2003: instabilità in America Latina



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2003: inestabilidad en América Latina

Por Eduardo Gallardo

Prensa Asociada
12/27/2003

Un presidente cayó y otro se tambaleó en un año marcado por turbulencias
políticas y rayos de esperanza en Latinoamérica.
La pobreza, la corrupción, la violencia y el narcotráfico fueron una
constante desde el Río Grande a la Patagonia y pocos esperan que ello cambie
en el 2004.
En Bolivia, una rebelión popular derribó al presidente Gonzalo Sánchez de
Lozada y en Venezuela Hugo Chávez sobrevivió a una feroz campaña para
derribar a su gobierno, que se mantenía al concluir el año.
Alvaro Uribe y Vicente Fox sufrieron duros reveses electorales en Colombia y
México, respectivamente, mientras que el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva
y el argentino Néstor Kirchner se ganaron credibilidad y generaron
expectativas, aunque sus medidas todavía no hacen que se vislumbre una
salida a las crisis económicas de sus países.
Los líderes de una revuelta popular contra Sánchez de Lozada dieron a su
sucesor Carlos Mesa un plazo de tres meses (hasta enero) para satisfacer sus
demandas, o enfrentar nuevas protestas.
El nuevo presidente anunció cambios en la política boliviana.
Dijo que "en una opción casi suicida", gobernará sin partidos políticos para
tratar de superar "un sistema envilecido, emparentado con la corrupción".
El detonante de la crisis boliviana fue el rechazo a un proyecto de
exportación de gas, especialmente si se hacía a través de Chile, raíz del
descontento de los sectores marginados en uno de los países más pobres de un
continente con 140 millones de desposeídos.
En Venezuela, la campaña en favor de un referendo revocatorio del mandato
del presidente Chávez sigue su curso, aunque el gobernante calificó de
"megafraude" la recolección de firmas con que sus adversarios buscan forzar
la votación para acortar su presidencia.
Sin las manifestaciones masivas de Venezuela y Bolivia, la inestabilidad
también afectó a Perú y Ecuador, donde la aceptación popular a sus
presidentes cayó a niveles mínimos, anticipando tiempos complejos para
ambos.
El presidente peruano Alejandro Toledo, enfrentado a una sostenida protesta
sindical y a denuncias variadas contra funcionarios de su gobierno, cerraba
el año con una popularidad de apenas 11 por ciento.
Con sólo 11 meses en el poder, el presidente ecuatoriano Lucio Gutiérrez vio
su popularidad caer al 15 por ciento, enfrentando denuncias que vinculan a
su partido Sociedad Patriótica con un empresario detenido por narcotráfico.
Gutiérrez negó el financiamiento del narcotráfico a su campaña, y prometió
los cambios que sean necesarios.
Otros países y sus líderes vivieron un año que anticipa tiempos más
auspiciosos.
Argentina comenzó a emerger de su peor crisis económica en décadas y
normalizó su institucionalidad al elegir al presidente Kirchner, que ganó
popularidad con medidas contra la corrupción y cambios en los programas
neoliberales de sus antecesores.
Aunque esos logros fueron reconocidos por la mayoría, "Huracán K", como
llaman al mandatario, enfrenta grandes desafíos: una monumental deuda
externa, niveles de pobreza y desempleo inéditos para el país, así como
protestas de los llamados "piqueteros".
En Colombia, una aprobación cercana al 70 por ciento no salvó al presidente
Uribe del rechazo del electorado en un referendo con el que buscaba aprobar
su plan de reformas.
El diputado izquierdista Luis Eduardo Garzón dijo que la derrota en el
referendo lo debilitó políticamente, aunque Uribe vio ese traspié y los
progresos de la oposición en las elecciones de octubre como una prueba de
que en Colombia existe "una democracia limpia".
Uribe logró progresos en la lucha contra la violencia, con la
desmovilización de unos 800 miembros de las fuerzas paramilitares, y
manteniendo la ofensiva contra la guerrilla.
Brasil inició el año con la asunción como presidente de Lula, el líder
sindical que muchos esperaban instalaría un gobierno fuertemente
izquierdista.
Pero no fue así, e incluso algunas de sus medidas económicas fueron
criticadas por los más radicales seguidores.
Los resultados de esas medidas fueron discutibles, ya que la economía mostró
signos de recesión y el desempleo saltó al 12 por ciento.
Pero Lula mantuvo alta su popularidad.
En México, el presidente Fox sufrió un revés en las elecciones legislativas
de julio y el Congreso rechazó las reformas fiscales que propuso.
Pero se consoló con los problemas internos que encara el Partido
Revolucionario Institucional, el principal de oposición, en el que ha
surgido una división.
Uruguay tendrá elecciones presidenciales en 2004, y algunas encuestas
muestran un repunte de la izquierda, alimentado por las dificultades
económicas bajo el presidente Jorge Batlle.
En Chile, un año que comenzó negro para el presidente Ricardo Lagos, con un
escándalo de corrupción que involucró a algunos correligionarios y una
crisis económica marcada por alto desempleo, terminó diametralmente
distinto: con la economía en franca reactivación y el escándalo pasó al
olvido.