El ALCA y la industria de la basura



 Óscar René Vargas*

La palabra basura ha significado y aún significa, para mucha gente,
algo despectivo, algo que carece de valor y de lo que hay que
deshacerse, de esta manera lo útil, que no siempre necesario, se
convierte en un estorbo y es causa del problema de cómo deshacernos de
lo que consumimos.

En el medio rural nunca fue un verdadero problema, pues los residuos
orgánicos seguían el ciclo de la vida sirviendo de abono o de alimento
para animales, los vertidos arrojados a los ríos eran depurados por
las propias aguas, el gran poder depurador de la naturaleza todavía no
había sido derrotado por el ansia de poder del hombre. El hombre
empezó a utilizar las materias primas de una forma desordenada. En las
ciudades la basura es un problema casi desde el origen de éstas,
debido a la alta densidad de población y al hecho de arrojar la basura
a las calles.

Esto ha producido la proliferación de insectos, roedores y
microorganismos patógenos, trayendo como consecuencia enfermedades
catastróficas para el hombre como la peste. Un mal sistema de gestión
de las basuras producirá un deterioro y depreciación del entorno
ambiental debido a la contaminación del aire, del agua y del suelo.
Actualmente, hay una crisis en la forma de deshacerse de la basura
tóxica en los EEUU.

Basura tóxica es todo residuo, desecho, barro, líquido o cualquier
otro material desechable que, debido a su cantidad, concentración o
características físicas, químicas o infecciosas puede causar o
contribuir significativamente a un aumento de enfermedades serias e
irreversibles; o presenta un riesgo inmediato o potencial para la
salud de las personas y del medio ambiente cuando se trata, almacena,
transporta o dispone de una manera impropia e inconveniente.

La industria de la basura tóxica en los países desarrollados requiere
de nuevos botaderos. Desde 1990, los grandes basureros industriales de
los EEUU están saturados y se busca un mercado mundial de compradores
de basura tóxica, el manejo de los basureros industriales y
hospitalarios en ese país está ligado a las mafias, que al parecer la
tiran en alta mar. Las ganancias hechas por los traficantes de
residuos tóxicos ascienden a decenas de miles de millones de dólares
por año, comparables con las ganancias del tráfico internacional de
drogas.

El incremento del costo de tratamiento de los desechos tóxicos
(industriales y hospitalarios) en los países desarrollados (hasta unos
3 mil dólares por tonelada) ha estimulado la exportación de tales
desechos hacia los países subdesarrollados, donde se pueden enterrar
la basura tóxica sin tratar por unos 20 dólares la tonelada. En el
tráfico de desechos y líquidos peligrosos, muchas veces se ha empleado
como argumento o pretexto la supuesta utilización de los desechos como
«materias primas» o «material reciclable» en los países de destino.

Es mucho más barato, por lo tanto, es verter o quemar los desechos
tóxicos en el extranjero a sólo una fracción del costo económico que
procesarlos en sus propios países. Ciertamente, los países
industrializados están bajo presión constante para encontrar nuevas
regiones para desembarazarse de sus residuos tóxicos. En los últimos
años, gran parte de los residuos o desechos tóxicos de los países
industrializados han sido exportados abiertamente, descritos como
«material reciclado». Son promocionados como «combustible» para
plantas que generan energía en los países pobres. Una vez que un
residuo es calificado de «reciclable» queda exento de la ley de
residuos tóxicos de los EEUU y puede ser comprado y vendido como si
fuera un helado. Escorias, sedimentos e incluso polvos captados en
filtros de control de polución, son ensacados y embarcados al
exterior.

Estos desechos pueden contener importantes cantidades de metales
valiosos, como zinc, pero también pueden contener y contienen
cantidades importantes de subproductos tóxicos tales como cadmio,
plomo, mercurio y dioxina. La laguna legal vía el «reciclado» en la
ley de los residuos tóxicos de los EEUU es suficientemente grande para
permitir que muchas barcazas sean exportadas a los países
latinoamericanos. Con el ALCA es procedimiento tiende a incrementarse.

Un montón de compañías sospechosas, igualmente emprendedoras en el
«mercado libre», involucradas en la desaparición de los residuos
industriales y peligrosos, surgió virtualmente de un día para otro.
Las compañías tienen poco capital propio; utilizan sus contactos
políticos en los países pobres para organizar sus negocios tóxicos.
Por cierto, estas «empresas» ven la creciente catástrofe con los
desechos tóxicos en los EEUU, Europa y Japón como «una industria en
crecimiento», y la indigencia de los países latinoamericanos como una
oportunidad de ganar una fortuna en ganancias sin correr grandes
riesgos ellos mismos.

Por ejemplo, compañías estadounidenses están involucradas en la
construcción de dos incine-radores que van a ser instalados en
Guatemala y La Unión (El Salvador), en donde se ha previsto tratar por
lo menos dos embarques de 550 mil toneladas de residuos tóxicos por
año, con una ganancia estimada de 4 a 6 millones de dólares. La
necesidad que tienen los países de la OCED (Organización para la
Cooperación Económica y el Desarrollo, un grupo de 29 países ricos e
industriales) de encontrar nuevos sitios donde depositar los residuos
de la producción industrial es una de las fuerzas menospreciadas que
promueven los programas de ajuste estructural del FMI y el Banco
Mundial.

Mientras el resto del mundo trata de reglamentar el comercio
internacional de residuos peligrosos, el gobierno de los EEUU (el
mayor productor de residuos en el mundo) se ha negado hasta ahora a
firmar ninguno de los principales tratados que limitan los embarques
al extranjero de desechos tóxicos. En una conferencia internacional en
Ginebra, Suiza (21 al 25 de marzo de 1994), los EEUU con sólo un
puñado de países exportadores de residuos industriales y
hospitalarios, se enfrentaron al resto del mundo y se opusieron a una
prohibición de los embarques de residuos peligrosos a los países no
industrializados.

El gobierno de los EEUU y sus aliados argumentaron que el intento de
prohibición viola las reglas de la Organización Mundial de Comercio
(OMC) que cubren el «libre comercio», sin impedimentos, de los
residuos tóxicos. Los EEUU quieren utilizar las reglas del «libre
comercio» de la OMC para evitar la prohibición de las exportaciones de
los residuos industriales a los países pobres del continente
americano. El comercio en residuos tóxicos es más que una industria
lucrativa; también es una estrategia central de los países
industrializados.

(*) Autor del libro: ¿Qué es el ALCA? Globalización, Estados Unidos y
América Latina (2002) El Nuevo Diario. Nicaragua, abril del 2003
Tomado de La Insignia, mayo 7 de 2003