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argentina: scandalo MCDonald



fonte Pagina 12

McDonald's ha vivido el descubrimiento de la bacteria Escherichia coli en
sus productos de pollo y la consecuente clausura de tres de sus locales por
las autoridades sanitarias de la Ciudad como una catástrofe apocalíptica. Su
preocupación -abonada por la abrupta caída que sufrieron las ventas de la
cadena esta semana y la amplia repercusión que tuvo la noticia en la prensa
nacional e internacional- fue transmitida al gobierno de Fernando de la Rúa,
que se encargó de amplificarla y hacerla llegar devenida en presión a los
oídos de más de tres funcionarios del gobierno de la Ciudad autónoma. Un
grupo de colaboradores del Presidente se convenció de que la disputa, antes
que ser un acto de preocupación y responsabilidad por la salud de los
habitantes de Buenos Aires, fue "una operación de (Aníbal) Ibarra contra
McDonald's". Quienes sostuvieron la existencia de tal conjura no explicaron
su motivación. Por lo pronto, hoy, debido a que la empresa cumplió con los
requisitos de higienización exigidos por las autoridades porteñas, será
levantada la clausura preventiva que pesaba contra tres locales de la
cadena.
Además de hacer llegar sus quejas al Ejecutivo nacional, la poderosa
multinacional de fast food envió a Buenos Aires una task force de ejecutivos
desde Estados Unidos, cuya misión es tratar de resolver el conflicto a favor
de Ronald o, en su defecto, empatarla a los ojos de los consumidores. No
hubo nadie de la empresa que respondiese sobre esta visita que, según
dijeron a Página/12 funcionarios del gobierno porteño, habría llegado el
jueves.
El lunes pasado, la Dirección de Higiene y Seguridad Alimentaria de la
ciudad dispuso el cierre preventivo de los locales que McDonald's tiene en
el Patio Bullrich, Libertador 7200, en Corrientes 5234 y en Las Heras 3214,
luego de que los técnicos del área retiraran muestras de medallones de pollo
cuyos análisis (efectuados por el Gobierno porteño y el Instituto Malbrán)
comprobaran la existencia de la bacteria Escherichia coli en tres casos de
comida cruda y una de comida cocida. La decisión de las autoridades
sanitarias hizo entrar en pánico a la empresa quien, rápidamente, hizo saber
de sus pesares y del perjuicio que esto le causaba al gobierno nacional.
El nerviosismo de la empresa fue claramente expresado en una reunión que se
realizó el martes pasado -un día después de las clausuras- entre ejecutivos
de la cadena de fast food y la vicejefa de Gobierno porteño, Cecilia
Felgueras, el secretario de Desarrollo Económico, Eduardo Hecker, y la
directora de Higiene y Seguridad Alimentaria, Marta López Barrios. Allí, los
directivos presionaron fuerte para reabrir, a como diese lugar, sus tres
locales al día siguiente. Los funcionarios porteños respondieron con los
reglamentos: los procedimientos técnicos impedían la reapertura hasta tanto
el proceso de higienización se llevasen a cabo.
Tras la reunión, los llamados de Balcarce 50 y del Ministerio de Salud de la
Nación, que conduce el amigo del Presidente Héctor Lombardo, aumentaron en
cantidad y vehemencia. Ya varios funcionarios cercanos al mandatario se
habían comunicado con sus pares porteños para preguntar qué era lo que
estaba pasando, alertados con el desayuno de la noticia en los diarios.
Uno de los más altos funcionarios de la ciudad relató a sus colaboradores un
llamado en particular: al otro lado del auricular acababa de escuchar
pausadamente la preocupación del Presidente por el asunto.
Otro importante dirigente de la ciudad explicó a Página/12 que lo llamados
no fueron todos de la misma índole. "Todos estaban preocupados -relató-,
pero algunos rozaban con el delirio. Es lógico que en el gobierno nacional
se inquieten cuando a una empresa de la envergadura de McDonald's le pasa
algo como esto: hay que pensar que genera actividad económica, da empleo y
es una poderosa empresa que muestra su confianza en el país instalándose
aquí. Pero algunos otros salieron con el disparate de que esto (el
procedimiento sanitario y las clausuras) era una especie de operación de
Ibarra contra Mc Donald's."
Un colaborador del jefe de Gobierno también contó a este diario el tenor de
uno de los llamados de la Rosada: "Nos preguntaron qué estábamos haciendo,
como si hubiésemos secuestrado a un bebé; nos marcaron lo poco oportuno del
episodio alegando a que una delegación de McDonald's estaba llegando a la
Argentina para anunciar la apertura de nuevos locales. No había tal anuncio;
era un apriete para que bajemos el tema".

Reacción

"En ese momento de máxima presión, nuestro acierto fue no politizar el tema.
Nunca mezclamos los tantos: a nosotros nos interesa que Mc Donald's se quede
y prospere en la ciudad, pero también vamos a cuidar la salud de los
porteños, chicos y grandes. Para eso están los inspectores, que han
trabajado bien", dijo a este diario un secretario de la ciudad. Otro no optó
por utilizar eufemismos: "No queremos que se vayan de la ciudad (Mc Donald'
s), pero tampoco queremos chicos muertos por comer una hamburguesa podrida",
disparó.
Anteayer, una contraprueba realizada por el Malbrán en otra hamburguesa de
pollo dio negativa. La empresa festejó desde un confuso comunicado de prensa
y colgó los teléfonos de sus encargado de prensa y relaciones públicas. Y es
que hay un equívoco con la palabra contraprueba, que cualquier mortal
sensato entiende como la segunda prueba que se realiza sobre una muestra de
alimento que ya ha sido analizada. Pues lo del viernes no fue así. Lo que se
hizo fue un análisis sobre una hamburguesa que no había sido testeada antes.
Ergo: las que dieron positivos están contaminadas; la del viernes, no.
El Senasa, organismo de dependencia nacional, posee unas 40 pruebas a
estudiar, provenientes de la proveedora Mc Keys, sita en Garín, desde donde
salieron los medallones de pollo contaminados a los distintos locales de Mc
Donald's. Por su parte, el gobierno porteño posee casi otra decena de
pruebas, sobre las cuales está a la espera de que la hamburguesería global
pida las correspondientes contrapruebas. Hasta ahora no lo ha hecho.
"La empresa -dijo a Página/12 un técnico del Gobierno- no puede admitir que
tiene un problema de seguridad alimentaria. Es un problema no deseado,
cierto, pero lo tuvieron. Hasta tanto el Senasa no haga sus estudios y
autorice las condiciones sanitarias de los productos a base de pollo, no
podrán comercializarlos. Ellos no pueden decir que no tuvieron problemas
porque saben que los tuvieron. Ahora les conviene a ellos bajar los
decibeles."
Finalizada la rehigienización de los tres locales clausurados
preventivamente (esto es, limpiar exhaustivamente la infraestructura de los
comercios donde se encontró contaminación en las hamburguesas, tal como lo
imponen las reglas sanitarias porteñas) los despachos serán reabiertos hoy.
Pero el asunto no ha finalizado. Faltan hacer más contrapruebas, falta
analizar otros medallones secuestrados para determinar a qué nivel llegó la
contaminación y despejar dudas sobre el origen de la misma.
En el gobierno porteño están conformes con su desenvolvimiento durante el
conflicto. "Hay procedimientos que los organismos públicos tienen más allá
de las autoridades políticas de turno. Esto ha sido una decisión
administrativa y existen líneas que trabajan permanentemente. Si bien hubo
una decisión política de llegar a la verdad en este asunto, la enseñanza que
nos deja este episodio es que el Estado tiene gente que trabaja
abnegadamente y bien", celebró un secretario del gobierno porteño ante este
diario.
Si bien el caso no está cerrado, la tormenta comenzó a calmarse. Y en los
teléfonos de los funcionarios porteños menguaron las voces de sus colegas
del otro lado de la Plaza de Mayo.




Nello

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