Medio Oriente latinoamericano



Heinz Dieterich Steffan

Mientras Washington prepara la matanza en el Medio Oriente asiático,
organiza, al mismo tiempo, la guerra sucia en el "Medio Oriente"
latinoamericano: los países andinos. En Colombia prepara una operación
militar de tipo Afganistán; en Venezuela trabaja para destruir al
gobierno de Hugo Chávez; en Bolivia sostiene al sangriento gobierno de
Sánchez de Losada y en Ecuador colocó a un buen "amigo y aliado" en la
presidencia, que nombra a un general torturador como comandante de la
Policía Nacional.

La lógica de la política de Bush es idéntica en ambas regiones y es de
vital importancia para los pueblos y líderes de América Latina,
entenderla; so pena de subestimar el extraordinario peligro que
implica para América Latina. Lo que Bush y sus comparsas de ultramar,
Blair, Aznar, Berlusconi y Sharon, planean hacer, es una nueva
repartición del mundo, comparable a la de 1914-1920 y la de 1939-49.

El eje estratégico del proyecto histórico de Hitler era lo que él
llamaba, la "necesaria reestructuración de Europa" -- die notwendige
Neuordnung Europas. El nuevo orden, se entiende, estaría bajo el
control del capital alemán.

Ese mismo eje estructura el proyecto histórico del nuevo fascismo
transatlántico, tal como lo admite abiertamente la comparsería de
Bush. Mientras en sus discursos goebbelianos, el inquilino de la Casa
Blanca delira sobre el derrocamiento de Saddam Hussein para
"democratizar a Medio Oriente", "llevar la paz" a la región y
"determinar lo que queda de la historia", los voceros del sionismo
revelan sin rubor la esencia de la Operación Irak: un megaproyecto de
modernización-destrucción capitalista, inspirado en "el Zeitgeist" (la
lógica) del orden hitleriano.

"Tenemos un gran interés en estructurar el Medio Oriente el día
después" de la guerra, dice el Ministro de Defensa israelí, Shaul
Mofaz y agrega, que después de haber derrotado a Irak, Washington
debería "generar presión política, económica y diplomática sobre
Irán".

El asesor de seguridad nacional del Primer Ministro Ariel Sharon, y
exjefe del servicio secreto Mossad, Efraim Halevy, coincide: "Las
ondas de choque emergentes de un Bagdad post-Saddam podrían generar
profundos efectos en Teheran, Damasco y Ramallah. Tenemos esperanzas
de una mayor estabilidad y una mayor confianza, desde el Golfo Pérsico
hasta las costas atlánticas de Marruecos".

El detonante de la necesidad hitleriana de la "reestructuración" de la
gigantesca área entre el "Golfo Pérsico y las costas atlánticas de
Marruecos", fue el colapso de la Unión Soviética que protegía a los
Estados seculares de Siria e Irak. En el Medio Oriente latinoamericano
es la resistencia de los movimientos sociales contra el megaproyecto
destructivo del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y su
componente militar, el Plan Colombia.

Mientras el programa de recolonización de Washington en Asia se
realiza bajo la amenaza del holocausto nuclear, en los países andinos
se lleva a cabo bajo la amenaza del terror de Estado y los medios
militares convencionales. En ambos "teatros de operaciones" impera ya
un arma fundamental: las mentiras del Fuehrer en cuatro idiomas: el de
Dante, Cervantes, Shakespeare y Abrahán.

En el Medio Oriente criollo ---los países andinos--- los blancos del
megaproyecto capitalista son las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN), los
movimientos populares, sindicales y de derechos humanos; en Bolivia,
los objetivos son el Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales,
difamados en la prensa como "Talibanes", y la Central Obrera Boliviana
(COB); en Ecuador son la Confederación de Nacionalidades Indígenas del
Ecuador (CONAIE), los movimientos populares, sindicales y de derechos
humanos, y en Venezuela se trata del movimiento y gobierno bolivariano
de Hugo Chávez.

En Colombia, Washington procura repetir la operación militar de
Afganistán, avanzándola en dos dimensiones: por una parte, se prepara
la infraestructura bélica mediante la construcción de bases militares
y el creciente envío de fuerzas militares estadounidenses bajo los más
diversos pretextos; por otra, se preparan las condiciones políticas
para la matanza.

Pese a que el Congreso estadounidense limitó el número de efectivos en
Colombia a 411, Washington emplea ya a más de 1000 estadounidenses en
el país sudamericano. Alrededor de 500 trabajan en la embajada; cerca
de 400 son militares declarados o disfrazados de "contratados civiles"
(civilian contractors) y alrededor de 150 Fuerzas Especiales fueron
despachados después del derribamiento de una avioneta estadounidense
por parte de las FARC, cerca de la base militar de Tres Esquinas,
suceso en que tres estadounidenses se convirtieron en prisioneros de
guerra de las FARC.

Si el avance del plan de Washington en el campo militar es
relativamente lento, no puede decirse lo mismo en la esfera política.
El cierre de facilidades financieras de las FARC en Suiza, de
representaciones diplomáticas en varios países, la aceptación de la
Unión Europea de que se trata de una organización "terrorista", y la
condena de los mandatarios centroamericanos al "terrorismo" de las
FARC (11.2.2003), en la Ciudad de Panamá, ilustran lo dicho.

La Declaración de Panamá fue organizada por el Departamento de Estado,
sin invitación para Caracas, Lima, Brasilia y Quito, los vecinos
inmediatos de Colombia. El pretexto fue el atentado al club de elite
"El Nogal", en Bogotá (7.2.), condenado por el Partido Comunista
Colombiano el 10 de febrero, cuya autoría habría que buscarla en los
subterfugios del terrorismo de Estado del gobierno de Uribe.

El siguiente paso, ya anunciado por el Presidente Álvaro Uribe, es el
intento de conseguir una condena de la Organización de Estados
Americanos (OEA) a las FARC, que permitiría una operación militar a
gran escala. Si el complejo militar-industrial-político estadounidense
le concede sus deseos a Uribe, esa campaña utilizaría las fuerzas
militares reunidas contra Irak, para derrotar a los "narcoterroristas"
y preservar a la Amazonía, como demandó Uribe públicamente en visitas
a Quito y Davos. Siendo la Amazonía el objeto geoestratégico más
codiciado de América Latina, la petición de Uribe deja de parecer una
fantasía febril, para revelarse como una pieza integral del ajedrez
mundial estadounidense, operada por su Sharon criollo.

Igual de dramática es la situación en la República Bolivariana de
Venezuela, donde una muy bien concertada campaña internacional contra
el gobierno de Hugo Chávez, ejecutada con bombas, guerra mediática,
maniobras diplomáticas y desestabilización económica, está asumiendo
dimensiones peligrosas. Los protagonistas políticos de esta campaña
son los gobiernos de Estados Unidos, España y Colombia. El plan
maestro y la coordinación se hace en Washington y en el Comando Sur.
Los peones abarcan desde empresarios de los tres países, hasta
paramilitares colombianos y mercenarios centroamericanos.

El camino hacia el petróleo venezolano, que constituye una de las tres
reservas más grandes del mundo, y la Amazonía ---la joya en la corona
mundial de las materias primas--- pasa por la desestabilización del
gobierno venezolano y la domesticación del brasileño. En este orden.
La caída del dominó "Venezuela", así el cálculo de la Casa Blanca,
será suficiente para poner a los demás gobiernos latinoamericanos
nuevamente en cinta.

"El camino a la paz en Palestina pasa por Bagdad", dice el ex Primer
Ministro israelí Ehud Barak, sobre la pacificación del Medio Oriente
asiático. Y lo mismo postula Bush sobre el Medio Oriente
latinoamericano: el camino a la paz en América Latina pasa por
Caracas.

La derrota de los golpes militares y petroleros en Venezuela debilitó
considerablemente a los conspiradores. Pero Washington, Bogotá y
Madrid están mandando refuerzos a sus debilitadas fuerzas
oligárquicas, en forma de agresivas operaciones paramilitares,
diplomáticas y mediáticas.

Para derrotar esas operaciones, no será suficiente la defensa
nacional. Hace falta una política de contención latinoamericana.

 La Fogata, 03.03.03