La deuda argentina: Un cambio internacional



26 de noviembre del 2003






Juan Castaingts Teillery (*)
La Insignia. México, noviembre del 2003.


Buenos Aires. Uno de los muchos elementos sorpresivos que tiene el viajero
mexicano en Buenos Aires es la tranquilidad. Las noticias que nos llegan a
México son alarmantes y generan una falsa idea de un país en caos. Lo que se
vive en Buenos Aires es calma y repunte económico. La crisis está ahí, es
fuerte, y la visión de los argentinos es de angustia por los días pasados,
pero la vida transcurre normalmente, la economía repunta y los mercados
cambiarios están en calma.
Quizás lo más sorprendente es la calma en que se hallan los mercados de
divisas. Argentina se encuentra viviendo profundas transformaciones internas
pero también está generando cambios que en el futuro, serán substanciales en
los mercados financieros internacionales. Se encuentra prácticamente en
cesación de pagos, algunas transferencias debidas al reciente arreglo con el
FMI, pero hay pocos pagos de la deuda pública interna o externa. Según datos
oficiales la deuda argentina es de 178 millardos de dólares (un millardo son
mil millones) pero de ellos hay 94.3 millardos en títulos gubernamentales,
de los cuales el gobierno sólo quiere pagar el 25% es decir, que desea
realizar una quita nada menos que de 75% sobre esa cantidad.
Normalmente, al menos así lo hubiésemos esperado, un porcentaje importante
de los economistas del mundo, un anuncio unilateral por parte de un gobierno
de una quita de 75% de una parte sustancial de su deuda interna y externa,
generaría un caos financiero interno, una secuela fuerte de devaluaciones de
la moneda y una ola de protestas de todo tipo de gobiernos e instituciones
privadas e internacionales. El caso es que nada de esto sucede; es cierto
que hay algunas protestas internacionales e internas pero nada más.
Lo más increíble es que el anuncio de la quita se hizo el 22 de septiembre
pasado y no sólo los mercados se encuentran en calma sino que no parece que
el peso argentino se haya devaluado ni un solo peso por tal efecto. Después
de este hecho ya nada será igual en los mercados internacionales y
naturalmente que la tentación de muchas gobiernos de seguir el mismo camino
será muy alta. Una crisis muy fuerte como la que ha padecido Argentina y que
desgraciadamente aun no sale de ella, implica no solamente una caída fuerte
en los niveles de producción de bienes y servicios sino el hecho de que
alguien debe pagar los cuantiosos platos rotos; así, el conflicto
distributivo cobra importancia crucial.
Si se deja que operen los mercados, o si se proteje a los tenedores de
títulos, entonces (como es el caso de México) el Estado asume el conjunto de
papeles que, por efecto de la crisis, ya no tienen ningún valor, la deuda
pública crece en forma explosiva y finalmente los que pagan son: la nación y
los contribuyentes. La nación, por las bajas tasas de crecimiento económico
que implica el desviar dinero al pago de la deuda y los contribuyentes,
porque es con su dinero con que se cubren, en última instancia, los platos
rotos. Argentina ha seguido un camino totalmente diferente. No sólo
suspendió prácticamente el servicio de su deuda (interna y externa) sino que
ahora establece quitas importantes. Los problemas que esto implica son
fuertes pero los logros son importantes. Le pregunté a un economista
argentino que si el superávit esperado del balance primario de las cuentas
gubernamentales era de 2,2% en relación al PIB, cuál era el déficit por
efecto del servicio de la deuda y me contestó ¿Cuál servicio de la deuda si
los pagos están suspendidos?
El superávit efectivo del gobierno es importante, pues esto posibilita que
el Banco Central pueda tener una política monetaria moderada en cuanto al
aumento del circulante, con lo cual se evitan presiones inflacionarias.
Además, el gobierno no ejerce presión para que aumenten innecesariamente las
tasas de interés. Finalmente, se cuenta con recursos indispensables para
mantener la cohesión social, impulsar el mercado interno y fomentar el
repunte. Es cierto que tendrá problemas serios para nuevos créditos, pero de
todas formas en las condiciones actuales nadie les daría nuevos créditos.
Además, lejos de que la deuda pública aumente en espiral ella será mucho
menor para hoy y para las generaciones futuras, pues se evita que la deuda
crezca exponencialmente como ha sido el caso de las crisis de otros países
de Latinoamérica. En todo caso, hay que seguir con cuidado lo que sucede en
Argentina ya que hay mucho que aprender.


(*) Profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana
Iztapalapa. Correo electrónico: asi_vamos at yahoo.com.mx