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Argentina: De La Rua ratifica la parita' delcambioi



De la Rúa ratifica la paridad cambiaria: "ni devaluación, ni dolarización
forzosa"
Saqueos en supermercados de Rosario; el fenómeno podría extenderse a toda
Argentina

¤ Familias que viven en la economía informal, las más afectadas por la
bancarización

STELLA CALLONI CORRESPONSAL  (La jornada)

Buenos Aires, 16 de diciembre. En vísperas de la Navidad, que este año será
una de las más amargas en Argentina, regresó al país el fantasma de los
saqueos a supermercados, como sucedió en 1989, bajo el gobierno de Raúl
Alfonsín, quien debió entregar anticipadamente el poder.

Y en el mismo lugar que hace poco más de diez años, la castigada ciudad de
Rosario, la tercera del país, con más de 40 por ciento de desocupación y
subocupación. El pasado viernes ocurrieron allí varios intentos de saqueo y
hubo represión, aunque luego se repartió comida. Si la crisis ya era muy
grave para los rosarinos, las últimas medidas tomadas por el Ministerio de
Economía fueron como echar gasolina al fuego.

El fenómeno amenaza con extenderse a todo el país, como sucedió también en
Mendoza y en algunos lugares de la provincia de Buenos Aires, y hoy en la
ciudad de Concordia, provincia de Entre Ríos, donde cientos de personas, la
mayoría mujeres y niños, entraron a un supermercado local. Muchos
supermercados decidieron entregar bolsas con comida ante eventuales
estallidos sociales. Pero, ¿cuando éstas se terminen?

Sobre quienes más pesa la llamada bancarización de la economía, que
restringe el retiro de efectivo de los bancos, es sobre aquellas familias
que dependen del trabajo informal, como los cartoneros que llevaban papeles
para reciclar y ganaban entre tres o cinco pesos (dólares) por día, o los
vendedores ambulantes; ahora, sin dinero circulante, estos son los primeros
gastos que se suprimen.

El presidente Fernando de la Rúa ordenó que se busque una solución para que
se pueda sacar una mayor cantidad de la cifra impuesta en las cajas de los
bancos, donde están virtualmente confiscados los salarios. Entre los miles
de pequeños ahorristas hay quienes tenían depositado dinero de
indemnizaciones por despido, con lo único que sobrevivían mes con mes, y
para ellos nada se contempla.

El aguinaldo de 2002, amenazado

A esto se le suma la amenaza pendiente del titular de Economía, Domingo
Cavallo, de que si el Congreso no vota el nuevo presupuesto del año 2002 con
las nuevas condiciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el próximo
año debería recurrir a más rebajas salariales -a pesar de que ya se tocó
fondo- y a suspender el aguinaldo desde ahora hasta fines de 2002.

En este panorama, para los argentinos será difícil alzar una copa esta
Navidad. Nueve de cada diez ve mal o muy mal al país, como reveló una
encuesta publicada este domingo por el diario Página 12.

Sin embargo, en este caos, con la angustia de una devaluación que se comería
los ahorros depositados, hay sectores para los cuales la imposibilidad de
retirar efectivo no tienen ningún significado. Son los más de dos millones
500 mil desocupados y los millones de subocupados, que cobran en negro
salarios basura. Y aún más en el fondo están los otros, los excluidos, los
sin casa, sin tierras, los mendigos, los lustrabotas, los miles y miles de
vendedores de café o de dulces en las calles, los pepenadores locales que
buscan en los basurales su sustento... A ese inmenso arrabal de marginales,
en el país que fuera "el granero del mundo", despoblado en su enorme y rica
extensión, los titulares de prensa sobre los movimientos no les afectan.

En la Asociación de Meretrices de Argentina (AMAR) ya no sólo se lucha por
reivindicaciones o por ayudar a miles de sexoservidoras para que cuenten con
recursos médicos o para arrancarlas de manos de mafias policiales. Ahora el
problema es la sobrevivencia en su amargo trabajo. Una de ellas cuenta a La
Jornada que desde principios de mes, cuando se dictaron las últimas medidas
económicas, nadie "trabaja" en el gremio "y eso que estoy hablando de los
lugares más humildes, donde no se cobra casi nada". Se pregunta: "¿Quién va
a pagar un servicio con tarjeta de débito? Si tuviéramos una cuentita en el
banco nadie estaría en las calles arriesgando todo. Ahora estamos tratando
de hacer colectas para los hijos de muchas de nuestras compañeras que tenían
como único sustento ese poco dinero que llevaban las madres y también para
ayudar a otros, porque nosotras en la calle vemos lo que está pasando con
toda la gente, no sólo con nosotras".

Andar por las zonas cercanas a las terminales de las estaciones de trenes
que llevan a regiones empobrecidas del sur, donde vive la mayoría de los
obreros, a sólo unos metros del centro porteño, es asomarse a una corte de
los milagros. Si algo faltaba están ahora los rusos, los ucranianos, los
polacos, que no se atreven a decir quién y cómo los trajeron, escapando de
la crisis en sus países. Y tampoco quién los controla, ya que están
obligados a ejercer la mendicidad, a llevar sus niños a las calles del
centro porque -como les ha dicho ese alguien de las sombras- "un niño
rubiecito consigue más dinero".

¿Y los lustrabotas, las vendedoras de limones en las aceras, los estudiantes
que arreglaban computadoras para pagar sus estudios? ¿Alguien en Economía
pensó cómo se las arreglarían?

"En resumen: los millones y millones de personas que viven en el sector
informal de la economía ven perjudicados sus intereses en la misma
proporción que se ven beneficiados los dueños de los bancos, que son a su
vez los dueños de las AFJP (aseguradoras de fondos de pensión), que son a su
vez los acreedores de la deuda externa, que son a su vez los que hacen
desembolsos masivos de dinero para que el Estado les pague los intereses de
la ilegítima deuda, después se vuelva a endeudar con ellos, y así
indefinidamente, como perro que busca morderse la cola", dice un editorial
del periódico de las Madres de Plaza de Mayo.

El paro del pasado jueves fue más que contundente, pero -como señalan los
analistas- el presidente se aferra a la ortodoxia y al aislamiento. Y todos
saben que el "déficit cero" exigido por el FMI y mostrado como la tabla de
salvación significa sólo más recesión. Desde el exterior llegan dos mensajes
cruzados: unos quieren dolarizar y otros devaluar, en un país donde en
varias provincias ya no hay dinero y se paga con papeles emitidos como
bonos. De la Rúa, por su lado, insistió esta noche que el gobierno "ni
plantea ni habla de devaluación ni de dolarización forzosa", ratificando una
vez más la paridad cambiaria de un peso con el dólar. Pero horas antes, uno
de sus funcionarios, el secretario general de la presidencia, Nicolás Gallo,
había hecho una firme defensa de la eliminación de la moneda nacional.

Pocos confían ya en la palabra del gobierno. Para entregar la banca estatal
Cavallo vendió la idea de que los bancos extranjeros aseguraban un socorro
de sus casas matrices en caso de crisis, lo que nunca ocurrió. Y para atizar
el fuego, el economista Salvador Treber, titular de Finanzas Públicas de la
Universidad de Córdoba, hizo referencia al hecho de que la medida de
emergencia de confiscar a los ahorristas y a cualquiera que tenga una cuenta
en el banco se decidió después que los "bancos extranjeros ofrecieran a sus
grandes clientes golondrinas transferencias al exterior. O hubo una enorme
ineptitud o una complacencia rayana en la complicidad".

Nello

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