ARGENTINA:FMI cierra las salidas




Marcela Valente

BUENOS AIRES, 16 abr (IPS) - El FMI formuló al gobierno de Argentina
exigencias tan severas sólo para comenzar a negociar un crédito de
emergencia que la oposición a un acuerdo con el organismo se multiplicó, una
reacción inédita en este país.

En los últimos años, los acuerdos con el FMI (Fondo Moneterio Internacional)
marcaban un primer paso hacia la superación de problemas económicos o
financieros. Pero esta vez, ante una crisis económica, social y política sin
precedentes por su gravedad, la renuencia del organismo genera rechazo.

El jefe del Departamento de Operaciones Especiales del FMI, Anoop Singh,
finalizará este miércoles su segunda misión en Argentina en menos de un mes.
Este tipo de visitas nunca había alcanzado una notoriedad política tan alta,
según coincidieron dirigentes, legisladores, economistas y periodistas.

"Es como un virrey al que se le rinde pleitesía", comentó el lunes el
senador opositor Rodolfo Terragno, de la Unión Cívica Radical, en referencia
a Singh. Terragno consideró, además, que el gobierno actúa de manera "muy
poco digna y poco provechosa" en su negociación.

La economista Mercedes Marcó del Pont, de la Fundación de Investigaciones
para el Desarrollo Económico tradicionalmente proclive a apoyar acuerdos con
el FMI, sostuvo que la agresividad que hoy muestra el organismo y su grado
de intromisión en la política nacional no tienen precedentes.

La mayoría de los gobernadores rechazaron la profundización del ajuste en
sus provincias exigida por el organismo multilateral, el cual, según el de
la provincia de San Juan, Alfredo Avelín, "se debería ir al diablo".

"Lo único que nos falta es que saquemos la bandera argentina y pongamos la
del FMI", observó Avelín.

Singh se reunió en su segunda visita con el presidente Eduardo Duhalde,
ministros, legisladores, gobernadores provinciales, líderes de la oposición,
sindicalistas, empresarios y banqueros, y formuló en sus recomendaciones
finales por escrito lo que cada uno debería hacer y decir.

Uno de los documentos elaborados para el caso argentino por Singh, de
nacionalidad india, recomienda en sus líneas iniciales que "un alto
funcionario del gobierno debería hacer una extensa declaración explicando
los siguientes puntos".

El jefe del Departamento de Operaciones Especiales del FMI señaló, ante un
grupo de periodistas a los que recibió la semana pasada en un despacho del
Ministerio de Economía, lo que debería hacer Argentina para evitar "un
futuro penoso".

El FMI afirma que Argentina debe reducir drásticamente el déficit fiscal,
restringir la emisión de dinero y eliminar los bonos emitidos como valor de
cambio en algunas provincias y que hoy representan más de un tercio del
circulante.

Esas condiciones permitirían a Argentina, si bien aún no se conocen
oficialmente cifras, acceder a un desembolso de 9.000 millones de dólares
que se utilizarían para cancelar intereses de la deuda con organismos
multilaterales de crédito.

El FMI también exige la derogación de leyes como la que regula las quiebras,
que permitió suspender temporariamente las ejecuciones debido a la crisis,
lo cual afectó la capacidad de los bancos para cobrar sus deudas.

Otra ley cuestionada por el organismo es la de subversión económica, por la
que han sido perseguidos banqueros sospechosos de fomentar la salida ilegal
de divisas del país.

El Poder Ejecutivo parece dispuesto a aceptar las condiciones del FMI para
obtener un crédito y tener así un respiro en medio de la crisis, pero el
discurso favorable a nuevos ajustes para poner en marcha la economía ya no
encuentra tantos adeptos como hace dos años.

La recesión que se arrastra desde fines de 1998 se agudizó desde enero y el
desempleo oficial ya supera 23 por ciento. Pronósticos privados coinciden en
que la caída del producto interno bruto para este año será superior a 10 por
ciento.

Siete de cada 10 argentinos consultados por la encuestadora Catterberg y
Asociados creen hoy que un acuerdo con el FMI --en que el gobierno tiene
puestas todas sus esperanzas-- sólo servirá para que la situación económica
siga igual (32 por ciento) o empeore (40 por ciento).

Catterberg preguntó a los encuestados si "es necesario hacer una política
independientemente de lo que opine el FMI" o "seguir a ese organismo para
conseguir ayuda". Sesenta y tres por ciento se inclinaron por la primera
opción, 28 por ciento por la segunda, mientras que 11 por ciento dijo no
saber qué contestar.

Por otra parte, la proporción de los entrevistados por la encuestadora
Graciela Rohmer que creen necesario para el país desarrollar un programa
económico propio aun en contradicción con las recomendciones del FMI pasó de
44 por ciento en 1999 a 75 por ciento en 2002.

Marcó del Pont, funcionaria del Ministerio de la Producción convocada apenas
comenzó el gobierno de Duhalde en enero, renunció hace dos semanas a su
cargo por discrepancias con la insistencia oficial en aceptar las
recomendaciones de ajuste del FMI a pesar de la necesidad de reactivar la
economía.

La economista sostuvo esta semana que, si se sigue el camino señalado por el
FMI, en pocos meses se profundizará la recesión económica y habrá nuevas
dificultades para cumplir con las metas fiscales, dada la caída de la
recaudación impositiva. Finalmente, advirtió que la crisis puede arrastrar
también al gobierno.

Duhalde fue designado por el Congreso el 1 de enero para completar el
mandato inconcluso del renunciante Fernando de la Rúa, quien abandonó el
cargo el 20 de diciembre en medio de una ola de convulsión social, política
y económica sin precedentes en este país.

Poco antes de renunciar, el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo
ordenó restringir la salida de depósitos de los bancos. Al principio, se
preveía limitar la medida a tres meses, pero luego se la mantuvo con mayores
restricciones y aun con pérdidas para los ahorradores a causa de la
depreciación del peso en enero.

El sucesor de De la Rúa, Adolfo Rodriguez Saá, anunció el cese del pago de
la deuda pública y renunció en dos semanas por falta de apoyo a sus
propuestas.

Entonces asumió Duhalde que, entre sus primeras medidas, derogó el régimen
de convertibilidad que había determinado durante 11 años la paridad del peso
con el dólar, devaluó la moneda y lanzó una serie de impuestos a la
exportación.

El FMI había reclamado esas medidas a Cavallo, sin éxito, y Duhalde creyó
que al disponerlas lograría que el organismo se dispusiera a brindar ayuda
como lo hizo ante las crisis de otras economías emergentes en los años 90,
como México, Rusia o Brasil.

Pero el FMI estableció entonces nuevas exigencias, que aún hoy demoran el
acuerdo.

Así, a iniciativa del FMI, Duhalde pasó de un sistema de cambio controlado a
uno libre, y entonces el peso, la moneda nacional, cayó. Hoy, el dólar
cuesta casi tres pesos, las exportaciones están bloqueadas por falta de
financiamiento y la economía se mantiene paralizada.

La crisis social, lejos de aplacarse, se profundizó con la devaluación, que
causó un aumento inmediato de precios. Con salarios congelados e incluso
rebajados en numerosos casos debido a la recesión, la inflación se
constituyó ahora en una nueva bomba de tiempo que amenaza la estabilidad del
gobierno.

En este contexto, Duhalde y el ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov,
concentraron su estrategia en lograr un acuerdo con el FMI que permitiría
cancelar vencimientos de la deuda pública, liberar fondos a planes de
asistencia social y, además, obtener un aval del organismo.

Pero la negociación se alarga y cada vez son más los que, como Marcó del
Pont, exigen dejar de lado al FMI y, sin romper lanzas con el organismo,
poner en marcha un programa propio de desarrollo. "Ningún dato objetivo
indica que un nuevo acuerdo serviría para dar paso a la reactivación",
señaló la economista.

"En mi opinión, Argentina tendría que plantearse seriamente un programa
alternativo sin la ayuda del FMI", remarcó.

Del mismo modo, el economista Marcelo Lascano, de la Universidad de Buenos
Aires, dijo que Singh, quien retornará a Washington este miércoles, actúa "
como un virrey" porque el gobierno carece de programa económico. "El
problema no es de Singh sino de la clase dirigente argentina", concluyó
(FIN)


Nello

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possible

www.peacelink.it/tematiche/latina/latina.htm

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