Galeano :Los presidentes latinoamericanos deben saber que o nos juntamos o estamos fritos



Entrevista a Edudardo Galeano

Irene Contreras/Araceli Varela. Pontevedra. Rebelión /Tempos Novos


Su libro Las Venas Abiertas de America Latina describe los procesos de
dependencia económica y colonialismo de América Latina. Desde que lo
escribió hasta ahora la situacion mundial y en Latinoamérica ha cambiado
mucho. ¿Cuáles son actualmente los mecanismos de dominación económica y
política?


Escribí ese libro hace más de 30 años, es decir, es un libro escrito a
finales del 1970. Yo no sabía un pito de economía, pero me metí en esas
profundidades pantanosas tratando de entender y ayudar a entender lo que
ocurría. Es un libro de divulgación, lo que podría ser una contrahistoria,
que en el caso de ese libro está sobre todo centrada en la economía
política. En los años siguientes intenté abarcar otras zonas de la realidad,
pero la verdad es que ese libro me dió a mí un buen piso para caminar. Y no
sólo no me arrepiento de haberlo escrito, sino que después el libro me
enseñó que tenía buenas piernas, porque anduvo mucho camino a lo largo de
estos treinta y pico años y sigue funcionando, lo que demuestra que algunas
de las cosas, de los datos, de las informaciones que el libro contenía,
siguen teniendo alguna vigencia, es decir, siguen teniendo algo que ver con
el mundo de hoy. Y también quizás prueba que el punto de vista no estaba del
todo equivocado. En todo caso el libro planteaba hace ya treinta y pico años
algunos cuellos de botella de lo que en aquel entonces se saludaba como una
gran promesa de desarrollo de los países latinoamericanos, como por ejemplo,
concretamente, el tema de la deuda externa, que en aquella época no era casi
mencionado, no se hablaba de eso. Y yo, que siempre me llevé tan mal con los
números, pero que había conseguido aprender dificultosamente la regla de
tres simple y la regla de tres compuesta, haciendo unos calculitos
elementales que nacieron del puro sentido común, me di cuenta de que se nos
venía encima una bola de nieve y que eso iba a acabar provocando una
situación como la que tenemos ahora, en la que los gobiernos dejan de
gobernar porque están siendo gobernados por sus acreedores. Es decir, son
los acreedores los que deciden hasta la velocidad de vuelo de las moscas en
cada uno de los países.Y esto implica una aniquilación de la soberanía por
parte de una dictadura financiera internacional que en aquel tiempo ya
existía, pero que no era ni la sombra de lo que es ahora. Es decir, las
instituciones internacionales nacidas al final de la Segunda Guerra Mundial
ya tenían poder, pero no era ni sombra del poder que tienen ahora. Son el
gobierno del mundo. El Fondo Monetario Internacional -llamado Internacional-
está manejado por cinco países, sobre todo por uno, que es EEUU, y cuatro
más. Y el resto de los países ni pincha ni corta, porque los votos son
proporcionales al capital aportado. Según la cantidad de dólares, es el peso
del voto. Y el Banco Mundial está dirigido por siete países, aunque se llama
mundial. Son 7 los que deciden y los que imponen a los demás, junto con el
Fondo Monetario, que es el hermano gemelo, sus programas llamados de ajuste,
las privatizaciones obligatorias, el desmantelamiento de los servicios
públicos y todo lo que sabemos que ocurre hoy por hoy. Y la verdad es que
ese libro lo escribí intentando hacer un manual... Sentía la necesidad,
contra los consejos de casi todos mis amigos, que me decían que era un
disparate semejante cosa, de poner al alcance del público no especializado
una serie de informaciones que estaban guardadas bajo siete llaves en los
cofres de la literatura escrita en código por los economistas, los
sociólogos, los politólogos... los "ólogos" en general. Y yo no era ólogo de
nada, entonces, ¿quién me autorizaba a mí a acometer semejante tarea? Pero
yo creo que mereció la pena hacerlo, porque fue la manera de que la gente
tuviese acceso a una enorme cantidad de información que estaba ahí
guardadita. Lo que hice yo fue revelarla en un lenguaje que pudiese ser
comprendido.


Pero hay algunos sectores que odian mucho ese libro. Las Venas Abiertas de
América Latina fue muy odiado y muy querido a la vez.


Sí. Los mejores elogios, aparte de algunos elogios críticos, creo que fueron
los que el libro recibió de las dictaduras militares que lo prohibieron, que
fueron muchas. Y creo que era la prueba de que no es un libro que se pueda
leer impunemente, que es lo que uno desea para los libros que escribe, lo
que los libros quieren ser. Quieren ser libros capaces de tocar al lector y
sacudirlo y llenarlo de preguntas. Entonces, en ese sentido cumplió una
función, porque ayudó por lo menos a que la gente se planteara alguas
preguntas que eran las preguntas que me empujaron a mí a escribirlo. Sobre
todo la pregunta fundamental, ¿en qué se parecen un niño y un enano? Que a
primeira vista son la misma cosa, pero visto más de cerca resulta que no.
Los llamados países en desarrollo no son países que viven una edad infantil
en el camino de su vida adulta para cuando crezcan, sino que son países
subdesarrollados por el desarrollo ajeno. Son países arrollados.
Subdesarrollados dicen los expertos, digamos arrollados por el desarrollo
ajeno. Es decir, no son una etapa del desarrollo, sino un resultado del
desarrollo ajeno. Entonces, una cosa es un niño y otra un enano. Son países
muy deformados por la función de servidumbre que la economía global en los
comienzos del mercantilismo capitalista les dió, y desde su articulación
pasaron a proporcionar brazos y productos al servicio de los intereses
ajenos. Estos temas fueron tocados sobre todo desde el punto de vista
económico-político por un ignorante total como yo, que además considero que
la economía es una de las cosas más aburridas con las que los dioses nos
castigaron en este mundo, pero fui capaz de digerir ahí una enorme cantidad
de libros, de informes... Yo creo que algunos de esos textos los leyó el
autor y nadie más que yo, que ni la familia tuvo el coraje.


En estos momentos en América Latina, con el gobierno de Lula da Silva en
Brasil, Lucio Gutiérrez en Ecuador, la resistencia de Hugo Chávez en
Venezuela... ¿Le parece que la izquierda latinoamericana está viviendo de
alguna manera momentos cruciales?


Está viviendo tiempos de cambio, o de voluntad de cambio, digamos, de parte
de gobiernos que expresan una voluntad de cambio que viene de abajo, de la
gente que los votó. El problema es que los espacios se han reducido
muchísimo por obra de esta dictadura internacional que os digo. Los espacios
democráticos reales están muy reducidos, muy encogidos en el mundo de hoy.
Ya en estos años que transcurrieron desde la publicación del libro hasta
ahora, como que nos acostumbramos a aceptar como la cosa más normal del
mundo que los gobiernos de nuestros países tengan que pedir permiso a estos
supremos sacerdotes de las altas finanzas internacionales para designar a un
portero de un ministerio. No digamos para cumplir con sus promesas.


¿Y qué problemas podrían surgirle a Lula y a su programa de gobierno, tanto
de la izquierda como de la derecha?


El problema fundamental es ese: la soga al pescuezo de la deuda externa
acumulada. Aunque no creo que esta sea una fatalidad del destino... La
historia está hecha por la gente y por la gente puede ser deshecha y
cambiada. Yo no tengo una concepción de la historia a la griega de algo que
desde el Olimpo baja, pero es muy difícil cambiarla, y en todo caso lo que
uno puede desde el sentido común opinar es que solos, no podemos. O nos
juntamos o estamos fritos. Y parece una cosa obvia, pero que no se acaba de
entender. Tendrían que reunirse sobre todo los presidentes latinoamericanos
que tienen intereses distintos a los del norte, para adoptar políticas
comunes por lo menos en las cosas elementales, como por ejemplo hacer frente
juntos a la gran banquería internacional, es decir, reprogramar los pagos de
la deuda externa para no acabar pagando y pagando y debiendo más cuanto más
pagan, porque merecemos todos una lápida que diga: Vivió pagando y murió
debiendo. Y también la defensa de los precios en los mercados
internacionales. Es decir, juntarnos para defender los precios de los
productos. Casi todas las organizaciones que defendían esto, por ejemplo la
del café, han muerto. Queda la OPEP, que supongo que ahora no va a poder
resistir este golpe mortal que sufrió con la guerra de Irak -estamos
hablando cuando recién terminó la carnicería. Juntarse para defenderse. Es
una cosa que sabe cualquier señora de barrio, no hace falta ser un
ilustradísimo profesor de ninguna universidad para darse cuenta de que es
por ahí que va la cosa, pero como dice la gente, y con razón, el sentido
común es el menos común de los sentidos, y nosotros somos la prueba viva de
que eso es así.


¿Y en qué situación se encuentra el Uruguay, del que apenas se escucha
hablar?


El Uruguay es un país en acelerado proceso de desintegración. Ahora están
desandando la ruta de sus abuelos los nietos de los que llegaron desde
Galicia, por ejemplo, o desde otros lugares de Europa, pero muchos de
Galicia. Y ahora desandan, o intentan desandar, porque les meten mil trabas
y problemas. Los nietos hacen el viaje al revés, expulsados por la falta de
trabajo y también en gran medida por la desesperanza. Una posible esperanza
es el desarrollo de las fuerzas alternativas, sobre todo en el plano
político, porque dentro de un par de años habrá elecciones y... bueno, la
izquerda tiene según las encuestas, en las que yo mucho no creo, pero en
este caso me parece que pueden reflejar la realidad, tiene más de la mitad
de los votos posibles. Dentro del limitado margen de maniobra que el mundo
de hoy te deja, se hará algo, por lo menos para que el país no deje de ser
país, que está en acelerado proceso de dejar de serlo. Es un panorama muy
triste el que mi país ofrece hoy por hoy. Colas enormes, enormes,
larguísimas, de gente que busca pasaporte para irse. Puertos y aeropuertos
llenos de gente que se va. La gente joven, sobre todo, se va y sólo quedan
los viejos para regar las plantas alrededor de las tumbas en el cementerio.
Es una perspectiva lastimosa semejante a la de muchos pueblos, muchas aldeas
abandonadas de Galicia. Entonces va a haber que trabajar mucho para
recuperar a este país moribundo que está como en agonía, y devolverle la
energía perdida. Y es muy difícil por este problema de que los pocos jóvenes
que quedan se van. Y, claro, tienen derecho a irse, nadie les puede negar
ese derecho, pero para el país es una sangría terrible. Es un panorama muy
desalentador. Yo vivo en el Uruguay porque es el país que elijo, no porque
haya nacido allí. A estas alturas yo ya vivo de lo que escribo y puedo darme
el lujo de elegir mi lugar en el mundo, y mi lugar es ese, lo elijo, porque
me gusta, porque me siento muy entrañablemente ligado a la tierra que me
hizo. Me parece que es un país cariñoso, cordial, que merece mejor destino.




En Patas Arriba, en la Escuela del Mundo al Revés, usted habla de los
alumnos. De los niños ricos despojados de identidad, de los niños pobres a
los que el mundo trata como basura, y los niños del medio, atados a la pata
del televisor...


Sí, lo que yo digo es que los niños ricos son tratados como si fuesen
dinero, los niños pobres son tratados como si fuesen basura, y los del medio
viven atados a la pata del televisor, acorralados por el pánico, así que es
muy difícil ser niño en el mundo de hoy, que dicho sea de paso, ahora que
pronunciais la palabra alumnos, me acordé, a propósito de lo que hablábamos
en la parte anterior, que justo cuando se desencadenó la guerra de Irak, el
portavoz del Fondo Monetario Internacional salió a felicitar a los países
latinoamericanos y usó esa expresión. Dijo "Tenemos cada vez mejores alumnos
en América Latina", o sea que los países son tratados como menores de edad
que acuden a la escuela, y la verdad es que los menores de edad no son muy
bien tratados en el mundo de hoy, así que imagínate los países.


Nosotras nos preguntábamos, hablando de los niños del medio, qué papel tiene
la clase media en Latinoamérica.


Yo no tengo la menor idea. Eso habría que preguntárselo a los sociólogos,
que son los que miden las emociones y las ideas de cada una de las clases y
los sectores. Nunca hablo en esos términos, porque siempre me pareció que
era falso. Son esos planteamientos que nacen de las encuestas, y las
encuestas mienten, nadie dice la verdad, yo nunca conicí a una persona que
diga la verdad cuando contesta una encuesta. Todos estos sociólogos que se
basan en las encuestas cometen una pifia tras otra, se atribuyen esa
arrogancia de poder definir que es lo que piensa o siente una clase social,
o un sector, o hasta un país... Las encuestas mienten.


Pero, ¿es quizás un problema de la clase media en Latinoamérica la costumbre
de mirar siempre hacia fuera, hacia EEUU o hacia Europa, a donde mandan a
sus hijos a estudiar, donde ponen su dinero... en lugar de mirar hacia
dentro y tratar, como dijo usted antes, de unirse y buscar soluciones?


Ojalá fuera un privilegio de la clase media esa alienación, esa incapacidad
de mirar hacia dentro y ese desprecio del mundo de adentro. Ojalá fuera un
privilegio de la clase media, porque eso nos permitiría ser mucho más
optimistas. Pienso que eso es transversal a las clases, que ocurre en todas,
lamentablemente. Hay una alienación cultural creciente que hace que nos
miremos cada vez más con los ojos del amo en toda la escala social. Y esta
especie de colonialismo cultural fue muy acelerado en los últimos años por
el desarrollo tecnológico. Estamos todos más o menos sometidos a la sociedad
de consumo que genera despilfarro y violencia. Y el despilfarro, claro, es
simétrico a la miseria creciente de los que no tienen derecho al
despilfarro, y que son candidatos a recibir una bala, porque para eso existe
la máquina de guerra, para proteger los privilegios. Y esta cultura es una
cultura que hoy por hoy abarca todo. La clase media está en crisis. Eso está
más allá de las encuestas, se ve a simple vista. Está en crisis en todas
partes. Y fue muy brutalmente despojada de sus certezas de estabilidad por
una situación que se volvió, en la mayor parte de los países
latinoamericanos, muy feroz. Hay un dibujito de un excelente caricaturista
brasileño que se llama Jaguar en el que aparece un mendigo en una esquina
con un sombrerito pidiendo limosna y pasa un señor con aspecto de clsse
media que lo mira con indiferencia o desprecio, y el mendigo le dice: Yo soy
usted mañana. Me parece que es algo más que un chiste.


La memoria está presente en casi toda su obra de una u outra manera. En la
trilogía Memoria del Fuego usted escribe: "Ojalá Memoria del Fuego pueda
ayudar a devolver a la historia el aliento, la libertad y la palabra". ¿Por
qué considera tan importante la memoria?¿Cuál es el poder que tiene la
memoria?


Tiene poder cuando se escapa de los museos. Cuando anda libre suelta por las
calles y es capaz de cometer las locuras que cometemos los seres vivos.
Cuando la encierran ya es menos peligrosa; de todas maneras da testimonio de
lo que ocurrió, pero pienso que la memoria que más me interesa, la que más
me mueve, es la que opera como catapulta, no la que te fija como un ancla a
una identidad que se puede guardar en una vitrina y cerrar con llave. Hay
una ceremonia que yo sabía que se practicaba entre los indígenas de la costa
noroccidental de las Américas, es decir, en esas islas que hay en la
frontera entre EEUU y Canadá, donde está Vancouver... hay una cantidad de
islas donde hay algunas costumbres indígenas que sobrevivieron. Después
descubrí que la misma ceremonia se practica en Chiapas, así que supongo que
también se debe practicar en otros lugares, por estas extrañas coincidencias
que ocurren en las costumbres, en los mitos y en la transmisión de la
memoria colectiva; son coincidencias raras que se dan, científicamente
inexplicables. Esta ceremonia que a mí me parece muy reveladora consiste en
que el maestro del oficio de la arcilla, es decir, el maestro alfarero,
cuando ya está viejo y cansado y se le nubla la vista y le tiemblan las
manos, transmite su lugar al alfarero joven, al que llega. Y la ceremonia es
muy interesante, porque lo que le da es su obra maestra, su vasija más
perfecta. Entonces el alfarero joven recoge esa maravilla, y en lugar de
guardarla para poder comtemplarla en una repisa, la estrella contra el
suelo. La vasija se hace pedazos, mil pedacitos. El alfarero joven recoge
los pedazos y los incorpora a su arcilla. Esa es la memoria en la que creo,
la memoria como continuidad de la vida. No la memoria muerta que nos invita
a contemplar el pasado como se invita a contemplar una mariposa clavada en
la pared.


Algo en lo que incide estos días es en la necesidad de afirmar el derecho de
autodeterminación de los pueblos. Decía usted que "hay derechos sagrados,
más allá de las conveniencias políticas de cada sector, y que tendría que
ser en esa dirección que caminara este deslumbrante movimiento pacifista"
que parece ahora tan vivo. Para nosotras, como gallegas, esta idea de
autodeterminación de los pueblos es algo que también nos interesa mucho...


Sí, para mí es fundamental afirmarlo ahora más que nunca, porque ya habeis
visto que las declaraciones de todos los personajes importantes del goberno
de los EEUU coinciden en que lo de Irak fue un laboratorio para guerras
posteriores, así que se vienen otras guerras más... Convirtieron al mundo en
un gran campo de tiro al blanco donde se desató con una impunidad asombrosa
la cacería de países. Hay que ver en qué lugar del mapa ponen el dedo, qué
país descubren que existe y que es necesario conquistar porque tiene
petróleo, o porque tiene agua -yo creo que las guerras dentro de veinte o
treinta años van a ocurrir por el agua más que por el petróleo, o tanto como
por el petróleo. Y entonces es necesario, creo, salvaguardar la
sacralidad -yo creo que es sagrado el derecho de autodeterminación de los
pueblos- del derecho que cada país tiene de decidir su destino. Y pienso que
es un derecho que no debe ni puede ser limitado, aunque en los hechos lo es,
porque a veces... sí, autodeterminación sí, pero hay una tiranía opresora y
ocurre una matanza, entonces vienen las grandes potencias a pacificar a los
muertos. Esto es así no sólo en un plano militar. Hay que defender también
el derecho a la autodeterminación, recogerlo como bandera, multiplicarlo
frente a esta dictadura universal del dinero, que no siempre dispara balas,
a veces mata de maneras más secretas, menos espectaculares, más difíciles de
combatir... Poco antes de la guerra de Irak murieron 33 bolivianos
asesinados por el FMI. El Fondo le dio la orden al gobierno de aplicar un
impuesto a los sueldos -que son famélicos en Bolivia. La gente se levantó y
mataron a 33. Y mucha más gente muere de hambre por los planes de ajuste y
por la organización desigual del mundo, que es cada vez más desigual porque
a ella contribuyen de manera decisiva estos programas de ayuda que nos vende
la tecnocracia internacional que son salvavidas de plomo ofrecidos a los
pueblos que ahogan.


El mundo está patas arriba... ¿Cómo podemos hacer para darle la vuelta?


No tengo la menor idea. Y, además, si alguien me viene a vender una receta,
lo echo, porque me parece que es un farsante. El mundo está lleno de
canallas que ofrecen soluciones mágicas, mentirosos que hacen el comercio de
la mentira, venden esperanzas como si la esperanza se pudiese vender. La
esperanza es una cosa que se conquista cada día con mucha dificultad y que
cada día se cae y se levanta cuando está viva de verdad. Como todos
nosotros, que nos tropezamos, nos caemos, dudamos, nos damos contra la
pared, fracasamos, morimos, volvemos a nacer... esa es la única esperanza
digna de fé. Entonces no hay recetas ni soy quien para hacerlas. De lo que
sí estoy seguro es de que la única manera de cambiar la realidad consiste en
verla. Si no comenzamos por verla no podemos cambiarla, y ese es hoy por hoy
el problema más grave: estamos ciegos de la realidad. No la vemos porque la
realidad viene mentida, viene enmascarada, viene trampeada, y el desafío más
importante es revelarla para poder cambiarla. Y otra certeza profunda que
tengo es que los cambios, cuando son verdaderos, ocurren desde abajo y desde
dentro. ¡Porque también hay recetas que se venden en el mercado
internacional! Yo creo que vienen desde abajo y desde dentro y que no pueden
imponerse desde arriba y mucho menos desde afuera. Los procesos de cambio,
cuando son verdaderos, van madurando muy lentamente, difícilmente se
asemejan a lo que los profetas anuncian y a lo que los expertos clasifican
como correcto o incorrecto, porque, por suerte, la historia humana
conserva -tantas cosas ha perdido, pero algunas conserva- una viva capacidad
de asombro, es decir, es infinita la cantidad de conejos que aún salen de
las galeras. Y esa sí es una fuente de esperanza creible: la capacidad de
asombro. Que está más allá de los esquemas que los intelectuales
acostumbramos construir para... decimos que para interpretar la realidad,
pero la verdad de la milanesa es que los hacemos para guardar a la presa.


¿Y podemos poner una nota alegre si preguntamos por el Peñarol?


¡El Peñarol es mi enemigo, yo soy hincha del Nacional! No, también el fútbol
está en crisis, el fútbol uruguayo está en crisis total, es parte del
derrumbamiento del país. Es interesante como se dio ese proceso en el
fútbol. Los años de alta gloria de un país tan chiquito -fíjate que los
uruguayos somos ahora 3 millones y algo, nada más, menos que un barrio de
Buenos Aires o de Sao Paulo, ni que hablar de Ciudad de México-, sin embargo
en la década de los años 20 -cuando aún no había lo que se llama ahora Copa
Mundial de Fútbol, o Campeonato Mundial de Fútbol, eran Olimpíadas- el
Uruguay fue campeón en dos olimpíadas. Fue campeón del mundo en el primer
campeonato mundial, en el 30, y volvió a ser campeón del mundo en el 50,
pero ya ahí la cosa iba para abajo, ya el tobogán comenzaba a vislumbrarse.
Y ahora ni figuramos, ni siquiera nos clasificamos, o si nos casificamos es
a duras penas, para perder al poco. Y esto es también parte de un panorama
general de crisis del país. Porque ¿por qué se daba ese milagro? Yo sé que
los milagros no tienen explicación, pero a veces hay por lo menos algo
semejante a una explicación posible. ¿Por qué floreció el fútbol a esos
niveles tan altos en aquellos años, en los años 20, 30? Bueno, pues en gran
medida -aunque yo no soy de los que dicen "esto ocurre por tal cosa"... no
creo que la vida humana pueda resolverse en términos aritméticos de que dos
más dos son cuatro...- eso obedeció a una política estatal de profundo
sentido social que el Uruguay llevó adelante en los primeros años del siglo
XX cuando fue un país de vanguardia. Mi abuela era divorciada. En el Uruguay
se nacionalizaron los servicios públicos esenciales hace más de un siglo, se
separó la Iglesia del Estado, la enseñanza fue gratuita, laica y obligatoria
para todos a principios del siglo XX. Entonces, ese país que estaba a la
vanguardia, que tuvo esa energía creadora tan tremenda, y que hoy está como
viviendo el epílogo triste de aquel bello prólogo, de aquel prólogo lleno de
energía y de hermosura, llevó adelante programas de educación popular
impulsados por el Estado, es decir, planes públicos de educación popular que
no se dirigían sólo a la cabeza, sino también al cuerpo, con un sentido
integral de lo que somos. Hubo unos programas de educación física tremendos
y había campos de deporte en todo el país. Y esto explica el florecimiento
de tantos atletas, buenos futboleros, en un país tan chiquito que era capaz
de enfrentarse a los grandes y derribarlos uno por uno. Yo no digo que llega
con que un país tenga programas públicos de apoyo a la educación física para
que se convierta en campeón mundial de nada, no tengo esa visión mecánica y
tonta de las cosas, pero digo que esas cosas ayudan mucho, que a veces una
educación pública, desde los poderes públicos -cuando los poderes públicos
se identifican con la gente que los elige- por lo menos influye mucho sobre
el destino de la gente; no lo decide, pero influye mucho en una dirección
positiva. No sólo para ganar, porque yo no soy de los que cree que se viva
para ganar. Yo no creo en la vida como una pista de atletismo, de carreras,
donde un elegido o dos gana para que todos los demás pierdan. Ni en el
deporte ni en nada. A mi me gusta el deporte, me gusta mucho el fútbol, yo
soy futbolero de alma, escribí un libro sobre fútbol, Fútbol a Sol y Sombra,
pero porque creo en la alegría de jugar, no en el deber de ganar. El deber
de ganar es enemigo de la alegría de jugar. Lo que pasa es que el fútbol
uruguayo perdió la alegría de jugar, porque está metido en el circuito
internacional del fútbol elevado -o reducido, porque eso no es ninguna
elevación- al nivel de industria, al nivel de producto industrial, en un
mundo que mercantiliza todo, y el fútbol está completamente mercantilizado.
Entonces en esas competencias siempre nos va mal, pero por el camino además
se perdió la alegría de jugar, casi nos ponemos los 11 en el arco para que
no nos hagan gol, es un fútbol triste, aburrido, opaco, feo. Eso es lo que
me duele. No que pierda. Me duele que es un juego que se entristeció. Es
increíble hasta qué punto operan las políticas públicas. Fíjate... un país
que no gana al fútbol -la verdad es que no gana nada nunca- como Finlandia,
en cambio le da una lección al mundo en cosas que el mundo ignora que
existen y que serían probablemente inaplicables dado lo que es la dictadura
del mercado hoy por hoy en todos los niveles, en todos los campos de la
actividad humana, pero que es lindo que exista. En Finlandia existe en el
fútbol juvenil algo que se llama la tarjeta verde. Nadie sabe que existe la
tarjeta verde, y seguramente si se aplicara en el fútbol profesional sería
el hazmereir de las tribunas. La gente está tan embrutecida por los medios
masivos de incomunicación, está tan deseducada por la educación que
recibe... La tarjeta verde es un invento finlandés muy lindo. Si sois de
Bota, de la Iglesia de la pelota, de esta blanca esfera mágica que trota
sobre los campos del mundo, sabréis que existe en el fútbol una tarjeta
amarilla que advierte al pecador, y una tarjeta roja que lo condena al
exilio. Es decir, el juez expulsa a los jugadores que reinciden en el mal.Y
en Finlandia inventaron la tarjeta verde, que existe además de la tarjeta
roja y de la tarjeta amarilla, que son tarjetas de castigo. La tarjeta verde
recompensa al jugador que actúa noblemente, al jugador que es leal, al que
levanta al adversario caído, al que reconoce una falta que cometió, al que
advierte al juez que se equivocó, sí, cobrando ese gol que acaba de hacer,
que en realidad estaba fuera de juego. Esos jugadores nobles, capaces de
nobleza, capaces de lealtad, capaces de solidaridad, reciben la tarjeta
verde. Sería lindo que el mundo fuera así.