GLOBALIZACION COLONIZADORA

[Cristiano Morsolin <morsolin@yahoo.it>]

ANCHE DALL'ECUADOR SIAMO CONTRO I G8, messaggio n.2

Vi mando questo articolo sulla GLOBALIZACION
COLONIZADORA di Mons. LUNA Y TObar di Cuenca, vecchio
arcivescovo padre della teologia della liberazione in
Ecuador.
Saluti latinoamericani
Cristiano Morsolin
Ibarra (Ecuador), 20 luglio 2001

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Morsolin Cristiano, e-mail: utopiamo@yahoo.it
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Quito, sábado 14 de julio de 2001  
 
www.hoy.com.ec  
 
Globalización colonizadora

Por Luis Alberto Luna Tobar

Está para reunirse en Génova la G 8, siglas
reveladoras de una de las más ominosas dictaduras
sociales que haya conocido y soportado la historia
universal de nuestra humanidad. Autocalificados y
elegidos por sí mismos, con el respaldo ciego de la
ciencia, la técnica, la comunicación y la banca,
pretenden imponer al mundo desde Génova un reforzado
empeño de globalización, que el Pontífice llama "una
nueva fórmula de colonización".
La tentación colonizadora de los ocho grandes países
del mundo ha sido gestada por las multinacionales que
asumieron, de años a nuestros días, todos los poderes
que hacen gobierno, en esos países en los que la
ciencia apoya a la técnica en el afán de producir y
consumir lo que mayor beneficio aporta a la grupos
financieros y a los sistemas de comunicación que más
afectivo engaño de la conciencia popular consumidora
consiguen en el mercado de la gran aldea universal.
Hay una víctima cierta de los propósitos reales de
estas reuniones de 'aldea': la conciencia del hombre
en el mundo. Juan Pablo II pide a los jefes de estado
y a los políticos que configuran los gobiernos de
estos estados que, dentro de la arbitrariedad con la
que pretenden representar en los encuentros de las G.8
a los más fuertes países del mundo, tengan la
fortaleza de "concederse un código de ética", en el
proceso de colonización en el que se empeñan, para que
en ese código aparezca el pensamiento y resuene la voz
de los pobres, que son abrumadora mayoría en este
mundo, ya colonizado por el mercado.
Los principios éticos de un código universal son tan
simples como exigentes, tan precisos como
irrenunciables: no hay pueblos sin hombres y no debe
haber hombres sin pueblo; todos los hombres y todos
los pueblos tienen idénticos derechos y no hay ser
humano ni pueblo con más o con menos derechos que los
otros; el derecho a la vida supone y exige su normal
desarrollo; el desarrollo de individuos y comunidades
debe ser idénticamente universal; es derecho de
personas y sociedades estar capacitados para ese
desarrollo, que sea sustentable; la sustentabilidad en
el desarrollo no es exclusiva de tal pueblo o grupo,
sino deber de una conciencia universal, que debe
constituir base de la ética social gobernadora.
No son ininteligibles estos principios de los derechos
humanos universales; pero si son ciegos y sordos los
gobernantes que se autocalifican definidores de la
conciencia universal y pretenden sujetarla a las
exigencias de los mercados formados por una técnica
sin bases morales y por una oferta de servicios
exclusivos, que sólo llegan con oportunidad y eficacia
a los que obedecen las exigencias de los ocho grandes
intereses del mercado. El pedido de Juan Pablo II,
para que la G 8, al menos cuente con un elemental
código de ética, no es mercadería sustentada por la
economía que hoy domina y rige al mundo.




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