Pentagonización de América Latina



10 de marzo del 2003

Carlos Fazio
La Jornada


Mientras da los últimos retoques a su guerra de agresión contra Irak, donde
el jefe de las fuerzas de intervención del Pentágono, general Tomy Franks,
pondrá en práctica su táctica de "shock y atolondramiento" sobre la inerme
población civil iraquí, con previsibles efectos devastadores similares a los
de la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima, la administración Bush sigue
instrumentando la línea de defensa de su imperio militar-mercantilista en
América Latina.

Enfrentada en una dura competencia y a balances comerciales negativos con
los bloques europeo y asiático, la Casa Blanca viene proyectando la llamada
Fortaleza América mediante una estrategia complementaria de dos carriles: el
Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y el Plan Colombia-Iniciativa
Andina, diseñado para consolidar y profundizar el control en su tradicional
patio trasero. Se trata de un proyecto integral que busca garantizar el
monopolio económico de las compañías multinacionales con casa matriz en
Estados Unidos, en particular las ligadas al complejo militar-industrial y a
las fracciones de ultraderecha del gran capital, por medio de la fuerza y la
violencia.

El eje del imperio militar regional estadunidense son los Puestos de
Operaciones Avanzadas (FOL), red de bases instaladas por el Comando Sur en
Comalapa (El Salvador), Aruba y Curazao y en Manta (Ecuador), a lo que se
sumará una base nuclear en Tolhuin, Tierra de Fuego, en el extremo sur de
Argentina. El Pentágono ha colonizado el espacio aéreo de la mayoría de los
países del área (México incluido), que es monitoreado por sus satélites y
aviones espías en detrimento de las sobera-nías locales. Sobre el Pacífico
ecuatoriano, la base FOL de Manta se ha convertido en el puntal de la
inteligencia electrónica del Pentágono en la zona.

La base está ubicada a 30 minutos de vuelo del sur de Colombia, donde operan
las guerrillas de las FARC y el ELN. Dos aviones Awacs y un P-3 Orión de
vigilancia salen de Manta y realizan hasta tres vuelos de rastreo diario. El
control aéreo de la base es manejado por tres estadunidenses de origen
latino, que trabajan para la compañía DynCorp, empresa de mercenarios
subcontratada por la Defensa estadunidense. La base alberga 180 marines,
número que puede ascender a 400 efectivos según convenio estipulado entre el
gobierno ecuatoriano y el Pentágono. En menos de dos años 43 buques de
guerra estadunidenses han visitado Manta sin previa autorización de la
cancillería ecuatoriana; las naves realizan tareas de interdicción en aguas
internacionales y ecuatorianas.

También ha crecido en los dos últimos años la presencia militar
estadunidense en las zonas más conflictivas del subcontinente. Tropas de
elite, mercenarios y agentes de la CIA, la DEA y el FBI actúan sobre el
terreno. La "comunidad de inteligencia" y el Pentágono han afianzado su
tradicional política de penetración en las fuerzas armadas y las policías
locales mediante convenios de "cooperación", cursos de entrenamiento y
asesoría castrense, parte esencial de los jugosos negocios del complejo
militar- industrial.

La participación de tropas de despliegue rápido estadunidenses junto a
efectivos de los ejércitos del área en las maniobras militares Nuevos
Horizontes ha permitido al Pentágono conocer distintos teatros de
operaciones y reclutar oficiales nativos. Nuevos Horizontes se lleva a cabo
a escala hemisférica desde 1996. Iquitos, en Perú; Salta y Misiones, en el
norte argentino, el Petén guatemalteco y actualmente República Dominicana
son otros tantos escenarios donde se han realizado maniobras conjuntas de
ese tipo.

Pero sin duda el escenario regional donde Washington viene desarrollando las
acciones militares ofensivas y defensivas de mayor envergadura es Colombia.
En febrero pasado el Congreso de Estados Unidos aprobó 532 millones de
dólares de ayuda militar a ese país. Los recursos se destinarán a la Brigada
18, en Arauca, cuya función primordial es proteger el oleoducto Caño
Limón-Coveñas (donde tiene intereses la compañía estadunidense Occidental)
de los ataques de la guerrilla. La brigada recibirá armas, soporte logístico
y 10 helicópteros UH-1 Huey. Otra porción del dinero se destinará a la
creación de una segunda brigada del ejército; a labores de inteligencia
militar y policial, y a la compra de cuatro aviones Hércules C-130 para el
transporte de tropas y dos AC-47 (aviones fantasmas) artillados, para
operaciones de asalto (ofensivas) contra las FARC y el ELN.

El Pentágono tiene en Colombia 411 efectivos (expertos en inteligencia
electrónica, planeación táctica, apoyo logístico y reconocimiento aéreo), 11
por encima del tope que le fijó el Congreso estadunidense hace dos años. Sin
contar decenas de mercenarios que trabajan para el Pentágono en labores de
espionaje, entrenamiento militar y formación de escuadrones de la muerte
(paramilitares). Los mercenarios, que se hacen llamar "contratistas
militares privados", trabajan para compañías como DynCorp, Northrop Grumman
y MPRI, subcontratadas por la Defensa estadunidense. Aparecen donde el
Pentágono prefiere no ser visto (Bosnia, Croacia, Colombia). En tiempos de
paz actúan como ejército secreto fuera del escrutinio público. En tiempos de
guerra no son propiamente soldados y no están obligados a seguir los códigos
militares de conducta.