Venezuela: La encrucijada histórica de un pueblo



ALAI, América Latina en Movimiento
2003-11-24
Maximilien Arvelaiz, Moisés Durán
Una vez más el poder mediático no esconde su deseo de ver "interrumpido" el
mandato de un presidente democráticamente elegido. Mientras una ola de
imágenes y mensajes se abate sobre el mundo entero, ocultando nuestra
experiencia de democracia participativa bajo la máscara de un país
supuestamente ingobernable y caótico en el que sería urgente intervenir.
En realidad, si hoy en día Venezuela parece despertar de un largo letargo es
porque una palabra ciudadana crítica, múltiple y contradictoria ha hecho
irrupción. Los excluidos de la mundialización por fin han tomado la palabra.
Millones de venezolanos se encuentran hoy construyendo una ciudadanía
emancipada y auténtica.
Fortalecido por la Constitución Bolivariana -una de las más democráticas del
mundo-, el pueblo venezolano convertido en actor consciente de sus derechos
y de sus deberes exige a sus gobernantes, no solamente que sean elegidos
democráticamente sino que además gobiernen democráticamente.
El mecanismo del referéndum revocatorio es una de sus grandes conquistas.
Según lo establece el articulo 72 de la Constitución, "todos los cargos y
magistraturas de elección popular son revocables. Transcurrida la mitad del
periodo para el cual fue elegido el funcionario, un número no menor de 20
por ciento de los electores (...) podrá solicitar la convocatoria de un
referendo para revocar su mandato". En el caso del Presidente de la
República, la oposición tendrá que reunir unas 2 millones y medio de firmas.
Es la misma oposición que en su gran mayoría se unió al poder mediático para
deponer nuestro gobierno por vías no legales y asfixiar el impulso del
movimiento emancipador contra el neoliberalismo que hoy atraviesa nuestra
América Latina. No podemos olvidar ni el golpe de Estado del 11 de
abril -que destruyó por 24 horas todas las instituciones democráticas y
desató una cruenta represión contra los sectores populares- ni en diciembre
del mismo año, el lock- out patronal y el saboteo de nuestra industria
petrolera lo que le costó al país diez millardos y medios de dólares de
manera directa, sin considerar el incremento de la inflación, del desempleo,
la caída del PIB, la quiebra de miles de pequeñas y medianas empresas, etc.
El gobierno revolucionario siempre insistió en que la única salida a
cualquier crisis política era el mecanismo del referéndum revocatorio. Un
instrumento casi único en el mundo pero que curiosamente la oposición
venezolana prefirió poner de lado y privilegiar soluciones aventureras con
un afán marrullero insurreccional. Por cierto, quienes hoy en día chantajean
al pueblo venezolano al afirmar que si no hay un referéndum habrá una guerra
civil, se opusieron a la aprobación de la actual constitución en 1999,
justamente el instrumento jurídico que establece dicho derecho.
En realidad, a la oposición venezolana nunca le ha interesado seriamente la
utilización de mecanismos democráticos y constitucionales para procesar los
conflictos políticos en nuestro país. La razón es obvia: a ellos les resulta
casi imposible derrotar a las fuerzas populares y revolucionarias en el
marco de un referéndum o de cualquier proceso electoral, por lo que de
manera permanente han procurado la destabilización y la disolución de las
instituciones democráticas como paso previo al derrocamiento de nuestro
gobierno.
Ya en febrero de este mismo año, la oposición había intentado convertir un
referéndum consultivo en uno revocatorio, tergiversando interesadamente la
existencia de ambos instrumentos en nuestra Constitución. Para ello,
anunciaron al mundo haber recolectado supuestamente unas 5 millones firmas.
Miles de denuncias posteriores, revelaron que apenas habían recolectado
alrededor de un millón trescientas mil firmas, de las cuales, muchas fueron
falsificadas.
En la actualidad, a pesar de los esfuerzos realizados por el Consejo
Nacional Electoral para establecer normas claras, precisas y transparentes
que regulen la materia refrendaría, nada garantiza que la oposición no
incurra de nuevo en otro intento de fraude.
Mientras tanto, el gobierno revolucionario, con fuerza y tranquilidad,
profundiza sus reformas y la construcción de un Estado Social de Derecho y
de Justicia: se legaliza la propiedad de las tierras de los extensos barrios
populares; se entregaron hasta ahora mas de un millón seiscientas mil
hectáreas a los campesinos mas pobres del país; se desarrolla la Misión
Barrio Adentro (Atención integral en salud directamente en los barrios
populares más deprimidos), la Misión Robinson (Plan Nacional para la
alfabetización de más de un millón de ciudadanos), la Misión Ribas
(Incorporación a la educación básica formal de cientos de miles de
ciudadanos excluidos), la Misión Sucre (Incorporación al sistema de
educación superior de casi medio millón de bachilleres sin cupo), la Misión
Identidad (Registro y cedulación de centenares de miles de ciudadanos), se
está promoviendo la creación de nuevas radios y televisoras comunitarias.
La Revolución Bolivariana expresa la necesidad de los pueblos de buscar
respuestas concretas a las problemáticas inherentes a la mundialización, tal
y como ha sido varias veces manifestado en distintos foros sociales a nivel
mundial: Porto Alegre, Florencia, París y mas recientemente en Belo
Horizonte.
Contamos con la solidaridad vigilante de los movimientos sociales hermanos
para los últimos meses del mes de noviembre. La mejor manera de defender
nuestra revolución Bolivariana y de contribuir con su consolidación es hacer
conocer nuestra experiencia al mundo entero, hacer conocer la realidad de
nuestro proceso y hacer respetar nuestro derecho a la información tantas
veces burlado por los grandes medios de comunicación. La alianza entre
solidaridad y creatividad es capaz de cambiar el equilibrio de fuerzas.
El poder mediático es probablemente uno de los poderes más fuertes que ha
conocido la humanidad, pero es incapaz frente a la unidad y a la solidaridad
de todas las fuerzas progresistas del mundo. Nuestro deber es respetar y
hacer respetar la esperanza y el camino que ha escogido el pueblo
venezolano.
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