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CAMBIO/El complot



CAMBIO/El complot 
 CAMBIO revela conversaciones que demuestran la intervención del Ejército para 
desviar la investigación por la muerte de siete policías y cuatro civiles en 
Guaitarilla. 



Las muertes de siete policías del Gaula de Nariño y de cuatro informantes, la 
noche del viernes 19 de marzo, se convirtió en una verdadera pesadilla para el 
coronel Eduardo Uribe Eslava, comandante del batallón Boyacá, con sede en 
Pasto. Sentado en el mullido asiento de su oficina, el curtido oficial no pudo 
ocultar el desconcierto que le produjo saber que las 11 personas habían sido 
abatidas a tiros en un confuso episodio protagonizado por hombres bajo su mando.

Cuando, en la mañana del domingo 21, el país empezaba a conocer con cuentagotas 
lo que había ocurrido en cercanías de Guaitarilla, el coronel Uribe empezó a 
comunicarse con las autoridades judiciales de la ciudad para que los primeros 
informes de la investigación no le atribuyeran responsabilidad alguna al 
Ejército. El comandante del batallón Boyacá habló, entre otros, con el director 
seccional del DAS, coronel (r) Rodrigo Posada; con la asesora del organismo, 
Gladys Guerrero; con el fiscal regional, Óscar Santander, y con el sargento 
Rafael Beltrán, del B-2, cuerpo de inteligencia de esa guarnición. 

Lo que no sospechaba el oficial era que los teléfonos de su oficina y su 
celular habían sido interceptados y que habían sido grabadas las 25 o más 
llamadas que hizo en las 48 horas posteriores a la muerte de los policías. De 
estas, cerca de 10 podrían darle un giro radical a la investigación adelantada 
inicialmente por la Fiscalía y remitida, hace tres semanas, a la justicia penal 
militar.

CAMBIO tuvo acceso a cinco de esas grabaciones, y su contenido permite decir 
que en el caso de Guaitarilla se desvió y acomodó la investigación inicial, 
para señalar a los policías del Gaula como responsables de haber desarrollado 
una operación ilegal, y así salvar la reputación del Ejército. Esta hipótesis 
pareció quedar confirmada el 27 de abril cuando, en una rueda de prensa, el 
vicefiscal, Andrés Ramírez, dijo que la Fiscalía había podido establecer que 
los siete policías que iban a Guaitarilla,en compañía de cuatro civiles por un 
caso de secuestro, no dejaron registro alguno de lo que se proponían hacer. El 
funcionario también aseguró que los policías habían disparado primero a los 
militares y que las pruebas técnicas habían demostrado que el lugar de los 
hechos no había sido alterado.


"¿Qué tal yo hablando a favor de ellos? Sería el colmo, dejo de ser Gladys 
Guerrero." Funcionaria del DAS


Ramírez desestimó la validez del testimonio de un hombre que sobrevivió a la 
masacre y quien aseguró que los soldados del batallón Boyacá dispararon de 
forma indiscriminada contra los policías y sus acompañantes. En este sentido, 
el Vicefiscal aseguró que el testigo había mentido y que sus investigadores 
demostraron que nunca estuvo en el lugar donde se produjo el confuso incidente.

Tras el dictamen de la Fiscalía, el Ejército y la Policía guardaron silencio y 
el Gobierno se limitó a destituir de su cargo al comandante del Gaula de 
Nariño, capitán John Jaime Yepes, y a trasladar al jefe de operaciones del 
batallón Boyacá, mayor Ernesto Coral Rosero. 


El pez muere...


Con el correr de los días han surgido nuevas evidencias que demuestran que en 
el caso de Guaitarilla aún hay mucha tela qué cortar. El domingo 23 de mayo, el 
Canal Caracol reveló la existencia de un documento que indicaba que los 
policías del Gaula de Pasto habían dejado constancia escrita de la operación 
que iban a adelantar, así como de los números de identificación de los siete 
fusiles que llevaban.

Por otra parte, el miércoles de la semana pasada, en la plenaria de la Cámara, 
el representante Gustavo Petro aseguró que los militares habían modificado el 
lugar donde cayeron los siete agentes del Gaula y los cuatro informantes, y 
mostró un video hecho pocas horas después. Para sustentar su teoría, el 
congresista explicó que la mayor parte de los cuerpos tenían cruzadas las 
piernas –algo improbable en una persona que muere baleada–, que algunos habían 
sido despojados de sus ropas y que uno de ellos tenía una marca en el abdomen 
que indicaba que había recibido un impacto de bala desde muy corta distancia. A 
esto se suman las cinco grabaciones y otras pruebas obtenidas por CAMBIO. 

El primer diálogo es entre el coronel Uribe y la funcionaria del DAS Gladys 
Guerrero, quien tuvo acceso a los informes preliminares de ese organismo y del 
Instituto de Medicina Legal. La conversación no supera los dos minutos y en 
ella Guerrero le confirma al coronel Uribe que el dictamen sobre lo que ocurrió 
en Guaitarilla es favorable al Ejército. "¿Qué tal yo diciendo bien a favor de 
ellos? Sería el colmo, dejo de ser Gladys Guerrero", responde cuando Uribe le 
pregunta que si "todo está a favor de nosotros".


" Bien mijo, le están cuadrando las cosas ¿no? (...) se le están acomodando." 
Óscar Santander, fiscal


La segunda conversación es aún más reveladora. Se produjo dos días después de 
ocurrido el incidente y en ella el coronel Uribe y el director seccional del 
DAS, Rodrigo Posada, hablan de recuperar a Jaír Benavides Cerón, detenido por 
la Policía el lunes 21 de marzo –tres días después de la matanza en 
Guaitarilla–, después de protagonizar una riña en un establecimiento nocturno 
de Pasto. Benavides, que aparecía reseñado por el robo de una moto, fue 
entregado a un fiscal local. Los policías ignoraban que Benavides era el 
informante que había advertido al Ejército sobre la presencia de paramilitares 
en cercanías de Guaitarilla, y el lugar y la hora exacta por donde iba a pasar. 

Aunque no lo dice de manera explícita en la conversación con el director del 
DAS, Rodrigo Posada, queda claro que para Uribe era vital que la Fiscalía le 
entregara al informante. "Ya lo bajaron de allá, tengo una patrulla allá 
averiguando cuál es el fiscal que tiene este personaje a cargo –le dice Posada 
al coronel–. Cuando me entreguen esa razón, arranco de manera inmediata para 
donde Óscar Santander (fiscal seccional) a que me lo entregue".

La impaciencia de Uribe por tener bajo su control a Benavides se hizo aun más 
evidente cuando se comunicó con el fiscal Santander, quien le dio un parte de 
tranquilidad sobre la forma como avanzaba la investigación de Guaitarilla y por 
la ubicación del informante. "Bien, bien, mijo, ya le están cuadrando las cosas 
¿no?. (...) se le están acomodando a usted ¿no?", le dice Santander a Uribe. 

Las últimas dos conversaciones revelan tensión entre los militares. Una se 
produjo dos días después del incidente, cuando el mayor Coral, jefe de 
operaciones del batallón Boyacá, se comunicó con el sargento Rafael Beltrán, 
del B-2 de inteligencia, que estaba de permiso en Ibagué y quien llegó pocas 
horas después con una patrulla al lugar donde había ocurrido el tiroteo. 

El diálogo es intenso. El sargento Beltrán se ofusca cuando el mayor Coral le 
dice que regrese a Pasto cuanto antes para responder por la desaparición de 
unas armas. "Mi mayor, no sé en qué lío me van a meter –le dice Beltrán–. Todo 
el mundo se quiere lavar las manos conmigo. Usted sabe que llegamos y miramos 
las caras con una linterna y le dijimos: este es del Gaula, este es del Gaula, 
este es del Gaula...". Minutos después, Beltrán llamó al coronel Uribe a Pasto, 
y en tono fuerte le dijo: "Ya están diciendo que yo fui quien se robó las 
armas. Por mi madre, le juro, mi coronel, que no tuve nada que ver. No sé de 
qué me están hablando". ¿A que armas se referían? CAMBIO estableció que del 
lugar donde ocurrió la matanza desaparecieron dos revólveres, una pistola y una 
escopeta que llevaban los agentes del Gaula.

El contenido de estas conversaciones, desconocidas hasta ahora, revive el 
debate por la masacre de policías en Guaitarilla y deja al descubierto una 
situación muy grave: la intención de sesgar la investigación para 
responsabilizar a los policías del Gaula que murieron en el tiroteo. a
Conversación 1


Hablan Gladys Guerrero, asesora del director del DAS y el coronel Eduardo 
Uribe, comandante del batallón Boyacá.



Gladys: Hola, coronel ¿qué hubo?

Uribe: ¿Dónde anda?

Gladys: Aquí, llegando a la Policía.

Uribe: ¿Cómo va la cosa?

Gladys: Bien, muy bien, lo que pasa es que...

Uribe: ¿Pero bien a favor de nosotros?

Gladys: Sí, todo va bien, perfecto. Ah no, qué tal yo decir que a favor de 
ellos, sería el colmo, pues. Dejo de ser Gladys Guerrero.

Uribe: ¿Entonces nos fue bien?

Gladys: Sí, bien. Voy a ir hasta la Policía a imprimir un documento porque se 
nos acabó el tonner. Después voy a la Procuraduría y ahí ya llego.

Uribe: Ok, hasta luego.
* * *

Conversación 2


Hablan el coronel (r) Rodrigo Posada Hoyos, director del DAS en Pasto y el 
coronel Eduardo Uribe.



Posada: Mi coronel, mucho gusto.

Uribe: Qué hubo mi coronel, ¿qué noticias me tiene? Estoy aquí en el 
dispensario. Me tienen tomando la presión. Estoy a punto de un ataque cardíaco.

Posada: (Risas) Nooo, pero un hombre tan joven y tan alentado como usted cómo 
se va a descomponer con eso. Cuando sea comandante del Ejército qué ¿ah?

Uribe: Ah, mi coronel cuénteme cómo estará esto.

Posada: Si, mire, ya lo bajaron de allá. Tengo una patrulla averiguando allá 
cuál es el fiscal que tiene a este personaje a cargo y, cuando me den esa 
razón, arranco de manera inmediata para donde Óscar Santander (fiscal 
seccional) a que me lo entregue.

Uribe: Pero mi coronel, me van a matar.

Posada: Tranquilo. Ahorita lo traigo y los ubico a los dos ahí y listo. Es más, 
déjeme hablo con Óscar a ver si lo que podemos hacer que se los enviemos a 
ustedes allá. En la Policía lo han puesto a disposición por una moto hurtada, 
imagínese.
* * *

Conversación 3


Hablan el fiscal seccional Óscar Santander y el coronel Uribe.



Santander: Aló, coronel.

Uribe: Qué tal ¿cómo le va?

Santander: Bien, mijo, ya le están cuadrando las cosas a usted, ¿no? Ya le 
están cuadrando las cosas, se le están acomodando a usted ¿no? 

Uribe: ¿Ya saben algo de aquel?

Santander: Pues, aparte de lo que le conté ayer, no, no, no se sabe nada. Pero 
parece que no hay tal testigo, hermano. Me da la impresión que no hay tal 
testigo.

Uribe: Listo.

Interrupción

Santander: Bueno, coronel. Estoy detrás de la esposa del man este. La vieja se 
ha puesto como nerviosa y yo no sé qué, y como que la vieja ha ido al sitio 
después.

Uribe: ¿Al sitio?

Santander: Ya vamos a averiguar lo de la vieja a ver si nos da un testimonio. 
De pronto se resbala la vieja, hermano. Parece que no hay tal testigo; no sé, 
hay que averiguar bien.

Uribe. Bueno, hablamos.
* * *Conversación 4


Hablan el sargento Rafael Beltrán, del B-2 del batallón Boyacá y el mayor 
Ernesto Coral Rosero, jefe de operaciones.



Coral: ¿Beltrán, qué hubo? Habla con Coral.

Beltrán: Ah, qué hubo mi mayor.

Coral: ¿Dónde está usted?

Beltrán: Aquí con mi mamá, en Ibagué.

Coral: Usted debe presentarse aquí.

Beltrán: ¿Por qué mi mayor?

Coral: Porque se ha presentado un problema por acá con unas armas.

Beltrán: ¿Usted de qué me está hablando? Yo no sé en qué lío me están metiendo. 
A mí ya me habían llamado de allá para decirme eso. Usted sabe que yo estaba al 
pie suyo, mi mayor. ¿A qué horas me iba yo a coger eso mi mayor? Todo el mundo 
se quiere lavar las manos conmigo, mi mayor. Ya me sacaron del B-2, listo, 
entonces me voy a patrullar. Nosotros llegamos como a las 3:30 a.m. y lo único 
que usted vio fue que miramos las caras con una linterna y alumbramos las caras 
y le dije, mi mayor este es del Gaula, este es del Gaula, este es del Gaula. 
Usted nos dijo: vámonos a descansar. Descansamos y al otro día volvimos a tomar 
las fotos, mi mayor, no fue más, yo no tuve nada que ver. No sé porque me meten 
en ese enredo, mi mayor.

Coral: Yo cumplo con decirle lo que tiene que hacer.
* * *Conversación 5


Hablan el sargento Beltrán y el coronel Uribe.



Beltrán: Hola mi coronel, me presento sin novedad.

Uribe: Qué hubo hermano.

Beltrán: Mi coronel, ahora me llamó mi mayor dizque por un enredo de unas 
armas. Yo no tengo nada que ver con eso mi coronel.

Uribe: ¿Usted dónde anda?

Beltrán: Yo estoy aquí en Ibagué con mi mamá. Yo ya le dije a mi mayor que todo 
ese día estuve con él. Ya me sacaron del B-2 y ahora me ponen a patrullar. Por 
Dios santísimo, yo no tengo nada que ver.

Uribe: Bueno, entonces si usted no tiene nada que ver, pues tranquilo.

Beltrán: Todos quieren lavarse las manos conmigo. Preciso salgo del B-2 y se 
pegaron que yo me había robado esas armas. Yo no sé qué es lo quieren conmigo.

Uribe: Entonces siga con permiso y llegue después a ver qué pasa.
* * * 

"Me cansé de que se oculte la verdad"Luis Élmer Arenas, senador
El senador Luis Élmer Arenas ha estudiado en detalle lo que ocurrió en 
Guaitarilla. Tiene en su poder pruebas inéditas con las que pretende demostrar 
que los siete policías del Gaula muertos a manos del Ejército sí adelantaban 
una operación oficial.Esta semana, Arenas hará un debate a fondo sobre el tema. 
CAMBIO habló con él. 



CAMBIO: ¿Qué pretende demostrar con el debate?

Élmer Arenas: Me cansé de que se siga ocultándole la verdad al país. Voy a 
demostrar que aquí no se protegió la vida porque fueron asesinados unos 
policías y varios civiles después de haber sido identificados. Tampoco se 
protegió la honra porque se dijo que esos policías eran paramilitares. Y no se 
protegieron los bienes porque allí donde murieron, les fueron robadas algunas 
de sus pertenencias.

¿Iban en una misión oficial?

En primer lugar, los informantes que iban con ellos habían entregado en otras 
oportunidades información sobre otros casos, cuyos resultados fueron positivos 
para la Policía. También están todas las anotaciones cuando se va a hacer un 
servicio legal. Y está demostrado que los policías pidieron autorización a sus 
superiores sobre lo que iban a hacer en Guaitarilla.



¿Va a controvertir las conclusiones de la Fiscalía?

Claro, porque la investigación que le dio a conocer al país es totalmente 
falsa. Y porque en el departamento de Nariño lo que hubo fue un montaje por 
parte de funcionarios de la Fiscalía, el DAS, Medicina Legal y el Ejército, 
para demostrar que los que se equivocaron fueron los policías y no los 
militares.
 

                
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