Cile: El brindis es de los empresarios



Jacobo Schatan Weitzman
Envio de Manuel Hidalgo Valdivia - ECHLA
 ATTAC - CHILE attac at globalcom.cl

Acaba de aprobarse el amplio Acuerdo de Asociación entre la Unión
Europea y el Gobierno de Chile, el cual será definitivamente firmado
en mayo, previa aprobación por los respectivos Parlamentos.

Con base en la todavía escasa información disponible, se podría
deducir que este Acuerdo será beneficioso para ambas partes. Para
Chile, porque le permitiría acceder sin restricciones a un mercado
consumidor de enorme tamaño y gran diversidad, con una serie de
productos de origen agrícola, agro industrial, pesquero y fabril, con
servicios y otros, muchos de los cuales probablemente con un valor
agregado bastante mayor que el de los commodities tradicionales. Ello
se traduciría, con toda probabilidad, en un aumento considerable tanto
de los volúmenes como de los valores exportados a ese destino.

Para la UE, dado el pequeño tamaño del mercado chileno, la ventaja
parece radicar principalmente en la posibilidad de, con Chile en
primer lugar, iniciar su retorno a Latinoamerica y establecer un
mecanismo de contrapeso al dominio hasta ahora incontrarrestable de
EEUU, en lo comercial y político.

Las palabras de Chris Patten, Comisario de Política Exterior de la UE
son bastante elocuentes: "...Estoy convencido de que este Acuerdo de
Asociación constituye un hito determinante para el florecimiento de
nuestras relaciones con Chile y con toda América Latina(...) El
acuerdo con Chile despeja el camino hacia otro objetivo más ambicioso,
que es el acuerdo con el Mercosur que actualmente estamos
negociando(...) Por motivos que no vienen al caso, Europa estuvo
demasiado tiempo ausente de América latina y ésta de Europa. Ambas
regiones sintieron hace tiempo la necesidad de un reencuentro(...) El
tratado con Chile se inscribe en esta estrategia..."

Me atrevería a señalar que fueron dos los factores principales que
alejaron a Europa de América Latina por casi medio siglo. El primero
radica en la aversión de los  inversionistas europeos a seguir
prestando dinero a Latinoamérica a raíz de las cesaciones de pagos en
que incurrieron muchos de los países de la región, como consecuencia
de la Gran Depresión de los años 30, situación que duró por espacio de
alrededor de medio siglo. El segundo tiene que ver con una retirada de
lo que consideraban el "patio trasero" de EEUU.

Esta última noción, acuñada en el país del norte y tolerada por el
resto del mundo, se mantuvo inalterable a lo largo de casi todo el
siglo XX.

Pero fue hacia mediados de siglo, después de la Segunda Guerra
Mundial, con EE.UU. como única superpotencia de Occidente, tanto en el
ámbito militar como económico-financiero, y una Europa muy dañada por
la guerra, cuando dicha noción de patio traserista se torna aún más
fuerte y, con ello, se incrementa el intervencionismo norteamericano.

A comienzos de los 90, al derrumbarse la URSS, EEUU se convierte, de
hecho, en la única superpotencia mundial. Pero también es en esta
época cuando la UE solidifica su estructura comunitaria con una serie
de acuerdos intra europeos (moneda común y otros arreglos
importantes),con la gradual incorporación a su esfera de los antiguos
países satélites de la URSS, y con una mayor participación en acciones
internacionales de carácter global, económicos y políticos, que vuelve
a adquirir la relevancia internacional de antaño.

De otra parte, con la controvertida elección del republicano George W.
Bush a la presidencia, se acentúan las diferencias de visión entre
Europa y EEUU en una serie de campos. No es de extrañar, entonces, que
para la UE sea de tanta importancia penetrar en el coto de caza
latinoamericano de su antiguo aliado y rival al mismo tiempo.

Tanto el Gobierno de Chile como los empresarios nacionales celebraron
con júbilo la conclusión del acuerdo con la UE. Estos últimos, en un
acto muy publicitado, lo hicieron con champagne ,probablemente
francés, aun cuando no se descarta que haya sido nacional del bueno.

Pero mucho más significativo que lo anterior sería que se hubiese
incluido en el Acuerdo (cosa que no sabemos todavía) algunas normas
relativas al mejoramiento de las condiciones laborales y ambientales
en los sectores de actividad favorecidos por dicho Acuerdo.

En el caso de la fruticultura, por ejemplo, ésta ha tenido un
desarrollo espectacular en los últimos 15años, con retornos por
exportación que superan en la actualidad los US $1.600 millones y que,
con toda probabilidad, habrán de superar largamente esa cifra cuando
comience a operar el Acuerdo con la UE.

Pero los crecientes beneficios no beneficiaron equitativamente a todos
los que ayudaron con su trabajo a crear esa riqueza. La mayor parte de
los trabajadores, principalmente mujeres, son temporeros, lo que los
deja en situaciones de gran precariedad: bajos niveles de remuneración
jornadas de trabajo que superan las 12 horas en muchos casos, elevada
exposición a químico altamente tóxicos que provocan enfermedades,
tanto en ellos y ellas como en sus descendientes, falta de
conocimiento de sus derechos, mala calidad de los elementos de
protección, escasa capacitación para la prevención de riesgos,
instalaciones higiénicas y lugares para la alimentación inadecuadas e
insuficientes, sólo para citar algunas de las más importantes
carencias y deficiencias.

Esta situación se encuentra especialmente en los predios frutales, ya
que en los packings la situación es algo mejor, aunque no siempre lo
suficientemente mejor.

Situaciones parecidas se encuentran en la industria salmonera, que
también exhibe un desarrollo espectacular en los 90. En este caso
además de los problemas laborales señalados para la actividad
frutícola, hay que considerar el severo deterioro del fondo marino que
causan los cultivos de salmónidos en los fiordos del sur de Chile.

Es por ello que consideramos fundamental que los protocolos acordados
entre la UE y Chile contemplen este tipo de acciones correctivas y
preventivas, tanto en lo laboral como en lo ambiental, ya que no es
aceptable que los beneficios del Tratado sean recogidos por los
empresarios solamente.

Si bien la ampliación de las exportaciones a la UE significará un
aumento de las plazas de trabajo en diversos sectores de actividad,
también deberían conllevar la noción de trabajo decente, que con tanto
vigor promueve la OIT, bajo la batuta del chileno Juan Somavía. De
otro modo, las brechas de ingreso seguirán ampliándose en nuestro país
y la pobreza no será superada.

De otra parte, la Organización para la Cooperación Económica y
Desarrollo, a la cual pertenecen los países europeos y otros
industrializados, han formulado en fecha reciente una serie de
directrices dirigidas a las empresas multinacionales para que,
voluntariamente, procedan a cumplir con las reglamentaciones
nacionales e internacionales en materia laboral, ambiental y social,
tanto en las casas matrices como en las filiales, y que procuren
influir sobre sus proveedores y contratistas locales para que ellos se
comprometan a cumplir con tales obligaciones mínimas.

Esperamos sinceramente que el Acuerdo de Asociación con la UE permita
que los trabajadores también puedan brindar. Si así fuere, también los
que hemos sido -y seguimos siendo- críticos de la apertura económica a
ultranza de nuestro país, podríamos acompañarlos en el brindis.



Nello

change the world before the world changes you because  another world is
possible

www.peacelink.it/tematiche/latina/latina.htm