GUATEMALA:Berger favorito tras campaña superficial



José Eduardo Mora

SAN JOSE, 26 dic (IPS) - Con una lluvia de vagas promesas, Oscar Berger, de
la derechista Gran Alianza Nacional (Gana) y Alvaro Colom, de la
centroderechista Unión Nacional de la Esperanza (UNE), disputarán este
domingo la presidencia de Guatemala, en segunda vuelta.
Los expertos consultados por IPS coincidieron en señalar el escaso contenido
de la campaña, que incluyó debates sobre las virtudes y defectos personales
de ambos candidatos a gobernar el país de 2004 a 2008.

"La discusión de los grandes problemas como el acceso a la tierra, el
desarrollo rural, la corrupción, las relaciones étnicas, la fragilidad de la
economía, la pobreza, la violencia y la reforma fiscal fue relegada a un
segundo plano", manifestó el analista Alvaro Velásquez.

Cuando se tocaron esos temas se hizo de manera "muy superficial" y retórica,
sin explicar de manera contundente la forma de llevar a la práctica lo
prometido, resaltaron Fernando Solís, analista independiente, y Orlando
Blanco, de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos de Guatemala.

Según las últimas encuestas divulgadas por los medios de comunicación
guatemaltecos, Berger se perfila como el favorito, ya que mantiene una
ventaja que Colom no logró acortar en el mes y medio transcurrido desde la
primera vuelta, efectuada el 9 de noviembre.

Entre los consultados en la última encuesta del diario La Prensa Libre, por
ejemplo, 59,3 por ciento preferían a Berger.

En la primera fase electoral, Berger obtuvo 38,39 por ciento de los votos, y
Colom 26,38 por ciento. El tercer lugar lo ocupó el general retirado Efraín
Ríos Montt, del gobernante Frente Republicano Guatemalteco (FRG) y dictador
de 1982 a 1983, con 19,32 por ciento.

Desde 1985, siempre ha sido necesario realizar segundas vueltas para elegir
presidente, en ausencia de mayoría absoluta para un candidato en la primera.

La Gana, respaldada por el sector tradicional del empresariado, está
integrada por el Partido Patriótico, el Movimiento Revolucionario y el
Partido de Solidaridad Nacional. La UNE la conforman fuerzas de derecha
ligadas también al área empresarial y algunos ex socialistas.

Cinco millones de personas están habilitadas para elegir al sucesor del
actual mandatario, Alfonso Portillo, quien entregará el poder el 14 de
enero.

En un país en el que el 57 por ciento de los 12,4 millones de habitantes
viven en la pobreza, con grandes diferencias de desarrollo entre las áreas
urbanas y las rurales, las discusiones se quedaron en la epidermis de los
grandes males, sostuvo Velásquez.

Ambos contendientes reiteraron su compromiso de atacar a la corrupción
enquistada en el Estado, pero carecen del respaldo y los medios para
alcanzar ese fin, opinó.

Durante el gobierno de Portillo, quien asumió en enero de 1999, se han
reiterado acusaciones de corrupción contra funcionarios presuntamente
relacionados con narcotráfico, robo de automóviles, secuestros, tráfico de
influencias e irregularidades en las aduanas.

En 2002, el gobierno de Estados Unidos señaló a Guatemala como uno de los
países más corruptos de América Latina y le retiró la certificación de
combate al narcotráfico.

Velásquez consideró que tanto Berger como Colom carecen de la apertura
necesaria para profundizar en los acuerdos de paz firmados en 1996, que
pusieron fin a un conflicto armado de 36 años con unas 200.000 víctimas.

Entre los objetivos de aquellos acuerdos estaba una reforma del Estado
mediante cambios en la Constitución y el sistema tributario, disminución
sustancial del ejército, resarcimiento de las víctimas, y reinserción de los
ex combatientes.

Según Velásquez, al menos la mitad de los acuerdos permanecen incumplidos.

Guatemala retornó a la institucionalidad democrática el 14 de enero de 1986,
cuando el general Oscar Humberto Mejía entregó el poder a Vinicio Cerezo,
elegido mediante el sufragio.

Blanco admitió que entre las organizaciones de derechos humanos existe
preocupación por el posible nombramiento del general Otto Pérez Molina como
coordinador de seguridad en un eventual gobierno de Berger.

"El general está vinculado con hechos de represión durante el conflicto
armado y algunos lo relacionan con las mafias que funcionan como un Estado
paralelo en el país", dijo Blanco.

El activista humanitario apuntó que si Berger triunfa, su equipo de gobierno
funcionará con cinco coordinadores, por encima de los ministros, y que muy
probablemente uno de ellos será Pérez.

La presencia de ex generales en el Congreso es otra de las preocupaciones de
la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, aseveró.

En Guatemala, la cantidad de parlamentarios varía en función del número de
habitantes, y eso determinó que para el próximo periodo de gobierno se haya
elegido a 158, casi el doble de los 80 surgidos de los comicios de 1995.

Ningún partido logró mayoría parlamentaria. La Gana obtuvo 47 diputados,
seguida por el FRG con 44, la UNE con 32 y el derechista Partido de Avanzada
Nacional con 17.

Las 18 bancas restantes se repartieron entre cinco partidos.

"Los planes de gobierno de Berger y Colom se quedan muy cortos en relación
con las necesidades que tiene Guatemala. Se evadieron las discusiones sobre
los derechos humanos, los indígenas y la reconversión militar ", advirtió
Blanco.

En su criterio, el resurgimiento de las Patrullas de Autodefensa Civil,
grupos paramilitares creados durante el gobierno de facto de Ríos Montt,
podría complicar aun más el clima de inestabilidad que afecta al país.

"Al limitarse los partidos políticos a canalizar sólo sus intereses
electorales, las organizaciones civiles y de derechos humanos hemos actuado
como intermediarias para hacer un equilibrio con el Estado", destacó.

En opinión de Solís, las dos interrogantes que predominan en el universo
político de los guatemaltecos se relacionan con la falta de claridad de los
planes para afrontar los "grandes males del país" y el desconocimiento de
quiénes integrarán el próximo equipo de gobierno.

"Lo primero que debería hacer el nuevo presidente es convocar a un pacto
nacional para evitar que el país se vaya por el despeñadero de la
ingobernabilidad", sostuvo.

"En Guatemala ya no basta con la buena voluntad para gobernar. Urgen grandes
consensos, sobre todo en un panorama en el que el partido vencedor tendrá la
obligación de negociar con las otras fuerzas en el Congreso", manifestó
Solís (FIN/2003)