República Dominicana: La privacidad ciudadana en peligro



29 de enero del 2003
Hamlet Hermann
La Insignia. República Dominicana, enero del 2003.

El derecho a la intimidad
La privacidad es el derecho que tienen los ciudadanos a salvaguardar su
intimidad, especialmente en relación con los datos relativos a sus
respectivas personas y que, por diversas razones, pueden estar en posesión
de organismos públicos o privados. Ese derecho le consagra el ordinal 9,
artículo 8, sección primera, título segundo de la Constitución de la
República Dominicana (1994). La privacidad nada tiene que ver con el hecho
de que las personas quieran esconder algo. Con lo que sí está relacionado es
con la autonomía, la integridad y el derecho de cada individuo a tener
opiniones e ideas sólo para conocimiento de él y de quien sea merecedor de
su confianza. Privacidad es el derecho que debía disfrutar cada individuo
para controlar qué detalles de su vida deben ser mantenidos dentro de su
círculo más íntimo y qué información puede ser conocida en el exterior.

Sin embargo, debemos admitir que en esta era tecnológica somos víctimas de
la captura sistemática de cuanta información generamos día tras día. No es
que alguien esté espiándonos constantemente y tratando de averiguar cada
cosa que hacemos o decimos. Es que la tecnología de la sociedad capitalista
se ha desarrollado de manera tal que necesita de la recolección y
acumulación de datos sobre cada ciudadano para conocer la mejor forma de
obtener beneficios económicos o políticos de éstos. Ese mecanismo funciona
automáticamente. Todo cuanto hacemos o decimos puede estar disponible para
análisis posteriores en caso de que el gobierno, los mercadólogos o los
empresarios consideren conveniente y puedan pagar el precio requerido para
adquirir esa información. Lo más importante para la ciudadanía es saber que
su privacidad está bajo constante ataque de los que poseen mayores riquezas
y ambiciones. El problema radica en que nosotros, las víctimas del secuestro
de esa información privada, no hemos aprendido a defendernos de esa forma de
agresión.




El comercio de datos

La información personal de cada uno de nosotros se ha convertido en un valor
negociable. Nuestro nombre, asociado a la profesión o el oficio que
ejercemos, nuestros entretenimientos, los productos que compramos para
alimentarnos o curar nuestras dolencias, el ingreso económico que percibimos
o con quién nos comunicamos por la vía telefónica o por el Internet tiene un
valor material que se mide en pesos y centavos. Esa información ha adquirido
un precio elevado para los manipuladores de nuestros datos y mentes. Con
ella pueden asegurar ganancias continuadas, así como obtener un buen pedazo
del mercado al que aspiren. Sin importar lo elevado que el precio sea,
siempre el afán de ganancias permite que el interesado lo pague. Y así
nuestros datos van de mano en mano exponiéndonos ante algunos sectores como
si estuviéramos bañándonos en una urna de cristal transparente en medio de
la calle.




Seguros médicos

Tradicionalmente, los expedientes médicos han sido los secretos mejor
guardados en nuestra sociedad. La obligación ética de los profesionales de
la medicina para mantener la confidencialidad en su relación con el paciente
es considerada como una responsabilidad fundamental. Pero esto ha sido
puesto en peligro con el auge del negocio de los seguros de salud y de vida.
De alguna manera, cada compra de medicamentos que hacemos o la visita a una
consulta médica llega a manos de las compañías aseguradoras. De ahí en
adelante, ellos usarán los datos para compararlos con los que
voluntariamente uno entrega cuando requiere una tarjeta de crédito o una
cuenta bancaria. Este tipo de información también puede llegar desde los
propios centros médicos, públicos o privados, en donde no haya rigor para el
manejo de la confidencialidad de esos datos ni consideración por el
perjuicio que esto puede generarle al ciudadano. Antes de que nos sentemos
ante el agente de seguros, es muy probable que el funcionario conozca en
detalle de qué adolecemos y hasta dónde pueden llegar sus ofertas que les
garanticen pingües ganancias.




Estudios de Mercado

Los mercadólogos son la nueva plaga de la sociedad moderna. En su afán de
servir a las empresas financieras, comerciales e industriales, los
estudiosos de los mercados buscan, compran o sustraen información personal
de millones de ciudadanos. Con ella llegan hasta cada persona que tenga un
centavo para consumir y que cuente con la capacidad para elegir entre uno u
otro producto. De ahí que, debido a la comercialización de nuestros datos
personales, empezáramos a recibir cartas, faxes, mensajes electrónicos y
llamadas telefónicas. En su voracidad llegan incluso a afectar nuestras
horas de descanso a pesar de que jamás le hayamos dado nuestros datos o nos
relacionáramos con alguna de esas empresas que aparecen inesperadamente
ofreciéndonos lo que no necesitamos ni queremos.




Seguridad pública

En el colmo de la paranoia, se ha extendido el criterio en países poderosos
como Estados Unidos que esas sociedades no pueden enfrentarse al terrorismo
sin someter a todos los ciudadanos a un espionaje constante. Esa es una
peligrosa semilla que conduce hacia el fascismo. Un intento tan burdo hacia
el control total de la ciudadanía ha encontrado eco recientemente en
República Dominicana. Esto ocurrió cuando el Presidente de la República y
algunos funcionarios públicos subalternos firmaron un compromiso con las
empresas telefónicas mediante el cual establecieron las condiciones para
intervenir las conversaciones de aquellos a quienes consideren un objetivo.
Desgraciadamente la sociedad dominicana no tiene los mecanismos para
protegerse de los maleantes que se escudan en sus relaciones con los
funcionarios públicos para realizar espionaje a favor del mejor postor.
Muchas veces ha sido comprobado como un puñado de personas ofrecen el
servicio de las interceptaciones telefónicas sin que hasta el momento alguno
de ellos haya sido sancionado por la violación a ese derecho constitucional.
Cada uno ha tenido la habilidad de servir al gobierno de turno. Esto así,
esos servicios les sirven como cobertura oficial para espiar impunemente en
beneficio de esposos engañados, industriales y banqueros que penetran a sus
objetivos por esos medios. Ya no es sorpresa que, a menudo, los clientes de
los espías telefónicos resulten ser aquellos cuyo oficio es, precisamente,
violar las leyes.




La impotencia social

Lo peor de esta era del espionaje impune y del trasiego de nuestros datos
personales es la impotencia que sufrimos. No hemos aprendido todavía a
defendernos de una permanente agresión contra la privacidad que debíamos
ejercer como derecho. Algo que podría actuar en nuestra defensa es una
legislación que nos protegiera. En Estados Unidos y en Europa se han
diseñado y aprobado legislaciones que protegen la privacidad de los
ciudadanos. Porque en definitiva, República Dominicana no fue creada y
sostenida para el disfrute de unos cuantos políticos y empresarios sin
escrúpulos, sino para que podamos vivir nuestras propias vidas sin la
intromisión ajena y disfrutando de algo de intimidad.




PROYECTO DE CÓDIGO PARA EL MANEJO DE INFORMACIÓN PERSONAL

1- No podrá existir sistema alguno de almacenamiento de expedientes de
información personal cuya existencia sea secreta.
2- Deberán crearse los medios a través de los cuales una persona pueda
conocer cuál información sobre sí ha sido incorporada a un expediente y qué
uso se le está dando.
3- Se establecerán las formas para evitar que la información personal que ha
sido suministrada para un propósito sea usada o puesta a disposición de
otros con fines diferentes sin el debido consentimiento de la persona
afectada.
4- Se proveerán los medios para que cualquier ciudadano pueda corregir o
enmendar algún expediente elaborado por otros con información sobre su
persona.
Cualquier organización que haya creado, mantenido y que use o difunda
archivos con datos personales que permitan identificar a los individuos debe
garantizar el manejo de los datos para el uso que fue previsto. De la misma
manera, la institución debe tomar precauciones para evitar el mal uso de esa
información puesta bajo su entera responsabilidad.



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Nello

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