Nombran a un experto en guerra sucia embajador norteamericano en Argentina



10 de octubre del 2003
Implicado en el terrorismo contra Nicaragua y la invasión de Granada


Percy Francisco Alvarado Godoy
Rebelión
El reciente arribo de Lino Gutiérrez a Buenos Aires, en su condición de
nuevo embajador de Estados Unidos en la Argentina, levantó de inmediato las
sospechas de muchos en todo el mundo. A pesar de que el diplomático de
carrera se apresuró a manifestar el apoyo de la Casa Blanca al gobierno de
Néstor Kirchner y, esgrimiendo un rosario de poses agradables y sonrisas
preensayadas, alegó que se dedicaría a "consolidar las buenas relaciones
entre ambos países", no cabe la menor duda que su estadía en la nación
sudamericana no se limitará sólo a beneficiar, como proclama, a los
argentinos, sino a poner en práctica su larga experiencia en fabricar
complots, promover guerras sucias y preparar agresiones, de la que hizo gala
cuando trabajó en el Departamento de Estado a cargo de Nicaragua y en las
embajadas yanquis en Granada y Haití. Más que un enviado de buena voluntad,
Lino Gutiérrez representa una real amenaza para sus anfitriones. Sobre esto,
no cabe la menor duda.

Nacido en la Habana el 26 de marzo de 1951, marchó siendo muy joven a los
Estados Unidos. En Cuba, su patria, se respiraban los aires revolucionarios
del Primero de Enero de 1959. Criado en el estado de la Florida, se le sabe
muy vinculado a la Fundación Nacional Cubano Americana y a varios
representantes de los sectores más recalcitrantes de la mafia cubano
americana. Su carrera como diplomático siempre estuvo en función de
implementar la política exterior norteamericana hacia América Latina, basada
en la defensa y fortalecimiento del hegemonismo yanqui en la región, el
enfrentamiento a los movimientos progresistas y, sobre todo, haciendo uso
del más cuestionable e irracional odio, atacar sistemáticamente a Cuba.

Quien piense que el sustituto de James Walsh al frente de la misión
diplomática en Buenos Aires traerá distensión y un real fortalecimiento de
las relaciones entre ambos países, se lleva a engaño. Al haber designado
para ese cargo a Lino Gutiérrez, experimentado fabricante de complots,
oscuras maniobras y tenebrosas confabulaciones, Bush no hizo otra cosa que
mostrar su verdaderas intenciones: tratar de entorpecer el proceso renovador
que se anuncia en esa nación y, particularmente, impedir un acercamiento o
la más mínima y cordial relación con Cuba.

Bastaría recorrer brevemente la hoja de servicios de este gusano devenido en
diplomático, para comprender cuál será verdaderamente su papel en la
Argentina.

Luego de incorporarse al servicio exterior norteamericano en 1977 y ser
destinado a República Dominicana hasta 1979, pasó a ocupar un cargo dentro
de la Sección Política de la Embajada yanqui en Portugal. Posteriormente, en
1981, se encargó de los asuntos de Nicaragua dentro del State Department.
Allí hizo todo lo posible para torpedear el proceso sandinista y apoyar a la
contra nicaragüense. Como premio a su desempeño contrarrevolucionario y
reconocimiento a su experiencia desestabilizadora, le fue confiada otra
importante tarea: impedir el proceso progresista que tenía ligar en Granada.
Por tanto, a Lino Gutiérrez le corresponde el triste mérito de haber
contribuido a la realización de la invasión yanqui a Granada, acontecimiento
que frustró un proceso renovador iniciado por Maurice Bishop. La
intervención norteamericana, realizada al estilo violento de las películas
de Hollywood, tuvo en Gutiérrez uno de sus artífices. Él contribuyó a su
preparación y a la creación de condiciones para tan detestable hecho.
Permaneció posteriormente en Haití como Consejero de la Sección Política.

Poco después se encargó de la Sección Política de la Embajada norteamericana
en París, cargo que ocupó entre los años 1987 y 1990. Como continuación de
su carrera dentro de la diplomacia yanqui, permaneció en Bahamas de 1991 a
1994 como Ministro Consejero, momento en que pasó a ocupar el cargo de
Director de Planeamiento dentro de la Oficina de Asuntos Interamericanos.

En diciembre de 1996 fue nombrado como embajador en Nicaragua y permaneció
ocupando ese cargo hasta julio de 1999.

Luego de abandonar su cargo como embajador yanqui en Nicaragua pasó a
trabajar en la Secretaría de Asistencia del Departamento de estado y, en
junio del 2001, como Adjunto para los Asuntos del Hemisferio Occidental en
el State Department.

Fue precisamente en este período que se ponen de manifiesto en forma abierta
y descarada sus compromisos ideológicos con la ultraderecha norteamericana y
la mafia terrorista de Miami. Sin vacilación alguna, se involucró en
diversas maniobras anticubanas, tales como las desarrolladas en torno a las
sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra en el 2001. Sin
recato, manifestó su apoyo a las criminales leyes que fortalecieron el
bloque contra Cuba, tales como la Torricelli (1992) y Helms-Burton (1996).
Es un abierto defensor, igualmente, de la Ley de Ajuste Cubano, inspiradora
de la emigración ilegal y causante de la muerte de miles de ciudadanos
cubanos.

En Junio del 2001, con la misma prepotencia que hacen gala sus amos yanquis,
Lino Gutiérrez intervino descaradamente en la elecciones presidenciales de
Nicaragua, prometiendo represalias si era elegido Daniel Ortega.

Al igual que su gran amigo Otto Reich, más de una vez ha sido usado por la
Casa Blanca para limar asperezas surgidas con la mafia miamense y para
procurar apoyo de la misma a la administración norteamericana. Sin
ocultarlo, se ha convertido en vocero de las posiciones ultraconservadoras e
intolerantes de la FNCA y de los grupos terroristas radicados en la Florida,
a los que les debe muchos favores. Este compromiso contraído con la derecha
cubano americana y el hecho de ser él mismo una representante de ella, le ha
permitido escalar en posiciones dentro de la diplomacia yanqui.

La ideología a Lino Gutiérrez no marca diferencia alguna con la de los
halcones que hoy gobiernan los EE UU. Cuando ocupaba el cargo de Secretario
Adjunto en funciones para los Asuntos del Hemisferio Occidental, Lino
declaró el 17 de diciembre del 2001, durante una conferencia impartida ante
los obispos católicos de Estados Unidos:

"Luego del 11 de septiembre la respuesta de todo el hemisferio fue
inmediata, enérgica y de apoyo. (.) El apoyo ha sido de amplia base y sin
condiciones, con la acostumbrada excepción de Cuba."

Parece que Gutiérrez olvidó la inmediata condena de Cuba a los atentados del
11 de septiembre y su disposición de ayudar a las víctimas provocadas por
tales hechos.

De la misma manera, en el discurso político del flamante embajador yanqui en
Buenos Aires siempre ha estado presente el ataque contra el proceso
bolivariano que tiene lugar en Venezuela. En el mismo discurso ante los
obispos norteamericanos, expresó al respecto:

"Hay, sin embargo, crecientes preocupaciones por las amenazas contra la
libertad de expresión y la prensa y la indebida presión al trabajo
sindicalizado."

En otro discurso efectuado el 26 de abril del 2002, ante un grupo de
discusión en el Centro de estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS),
Lino Gutiérrez declaró en abierta oposición al proceso bolivariano:

"Sin embargo, en los últimos tres años y de modo creciente, Estados Unidos
se ha sentido preocupado por la salud de las instituciones democráticas en
Venezuela que son esenciales para la democracia. (.) Las raíces de la actual
crisis están en las políticas polarizantes, contenciosas, del presidente
Chávez. En varias ocasiones el presidente Chávez atacó la libertad de
prensa, interfirió las elecciones de los sindicatos obreros."

Al atacar al gobierno de Hugo Chávez en este amplio discurso, Gutiérrez
jamás cuestiona el papel anticonstitucional de las fuerzas de derecha en
Venezuela y sólo se limita a exigir cambios en la orientación del proceso
bolivariano. Sería como decir "lo estrecho para el gobierno y lo amplio para
la oposición". De todas formas, no podría esperarse otra cosa de un
representante norteamericano cuyo gobierno apoya en las sombras las
maniobras desestabilizadoras de la derecha venezolana.

Con tales antecedentes, amigo lector, usted ha de suponer que Lino Gutiérrez
está en Argentina no para procurar la paz ni la armonía. Fue enviado, sin
lugar a dudas, para entorpecer el proceso político transformador que tiene
lugar en ese país y hará todo lo posible para retrotraer a la nación a las
abandonas y aborrecidas relaciones carnales con Estados Unidos.

Especialista en complots, pronto se le verá poniendo traspiés al proceso
argentino, confabulándose con las fuerzas más retrógradas e invitándolas a
volver a un pasado al que los argentinos no quieren regresar. Por supuesto,
corresponde a las fuerzas democráticas y progresistas argentinas estar
vigilantes a cada paso de este señor, perdón, mejor dicho, "gusano" venido
del Norte.