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La Triple Frontera, clave en la estrategia norteamericana (1ª parte)




Víctor Ego Ducrot

Primero revisaremos algunos de los tantos casos que demuestran las
falacias argumentales de Estados Unidos. Falacias y mentiras similares
a las tareas de desinformación desplegadas por Washington para
justificar su ataque contra Afganistán después de los episodios del 11
de septiembre pasado, ya que nunca probó la participación de Osama Bin
Laden en aquellos atentados. Falacias y mentiras también como las
utilizadas en los últimos días respecto de un supuesto peligro de
inminentes ataques radioactivos para justificar una inyección de 4.000
millones de dólares en su presupuesto defensivo. Luego analizaremos
cuál es la verdadera naturaleza política y cuál la red de intereses
que se esconden detrás de la campaña norteamericana en la Triple
Frontera, campaña que cuenta con el apoyo de los gobiernos de la
región, dependientes y alineados con los intereses del IPG.

Caso 1.- El 21 de setiembre del 2001 la BBC de Londres afirmó: en un
vasto operativo, efectivos de la brigada especial de la policía
paraguaya fuertemente armados y vistiendo pasamontañas detuvieron a
catorce libaneses y decomisaron computadoras en la ciudad de
Encarnación, en el sur del país. En un despliegue similar en Ciudad
del Este, un ciudadano de origen indio fue detenido porque su nombre
figura en la lista de buscados del FBI, aunque su abogado aseguró que
se trata de un caso de homonimia. El comandante de la policía de
Paraguay, Blas Chamorro, explicó que las detenciones son parte de la
operación de control redoblado que vienen haciendo las Fuerzas
Operativas Policiales Especiales desde los atentados contra las Torres
Gemelas y el Pentágono en los Estados Unidos. Días después, las
autoridades de Asunción debieron liberar a todos los detenidos porque
no consiguieron prueba alguna que sostuviese sus acusaciones.

Caso 2.- En tanto, desde Washington, el departamento de Estado de
Estados Unidos advertía que la región de la Triple Frontera (donde
convergen las ciudades Puerto Iguazú, de Argentina; Fox de Iguazú, de
Brasil y Ciudad del Este, de Paraguay) es un foco de movimientos
islámicos extremistas. Mencionaron células de Hamas y Hezbollah.
Voceros policiales de Paraguay dijeron que en Ciudad del Este se han
instalado facciones de grupos como la ultrarradical Al Gammat Al
Islamiya (Jihad Islámica), de Osama Bin Laden y de Al Moqwama, del
grupo pro iraní Hezbollah, además de la organización pro palestino
Hamas. Ni Asunción ni Washington, en ningún caso, ofrecieron pruebas
de sus observaciones y acusaciones.

Caso 3.- El 19 de noviembre del 2001, el analista Yerko Montero
escribió en el periódico La Razón de Bolivia que el presidente del
Brasil, Fernando Henrique Cardoso, se reunió con su homólogo
norteamericano, George W. Bush, a fin de mantener contactos fluidos
sobre los movimientos de los presuntos terroristas islámicos en el
punto fronterizo entre Brasil, Argentina y Paraguay. Nuevamente
faltaron las pruebas, pues ni Cardoso ni W.Bush pudieron aportarlas.

Caso 4.- Sobre el mismo asunto, Montero recuerda el artículo "U.S.
Coalition Against Terrorism should include Latin America", del
analista político Stephen Johnson, adscrito a la Heritage Foundation,
que coincide con la preocupación de los mandatarios y especifica otro
tipo de actividad terrorista en la región. La citada nota periodística
afirma que diez de las treinta organizaciones que dirige Osama Ben
Laden se sitúan en Latinoamérica. En la Triple Frontera, afirma el
artículo, Paraguay es un huésped involuntario. Sus despobladas
fronteras con Argentina y Brasil han atraído a traficantes de drogas y
armas así como a terroristas sospechosos ligados al Grupo Islámico
Egipcio, el iraní Hezbollah y el pro palestino Hamas, que circulan en
una larga comunidad de inmigrantes, afirma el autor. Además, el propio
Johnson sostiene que hay dos tipos de actividad terrorista, la de Cuba
y la de Colombia. El primer caso es considerado por el Departamento de
Estado norteamericano como país patrocinante del terrorismo al tener
capacidad ofensiva en electrónica y armas biológicas. El segundo,
tiene como antecedente grupos guerrilleros desde hace 40 años. Desde
1995, el número de rebeldes creció geométricamente y se expandió en la
mitad del territorio nacional totalizando más de 1.000 millones de
dólares recibidos por año de extorsión y tráfico de drogas,
financiados por Bin Laden, y otros grupos terroristas, incluyendo al
IRA irlandés y los separatistas vascos. Conviene aquí recordar que el
supuesto "terrorismo" biológico cubano fue desmentido por el ex
presidente estadounidense James Carter y que nunca nadie probó las
"ayudas" financieras de Bin Laden al movimiento revolucionario
colombiano. Pero para ir acercándonos a la verdadera naturaleza de
este asunto, sería útil continuar con las interpretaciones de los
analistas de la ultraderechita Heritage Foundation, los que, más alla
de sus intenciones, desnudan los verdaderos propósitos de Washington.
Dicen esos expertos: Estados Unidos necesita una política regional que
fortalezca la inteligencia norteamericana, desarrolle estrategias de
defensa cooperativa, revitalice las economías débiles, realice
programas antiterrorismo, y promueva el respeto a la ley. Si falla,
dará luz verde a los terroristas para realizar poderosas alianzas en
la región al sur de su territorio.

Caso 5.- El 14 de enero de este año, las agencias de noticias
internacionales informaron que una misión de legisladores
estadounidenses llegó a Paraguay para visitar la zona fronteriza con
Argentina y Brasil, área que se especula sirve de residencia para
grupos extremistas islámicos. Con anterioridad a la visita de los
legisladores, Paraguay había recibido, en diciembre último, al
coordinador antiterrorista del gobierno estadounidense, Francis
Taylor, quien también estuvo en Ciudad del Este. En ambos casos, los
jerarcas norteamericanos aseguraron que la Triple Frontera es "un
nido" de terroristas islámicos, pero -otra vez- nadie vio las pruebas.

Caso 6.- Pese a que ninguna de la investigaciones policiales que
vienen hostilizando a los más de 15.000 habitantes de origen árabe que
viven en la zona de la Triple Frontera -muchos de ellos inmigrantes de
tercera generación- tuvo éxito, la propaganda norteamericana pasa casi
sin filtro a través de la prensa internacional. Un ejemplo de ello es
el artículo publicado por el diario El Mundo, de Madrid, en el que,
después de constatar la existencia de una fuerte actividad comercial
informal, que muchas veces se mueve en la órbita del contrabando pero
que nada tiene que ver con las "finanzas del terrorismo islámico", su
autor se apoya en las repetitivas versiones de Washington, sin ofrecer
prueba alguna. El enviado especial de ese periódico español, Ramy
Wurgaft, escribió textualmente: "El Federal Bureau of Investigation
(FBI) asegura que un porcentaje importante de las ganancias recaudadas
llega a las arcas de los grupos islámicos de Oriente Próximo. Francis
Taylor, coordinador de la oficina antiterrorista del Departamento de
Estado, sostiene que aquí, en el corazón de Suramérica, existen
«células dormidas» del Hizbulá e incluso de Qaeda, la organización que
dirige Osama Bin Laden. (...). Mucho antes de que se produjeran los
atentados del 11 de Septiembre, la Inteligencia norteamericana había
informado a los gobiernos pertinentes sobre la existencia en esta zona
de un dispositivo que apoya a los terroristas. «Existen fuertes
indicios de que la Triple Frontera está sirviendo de santuario a
islamistas prófugos. Allí se ocultarían por un tiempo, para luego
resurgir bajo una nueva identidad y a veces detrás de una nueva
fisonomía, ya que algunos se someten a la cirugía plástica», dice una
parte del informe, al que tuvo acceso el rotativo argentino Clarín. Al
respecto sólo bastaría con recordar cuán eficaz fueron el gobierno y
los servicios de inteligencia norteamericanos a la hora de prevenir
los atentados del 11 de setiembre, según se desprende del escándalo
que vivió Washington en las últimas semanas, mientras el FBI y la CIA
se culpan recíprocamente de falta de eficacia".

Caso 7.- Pero el gobierno norteamericano insiste. Hace poco también se
sumo la DEA (agencia antidrogas). El 26 de abril pasado, otra vez sin
ofrecer prueba alguna, el Jefe de la Administración de Control de
Drogas de Estados Unidos (DEA), Asa Hutchinson, aseguro que la zona de
la Triple Frontera "sigue siendo un refugio de extremistas islámicos,
en particular para miembros de los grupos terroristas Hamas y
Hezbollah". El funcionario evaluó que la situación en esa región "pone
de manifiesto la facilidad con la que las organizaciones terroristas
pueden infiltrarse y asimilarse en otros países y pasar relativamente
inadvertidas durante un largo período de tiempo". Durante un informe
que días atrás realizó ante la Comisión de Relaciones Internacionales
de la Cámara de Representantes estadounidense, el funcionario enumeró
a otros grupos terroristas "extremadamente violentos que operan en el
Hemisferio Occidental y el mundo entero". Así mencionó a "Sendero
Luminoso en Perú y tres grupos designados como terroristas por el
Departamento de Estado en Colombia, las Fuerzas Armadas
Revolucionarias Colombianas (FARC), el Ejército de Liberación Nacional
(ELN) y las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC)". "Si bien la DEA no
apunta directamente a los terroristas", señaló Hutchinson, "tomará
como blanco y rastreará a los traficantes de drogas y organizaciones
del tráfico involucradas en actos terroristas". Hutchinson no hizo
otra cosa que repetir los conceptos enunciados el 11 de octubre del
año pasado por el director de la Oficina de Contraterrorismo del
Departamento de Estado, Francis Taylor. Esta campaña de desinformación
esta avalada por las autoridades del Pentágono. En el artículo "Ciudad
del Este", publicado en su número de enero-febrero de este año, la
Military Review, portavoz estratégico de las fuerzas armadas y de los
servicios de inteligencia de Washington, afirma sin pudor que esa debe
ser la línea a seguir para presionar a los gobiernos de la región a
favor de las concepciones "antiterroristas" de la administración de
George W. Bush.

 (continuará)

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Nello

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