BRASIL:ECONOMIA-Fuerza y debilidad de Lula



http://ipsenespanol.net/interna.asp?idnews=25554
Análisis de Mario Osava

RIO DE JANEIRO, dic (IPS) - La economía concentró los éxitos y fracasos del
primer año del gobierno del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva,
que sorprendió a sus partidarios y opositores al adoptar una orientación
conservadora
La política económica ortodoxa, de ajuste fiscal y monetario más fuerte que
lo requerido por el Fondo Monetario Internacional (FMI), logró reducir la
inflación, estabilizó el tipo de cambio y equilibró las cuentas corrientes
externas.

Recuperó así la confianza del mercado financiero en la economía brasileña,
reflejada en el restablecimiento del crédito internacional y la reducción
del "riesgo país" a cerca de 500 puntos, después de haber alcanzado más de
2.400 en vísperas de las elecciones de octubre de 2002 que condujeron a Lula
a la presidencia.

El "riesgo país" evalúa la percepción de los inversores sobre la capacidad
que tiene un Estado de pagar sus deudas, a partir de su capacidad de colocar
bonos soberanos en el mercado bursátil. El cálculo se basa en la comparación
con los bonos estadounidenses a largo plazo, a cuya compra se adjudica
"riesgo cero".

Las turbulencias esperadas por el ascenso de un gobierno izquierdista no se
hicieron realidad, sino que ocurrió todo lo contrario.

El gobierno logró superar lo que denomina "herencia maldita" de la gestión
anterior encabezada por el presidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2003),
es decir inflación incontrolada, fuerte devaluación del real y
desequilibrios en las cuentas públicas.

Ese triunfo convirtió en hombre fuerte del equipo de Lula al ministro de
Hacienda, Antonio Palocci, un ex militante de grupos trotskistas.

Pese a la recuperación del real, que los críticos consideran sobrevaluado en
desmedro de las exportaciones, Brasil está obteniendo este año un superávit
comercial sin precedentes de más de 24.000 millones de dólares. Las
exportaciones crecieron 20 por ciento, y sumaron un valor de más de 72.000
millones de dólares.

Tal desempeño permitió al país lograr también un superávit de cuenta
corriente (que mide el comercio de bienes y servicios y también el flujo de
inversiones), de cerca de 3.000 millones de dólares, un resultado inusitado
en las dos últimas décadas.

Pero el éxito macroeconómico tuvo como contrapartida la recesión económica
en el primer semestre, con índices de desempleo sin precedentes en el país y
caída de 13 por ciento en los ingresos de los trabajadores.

El "espectáculo del crecimiento" anunciado por Lula para este segundo
semestre no se concretó. El bajo poder adquisitivo de la población contiene
el consumo y hace difícil invertir la tendencia, especialmente en un país
donde los créditos para consumidores tienen intereses de más de 100 por
ciento anual.

Este año terminará con un crecimiento de l producto bruto interno (PIB) de
apenas 0,1 a 0,2 por ciento, según analistas del mercado financiero, y eso
significa una caída del producto por habitante, ya que la población aumenta
cerca de 1,4 por ciento anual.

Para 2004, la previsión casi consensual es que el PIB aumentará cerca de 3,5
por ciento. Pero hay economistas, en general de izquierda, que consideran
poco probable tal crecimiento si se mantiene la actual política económica, o
lo consideran insuficiente para bajar el desempleo.

Lula asumió el gobierno con un desempleo de 10,5 por ciento, registrado en
diciembre de 2002. El aumento ulterior de ese indicador fue rápido, hasta
que se estabilizó entre 12,8 y 13 por ciento en el periodo mayo-octubre, y
luego bajó a 12,2 por ciento en noviembre, como reflejo del mayor consumo en
el final del año. Un crecimiento económico de 3,5 por ciento generaría
solamente empleos suficientes para 1,5 millones de jóvenes que entran al
mercado de trabajo cada año, según el secretario municipal de Trabajo de Sao
Paulo, Marcio Pochmann.

Pese a la dura realidad, Lula mantiene una elevada popularidad. La última
encuesta del diario Folha de Sao Paulo, hecha del 8 al 15 de diciembre en
todo el país, le apuntó 42 por ciento de evaluaciones "excelente" y "bueno",
y 41 por ciento "regular", datos similares a los de marzo.

Sólo 15 por ciento consideraron "malo" o "pésimo" su gobierno, contra 10 por
ciento en marzo.

El presidente demostró ser un eximio realimentador de las esperanzas que
generó como candidato durante la campaña electoral del año pasado. En los
últimos días pronosticó un 2004 mucho mejor para toda la población, tras un
año dedicado a eliminar las "incertidumbres".

Pero es difícil creer en algún cambio de orientación por parte de los
conductores de la economía, alojados en el Ministerio de Hacienda y en el
Banco Central, de comprobado conservadurismo.

El Banco Central viene bajando lentamente, cada mes, su tasa básica de
interés desde junio, después de elevarla a 26,5 por ciento en febrero para
evitar que la inflación superara la meta acordada con el FMI. La semana
pasada la bajó a 16,5 por ciento, contra 17,5 por ciento en noviembre.

De nada valieron las quejas del sector productivo, y especialmente de los
industriales que reclamaban una reducción más rápida de los intereses para
reactivar la economía.

Tampoco fueron escuchados los análisis de economistas que señalaban la
oportunidad para una fuerte rebaja de intereses desde abril, ya que la
recesión y el bajo poder adquisitivo de la población alejaban la posibilidad
de un rebrote inflacionario.

Este año termina así con el reconocimiento de los triunfos económicos del
gobierno por parte de portavoces de agentes económicos y de buena parte de
la opinión pública, mientras los críticos identifican exactamente en esa
área la negación de las promesas y esperanzas que permitieron a Lula y su
Partido de los Trabajadores (PT) conquistar el poder político. (FIN/2003)