ECUADOR: comunicaz. Diritti Umani "PlanColombia"



Comunicación pro derechos humanos
SUCUMBIOS - ECUADOR

Nueva Loja, 18-02-02.-  Este lunes el país amaneció con la noticia de
un nuevo paro progresivo de la ciudadanía en Sucumbíos y
Orellana frente a la desatención estatal y a la prepotencia de las
empresas petroleras del Consorcio OCP.

Los cantones de Cascales y Lago Agrio abrieron estas jornadas que,
para la Asamblea de la Sociedad Civil de Sucumbíos, son inevitables
por la incapacidad del Gobierno para solucionar las demandas básicas
que ha hecho la población y los gobiernos locales.

Los problemas de Sucumbíos no comenzaron con el "plan Colombia"
ni con las obras de la "OCPLimited", todo lo contrario, son fruto de
una guerra económica, social y política que lleva cuarenta años.

El Colectivo Pro Derechos Humanos, solidario con la causa de las
provincias nororientales, ofrece un comentario que invita a mirar las
raíces de la problemática .
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Comentario:
FRONTERA NORORIENTAL DEL ECUADOR:
la guerra comenzó antes del "Plan Colombia"

Hacia los años '70, hubo gente que descubrió la existencia del Oriente
ecuatoriano debido al inicio de la época petrolera. Hoy, muchas
personas descubren Sucumbíos porque la crónica roja se ha encargado de
ponerle en primera plana, sobre todo después que arrancó el llamado
"Plan Colombia"

Ni el Oriente comenzó con la época petrolera ni los problemas de
Sucumbíos nacieron con el "Plan Colombia". Merece la pena buscar las
raíces de los acontecimientos. En Sucumbíos existe  una antigua crisis
social y económica que revela una guerra que comenzó antes del "plan
Colombia". Guerra de baja intensidad contra la población nororiental y
a la cual se suman las fumigaciones y las incursiones militares de los
últimos meses. Guerra cruel y sin pausa.

La guerra comenzó hace 40 años cuando el Estado ecuatoriano decidió un
desaforado proceso de explotación petrolera, entregó inmensos
territorios a empresas transnacionales y les dejó en total libertad de
exploración y explotación, incluyendo libertad de contaminación del
suelo, del agua y del aire, sin ley ni inventario. Contaminación que
ensucia la naturaleza sin remedio y que enferma y mata a la gente en
silencio.

Guerra desde el Estado Ecuatoriano porque más de 40 mil millones de
dólares explotados del subsuelo nororiental han ido, de forma directa
e inapelable, a los bolsillos de las transnacionales, a los bancos
suizos y estadounidenses, a las manos de los testaferros nacionales, a
las de los políticos y funcionarios complotados para legalizar el
saqueo del recurso natural no renovable.

Guerra porque la construcción de las instalaciones, la exploración y
explotación petrolera, en 40 años y, también ahora, con el Oleducto de
Crudos Pesados (OCP) se han basado en la imposición y la
militarización, en el chantaje, el engaño y la represión de las
comunas y recintos de la región.

Guerra interna y anterior al "Plan Colombia", en la que el consorcio
OCP no tiene reparo en propiciar la represión o la desestabilización
contra quienes no aceptan sus condiciones. Guerra en la que los nuevos
inversionistas del petróleo pagan salarios de hambre a los
trabajadores y quieren alzarse con el santo y la limosna a cambio de
compensaciones miserables frente a los miles de millones de dólares
que su ambición espera lucrar en las próximas dos décadas.

Guerra política porque junto con las políticas explotadoras del
petróleo se ha pisoteado la dignidad de las provincias nororientales.

Guerra económica y social, porque en el Ecuador, las provincias
nororientales están a la cabeza de los índices de pobreza y
desnutrición, de las tasas de mortalidad materna y de enfermedades
prevenibles. Guerra inhumana porque la pobreza y el hambre matan igual
que las balas y los misiles.

Guerra anterior a las fumigaciones indiscriminadas del "Plan
Colombia", porque los precios del café, del maíz y del arroz,
productos del pequeño agricultor, bajan y bajan sin tope. Un quintal
de café está saliendo al mercado a menos de un dólar y el campesino
prefiere "tirar el producto al camino antes que regalar su trabajo
porque ese precio no cubre ni el pasaje". Guerra económica porque el
Estado ecuatoriano es incapaz de proteger al agricultor pero, protege
y mima a los banqueros corruptos.

Guerra económica porque la dolarización, a pesar de las interesadas
declaraciones oficiales, ha venido arruinando la economía familiar, el
pequeño comercio, el turismo y el crecimiento económico de la región.

La guerra comenzó antes del "Plan Colombia" porque a pesar de los
altos ingresos brindados por la región al país, la mayor parte de la
población no tiene agua potable ni carreteras ni electrificación ni
alcatarillado ni servicios de basura ni educación digna ni servicios
de salud adecuados.

Guerra de baja intensidad  porque Sucumbíos y Orellana tienen menos
del  50% de energía eléctrica necesaria, por culpa de la corrupción en
la empresa eléctrica regional, dependiente del Fondo de Solidaridad,
institución manejada por el Gobierno nacional.

La guerra contra la región comenzó antes del "Plan Colombia" y se
profundiza con el éste.

La guerra atizada durante 40 años se profundiza porque las
fumigaciones afectan más a la salud de la gente y ponen en jaque -más
que antes-, la seguridad alimentaria de las familias de la frontera.

La guerra se profundiza porque la frontera no detiene a las bandas de
sicarios ligados que, solo en enero del 2002, han asesinado a 12
personas en Sucumbíos, que se suman al centenar de muertos del 2001, a
los secuestros, robos y atentados criminales, como el perpetrado
contra el Prefecto provincial. Guerra en la que hay un velo de
misterio sobre los autores y móviles de muertes y atentados, misterio
que huele a impunidad;  misterio que también rodea a los dos atentados
contra la Policía de Sucumbíos en el 2001, explicados brevemente como
"retaliaciones" de delincuentes.

La guerra en Sucumbíos se agrava con el "Plan Colombia" porque los
ejércitos de ambos países y los  grupos armados de Colombia, ponen
entre la espada y la pared a las comunas y recintos, a los hombres y
mujeres civiles. Se agrava porque entre el oleoducto y la línea de
frontera colombo-ecuatoriana residen más de cien mil personas en
riesgo de quedar desamparadas en una "tierra de nadie" en nombre de
"guerra contra el terrorismo" y la "seguridad de los grandes objeticos
nacionales".

Cien mil personas atrapadas entre los planes de guerra de Estados
Unidos y la seguridad nacional para las instalaciones petroleras en
Sucumbíos.

La guerra no comenzó con el "Plan Colombia" ni es exclusiva
responsabilidad de los gobiernos de Estados Unidos y Colombia. La
historia regional no puede ser desconocida u olvidada. El precio del
olvido sería el indulto para la responsabilidad del Estado nacional
-mejor-, de la sociedad nacional.

El Estado ecuatoriano y los gobiernos de los últimos 40 años deben
responder por la guerra crónica contra la población de la región
nororiental. Responder no es decir que las fumigaciones son
inofensivas. Responder no es ofrecer obras de desarrollo que nunca
llegan o que llegan a cuentagotas mediante la UDENOR o la USAID y sus
aliadas. Responder no es decir que las incursiones de militares
colombianos en territorio ecuatoriano son inventos de los afectados.

El Estado del Ecuador, garante de derechos según la Constitución y
Estado suscriptor de la Declaración Universal de Derechos Humanos,
debe responder por la guerra de cuatro décadas contra la población del
nororiente. Debe responder porque la guerra se profundiza con el "Plan
Colombia".

El Estado ecuatoriano debe responder.

Carlos Terán Puente
Coordinador PRODH - ECUADOR
____________________________________FIN DE LA NOTA.