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Elecciones en Guatemala
- Subject: Elecciones en Guatemala
- From: "nello margiotta" <nellomargiotta55 at virgilio.it>
- Date: Tue, 11 Nov 2003 16:36:59 +0100
11 de noviembre del 2003 Marcelo Colussi La Insignia. Guatemala, noviembre del 2003. El domingo 9 de noviembre tuvieron lugar las elecciones generales en Guatemala. En un clima de tensa calma precedida de campañas vestidas de luto, con muertos, heridos, amenazas, secuestros, y con la inscripción fraudulenta como candidato presidencial del ex dictador y actual presidente del Congreso, el general Ríos Montt, con la perspectiva tanto de presunto fraude como de posibles acciones violentas por parte del actual partido de gobierno -el Frente Republicano Guatemalteco, FRG-, más de cinco millones de electores asistieron a las urnas. Si bien se registraron bastantes problemas organizativos -errores en los padrones, exasperante lentitud en el proceso de emisión de votos, algunos incidentes violentos en algunas pocas mesas- en términos generales el proceso eleccionario puede catalogarse de exitoso. Contrariamente a lo que la oposición y buena parte de la ciudadanía esperaba, no hubo una política descarada de sabotaje a las elecciones por parte del partido gobernante, lo que se suponía podía ayudarles a mantenerse en el poder al minimizar así un voto castigo. La población acudió masivamente a los centros de votación y en general no se presentaron disturbios serios como se podía suponer a partir de una polarización enorme que antecedió la fecha cívica: vaticinadas tomas de carreteras y hechos intimidatorios por parte de los ex patrulleros de autodefensa civil (paramilitares en la pasada guerra) -alineados al FRG-, provocaciones violentas de pandillas al servicio del mismo, obstaculización de la logística. En buena medida ayudó a la transparencia de todo el proceso la enorme cantidad de observadores electorales, tanto internacionales (de la Organización de Estados Americanos y de la Unión Europea, fundamentalmente), así como de la sociedad civil organizada. Aunque el conteo de los votos es lento, y recién hay escrutado un pequeño porcentaje, la tendencia a nivel nacional permite ya tener un primer panorama. Dos elementos son los relevantes: 1) va a haber segunda vuelta, y 2) el partido del dictador Ríos Montt perdió. A diez horas de cerrados los comicios, de acuerdo con los primeros datos aportados por el Tribunal Supremo Electoral, ninguna de las opciones políticas presentadas pudo alzarse con la victoria en esta primera ronda. Las tendencias al momento indican alrededor de un 40 % para la GANA, un 30 % para la UNE y entre un 15 a 20 % para el FRG. El gran capital, que disputaba cerradamente su proyecto político contra un partido representante de los sectores mafiosos y enriquecidos ilícitamente en estos últimos años como es el FRG, apostó por su candidato Oscar Berger, apoyado por una coalición de partidos denominada GANA (Gran Alianza Nacional). La inversión en publicidad fue enorme y, si bien no consiguió ganar con mayoría absoluta ahora, logró desplazar a su contrincante Ríos Montt de la carrera. Curiosidades de la historia: el gran capital vernáculo y la oligarquía tenían en estos momentos como contrincante político no a la ex guerrilla o a alguna propuesta con alguna inclinación medianamente social, sino al jefe del ejército que años atrás, en medio de una sanguinaria guerra "anti subversiva", le cuidara sus propiedades. Contrincante que -paradojas de la historia- levantó en esta campaña un discurso populista basado en "la defensa de los pobres" que él proponía contra "la prepotencia de los ricos". Pasa a la segunda vuelta, igualmente, un candidato inusual: Alvaro Colom, representante de intereses diversos, ambiguos incluso. Presidenciable de la ex guerrilla en la elección anterior, cuatro años atrás, tiene un perfil que puede ir de la izquierda moderada a la socialdemocracia; persona no confrontativa, atractiva, está apoyado por un partido de reciente formación: la UNE (Unidad Nacional de la Esperanza), que recibe financiamientos de los más diversos. Propietario industrial él mismo, propone una plan de gobierno al menos no salvajemente neoliberal, centrado en ese engendro raro que es el "capital social", con un discurso que puede prometer opciones si bien no de izquierda, al menos populares. Para una segunda vuelta puede aparecer con buenas posibilidades, dada la fuerza con que ha venido creciendo en estos últimos tiempos. Por otro lado -quizá esta es la buena noticia para la población guatemalteca- la tendencia en el porcentaje obtenido por el ex dictador, contrariamente a lo que se podía llegar a especular considerando el posible fraude y la manipulación que su partido ha venido orquestando, fue realmente bajo. No supera el 20 % por detrás del GANA y de la UNE, con lo que queda fuera de carrera para la segunda vuelta. De todos modos debe verse cuáles serán sus reacomodos puesto que, aunque no podrá competir por la presidencia, su caudal de fuerza política no es nada despreciable; de hecho mantendrá un importante número de diputados y de alcaldías. Sin dudas no pactará nada con el candidato de la oligarquía, Oscar Berger; la cuestión está por verse en relación a qué posibles acuerdos pueda establecer con la fuerza de Alvaro Colom. Su salida de la primera línea de la política nacional no asegura, de todos modos, que las mafias ligadas al ejército que él representa hayan perdido la batalla. Es digno de mencionarse que de once opciones partidarias presentadas, entre candidatos a presidente y vicepresidente sólo había una mujer y un solo indígena (ambos aspirantes a la vicepresidencia), en un país donde alrededor del 55 % de su población es de origen maya. Salvo las tres principales fuerzas -el GANA, la UNE y el FRG -, la gran mayoría de partidos inscriptos tuvieron porcentajes minúsculos, muchos de ellos con menos del 1 % de los votos, con lo que tienden a desaparecer como partido político. El papel de la ex guerrilla, ahora transformada en organización política formal luego de la firma de la paz hace ya casi 7 años, la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca -URNG- fue muy pobre, con un opaco 1 %, marcando con ello el rezago que en todo el mundo presentan hoy las opciones de izquierda, golpeadas hasta la saciedad por el discurso neoliberal. Pasada la euforia de la primera vuelta, aunque todavía no hay recuento definitivo oficial, y pensando en la segunda vuelta del 28 de diciembre próximo, más allá de adelantar escenarios partidarios posibles, podemos ver la situación de base de las propuestas presentadas y sacar las primeras rápidas conclusiones. Y las mismas van, básicamente, en este sentido: gane quien gane para la mayoría de guatemaltecos habrá "más de lo mismo". Por supuesto que es importantísima la participación cívica de la población en las elecciones; en este caso lo fue para detener la impunidad del actual partido de gobierno y la de su figura principal, acusado de genocidio y violación de la constitución nacional, además de actos de corrupción escandalosos. Pero, amén de esta importante decisión popular, las mayorías no tienen ante sí propuestas verdaderamente genuinas, no digamos ya de cambios profundos, sino de mejoras elementales. Ninguna de las fuerzas contendientes pone especial énfasis en los Acuerdos de Paz, firmados a fines de 1996, las que constituyen una interesante agenda política de transformación social. Ninguna de las fuerzas que pasan a la segunda vuelta, más allá de las promesas de campaña, propone cambios reales en la estructura económica de base, que sigue condenando a Guatemala a ser uno de los países del mundo con mayor disparidad en la distribución de la renta nacional, con indicadores sociales de los más pobres en el continente, con amplias mayorías indígenas destinadas a seguir siendo mano de obra barata para una aristocracia agroexportadora a la que no le interesa la modernización del país. Ninguna de las fuerzas políticas que pasan a la segunda vuelta deja de ser representante de los grandes capitales que se disputan, hoy por hoy, la hegemonía en la administración del Estado: la oligarquía tradicional y los grupos económicos que manejan el país desde hace 100 o más años, o los nuevos ricos crecidos estas últimas dos décadas a la sombra del Estado contrainsurgente de la pasada guerra y vinculados a negocios ilícitos, como narcotráfico, lavado de dólares y crimen organizado. Ninguno de los futuros contendientes, por otro lado, puede zafarse del corsé que significa la obligada firma de los tratados de libre comercio con la potencia dominante en la zona: los Estados Unidos de América. Igualmente, como decíamos arriba, ninguna de las fuerzas políticas que se medirán en la segunda vuelta de diciembre, tiene un probado compromiso con las grandes mayorías indígenas. Son, ante todo, partidos capitalinos, con ideología preferentemente conservadora. El caso de la UNE es una mezcla difusa de intereses, con una figura medianamente progresista, pero sin ser de izquierda. De todos modos, eso es lo que hay puesto sobre la mesa, eso es lo que la realidad de la posguerra ofrece en la tierra del quetzal; por lo que, visto en perspectiva, lo ocurrido este 9 de noviembre no deja de ser una buena noticia. La población no tuvo miedo a votar y dijo no a la impunidad, no a un genocida. En ese sentido Ríos Montt ya es historia. Está por verse si el ganador de la futura vuelta se atreve a su enjuiciamiento por crímenes de lesa humanidad.
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