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Argentina: rivolta sociale
Rebelión social en Argentina contra la política neoliberal del Gobierno
Agencias
Una dura protesta popular siguió ayer a las breves palabras con las que el
presidente Fernando de la Rua confirmó la implantación del estado de sitio.
Un fuerte cacerolazo estalló en toda la ciudad, se prolongó hasta entrada la
madrugada, en un hecho que no tiene precedentes en Buenos Aires, y se
extendió incluso al resto de la ciudad, a Rosario, a La Plata y al sur del
Gran Buenos Aires.
Al tiempo que la gente se movilizaba, la televisión anunciaba que el
gabinete en pleno había presentado su renuncia, incluido el titular de
Economía, Domingo Cavallo, cuyas medidas económicas dispararon los índices
de pobreza y desempleo de la tercera economía latinoamericana a índices
históricos. Ninguna fuente oficial confirmó la versión, según la cual la
idea sería que el opositor Partido Justicialista (peronista) participe en la
conformación de un nuevo gabinete.
La movilización surgió sin previa convocatoria. Apenas terminado el corto
mensaje en que De la Rúa decretó el estado de sitio por 30 días, haciendo
otra vez oídos sordos a las demandas populares, cacerolazos y bocinazos
comenzaron a escucharse en todos los barrios, mientras muchos vecinos
(trabajadores, familias completas, amas de casas) se reunían en las
esquinas, la mayoría para marchar hacia la Plaza de Mayo.
Allí, frente a la casa de gobierno, los manifestantes entonaron a la
medianoche el himno nacional y pacíficamente exigieron la renuncia de
Cavallo, pero como respuesta llegó la represión policial. Muchas personas
optaron por retirarse, pero otras se trasladaron al vecino Ministerio de
Economía, donde esta madrugada se registraban incendios y desmanes.
Ese fenómeno también se registró en el resto de la ciudad. Surgieron
manifestaciones espontáneas, la Avenida Independencia estuvo cortada por los
vecinos desde Balcarce hasta la Avenida Nueve de Julio, se sumó a ellos una
marcha del Centro de Estudiantes de Ingeniería y la Plaza de Mayo, como
otras tantas veces, volvía a ser el centro de atención: una caravana de un
centenar de autos, la rodeaban al sonar de sus bocinas. Mientras, sucedían
dos cosas: cuando faltaban quince minutos para la llegada del jueves, cerca
de trescientas personas se dirigían a pie, con cacerolas en las manos, y la
Guardia de Infantería tomaba posiciones de defensa tras el vallado que rodea
la Casa de Gobierno. Los manifestantes, que encendieron algunas velas en el
piso de la plaza, gritaban: "Que se vayan, que se vayan...".
Previamente la izquierdista Confederación de Trabajadores de Argentina, la
más pequeña de las tres centrales obreras y principalmente formada por
trabajadores estatales, había llamado a una huelga general para este jueves.
El desborde social, que ya se había advertido al gobierno desde hace tiempo,
se inició la madrugada del miércoles como incontenible, con una sorprendente
violencia policial, especialmente en la provincia de Buenos Aires. Los
saqueos se extendieron desde la madrugada del martes por el Gran Buenos
Aires, como se conoce a la zona que rodea la capital: San Martín, Ciudadela,
Tigre, La Matanza, Moreno, San Miguel, Florencio Varela, Villa Celina,
Lanús, Quilmes y Avellaneda.
La escena comenzó a repetirse en todo el país, especialmente en Concepción
del Uruguay, Entre Ríos, donde desde hace días se venían registrando
manifestaciones de empobrecidos habitantes para pedir comida, así como en
Rosario, Santa Fe, donde murió un muchacho de 15 años al parecer asesinado
por un comerciante.
Muchos habitantes de barrios marginales se lanzaron a las calles como un
"efecto dominó", ante los reclamos y saqueos que ya habían comenzado en los
días recientes, cuando la realidad de las medidas gubernamentales (virtual
confiscación de cuentas bancarias al limitar el retiro en efectivo para
dejar así a las personas sin dinero) estallaba en los barrios.
En Córdoba trabajadores tomaron la sede de la municipalidad y la destrozaron
con una furia que sólo tenía explicación en la grave situación económica por
la que atraviesa el sector, ya que al igual que en muchas provincias no
reciben salarios desde hace meses. En este caso la represión fue despiadada
y dejó decenas de heridos por balas de goma y golpes. En La Plata, capital
de la provincia de Buenos Aires, empleados estatales intentaron ingresar a
la legislatura para impedir que se votara una nueva ley que desembocará en
despidos masivos.
En la tarde el fantasma de los saqueos se acercó a la capital, cuando un
grupo de familias con niños intentó ingresar a un supermercado en el barrio
de Constitución, pero la policía lo impidió con inusitada violencia.
Ya en las dos semanas psadas se dio una caída brutal de las ventas, pues las
últimas medidas de Cavallo vaciaron los bolsillos de todos, al punto que ni
siquiera se compraban los diarios. Desde la semana pasada los comerciantes
se lanzaron a manifestaciones, las movilizaciones de diversos sectores
recorrían las ciudades, los piqueteros (desempleados) organizaban cortes
viales, sin que el gobierno se conmoviera, pues hasta insistió en ratificar
al polémico titular de Economía.
Imágenes del caos
Las escenas mostraban a algunos jóvenes estrellándose contra las vidrieras
para romperlas, y uno de ellos casi se cortó una pierna en el intento. Una
discapacitada encabezó la toma de un supermercado y quedó un buen rato
atrapada por la reja que ayudó a derribar. Ejércitos de pobres se lanzaron
por los puentes al conocer que estaban saqueando algún comercio, para
llevarse lo que fuera.
En la bonaerense Ciudadela un comerciante de origen oriental lloraba
mientras su comercio era destruido, ante la indiferencia policial; una mujer
confesaba que era la primera vez que hacía algo así, pero que estaba sin
trabajo; todos los que hablaban a las cámaras protestaban contra el
gobierno, e incluso algunos señalaban a Estados Unidos y al Fondo Monetario
Internacional como responsables.
En estas escenas de guerra era sorprendente ver la cantidad de niños que
participaban junto a sus padres en los saqueos, que dejaron al cierre de
esta edición seis muertos (en disturbios o por disparos de comerciantes),
más de un centenar de heridos y 300 detenidos.
De la Rúa acude a los cuarteles
No por anunciadas, estas imágenes del naufragio dejaron de ser dolorosas,
mientras crece la alarma pues nadie cree que fue casual el mensaje reciente
del presidente a las fuerzas armadas, cuando decretó que no se extraditará a
los militares solicitados por la justicia de varios países por los crimenes
de la última dictadura.
Hubo otros gestos, como su aparición ayer en una sede eclesiástica rodeado
de los altos mandos de las FF.AA (a la salida de la cual fue apedreado), o
su discurso en una reciente cena con militares diciendo que era natural que
estos acudan a salvar a la patria en los momentos de "peligro", o la
autorización para que Carlos Menem comenzara a transitar por los cuarteles.
Hubo siete muertos y casi 140 heridos durante los saqueos
El día del gran estallido social fue, también, una jornada trágica. Siete
personas terminaron muertas a balazos durante los saqueos a supermercados.
Hubo dos víctimas en el conurbano, otras tres en Rosario, una en Santa Fe y
otra en Cipolletti. En algunos casos, quienes dispararon fueron comerciantes
decididos a defender su mercadería a cualquier costo.
Y si no hubo más muertos fue por milagro. Según fuentes oficiales, al menos
138 personas fueron heridas. De ellas, 76 son policías, la gran mayoría en
el Gran Buenos Aires.
Villa Fiorito es uno de los barrios más pobres de Lomas de Zamora. Ayer a
las 17 el dueño de un supermercado chino de la calle Recondo al 400 se subió
a la terraza apenas vio que un grupo de personas se acercaba su negocio y
disparó, según informaron fuentes policiales. Los balazos fueron dos. Uno le
pegó en la cabeza a Diego Avila, de 24 años.
El joven murió en un hospital de la zona, cuando lo atendían. El
comerciante, dos años mayor que él, fue detenido. Por temor a una represalia
en el barrio, lo llevaron a la comisaría de Ingeniero Budge.
No fue el único caso en el conurbano. A la noche, en la localidad de
Libertad -partido de Merlo- hubo un saqueo en un supermercado llamado
Steffi, en Cambó y Helvecia. Esta vez el que usó su arma fue el suegro del
dueño del negocio. Y, como en Fiorito, también hubo un muerto: Cristian
Eduardo Legembre, de 20 años.
En el conurbano, además, hubo varias personas heridas. Al menos siete, según
se estimaba anoche. En Boulogne, una mujer de 45 años recibió un balazo en
un pierna, y un custodio privado fue detenido por el ataque. En Villa
Celina, en el partido de La Matanza, otra mujer resultó baleada en la
espalda.
En Rosario hubo tres muertos durante los saqueos. Claudio Lopratti (38),
recibió un balazos cuando estaba mirando los incidentes desde el techo de un
escuela del barrio La Flores, Trabajaba para un comedor comunitario. En
tanto, Graciela Acosta, militante de derechos humanos, fue baleada en la
vecina localidad de Villa Gobernador Gálvez, en las afueras de Rosario.
Juan Delgado, de 27 años, murió en un enfrentamiento con la policía frente a
un supermercado de Pasco y Necochea. También hubo 20 heridos.
En la capital de la provincia, la víctima fue Miguel Pasini, un chico de 15
años que vivía en el barrio Cabaña Leiva, una zona humilde de la periferia
de la ciudad. El adolescente recibió un escopetazo en la espalda y otro en
la cabeza y murió antes de llegar al hospital Cullen.
Se sospecha que el autor de los disparos fue un comerciante vecino a un
supermercado que estaban saqueando. En El Talar, Tigre, por milagro no hubo
muertos: el dueño de un supermercado salió con un escopeta y baleó a cinco
personas.
Ya entrada la noche en Cipolleti, Río negro, murió una mujer, Elida Avaca,
de 42 años. Recibió un balazo durante un enfrentamiento entre gente que
quería saquear un supermercado y la policía.
En el Ministerio de Seguridad de la provincia no pararon de sacar cuentas.
Desde las 3.30 de la madrugada hasta media tarde habían contado más de 30
focos de tensión. Saqueos consumados en supermercados grandes, medianos y
chicos. De zonas humildes o calles comerciales céntricas, o de barros de
clase media. Intentos fallidos, y pedidos nerviosos de comida, a veces
satisfechos.
La respuesta policial tuvo matices. Fue muy flexible en muchos casos, casi
sin intervenir; y muy dura -con palazos, gases y balas de goma- en otros.
Sumando un caso detrás de otro concluyeron que hubo al menos 9.000 personas
involucradas. La lista de localidades dejaba a muy pocas sin nombrar. Hubo
incidentes en el norte, en el oeste y en el sur. En Moreno, Villa Trujuy, El
Palomar. Billinghurst, Ciudadela Norte, San Martin. José Ingenieros, José C.
Paz, Lomas de Zamora, Villa Ballester, San Fernando, Pilar, Derqui,
Tapiales, Boulogne, La Tablada, José León Suárez y Lanús.
Las escenas fueron parecidas en cada lugar. Mujeres con sus bebitos en
brazos que hacían llenaban sus bolsas con cajas de leche o paquetes de yerba
o polenta. Muchachos que se llevaban changuitos llenos de productos para la
fiestas. Comerciantes desconsolados que trataban de pararlos. Otros que
resolvían que lo mejor era quedarse a un costado, resignarse, y tratar de
salvar lo poco que quedaba.
Anoche habían sido detenidas unas 551 personas, 350 personas de ellas en el
Gran Buenos Aires. En las zonas donde no hubo saqueos, hubo tensión y
pánico. En muchos centros comerciales bajaron la persianas ante el mínimo
presagio de problemas.
Con informaciones de Resumen Latinoamericano, La Jornada y Clarín
Nello
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