¿Estallarán en Cuba las bombas de Irak?



25 de octubre del 2003
Jesse Jackson
Tribune Media Services


Al anunciar una ofensiva contra Castro, Bush despliega una pantalla política
para ocultar el fracaso de la ocupación del territorio iraquí.

Un coche bomba mata a 6 personas y hiere a 35 más en Bagdad. Según se
informa, Al Qaeda está planificando nuevos ataques contra EEUU. Es evidente
que Fidel Castro se encuentra en dificultades. ¿Fidel? ¿Qué tiene él que ver
con Irak y Bin Laden? Nada, por supuesto, pero precisamente de eso se trata.
La guerra preventiva de Bush en Irak nos ha llevado a una ocupación que no
marcha bien. Las bajas en combate y por suicidio entre los soldados
norteamericanos van en aumento. Los mandos del Ejército se encuentran en
plena rebelión virtual, pues la mitad de nuestras fuerzas se hallan
comprometidas en Irak y unas misiones brutalmente largas suscitan temores
sobre nuevos reclutamientos y reenganches.

A los republicanos les irritan los 87.000 millones de dólares que Bush
quiere gastar en el 2004 construyendo escuelas en Bagdad, mientras recorta
los presupuestos escolares en todo EEUU. Además, las afirmaciones del
presidente previas a la guerra asegurando que Irak era una amenaza inminente
para EEUU se han demostrado falsas. La respuesta de la Administración de
Bush a la debacle ha sido desplegar una agresiva campaña de relaciones
públicas. La consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, ha sido
nombrada directora de una nueva estructura de coordinación. Bush, Cheney y
Rice aparecen sin cesar reciclando justificaciones cada vez más manidas
sobre la guerra unilateral.

EN MEDIO de todo esto, Bush apareció el 10 de octubre en la Casa Blanca para
anunciar una nueva ofensiva contra... Fidel Castro. "El régimen
cubano --advirtió-- no cambiará por decisión propia". Anunció un programa
"para acelerar el advenimiento de una nueva Cuba libre y democrática". Como
informaba The New York Times, se trata de una táctica para "reforzar el
apoyo al presidente entre los cubanos norteamericanos de Florida". Bush
necesita Florida en el 2004; los votos de los cubanos norteamericanos son
esenciales. Así pues, hay que lanzar un varapalo a Castro; constituir una
comisión encabezada por el leal y disciplinado secretario de Estado, Colin
Powell, con su credibilidad ya comprometida en Irak, y el secretario de la
colonia cubano-norteamericana, Mel Martínez, para planificar "la transición
de Cuba del dominio estalinista a una sociedad libre y abierta" e
"identificar las vías de acelerar la llegada de dicho día". Todo ello no
hace más que sumarse al fracaso de los 40 años de embargo.

Pero existe una posibilidad aún más inquietante. En los años 80, Ronald
Reagan, pese al escepticismo del Ejército profesional, envió tropas al
Líbano y lanzó la artillería sobre la guerra civil que en ese momento
padecía dicho país. Un ataque terrorista mató a más de 200 soldados
estadounidenses imprudentemente expuestos. Reagan pensó que lo mejor que
podía hacer era cambiar de tema. De pronto, la pequeña isla de Granada se
convirtió en la gran amenaza para la libertad en el hemisferio. Envió tropas
a invadir el paraíso turístico y derrocar a los rebeldes nacionalistas que
habían tomado el poder. Las tropas de EEUU salieron del Líbano bajo la
pantalla de la victoria en Granada. Los norteamericanos que estudiaban en
Granada fueron "rescatados", aumentando los índices de popularidad de
Reagan, aunque no su credibilidad.

HOY, GRAN parte de los militares profesionales que están en Irak quieren que
la Administración deje que los iraquís se hagan cargo de la situación y que
las tropas estadounidenses abandonen el país con la mayor rapidez posible.
Pero no será fácil, dado el caos que hemos ido dejando atrás en una región
crítica. La Administración insiste para que las cosas no se tuerzan
definitivamente en Irak. Pero si lo que ahora el Ejército llama una "guerra
de guerrillas clásica" sigue su escalada, si siguen muriendo estadounidenses
en una ocupación para la que no están preparados, los asesores políticos de
Bush buscarán una salida; y algo que les sirva, aunque sólo sea mínimamente,
de pantalla. Irán podría ser demasiado peligroso. Pero con Castro, que ya
tiene 77 años, la economía cubana oprimida por la mala administración y el
embargo, el pueblo cubano cada vez más descontento, Florida en juego el
2004, Cuba podría ser puesta a prueba como Granada.

Los expertos sobre Cuba con los que he hablado se muestran escépticos. Cuba
es sencillamente demasiado dura. Castro sigue teniendo demasiado respaldo.
La comunidad internacional se indignaría. Probablemente tienen razón. Pero
si el presidente no está tramando una crisis en relación con Cuba, ¿por qué
estamos consumiendo los recursos del ya abrumado Departamento de Seguridad
Nacional inspeccionando los embarques que entran y salen de Cuba más que los
que entran y salen de EEUU?

* Jesse Jackson es Pastor baptista y excandidato demócrata a la presidencia
de EEUU.

© Tribune Media Services. Traducción de Xavier Nerín