Los sin tierra ante la crisisLa hora de plantar árbolesRaúl Zibechi



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Los sin tierra ante la crisis
La hora de plantar árboles

Raúl Zibechi

ALAI-AMLATINA 11/11/2005, Montevideo.-  Luego de tomar
distancias del gobierno de Lula, el principal movimiento social de
Brasil y de América Latina quiere profundizar sus lazos con los
jóvenes pobres de las periferias urbanas, para seguir avanzando en
su empeño por cambiar el mundo.

Debajo de la enorme carpa instalada en el campus de la
Universidad Federal Fluminense (UFF), Marina dos Santos, de la
dirección del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST),
asegura que ³en este país vivimos un período histórico muy
complejo, tal vez una de las peores coyunturas de los últimos
años².  Marina forma parte del contingente de 500 militantes sin
tierra que llegaron hasta Niteroi, sede la UFF, para participar a
mediados de octubre del encuentro internacional Pensamiento y
Movimientos Sociales junto a una decena de intelectuales y
cientos de activistas urbanos(1).  ³Es necesario que la gente
entienda que este gobierno, como los anteriores, es como el fríjol
duro que hay que meterle mucha presión para cocinarlo²,
concluye.

Los últimos meses significaron un remezón para el MST.  Con la
crisis del gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva, perdieron las
escasas esperanzas que aún tenían de que se produjera un viraje
hacia la izquierda.  En setiembre, un texto firmado por el
coordinador del movimiento, Joao Pedro Stédile, fue una suerte de
ruptura ³Digamos adiós al gobierno del Partido de los Trabajadores
y a sus compromisos históricos², puede leerse en el documento El
MST ante la coyuntura brasileña(2).  Esta despedida fue muy
significativa e impone al movimiento un esfuerzo para comprender
el fracaso del PT en el gobierno, así como ensayar nuevos rumbos.



Nueva clase social

Hasta ahora el análisis más profundo sobre lo sucedido con el PT
sigue siendo el del sociólogo Francisco de Oliveira en un texto
titulado El Ornitorrinco(3).  En su opinión, el PT representa el
ascenso de una nueva clase social formada por gestores de fondos
de pensiones -la Constitución de 1988 creó el Fondo de Amparo al
Trabajador (FAT), que es el mayor financiador de capital de largo
plazo, donde las centrales sindicales tienen sus representantes-
pero no es una clase propietaria de medios de producción, ni de
tierras ni de fábricas, sino algo diferente.  ³Las capas más altas del
antiguo proletariado se convirtieron en administradoras de fondos
de pensiones, que provienen de las antiguas empresas estatales;
forman parte de los consejos de administración, como en el Banco
Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), a título
representantes de los trabajadores², que ahora ³están preocupados
con la rentabilidad de tales fondos, que al mismo tiempo financian
la reestructuración productiva que genera desempleo², dice
Oliveira.

Desde el punto de vista político, esto explica la convergencia
programática entre el PSDB (el partido de Fernando Henrique
Cardosdo) y el PT.  Se trata de ³una nueva clase social, que se
estructura de un lado, sobre técnicos y economistas doublés de
banqueros, núcleo duro del PSDB, y trabajadores transformados
en operadores de fondos previsionales, núcleo duro del PT².
Todavía hay algo más: ³La nueva clase tiene unidad de objetivos,
se formó en el consenso ideológico sobre la nueva función del
Estado, trabaja en el interior de los controles de fondos estatales y
semiestatales y están en el lugar que hace de puente con el
sistema financiero², allí donde el capital privado busca recursos
para acumular.  De modo que las relaciones de la cúpula del PT
con el sistema financiero no son nuevas sino que se forjaron a
mediados de los años 90.

Apenas un ejemplo.  Cuando el secretario de finanzas del PT
festejó su cumpleaños en una hacienda de Goiás, la prensa contó
18 aviones ejecutivos, incluyendo varios jets privados, algo fuera de
lo común incluso entre los más destacados dirigentes petistas.
Se trataba de Delúbio Soares, quien antes había sido
representante de la central sindical CUT en el consejo de
administración del BNDES, y el hecho sucedió antes de que Lula
llegara a la presidencia.  Delúbio había comenzado como
metalúrgico y en pocos años trabó amistades con el tipo de
personas que viajan en jets privados(4).  Durante el escándalo de
corrupción Soares fue señalado como uno de los principales
responsables de la compra de votos de diputados.  No es el único
caso.  El nuevo presidente del PT, Ricardo Berzoini, y el ex
ministro de Comunicaciones, Luiz Gushiken, presentan biografías
políticas casi idénticas, emparentadas a la gestión de los fondos
previsionales.


La cuestión del poder

Stédile asegura que ³la crisis es mucho más grave que lo que dice
la prensa².  Sin duda está en lo cierto.  Sólo estando en Brasil,
escuchando a la gente de izquierda, mirándola a los ojos y
dejándose contagiar por esa mezcla de desesperación y rabia,
puede comprenderse la profundidad de una crisis que, como dice
el coordinador del MST, trasciende a la propia izquierda para
convertirse en ³una crisis societal²(5).

Oliveira sostiene que Lula cometió un error grave al asumir el
gobierno: ³El sistema partidario estaba extremadamente
fragilizado.  Al asumir, Lula en vez de profundizar la crisis intentó
reconstruir un sistema que no representa nada²(6).  El resultado es
que en nombre de la gobernabilidad se llegó a una situación de
gran ingobernabilidad, de la cual es muy difícil salir sin hacer
grandes concesiones a la derecha.  Sin embargo, la crisis de
representación sigue su curso y el escándalo de corrupción no ha
hecho sino agravarla.  En este punto, tanto el análisis del MST
como el de Oliveira convergen mostrando un panorama
desalentador, más aún cuando el gobierno Lula agravó los
problemas creados por 15 años de neoliberalismo.  Quizá el más
importante, ya que puede provocar un estallido social, son los 12
millones de desocupados y los 15 millones de informales, casi 30
millones de personas en situación de extrema precariedad.  Para
empeorar las cosas, los movimientos sufren las consecuencias de
la derrota de 1989 con la que se impuso el neoliberalismo.  En
consecuencia, se trata de trabajar a largo plazo.  ³Ahora no es
hora de plantar alfalfa.  No se trata de plantar para recoger en tres
o cuatro semanas.  Es hora de plantar árboles.  Van a demorar en
dar frutos, pero cuando surjan serán duraderos², dice Stédile.

El MST se apoya en sus 15 mil militantes que están estudiando,
las 140 mil familias acampadas a la orilla de las carreteras bajo las
lonas; o sea, un millón de personas que se pueden movilizar.
Además, su base social son unas 480 mil familias ya asentadas,
de las cuales unas 300 mil están vinculadas al movimiento, y los
cuatro millones de campesinos sin tierra.  Pese a toda esa fuerza
social y militante acumulada en 25 años, no son optimistas.
Gilmar Mauro, de la dirección del MST, sostiene: ³No hay
perspectivas, a corto plazo, de ascenso de la lucha social y de
masas.  Entendemos que el proceso será lento y que es necesario
pensar el movimiento a largo plazo²(7).

Para el MST esto se traduce en cuatro líneas de acción: estimular
un debate sobre un nuevo proyecto de país que supere el
neoliberalismo, formar militantes, impulsar las luchas sociales y
elevar el nivel de cultura del pueblo.  El coloquio realizado en
Niteroi forma parte de los convenios que mantiene el MST con 42
universidades en las que se forman 4.000 militantes, pero también
es parte del esfuerzo por vincularse con los movimientos urbanos y
en particular con la juventud pobre.

Una buena muestra de los puentes que están forjando con los
sectores urbanos, fue la asamblea popular ³Trabajo solidario por un
nuevo Brasil² realizada a fines de octubre en Brasilia, en la que
participaron 8 mil militantes ­sin tierra, sin techo, sin trabajo, hip-
hop, iglesias-, con el objetivo de crear ³unidad de lectura de la
crisis y unidad de lectura de las salidas².  El MST no deja de
sorprender: por encima de un discurso que en ocasiones parece
calcado de la III Internacional, muestra una gran creatividad en las
iniciativas de base, muy en particular en la educación, y está
siendo capaz de modificar sus propias formulaciones.  Durante el
último Foro Social Mundial en Porto Alegre, Stédile dijo algo que
revela que el MST no está aferrado a dogmas: ³La cuestión del
poder no se resuelve tomando el Palacio, que es lo más fácil y se
ha hecho muchas veces, sino creando nuevas relaciones
sociales².


Con los pobres urbanos

No es la primera vez que el MST tiende puentes con las ciudades.
En 1997 decidió destinar militantes al trabajo urbano que se
dedicaron al tema vivienda y desocupación.  La iniciativa fructificó
con la creación del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST)
que consiguió cierto arraigo en el área de San Pablo y en Rio de
Janeiro.  Los sin techo se proponen desplegar dos formas de
lucha: la ocupación de ³latifundios urbanos improductivos² y el
trabajo comunitario, ³un trabajo largo y que no tiene fin, pero
genera frutos y fortalece la lucha uniendo a los que no tienen
vivienda con los que tienen pero que aprendieron que sólo con eso
no es suficiente²(8).

El movimiento viene creciendo y ha protagonizado algunas
acciones importantes pese a la represión sistemática que sufre.
En la madrugada del 1 octubre instalaron un gran campamento en
Taboao da Serra, a 25 kilómetros del centro de Sao Paulo, un
estado que tiene un déficit de 1,4 millones de viviendas(9).  El
³campamento Chico Mendes² (en homenaje al luchador
ambientalista asesinado por hacendados), creció a la medida del
hambre de vivenda: se inició con 300 personas, a los tres días ya
eran mil y al mes son dos mil familias, unas diez mil personas.
Los campamentos sin techo son creados sobre el patrón de los
que instalan los sin tierra a la vera de las carreteras: carpas de
plástico negro, organización por grupos de familias, estricta
disciplina, discusión política, movilización constante.

Los desempleados urbanos, recuerda Stédile, ya no son lumpen,
la mayoría tienen estudios secundarios completos y es posible
que ³construyan nuevos movimientos².  Y agrega un comentario
que muestra una lectura de la realidad muy diferente a la que
tienen los partidos de izquierda: ³Un movimiento que se está
ampliado y masificando es el hip-hop.  Es un movimiento que, con
base cultural, aglutina a los jóvenes pobres, negros y mulatos de
las periferias con ideas en la cabeza.  Esos muchachos no son
estúpidos.  Y no son lumpen.  Y nosotros tenemos relaciones con
ellos².

A través del hip-hop perciben que la juventud pobre de las grandes
ciudades encarna en la música tanto la protesta como su deseo
de cambio social.  Una de las particularidades del movimiento hip-
hop en Brasil es que, además de la existencia de miles de grupos
locales, se han creado ³frentes² nacionales que agrupan a sectores
del movimiento.  En Sao Paulo, por ejemplo, hay 4 mil grupos de
hip-hop, en los que trabajan 60 mil personas haciendo
grabaciones, distribuyéndolas y organizando festivales y
conciertos(10).  Los ³frentes² agrupan al sector ³organizado² del
movimiento, que participó incluso en un encuentro con el
presidente Luiz Inacio Lula da Silva hace ya dos años.  Sin
embargo, para la cultura de los jóvenes pobres de las periferias
urbanas la idea de representación -que va de la mano con los
³frentes² más institucionalizados- suena como algo lejano y ajeno.
³Todo el mundo queire hablar por sí mismo, nadie quiere que otro
hable por él², reconoce Marcelinho Buraco, de Naçao Hip Hop,
ligado al Partido Comunista de Brasil(11).

Los sin techo del Chico Mendes organizaron un festival de rap para
celebrar, a comienzos de noviembre, el primer mes de instalado el
campamento.  En la convocatoria señalan que ³la música
combativa tiene el poder de hacer una verdadera revolución en la
mentalidad de las personas.  El rap es una de las formas que el
pueblo de la periferia se comunica, se expresa y se indigna².  Lo
consideran parte de una ³guerrilla cultural², que rendirá sus frutos a
largo plazo(12).  El encuentro de los excluidos del campo con los
excluidos de la ciudad, promete liberar energías insospechadas en
un país que ha sido definido como el ³campeón mundial de la
desigualdad².

Ahora que el MST rompió con el gobierno de Lula, retorna a un
lenguaje duro y radical.  La ³Carta a Lula² emitida por la Asamblea
Popular de Brasilia, es elocuente de un estilo que habrá de
profundizarse.  La reforma agraria prometida no existe: ³En el
estado de Maranhao, donde está el mayor número de familias sin
tierra y la mayor concentración de latifundios, en los últimos tres
años el Incra no consiguió asentar ninguna familia del MST.  Eso
es una vergüenza².  Luego de la marcha por la Reforma Agraria de
mayo, de los siete acuerdos firmados ninguno ha sido cumplido.
La Carta finaliza con una ironía que habla por sí sola acerca de las
distancias entre el gobierno Lula y el MST: ³El no cumplimiento de
estos compromisos es una afrenta al sufrimiento de las familias
acampadas y una vergüenza para su gobierno.  ¿Podemos
imaginar lo que sucedería si el gobierno fuese tan lento para
atender los intereses del agronegocio o de los bancos?².


Notas:

(1) Ponencias y debates pueden encontrarse en
www.uff.com.br/msalc

(2) El texto puede encontrarse en www.jornada.unam.mx del 27 de
setiembre de 2005.

(3) ³O Ornitorrinco², Boitempo, Sao Paulo, 2003, pp.  125-150.
Oliveira fue fundador del PT y ahora es miembro del Partido
Socialismo y Libertad (PSOL), creado por parlamentarios
expulsados del PT.

(4) Entrevista a Francisco de Oliveira en Fola de Sao Paulo, 22 de
setiembre de 2003.

(5) En www.cartacapital.com.br

(6) Revista Sem Terra, julio-agosto de 2005, p.  7.

(7) Revista Sem Terra, julio-agosto de 2005, p.  34.

(8) MTST, ³Cartilha do Militante No.  1², Sao Paulo, 2005, en
www.mtst.info

(9) Brasil de Fato, 13 de octubre de 2005.

(10) Marina Amaral, ³Da volta para o futuro², en revista Caros
Amigos edición especial Hip Hop, setiembre 2005.

(11) Idem.

(12) www.mtst.info