COLOMBIA:La violencia ronda los templos




María Isabel García

BOGOTA, 27 mar (IPS) - La celebración de la Semana Santa coincidió este año
en Colombia con la designación por parte del gobierno de un coordinador
especial para proteger a miembros de la Iglesia Católica, tras el asesinato
el 16 de este mes del obispo de Cali, Isaías Duarte.

El coronel de policía Jorge Iván Calderón dijo al asumir el cargo de
coordinador de seguridad de autoridades eclesiásticas que su misión es "
minimizar los riesgos" de los 10 sacerdotes y obispos amenazados. "Estamos
haciendo un estudio de seguridad", declaró.

Informes de inteligencia de la policía señalan que entre los religiosos
amenazados se cuentan los obispos Jaime Prieto, de Barrancabermeja, y
Leonardo Gómez, de Magangué, en el departamento de Bolívar, ambos en la
conflictiva región del Magdalena medio, en el centro del país.

También indican que los sacerdotes que corren más riesgo de sufrir
atentados, secuestros o muerte, son los que viven en el departamento de
Arauca, fronterizo con Venezuela, donde el insurgente Ejército de Liberación
Nacional (ELN) secuestró y asesinó en 1989 al obispo Jesús Emilio Jaramillo.

Datos divulgados por ejército aseguran que entre 1998 y lo que va de este
año han sido asesinados 26 religiosos católicos y 39 pastores evangélicos.

El nuevo cargo de coordinador de seguridad de autoridades eclesiásticas fue
creado el fin de semana pasado por el gobierno de Andrés Pastrana, en el
marco de la conmoción causada por el asesinato del obispo Duarte.

La decisión se tomó en una reunión a la que asistieron, entre otros, el
ministro de Justicia, Rómulo González, el director general de policía,
general Luis Gilibert, el presidente de la católica Conferencia Episcopal,
Alberto Giraldo, el arzobispo de Bogotá, Pedro Rubiano, y el nuncio
apostólico (embajador del Vaticano) Beniamino Stella.

Duarte fue víctima de la acción de dos sicarios que lo acribillaron a
balazos a la salida del templo del Buen Pastor, en el populoso y deprimido
barrio de Aguablanca, en la occidental ciudad de Cali, la tercera del país,
donde acababa de celebrar una boda múltiple de 104 parejas.

La advertencia de sospechosos armados en el lugar donde Duarte oficiaría la
boda, realizada por vecinos y por una religiosa, no fue atendida por la
policía por no contar en ese momento con un vehículo, según determinaron los
investigadores.

Una revisión de la bitácora de la estación de policía El Diamante, distante
15 manzanas del lugar del crimen, indica que los agentes tardaron 28 minutos
en llegar. Para entonces, el prelado ya había sido llevado a un hospital, al
que arribó sin vida debido a una herida en la arteria aorta.

"¿Por qué no estaba la policía ahí?", se preguntó el sacerdote Gersaín Paz,
jefe de comunicaciones de la Arquidiócesis de Cali, y una de las personas
más próximas al obispo asesinado.

"He sido muy claro en que vamos a darle una carta de ciudadanía a la
Fiscalía a ver si sacan adelante esa investigación. Mi pregunta fue muy
simple, la que hubiera hecho cualquier ciudadano", dijo Paz a IPS.

Paz, al igual que el obispo asesinado, se caracteriza por la firmeza de sus
denuncias contra la indolencia social y las costumbres políticas derivadas
de la subcultura del tráfico de drogas.

El narcotráfico ha penetrado en "todos los estratos sociales - lo cual no
quiere decir que todos seamos narcotraficantes- y nos ha hecho el daño de
convertir el crimen en una industria", apuntó el sacerdote.

Aseguró que en Colombia, "producto de 40 años de guerra", se viven todas las
violencias, pero la más grave es la común, "que representa 75 por ciento y
alimenta las escuelas del crimen".

A ella se le suman las actividades de las guerrillas izquierdistas y de los
paramilitares de derecha, además de todo aquello que es reflejo y se
retroalimenta del narcotráfico, añadió.

Estadísticas policiales indican que en los últimos cuatro años fueron
asesinados 11 religiosos por las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC), dos por el ELN y uno por las paramilitares Autodefensas
Unidas de Colombia.

La violencia contra religiosos no afecta únicamente a los representantes de
la Iglesia Católica. También son blancos de ataques integrantes de otras
colectividades, principalmente los evangélicos.

Así, las FARC mataron 28 pastores evangélicos, mientras el ELN y las AUC
otros cinco cada uno, según las fuerzas de seguridad.

Algunos religiosos opinan que la solución de este grave problema no es
reforzar las medidas de seguridad, como ocurre esta semana con el despliegue
de agentes en los sitios de mayor concentración de feligreses durante las
celebraciones religiosas en Bogotá, y con la asignación de escoltas a los
obispos.

Paz, el jefe de comunicaciones de la Arquidiócesis de Cali, no cree que
asignar o aumentar la guardia personal armada sea un buen remedio.

"Desde nuestra vocación sacerdotal tenemos una opción que es la de la
indefensión. Monseñor (Duarte) optó por eso y no huyó del país ni pidió
escoltas, pues decía que no tenían que caer vidas inocentes por salvarlo a
él", comentó.

El sacerdote agregó que la seguridad que importa es la alimentaria y la
educativa.

"No hay que justificar la violencia por la pobreza, pues hay muchos países
pobres que son pacíficos y muchos países desarrollados que son violentos",
aclaró Paz, en quien recae ahora buena parte de la labor pastoral que el
obispo Duarte impulsaba en Cali.

"Hay que apuntalar más la inversión social. Se necesita comida para los que
tienen hambre", recalcó, en alusión a los bancos de alimentos fomentados en
el último periodo por la Arquidiócesis de Cali.

Este trabajo solidario permitió que la Iglesia pudiera obtener de las
grandes cadenas de almacenes donaciones de productos para centros de
ancianos, orfanatos y otras obras sociales atendidas por comunidades
religiosas.(FIN)

Nello

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