El Virrey de Bolivia



22 de febrero del 2003
Heinz Dieterich Steffan

El Presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Losada tiene un singular record
de gestión política: sus fuerzas de represión han matado a más de sesenta
luchadores sociales, y herido gravemente a más de doscientos, en los últimos
siete meses. Durante las protestas del 12 y 13 de febrero, en La Paz, los
militares del Capitán General de las Fuerzas Armadas de Bolivia sesgaron la
vida de veintinueve personas.

El "Goni", sin embargo, no necesita contentarse con su record de muertos y
heridos, que, al fin y al cabo, no es tan diferente del de sus colegas
neoliberales. Está dotado de otras múltiples facultades que son muy
funcionales para ejercer el poder en las tierras conquistadas por Francisco
Pizarro y Hernán Cortés.

Ahí está el molesto requisito de las elecciones que el "Goni" superó con la
misma elegancia que el nuevo Fuehrer de Occidente, George W. Bush. En las
votaciones de julio del 2002, el "Goni" y su Movimiento Nacional
Revolucionario (MNR) obtuvieron alrededor del 22 por ciento de los votos,
esencialmente la misma cantidad que el Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo
Morales y la Nueva Fuerza Republicana (NFR) de Manfred Reyes Villa, seguido
por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Jaime Paz Zamora, con
16 por ciento.

Sobre una votación efectiva de cerca del 70 por ciento, la representatividad
política del nuevo presidente apenas alcanza el 15 por ciento. Al no prever
el sistema la segunda vuelta electoral, la selección del presidente se
realizó en el Congreso, donde las prebendas y componendas del poder nacional
y de la Embajada estadounidense lograron la abstención del NFR y el apoyo
del MIR al Virrey designado. Jaime Paz Zamora, quien durante su propia
presidencia había sido vinculado a los narcodólares, olvidó que solía
calificar al "Goni" de "vendepatria" y entró gustoso al nuevo poder de la
República.

El Goni ostenta otra calidad profesional, que ya es casi imprescindible para
liderar una de las repúblicas independientes de América Latina: habla
perfectamente bien el inglés. De hecho, habla tan bien el idioma imperial
del presente, que no domina el idioma imperial del pasado. Cada atropellado
discurso que sale de su boca, está plegado de errores gramaticales y
atrocidades fonéticas, que matarían al instante a Miguel de Cervantes y
Antonio de Nebrija.

Esto podría tener sin cuidado a los ciudadanos de la República de
Bolívar ---que no les "deben" nada más a los españoles que su terrorismo de
Estado, la infernal explotación en el Cerro Rico de Potosí y la bestial
represión de los levantamientos indígenas, y gestas libertadoras de 1809
hasta 1825---, si no fuera por el hecho, de que Sánchez de Losada tiene la
singular propiedad, de hablarles a los pueblos aymará y quechua en dos
idiomas de dominación simultáneamente: el español y el inglés. Y cada
atropellado discurso de forma castellana, con su contenido y fonética
estadounidenses, es un repugnante insulto y una repulsiva humillación de
esas culturas milenarias.

Sin embargo, el Presidente de la República de Bolivia no sólo disfruta el
software mental de los Estados Unidos, donde estudió "filosofía y letras",
sino tiene también su calidad migratoria y el apoyo de la Casa Blanca. Y
esta es una previsión muy inteligente para un político, como ya lo sabían
los anteriores dueños de Bolivia, el Rey del Estaño, Don Simón Ituri Patiño
y su hijo Antenor.

Simón Patiño (1860-1947), en su tiempo el hombre más rico de Bolivia, había
amasado una fortuna de casi mil millones de dólares con los minerales del
país, convirtiéndose en su verdadero amo. Sufragaba golpes de Estado contra
Presidentes progresistas, como Gualberto Villarroel; financiaba la
fratricida Guerra del Chaco (1932-35), en la cual 100,000 paraguayos y
bolivianos murieron por los intereses petroleras de dos grandes
transnacionales occidentales y creó varios trusts mineros con capitales
estadounidenses e ingleses.

Cuando la Revolución Boliviana de 1952 nacionalizó las minas de Patiño,
dándole origen a la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), su hijo Antenor
manipuló, junto con los intereses imperialistas de Estados Unidos, la
cotización del estaño, ahogando a la economía monoexportadora del país en
una profunda crisis económica que provocó la caída del presidente
nacionalizador Víctor Paz Extensor (1956).

Patiño tenía el poder para destruir a una revolución nacionalista, en un
proceso desestabilizador muy semejante en sus estructuras y protagonistas al
intento de destruir la Revolución Bolivariana de Hugo Chávez, en Venezuela.
Jugó un papel semejante al de Gustavo Cisneros en Venezuela.

Fue Presidente del cártel Patiño, de la British-American Tin Mines y de la
Thailand Tin Mines. Se desempeñó como diplomático en Madrid, Paris y
Londres. Había adquirido abolengo, casándose en 1931 con Doña María Cristina
de Borbón y Bosch-Labrus, Infanta de España y de Portugal. Había construido
el complejo turístico más exclusivo del mundo en Las Hadas, México y estaba
vinculado al establishment político y académico estadounidense, por ejemplo,
a través de la Universidad de Chicago.

El Goni sigue este patrón de control económico-político del país,
establecido históricamente por la oligarquía de la "rosca" del estaño. Hoy
día es uno de los hombres más ricos de Bolivia, con una fortuna calculada en
220 millones de dólares. Tiene inversiones en Argentina, Brasil, Chile,
Perú, Malasia, Tailandia y África.

Durante su primera gestión gubernamental como Ministro de Planificación
(1985-89) y después, ya como Presidente (1993-97), privatizó casi la
totalidad de las empresas públicas, quebrando la economía minera y dejando a
más de 30,000 trabajadores mineros en la calle. Cumplía una misión histórica
de la oligarquía y de los intereses imperiales: terminar la destrucción del
proletariado minero mediante el mercado, agregando a los cadáveres de
bombardeos y ametrallamientos mineros el cierre definitivio de sus fuentes
de trabajo.

Muchas de las minas más redituables terminaron en su portafolio patrimonial,
llamado Compañía Minera del Sur (Comsur), que, al igual que la vieja rosca,
está vinculada orgánicamente al capital internacional, por ejemplo, a la
transnacional inglesa Rio Tinto plc --- una de las corporaciones mineras más
grandes del mundo--- que tiene 33,3 por ciento de las acciones de Comsur, y
con la cual comparte intereses en la mina de cobre "La Escondida" en el
norte de Chile.

No podía faltar en el record de Sánchez de Losada el vínculo con la corrupta
transnacional energética estadounidense Enron. En 1994 le abrió a la Enron
la participación como "socio" en el gasoducto Bolivia-Brasil, en un convenio
que sometió todas las decisiones a la jurisprudencia estadounidense. En
contrapartida para este y otros favores, la Enron pagó 2.5 millones de
dólares (¡!) al presidente de la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales
Bolivianos (YPFB), Arturo Castaños, para cubrir viáticos, honorarios de
abogados, etc., para el buen desarrollo del proyecto del gasoducto.

Y tampoco puede faltar la vinculación orgánica con el subimperialismo
español, que aparece siempre unido cual hermano menor a las acechanzas de
Washington. 52,3 mil millones de pies cúbicos de gas natural yacen bajo el
subsuelo de la patria boliviana, anhelados por capitalistas estadounidenses,
ingleses, españoles y chilenos.

El consorcio Pacific LNG, compuesto por la British Gas, la Panamerican
Energy y la española Repsol, está ansioso de explotar esa riqueza del sur
del altiplano que requiere una inversión de 5 a 7 mil millones de dólares y
que convertiría a Bolivia en uno de los más importantes jugadores en el
mercado continental de gas natural. Pero, el proyecto requiere también una
planta de licuefacción y un puerto de embarque en el Océano Pacífico, lo que
demanda un puerto en Perú o Chile, porque Chile le expropió en la Guerra del
Pacífico (1879) la franja costera a Bolivia.

Sánchez de Losada ha dicho, que no vinculará la negociación del gas con
Chile a la restitución de la franja marítima, "porque no se puede vivir en
el pasado". Lo que sucede es que, dado sus intereses económicos ya
establecidos en Chile y con los ingleses, prefiere realizar el negocio con
el capital chileno, el operador estadounidense del ALCA, Ricardo Lagos y la
Pacific LNG, para quedarse con una buena tajada del negocio, tal como hizo
con la privatización de la Comibol.

Si el gobierno de Bush es considerada la "gas & oil administration", porque
responde directamente a los mandatos de los intereses corporativos
estadounidenses de gas y petróleo, la misma lógica es válida para el régimen
español. Felipe González, José Maria Aznar y las figuras de la dinastía
borbónica, son empleados políticos de los intereses de Repsol, de
Telefónica, del BBV, del Banco Santander y de los intereses del magnate
mediático, Jesús Polanco.

La dinastía del Rey Juan Carlos de España cuenta con un patrimonio propio de
1.7 mil millones de euros. Por lo tanto, no sólo es, junto con el Estado
español, el "capitalista ideal" del sistema, sino uno de los grandes poderes
plutocráticos reales de Europa. Por ambas funciones, el príncipe Felipe de
España estuvo presente en la inauguración del mandato de Sánchez de Losada,
el 6 de agosto del 2002, porque no sólo existe una "oil & gas
administration" en Washington, sino también una "oil & gas monarchy" en
Madrid. Lo que es bueno para Repsol, es bueno para la Monarquía y el Estado
neofranquista, puede resumirse la lógica operativa del sistema español
contemporáneo.

Sánchez de Losada reúne un último requisito de los presidentes neoliberales
que se vuelve vital para su permanencia en el poder. Con la engañosa
consigna de crear "empleos y más empleos" se apoderó de las elecciones de
1993. Con la mentirosa declaración de haber sido víctima de un intento de
golpe de Estado y de francotiradores del MAS, trata de descargar ahora su
responsabilidad criminal en el asesinato de once policías y 17 civiles, y en
las heridas graves de más de 200 civiles, los días 12 y 13 de la semana
pasada.

Pero la evidencia empírica es clara: fueron las Fuerzas Armadas Bolivianas,
bajo el mando de su Capitán General Gonzalo Sánchez de Losada, y sus
francotiradores entrenados por Israel y Estados Unidos, transportados por
helicópteros de la Fuerza Aérea Boliviana, quienes dispararon brutalmente a
la cabeza de los manifestantes, para matarlos.

El miércoles en la noche, el Goni se refugió en la Embajada de Estados
Unidos. Durmió bien protegido por el imperio, porque el país andino tiene la
segunda estación más grande de la Central de Inteligencia (CIA) en América
Latina. Sin embargo, la CIA no lo podrá proteger para siempre.



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Nello

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