuelto. POLÉMICA EN ITALIA POR PLATAFORMAS PETROLERAS CERCA DE LAS PLAYAS Los italianos se pronunciarán en las urnas si hay que revocar o no las concesiones para la extracción de gas y petróleo de los yacimientos marítimos situados a menos de 12 millas náuticas (22 km) de la costa, y en un caso incluso a 2 kilómetros de una playa cerca de Rávena, en el Adriático. Latinoamérica LOS CONTINUADORES DE LA CASA GRANDE ESTAN De vueLta Toda crisis entresaca las gangas y trae a la luz lo que ellas escondían, pues estaban siempre actuando en las bases de nuestra sociedad. Ahí están las raíces últimas de nuestra crisis política, nunca superada históricamente; por eso, de tiempo en tiempo surgen con virulencia: el desprecio y la humillación de los pobres
Mundo “LAS EMPRESAS NOS VIGILAN MEJOR QUE LOS ESTADOS” Izaskun Sánchez Aroca De la mano de Barack Obama, Google planea su aterrizaje en Cuba. Mark Zuckerberg pide en el Mobile World Congress de Barcelona internet “para los más pobres” y Apple se niega a dar los datos del teléfono de un presunto terrorista al Gobierno estadounidense. Las GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft), reinas de Silicon Valley, mueven ficha. Buscan mercado y fidelizar a sus clientes. En el mundo hay 4.100 millones de personas sin acceso a internet que viven desconectadas de ese Imperio de la vigilancia (Clave Intelectual, 2016) del que Ignacio Ramonet habla en su último libro. Conversamos con este experto en geopolítica, cofundador de ATTAC y director de la edición española de Le Monde Diplomatique sobre la crisis sistémica global, sus vínculos con las tensiones entre seguridad y libertad y el panóptico tecnológico en el que vivimos. ¿Qué es esto del imperio de la vigilancia? El imperio de la vigilancia es esta especie de articulación que se ha creado entre los Estados, las grandes empresas que dominan internet y los sistemas de inteligencia. Es el resultado de la facilidad técnica que existe hoy para vigilarnos a partir del momento en que cada uno de nosotros y nosotras, en los países desarrollados, decidimos voluntariamente equiparnos con aparatos como los teléfonos móviles, los Ipad o los ordenadores. Nos hemos dotado de sistemas que le permiten a organizaciones del Estado o grandes empresas vigilarnos. Esto es lo nuevo con respecto a la vigilancia histórica. Consideramos que la existencia de estos instrumentos amplía el perímetro de nuestra libertad, pero al mismo tiempo ampliamos la superficie de nuestra vigilancia. La vigilancia es un accidente. Paul Virilio dice que cada vez que se hace un avance tecnológico surge un accidente no previsto. Cuando se inventa la electricidad se inventa la electrocución, cuando se inventa internet se inventa la vigilancia de masas. Antes la vigilancia era un fantasma, un temor paranoico porque era imposible vigilar a todo el mundo. Hoy la vigilancia es posible. Parece que esta vigilancia, que implica la pérdida de libertades, se ampara y legitima en un discurso sobre la seguridad. ¿Qué rol juegan los medios de comunicación avalando este paradigma securitario? Los medios juegan un rol muy conservador con la idea de que si los Estados establecen un sistema de vigilancia es para protegernos. Es una especie de trueque. Yo te doy seguridad y tú me das tu libertad, o una parte de ella. Los medios se adhieren a eso. El problema es que si para combatir el terrorismo liquidamos el conjunto de las libertades democráticas, pagamos un precio demasiado alto y uno de los objetivos del terrorismo se consigue. Cuidado con este negocio falseado porque la seguridad total no existe, los propios gobernantes hablan constantemente de que están tomando todas las precauciones pero no pueden garantizar que no haya un atentado. En cambio, la libertad sí que se puede disminuir mediante leyes. ¿Qué riesgos tiene ese discurso? Tiene el riesgo de que de esa manera estemos liquidando libertades fundamentales. ¿Qué diferencia hay entre una dictadura y una democracia? Que la dictadura te controla, te condiciona, te vigila sin que estés informado de ello. Pero si actualmente nos vigilan, ¿dónde está la verdadera democracia? ¿Existe un techo de cristal en este espionaje, en este control de la población? ¿Hasta dónde se pretende llegar? El objetivo es crear lo que llamo la justicia predictiva. Existen dos obras que imaginaron sociedades distópicas, totalmente vigiladas. Una es 1984 (1949) de George Orwell y otra Minority Report (1956) de Philip K. Dick. 1984 es una sociedad completamente vigilada a través de la tecnología. Minority Report habla de un aparato que esencialmente sirve para prevenir el crimen. Se vigila a toda la población con un objetivo preciso de evitar el crimen. Se detiene a la persona por un crimen que aún no ha cometido. En Francia hay un artículo de la ley que lo permite. La intención del crimen ya es un crimen. Hablas mucho de que el objetivo de este control es la supuesta seguridad pero también existe una parte comercial, de venta de datos a gobiernos y multinacionales. La novedad es que ahora nos vigilan las empresas y lo hacen mejor que los propios Estados. Cuando el Estado quiere vigilarte le pide a tu proveedor telefónico la lista de tus llamadas. Es tu proveedor telefónico el que te vigila. El Estado, los gobiernos también le van a pedir a Google la lista de lo que has consultado, porque lo tiene todo. Esto es lo que explica que empresas como Google, que no venden nada, sean las más ricas del mundo, porque venden nuestros datos. La otra cara de la moneda sería la potencialidad que tienen todas estas redes como Facebook o Twitter para promover movilizaciones. No se trata de condenar internet, es un avance fundamental, se trata de estudiar el accidente, qué es la vigilancia y cómo reducirlo y protegerse. Esa vigilancia se incrementó mucho a partir del 11S. Ahora, la situación en Europa ha cambiado mucho. La crisis de los refugiados o la guerra en Siria necesitan nuevos marcos de interpretación. ¿Qué análisis geopolítico hace? Estamos en un momento de transición. El periodo de estos últimos 20 años ha estado marcado a escala geopolítica por la crisis de Oriente Medio, que ahora estalla con las cuestión de Siria, y también por la hegemonía de China. En este momento, China está cambiando de modelo económico y de desarrollo, lo que tiene una repercusión muy grande. La caída del precio de las materias primas es algo nuevo en estos 20 años, que se han caracterizado por una subida incesante de las commodities y por el hecho de que muchos países del sur aprovecharon esta situación para transformarse, hasta el punto de que se pudo hablar de países emergentes, los BRICS, se creó el G20... De los emergentes ya no se habla, muchos están en crisis. En América Latina el ciclo está cambiando y en Europa los partidos consolidados han visto reducir su solidez. ¿Cómo influye este cambio en las crisis de los distintos gobiernos de izquierdas de América Latina? Mucha gente lee el cambio de ciclo en América Latina como si de repente la oposición tuviera argumentos, pero no los tiene. El cambio de ciclo político es consecuencia de un cambio de ciclo económico que se basaba en tres pilares. Por un lado, China tenía un crecimiento muy elevado, acompañado de una política de ser la fábrica del mundo para la exportación de productos, para lo cual tenía que importar muchísimas materias primas de América Latina, entre otros sitios. En segundo lugar, el precio del petróleo ha caído por distintas razones muy complejas, como rivalidades entre Arabia Saudí y Estados Unidos o el fracking. En último lugar, el dólar ha subido mucho, lo cual encarece las inversiones, que ya no vienen a América Latina. Son tres parámetros que han cambiado la economía latinoamericana. Los países que antes tenían muchos recursos por el precio de las materias primas, por los inversores o por el precio del petróleo ya no pueden distribuir como lo hacían antes. Ecuador, por ejemplo, ha tenido que reducir su presupuesto en 2.000 millones de dólares a pesar de ser un país muy bien administrado. Otro ejemplo es Bolivia, que va a tener dificultades porque el gas es muy importante en la exportación. En 15 años muchas sociedades en Latinoamérica han cambiado. Decenas de miles de personas han salido de la pobreza y se han integrado en las clases medias por lo que el discurso del poder no puede ser el mismo. Las ambiciones de estas clases medias no son las mismas que las de las clases populares anteriores. La gente ya no se contenta con tener escuela. En Bolivia, Ecuador y Venezuela se eliminó el analfabetismo. En Venezuela se construyeron once universidades que no existían. Pero la respuesta mediante la cantidad ya no es suficiente para millones de personas que ya están acostumbradas a tener escuela. Lo que quieren es que haya una buena escuela, hospitales de calidad y transportes públicos eficaces. Muchos de estos gobiernos no han sabido contestar a estas demandas. En Venezuela se perdieron las elecciones legislativas, pero la oposición sólo ganó 300.000 votos. Quien perdió fue el chavismo, que perdió dos millones de votos. En Bolivia se ha perdido el referéndum. ¿Era necesario hacer este referéndum para alguien que está 10 años en el poder? La respuesta la ha dado la ciudadanía. No era indispensable. Has cambiado la sociedad. Ahora es más culta, está mejor cuidada, no la puedes tratar como si fuera lo contrario. Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/global/29838-empresas-nos-vigilan-mejor-estados.html LOS ALIMENTOS NO SON MERCANCÍA
Si bien desde hace décadas, en instancias internacionales, los gobiernos han asumido compromisos para lograr un planeta que garantice una alimentación digna para todos y todas, el hambre perdura como un asunto crítico irresuelto. En 1974, la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Alimentación, precisamente, estableció como objetivo: “dentro de una década ningún niño se irá a dormir con hambre… ningún ser humano se verá afectado por la desnutrición”. Hoy, alrededor de 795 millones de personas padecen hambre en el mundo. Más de 34 millones son de América Latina y el Caribe, región que produce y exporta más alimentos en el planeta, pero también donde hay mayor desigualdad e injusta distribución de la riqueza. Según declaraciones de José Graziano da Silva, Director General de la FAO, en la XXXIV Conferencia Regional de este organismo, realizada en México del 29 febrero al 3 marzo de 2016, se acordó “acabar con el hambre y la malnutrición en menos de diez años”. Buenos propósitos, magros resultados. ¿Por qué? Por insistir en soluciones erradas, pero que benefician con creces a los grandes intereses que se mueven en este campo sobre la base, entre otros, de dos mitos: la escasez y el incremento de la producción y la eficiencia. La realidad es que no hay falta de alimentos, pues el sector campesino está en capacidad de producir alimentos para todo el mundo, pero sí abundantes intereses mercantiles en la alimentación que se traduce en una distribución inequitativa. En los años ’60, como “solución” se impulsa la llamada revolución verde de la agricultura que con el tiempo terminó por establecer un reparto cada vez más injusto, la pérdida de diversidad biológica y de suelos fértiles, y una creciente dependencia alimentaria supeditada al agronegocio. Y, hoy, como relevo, se pretende dar continuidad a lo mismo a partir de una nueva revolución tecnológica: la biotecnología asociada a la ingeniería genética, impulsada por un puñado de corporaciones que busca el control monopólico del sistema alimentario global. De hecho, desde la década de los ’90 asistimos a una nueva fase del capitalismo hegemonizada por el capital financiero y las corporaciones transnacionales[1], que pasan a controlar la producción y el comercio mundial de las principales mercancías. Situación que repercute en cambios estructurales en la producción agrícola, debido al despliegue de un nuevo modo de producir basado en el monocultivo, con el uso extensivo de la tierra y la búsqueda de la mayor escala posible, el empleo intensivo de agrotóxicos y de la mecanización, y la imposición de semillas propietarias y transgénicas. En esta nueva fase, se va diluyendo la distinción entre banca y empresas comerciales de materias primas, al tiempo que los bienes comunes –como la tierra, el agua, la energía, los minerales, etc.- se tornan en meras mercancías. Y es así que la presencia de actores financieros en el sistema alimentario global ha dado pábulo para que se monte la manipulación especulativa del mercado de alimentos, porque ahora éstos se transan en las bolsas de valores internacionales. ¿Se acuerdan de la crisis alimentaria que explotó en 2008? Una alternativa político-estratégica Reivindicando el principio que la alimentación es un derecho humano y no una mercancía más, el movimiento internacional Vía Campesina propone la noción de la soberanía alimentariacomo alternativa político-estratégica al agronegocio y su matriz socialmente injusta; económicamente inviable; subordinada a grandes corporaciones (cuyo propósito es el incremento de sus ganancias), insustentable para el medio ambiente; y con una producción de alimentos con graves consecuencias para la salud[2]. Esta propuesta aborda cuestiones estructurales para impulsar un modelo de producción alternativo, como el uso de la tierra y el territorio, la apropiación y gestión de los recursos, la agroecología, el comercio local e internacional, el desarrollo sostenible, la acción participativa, derecho a la alimentación, etc. Específicamente, para la Vía Campesina, la soberanía alimentaria es el derecho de la población a producir y consumir comida saludable y culturalmente adecuada, obtenida con métodos ecológicamente sostenibles; lo que solo es posible si se fortalece la agricultura campesina y sus sistemas de producción. En tal sentido, abarca y supera el concepto de seguridad alimentaria planteada por la FAO –que hace referencia sólo a la disponibilidad y acceso a los alimentos para combatir el hambre– y el derecho a la alimentación. Es decir, no se trata únicamente de producir una cantidad de alimentos que permita dar de comer al conjunto de la población, tal como se define la seguridad alimentaria, sino también de contemplar la calidad de esa producción, es decir, definir qué, dónde, cómo y cuánto se produce, que son las preguntas que hay que responder a través de la construcción de la soberanía alimentaria. Por lo mismo, la soberanía alimentaria incorpora el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos que garanticen el derecho a la alimentación para toda la población, con base en la pequeña y mediana producción, respetando sus propias culturas y la diversidad de los modos campesinos, pesqueros e indígenas de producción agropecuaria, de comercialización y de gestión de los espacios rurales, en los cuales la mujer desempeña un papel fundamental. Integra, igualmente, componentes multiétnicos y culturales, la gestión del territorio, la prioridad a la alimentación de la población local y de los sectores más vulnerables, la reforma agraria, la agroecología, comida sana, la protección de las semillas criollas, políticas de distribución de alimentos no sometidas a las exigencias del mercado, rescate de saberes tradicionales, capacitación, y mucho más. Principios clave La soberanía alimentaria, en síntesis[3], se expresa en los siguientes principios: • Los alimentos no son mercancía; deben ser suficientes, nutritivos y culturalmente adecuados para los pueblos y las comunidades. • Los/as productores/as de alimentos, mujeres, hombres, pequeños agricultores, pueblos indígenas, pescadores artesanales, habitantes de los bosques y trabajadores/as agrícolas, deben ser revalorizados/ as por ser actores y actrices claves para su construcción; no deben ser subestimados por políticas ni programas que los/as colocan sólo como destinatarios/as de políticas asistencialistas. • Quienes producen y consumen alimentos deben ser el centro de la toma de decisiones sobre las cuestiones alimentarias, rechazando los acuerdos y prácticas que otorgan poder a las corporaciones transnacionales para decidir sobre nuestra alimentación. • La producción de los alimentos debe ser localizada para evitar enormes desplazamientos hasta llegar a los/as consumidores/as y el control del sistema alimentario debe ser local. Los/as productores/ as y la propia comunidad tienen que tener el control sobre el territorio, las semillas y demás bienes comunes, con el propósito de evitar su privatización y preservar la biodiversidad. • La soberanía alimentaria recupera las habilidades y los conocimientos tradicionales del campesinado y las comunidades indígenas, favoreciendo su transmisión a las generaciones futuras. • El sistema alimentario debe interactuar con la naturaleza, respetando sus ciclos, para lo cual son necesarios métodos de producción agroecológica que maximizan las funciones beneficiosas de los ecosistemas. Esta característica implica un claro rechazo a los monocultivos, las explotaciones ganaderas de factoría y la industrialización a gran escala. Las organizaciones del campo identifican, a la vez, diversos factores que limitan el avance en la práctica de este modelo alternativo. Éstos incluyen, entre otros, las distancias entre producción y consumo, en las ciudades, junto a la cultura consumista centrada en los centros comerciales y los supermercados. Además, los sectores sociales urbanos de bajos ingresos no siempre están en posibilidad de permitirse pensar en una buena alimentación, cuando lo primordial es llenar el estómago, y al menor costo. Mientras las experiencias de construcción de la soberanía alimentaria han avanzado principalmente en comunidades locales u organizaciones sociales, en la mayoría de casos aún no se han desarrollado suficientes estrategias específicas, instrumentos jurídicos ni infraestructura que permitan pensarla a niveles geográficos más amplios, provinciales o nacionales. Por ello, la soberanía alimentaria implica considerar a la alimentación no como una cuestión personal y dependiente del poder adquisitivo, sino como un sistema alimentario que implica un proceso complejo que abarca la producción, el transporte, la comercialización, el consumo, las políticas económicas, sociales y científicas y las acciones de los movimientos sociales y de consumidores, que hacen que el alimento sea considerado un derecho. Desde hace más de dos décadas, la Vía Campesina y otras entidades aliadas han venido desarrollando este concepto desde la teoría y la práctica, a nivel mundial, proceso que se ha plasmado en una serie de planteamientos y posiciones de consenso que se han venido afinando y que se ve reflejado en los acuerdos sucesivos de una serie de eventos internacionales. Un logro importante en el escenario internacional es que se ha colocado el tema de la soberanía alimentaria en las Naciones Unidas e incluso en las constituciones y políticas públicas de algunos países. Sin embargo, como suele suceder en tales casos, el sentido mismo del término “soberanía alimentaria” está en disputa, en vista de que las instituciones que lo adoptan luego pueden tratar de vaciar el contenido político, como está sucediendo en la FAO, cuando se lo pretende equiparar al concepto de agricultura familiar. - Texto introductorio de la edición de abril 2016 de la revista América Latina en Movimiento (No. 512) de ALAI, titulada “Por los caminos de la soberanía alimentaria”. http://www.alainet.org/es/revistas/512 [1] João Pedro Stedile y Osvaldo León, Reforma Agraria Popular: “Una alternativa al modelo del capital”, En el año de la agricultura familiar: Políticas y alternativas en el agro, Revista América Latina en Movimiento Nº 496, ALAI, junio 2014. [2] Basta constatar las cifras de la población afectada por la desnutrición, por un lado, y las referidas a quienes crecientemente padecen obesidad, por otro; y bien se puede añadir también las que dan cuenta del desperdicio de alimentos. Según la FAO, con los alimentos que se pierden en la región se podría alimentar al 37% de quienes sufren hambre. [3] Patricia Agosto y Marielle PalauHacia la construcción de la Soberanía Alimentaria. Desafíos y experiencias de Paraguay y Argentina, Asunción, BASE-IS, Equipo de Educación Popular Pañuelos en Rebeldía, CIFMSL, diciembre 2015. POLÉMICA EN ITALIA POR PLATAFORMAS PETROLERAS CERCA DE LAS PLAYAS El futuro de las plataformas petrolíferas "offshore" cercanas a las costas de Italia se decidirá el domingo en un referéndum. Los italianos se pronunciarán en las urnas si hay que revocar o no las concesiones para la extracción de gas y petróleo de los yacimientos marítimos situados a menos de 12 millas náuticas (22 km) de la costa, y en un caso incluso a 2 kilómetros de una playa cerca de Rávena, en el Adriático. Los ecologistas y el gobierno de izquierda de Matteo Renzi están divididos respecto a cuánto tiempo pueden las petroleras explotar estos yacimientos en alta mar. Las concesiones permiten perforar dentro de un límite de 22 km de las costas italianas hasta que las reservas de petróleo o gas se agoten, según dispone una ley vigente desde enero. En caso de que gane el "sí", se revoca la ley y por lo tanto el tiempo de funcionamiento de la concesión será limitado. Si triunfa el "no", la petrolera, esencialmente el grupo energético Eni, podrá explotar los yacimientos hasta el agotamiento. Muchos observadores reconocen su desconcierto ante un referéndum en el que hay que responder afirmativamente para manifestar su oposición, lo que confunde al votante. "Mejor dicho si ponemos 'sí' es a favor del medio ambiente y si ponemos 'no', no lo es", resumió una fuente diplomática. El asunto es complejo y cuestiona la política energética de Italia, por lo que el primer ministro ha lanzado un llamamiento a favor de la abstención.
El resultado será válido sólo si vota el 50% más uno de los electores, incluidos los residentes en el exterior. Los ecologistas consideran que las plataformas en el frágil mar Mediterráneo son un peligro y temen un desastre ecológico, además de la contaminación que provoca ya en las especies marinas, según explicaron a la AFP. "Con el 'sí', Italia elige la energía renovable", sostiene Giulio Kerschbaumer, de 34 años, de la organización ecologista Legambiente de Emilia Romaña, la región donde se encuentra Rávena. La opinión pública italiana está dividida sobre las perforaciones marítimas y algunos temen que esas actividades de búsqueda, perforación y extracción de hidrocarburos líquidos y gaseosos contribuyan a debilitar la salud del Mediterráneo, que desde hace tiempo está enfermo, un tema central de investigaciones medioambientales europeas. Muchos intereses en juego La última encuesta disponible, realizada por el Istituto Piepoli y publicada el 4 de abril, calcula que el 65% de los interrogados está a favor de la derogación de la ley, es decir en contra de las perforaciones, el 14% en contra, mientras que un 21% no tiene opinión. El porcentaje de abstención sería muy alto detodomodos,según la entidad.La renuncia hace pocos días de la ministra de Desarrollo Económico, Federica Guidi, involucrada en un escándalo de tráfico de influencias en favor del grupo petrolero francés Total -con inversiones gigantescas en el sur de Italia-, demuestra que hay muchos intereses económicos en juego. Los ecologistas consideran que la ley sobre las plataformas "offshore" aprobada por Renzi es "un regalo a las multinacionales del petróleo". Nueve regiones (Basilicata, las Marcas, Apulia, Cerdeña, Véneto, Calabria, Liguria, Campania y Molise) con operaciones en alta mar apoyan la celebración del referéndum. Entre las 21 concesiones que se encuentran dentro de la zona de las 12 millas, dos están en Emilia Romaña, la región de Rávena, antigua capital del Imperio Romano, y la ciudad de Dante Alighieri. La región cuenta también con 47 de las 92 plataformas existentes, y su economía depende mucho de ellas. El sindicato Cgil FILCTEM considera que al desmantelar las plataformas al término de las concesiones se perderían 2.500 puestos de trabajo. Un estudio de la Fundación de Investigación Nomisma calcula que unos 140.000 puestos de trabajo dependen directa o indirectamente de la explotación de hidrocarburos. Gianluigi Bambini, que dirige una empresa de transporte marítimo, mide ya los efectos negativos de la consulta popular. "Teníamos 264 empleados en esa región hace 18 meses, ahora no superamos los 180", contó a la AFP, mientras uno de los buques de su compañía se acercaba a la plataforma con sus enormes tubos cargados de almejas. Recogidas por buceadores, guisadas con tomate y cebolla, el exquisito plato fue servido durante un banquete organizado por los partidarios del "no" en Rávena, un gesto para demostrar que no hay peligro de contaminación. El presidente de la asociación local de mariscadores, Giovanni Fucci, lucha para salvar la reputación de sus mariscos. Un reciente informe de Greenpeace denunció la presencia de metales pesados e hidrocarburos en ellos. "Cada 15 días, los inspectores toman muestras, las analizan y deciden si son aptos para el consumo humano. Las almejas de la región son apreciadas por los mejores chefs italianos por su sabor y calidad", sostiene Fucci, un aspecto más de la batalla entre dos modelos de desarrollo opuestos. Fuente original: http://www.afp.com/es/noticias/polemica-en-italia-por-plataformas-petroleras-cerca-de-las-playas Latinoamérica
LOS CONTINUADORES DE LA CASA GRANDE ESTAN De vuelta Leonardo Boff Toda crisis entresaca las gangas y trae a la luz lo que ellas escondían, pues estaban siempre actuando en las bases de nuestra sociedad. Ahí están las raíces últimas de nuestra crisis política, nunca superada históricamente; por eso, de tiempo en tiempo surgen con virulencia: el desprecio y la humillación de los pobres. Es otra cara de la cordialidad brasilera, como bien lo explicó Sérgio Buarque de Holanda. Del corazón nace nuestra bienquerencia e informalidad, pero también nuestros odios. Tal vez, podríamos decir mejor: el brasilero más que cordial es un ser sentimental. Reacciona por sentimientos contradictorios y radicales. Hay que reconocer que existe odio y profundos desgarros en nuestro país. Es necesario calificar ese odio. Es odio contra los hijos e hijas de la pobreza, de aquellos que vinieron de lo más profundo de la Senzala o de las inmensas periferias. Basta leer a los historiadores que intentaron leer nuestra historia a partir desde las víctimas, como el académico José Honório Rodrigues o el mulato Capistrano de Abreu, o bien el actual director del IPEA el sociólogo Jessé de Souza para darnos cuenta de sobre qué suelo social estamos asentados. Las grandes mayorías empobrecidas eran para las oligarquías económicas y las élites intelectuales tradicionales y para el estado controlado por ellas, peso muerto. No solo fueron marginalizadas sino también humilladas y despreciadas. Refiere José Honório Rodrigues: «La mayoría dominante fue siempre alienada, antiprogresista, antinacional y no contemporánea. Los líderes nunca se reconciliaron con el pueblo. Nunca vio en él una criatura de Dios, nunca lo reconoció, pues quería que fuese lo que no es. Nunca vio sus virtudes ni admiró sus servicios al país, lo llamó de todo –bueno para nada–, negó sus derechos, arrasó su vida y cuando le vio crecer, le negó poco a poco su aprobación, conspiró para ponerlo de nuevo en la periferia, en el lugar que sigue pensando que le pertenece» (Reforma y conciliación en Brasil, p.16). No se trata de una descripción del pasado, es la verificación de lo que está ocurriendo en el momento actual. Por una rara conjunción de fuerzas, alguien venido de abajo, un superviviente, Luiz Inácio Lula da Silva, consiguió atravesar el blindaje promovido por los poderosos y llegar a la presidencia. Eso es intolerable para los grupos poderosos e intelectualizados que niegan cualquier relación con los del piso de abajo. Más intolerable aún es el hecho de que con políticas sociales bien dirigidas fueron incluidos millones de personas que antes estaban fuera de la ciudadanía. Estos empezaron a ocupar los lugares antes reservados a los beneficiarios del sistema. Comenzaron a consumir, a entrar en los centros comerciales y a volar en avión. Su presencia irrita a los del piso de arriba y empiezan a odiarlos. Podemos criticar que fue una inclusión incompleta. Creó consumidores pero pocos ciudadanos críticos. Dejaron de ser famélicos, pero el ser humano no es solo un animal hambriento. Es un ser de múltiples virtualidades, como todos, un proyecto infinito. Sucede que no ha habido un desarrollo consistente del capital social en términos de educación, salud, transporte, cultura y ocio. Esa sería otra etapa y más fundamental, que ya estaba siendo implementada con escuelas profesionales y con el acceso de millares de empobrecidos a la universidad. El hecho es que cuando esos desheredados empezaron a organizarse y a levantar la cabeza fueron pronto descalificados y demonizados. Atacaron a su principal representante y líder, Lula. El hecho de haber sido llevado bajo coacción a un interrogatorio, acto desproporcionado y humillante, pretendía exactamente eso: humillar y destruir su figura carismática. Y, junto con él, liquidar si fuera posible su partido y hacerlo inapto para disputar futuras elecciones. En otras palabras, los descendientes de la Casa Grande están de vuelta. La onda derechista que asola el país tiene este trasfondo. Buscar la destitución de la presidenta Dilma es el último capítulo de esta batalla para llegar al estado anterior, donde ellos, los dominantes (71 mil superricos con sus aliados, especialmente del sistema financiero, que representan el 0,05 de la población) volverían a ocupar el estado y a hacerlo funcionar en beneficio propio, excluidas las mayorías populares. La alianza de ellos con los grandes medios, formando un bloque histórico bien articulado, consiguió conquistar para su causa a muchos de los estratos medios, progresistas en las profesiones pero conservadores en la política. Esos escasamente saben de la manipulación y de la explotación económica a la que están sometidos por los ricos, como lo notó recientemente Jessé de Souza. Pero la conciencia de los pobres, una vez despertada, no hay ya cómo frenarla. Vendrán trasformaciones, dando otro rumbo al país. + (PE/Atrio)
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