Messico:Elena Poniatowska compie 70 anni



ENTREVISTA


Me avergüenza mi falta de malicia política y cultural

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Elena Poniatowska Amor cumple hoy 70 años. La escritora y periodista llega
contenta a la ocasión, pero su alegría es parcial: aún pesa en su ánimo la
muerte, hace unos días, de su gran amiga Mariana Yampolsky. No puede
celebrar como le habría gustado. Comerá con sus tres hijos y seguramente
recibirá 'felicitaciones y expresiones de afecto de su legión de amigos. No
obstante las circunstancias, fiel a su proverbial generosidad, accede en
esta entrevista a hacer un recorrido por recuerdos, querencias, dolores,
logros, dudas, aciertos. Un balance de vida.
Son más de las ocho de la noche del viernes 17 de mayo. Está despierta desde
las cinco de la mañana. Hace unas horas regresó de Monterrey. Aunque
cansada, muestra buena disposición para la charla en su casa de Chimalistac.

-¿Cómo llega usted a sus 70 años, cómo se siente?

-Muy bien. Soy afortunada. Pero también me doy cuenta de que la gente que
amo está muriendo. Me afectó muchísimo la muerte de Mariana Yampolsky,
porque todavía tenía muchas cosas que hacer, muchos proyectos. Fue
fulminante. En cuatro semanas se fue de cáncer en el hígado. Fue un golpe
fuerte.

-Con el tiempo no sólo se acumulan experiencias, también muertos.

-Desde hace años. Mi hermana murió en el 61. Hace un tiempo murió un hijo de
mi hijo Felipe. Sí, se van acumulando los muertos. Pero uno no tiene tanta
conciencia de la muerte sino hasta ahora. La muerte de Mariana la estoy
viviendo también como un ensayo de mi propia muerte. Mis hijos se ocuparon
mucho de ella, más de lo que yo hubiera creído. La querían enormemente, pero
también era como un entrenamiento para lo que podría suceder cuando yo
muera. Aunque yo pienso que quizá voy a morir en un avión.

-¿Como Jorge Ibargüengoitia?

-Pero lo de Ibargüengoitia fue horrible, porque lo reconocieron por un pie y
un zapato.

Sigo siendo las tres ies

-¿Cómo ve desde sus 70 años a aquella muchachita que empezó haciendo
entrevistas?

-Veo a una muchachita muy ilusa, muy ingenua y muy impreparada. Sigo siendo
estas tres cosas. Las tres ies. Veo a una persona que se lanzaba si saber ni
a qué.

-¿Y en qué es diferente a esa muchachita?

-Me da mucha vergüenza mi falta de malicia. Soy una gente que tiene poca
malicia política, poca malicia cultural. Me da vergüenza, porque pienso que
a estas alturas es completamente estúpido no estar más alerta de lo que
estoy, o más informada de lo que estoy.

-¿Sin malicia se puede ser realmente la periodista y la escritora que ha
sido?

-No sé qué escritora ni qué periodista he sido. Creo que todo me ha salido
como a trompa talega, o como el burro que tocó la flauta.

--Peca usted de excesiva modestia. No se puede hacer un libro como La noche
de Tlatelolco sin necesaria malicia.

-Bueno, yo ahí estaba muy adolorida. Además, esas voces son de la gente que
participó, no mías.

-Tampoco se puede hacer un libro como Fuerte es el silencio sin malicia.

-Quizá. Lo que tengo a lado de mi falta de malicia es un poco de instinto
para hacer las cosas en un momento dado, pero no tampoco tengo el suficiente
instinto. Soy muy autocrítica; siempre digo que todo lo que hago es una
porquería, y es quizá una manera de buscar que me digan: "No, no es así".

-Lo cierto es que ha sido una mujer no sólo muy querida, sino muy
reconocida.

-Sí. Sobre todo de muchos estudiantes, de jóvenes que podrían ser mis hijos
o mis nietos. Sí, recibo mucha manifestaciones de cariño.

-En lo personal, si hiciera una relación de sus bienaventuranzas, ¿qué
escogería?

-Primero mis hijos, mis tres hijos. Estoy orgullosísima de ellos. Nunca me
han causado un problema. Creo que yo les he causado más problemas que ellos
a mí. También estoy muy orgullosa de mi madre y de mi padre. Nunca robaron,
no pertenecieron al PRI... Lo que ellos significan me gusta mucho: su
entereza, su conducta durante la guerra, su amor a México.

-En efecto, ha sido usted una mujer afortunada.

-Totalmente. He hecho lo que he querido. No fui cajera en un banco, no fui
dependiente en una tiendota como El Palacio de Hierro, no fui taquillera, no
hice cosas que me hubieran entristecido la vida. Me inicié en el periodismo
en 1953. Muy joven lo descubrí, pero en realidad yo quería cantar.

-¿Opera?

-No, en un cabaré. Aunque sí canté como Lily Pons, porque tenía una obra y
echaba mis gorgoritos, así, todos cursis.

-¿Lo hizo públicamente?

-Hay un disco por ahí, pero creo que se perdió. Es de esos discos que se
hacían antes. Con la muerte de mi mamá menos lo voy a encontrar. Pero yo
quería cantar en los cabarés, arrastrando una estola y cantando a los
señores.

-¿A imagen y semejanza de quién?

-De Rita Hayworth en la película de Gilda. Rita cantaba (Elena la imita):
"Put the blame on me boys, put the blame on me". Yo decía: ¡ay, quiero
cantar así! Pero mis papás me decían que eso no era decente. Además no
llenaba la pantalla como Rita; no tenía ni el pelo rojo ni su estatura.

-¿Es vanidosa, Elena?

-A ratos sí. Pero si usted me avienta a decir mis defectos, me regodeo: le
digo todos mis defectos. Así como Rosario Castellanos que insistía siempre
en todos sus errores y nunca hablaba de las cosas que hacía bien. Es un
pliegue de carácter que sabes que ya hizo tan hondo, tan hondo, que por más
que lo jales no lo puedes desdoblar. Además no te lleva a ningún lado: el
que está siempre diciendo: 'yo hago las cosas mal, soy culpable', lo que
acaba provocando es que le digan: no, tú no eres nada de eso, eres un
pendejo.

-Hábleme de sus aciertos, en su vida, en su carrera profesional.

-Bueno, la constancia; el no ningunear el periodismo; el siempre pensar que
el periodismo tiene un valor. Siempre nos dicen que el periodismo es una
subprofesión, que recogemos la voz de los demás, porque no tenemos nada que
decir; que nos tragamos lo de los otros. Creo que no es cierto. Una de las
cosas importantes del periodismo en México ha sido documentar al país. Me
acuerdo que en 1953 tomé un mapa y me llamó la atención que había muchas
zonas marcadas en amarillo que decían: "por descubrir". Yo decía: "qué
maravilla vivir en un país donde no todo está hecho". Por eso valoro mucho
el periodismo, valoro que el entrevistado se sienta reconocido, que es
amado, que es apreciado.

-Aunque se ha distraído del periodismo para hacer literatura.

-He tratado de hacer ambas cosas. En la veta periodística hay gran crueldad,
pero también hay que forzarse; te obligas a hacer las cosas, lo cual te
ayuda a adquirir disciplina. No estás esperando a ver a qué hora se te
aparece el ángel salvador. El periodismo es una gran escuela.

Estoy llena de preguntas

-¿Qué le ha dejado más satisfacciones: el periodismo o la literatura?

-En la literatura me dicen que cuando hago mal las cosas es porque aparecen
periodísticas. Por ejemplo, de un libro me dicen: 'esta parte es puro
periodismo, no es buena, porque no la transformaste en otra cosa...' Oye,
creo que te estoy contestando chueco. Es que estoy muy casada, me levanté a
las cinco y media. Pero tampoco soy muy buena para hablar de mí.

-¿Por qué?

-Quizá porque soy una mujer llena de preguntas. Toda la vida le he estado
preguntando a la gente, toda la vida me pregunto por qué estamos aquí, para
quién, por qué en esta época. ¿Te imaginas entonces si voy a saber hablar de
mí misma cuando soy una persona que se la vive preguntándoles a los demás?
Soy una especie de agujero negro y lo quiero rellenar con las respuestas de
los demás. Siento que nunca tengo certezas ni respuestas. No las tuve ni
para educar a mi hijos.

-¿Qué le falta por hacer?

-Hacer un buen libro, una novela de la que yo diga: "aquí está todo". Mis
novelas siempre son como un suéter que al principio tejo apretadito y bien
parejito; luego de repente se va aflojando y otra vez lo aprieto. También
quiero leer más, quiero trabajar más. Tengo pendientes de trabajo muy
concretos, como un libro que quiero hacer basándome en la vida de Demetrio
Vallejo, el líder ferrocarrilero.

Y otros que no he hecho y que quisiera hacer en los próximos 10 años. Por
otro lado, siento mucho no haber tenido una vida académica. No soy
universitaria, estudié en un convento de monjas, una especie de high school,
y párale de contar.

-¿No está contenta entonces con lo que ha sido, con lo que ha hecho?

-Estoy contenta con lo que he sido, porque nunca me he traicionado, nunca he
sido lambiscona con un político, con un presidente de la República, con un
director de periódico. Los he conocido, pero nunca he tenido relación con
ningún poderoso.

-¿Le ha tenido miedo al tiempo?

-No. Tengo una capacidad de inconsciencia enorme. Pero ahora sí recuerdo
mucho lo que me decía la Jesusa Palancares: "ya descansaré en mi cajón de
muerto". Tengo la sensación de que tengo que aprovechar cada momento.

Ahora el oficio es mejor

-¿En qué ha cambiado el periodismo desde que empezó a ejercerlo al día de
hoy?

-Es mil veces mejor ahora. Cuando yo me inicié estaban Carlos Denegri,
Agustín Barrios Gómez, El Duque de Otranto, Carlos León, que se vestía así,
como maniquí. Denegri tenía en su oficina a la Virgen de Guadalupe, arriba
de su presidente de la República y del otro lado había una foto del obispo
monseñor Luis María Martínez, quien se la vivía bendiciendo todos los antros
popof. Había mucho chantaje y los políticos pagaban para que no se hablara
mal de ellos. Eso ha cambiado mucho.

-¿Cuál es el reportaje o la entrevista que tiene pendiente?

-Me gustaría entrevistar a Lumbumba; a la escritora Doris Lessing, ir a
verla a Inglaterra; me hubiera gustado entrevistar a Bertrand Russell y a
Marguerite Yourcenar, la primera mujer que entró en la academia francesa. A
mí me parece que Memorias de Adriano es el libro más prodigioso escrito por
una mujer. También me hubiera gustado entrevistar a Virginia Woolf, a Thomas
Mann, a Joyce.

-¿Aún es católica usted?

-Mira donde vivo, al lado de la iglesia. Supongo que nunca se le va a uno
del todo la capacidad religiosa.

-¿Tiene alguna idea de Dios?

-Dios es el prójimo, eres tú, es él (José Antonio López), que me está
tomando fotos y no me dejó ni ponerme aretes.

-¿Piensa en la posibilidad de un Dios después de esta vida?

-Quisiera. Me gustaría volver a ver a mamá, a mi hermana, a mi padre. A la
gente que se ha ido, a Mariana Yampolsky. Siempre estábamos peleándonos.
Venía y me decía que le iba mejor a Graciela Iturbide y a Flor Garduño que a
ella. Yo le decía: ¿qué harías si yo te estuviera jeringando durante horas
diciéndote que le va mucho mejor a Laura Esquivel que a mí. ¿Qué harías? Me
dirías: 'oye, Elena ya desenchúfate'.

-¿Y en el amor ha sido plena, Elena?

-En la formación que tuve, más o menos. Cuando te educan las monjas te
quitan todos los papelitos de colores que tienes en el alma, te dicen: no,
por ahí no. Te quitan muchas cosas. Cosas que espontáneamente haría ya no
las haces. En ese tema he sido mucho más ficción. Yo el amor lo escribo
mucho más de lo que lo vivo. Invento escenas de amor fulgurantes, quizá para
suplir la ausencia de amor. No lo lamento porque lo invento.





Nello

change the world before the world changes you because  another world is
possible

www.peacelink.it/tematiche/latina/latina.htm