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AMERICA LATINA-ESTADOS UNIDOS:El derrumbe de las expectativas
- Subject: AMERICA LATINA-ESTADOS UNIDOS:El derrumbe de las expectativas
- From: "Nello Margiotta" <animarg at tin.it>
- Date: Sun, 30 Dec 2001 01:57:55 +0100
Jim Lobe WASHINGTON, 28 dic (IPS) - América Latina tenía buenos motivos para esperar que la elección de George W. Bush a la presidencia de Estados Unidos marcara el fin de la negligente actitud que tuvo el gobierno de Bill Clinton ante la región. Además de ser gobernador de Texas, un estado fronterizo con México, Bush prometió en su campaña electoral que daría a América Latina un lugar destacado en su agenda. "Si me convierto en presidente, el sur no será una idea tardía, sino un compromiso fundamental", declaró en Dallas antes de las elecciones de noviembre de 2000. Otras señales también eran auspiciosas. El presidente de México, Vicente Fox, fue el primer mandatario extranjero a quien visitó Bush, quien describió los lazos con México como "nuestra relación más importante". Siete presidentes latinoamericanos fueron recibidos en la Casa Blanca en los primeros seis meses de gestión de Bush, un número sin precedentes. Esas invitaciones parecieron confirmar la atención que el nuevo mandatario había prometido para la región. A cada uno de los visitantes Bush repitió que daba prioridad a la negociación del acuerdo del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), una meta también señalada en la tercera Cumbre de las Américas, celebrada en abril en Québec, Canadá. Pero América Latina parece haber desaparecido para Estados Unidos luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre contra Nueva York y Washington. "Es como si hubiéramos dejado de existir el 11 de septiembre. Y más lo sentimos más porque Bush elevó nuestras expectativas", dijo en Washington un diplomático latinoamericano que pidió el anonimato. A juicio de los críticos de Estados Unidos, la política latinoamericana de Bush, incluso antes de septiembre, ha sido "pasiva", "indiferente" y "de retirada". El mayor símbolo de esa actitud fue la designación de Otto Reich como subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, la más alta posición en el gobierno en relación a América Latina. La confirmación de Reich debe ser decidida por el Senado, y está bloqueada desde hace meses por varios demócratas. Incluso algunos senadores republicanos solicitaron en privado a la Casa Blanca la designación de un reemplazante. Reich, un cubano-estadounidense anticastrista, fue acusado por investigadores del Congreso (legislativo) de lanzar una campaña propagandística ilegal a favor de los "contras" nicaragüenses desde el Departamento de Estado (cancillería) durante el gobierno de Ronald Reagan (1980-1988). Pero Bush, bajo presión de la comunidad cubano-estadounidense y otros sectores que representan a sus electores más conservadores, se niega a dar marcha atrás e incluso considera decretar un "receso de designación" que mantendría a Reich durante un año en su puesto sin la confirmación del Senado. "Bush se está permitiendo ser el rehén de electores extremistas al costo de los intereses nacionales de Estados Unidos en América Latina", advirtió un diplomático estadounidense retirado. Michael Shifter, de la institución investigadora con sede en Washington Diálogo Intercamericano, señaló que "quedarse con Reich es una señal de que América Latina no es considerada una prioridad". "Dados los acontecimientos en el hemisferio, es sumamente importante que el puesto sea ocupado por alguien con un mandato real", agregó Shifter, que está especialmente preocupado ante ls situación de Argentina y de algunos países andinos. Washington se limitó en el caso de Argentina a un papel pasivo y confuso en el último año, mientras la economía de ese país se desintegraba, sostuvo Shifter. Tras negarse a rescatar a Argentina a comienzos de 2001, el gobierno estadounidense cambió de opinión abruptamente y respaldó un préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI). Luego volvió a alterar su rumbo, contribuyendo con su prescindencia al colapso económico y social que determinó la dimisión de Fernando de la Rúa y su reemplazo por el presidente interino Adolfo Rodríguez Saá. Las declaraciones del secretario del Tesoro, Paul O'Neill, sobre la historia de Argentina y su responsabilidad por la crisis contribuyeron a la percepción de que Washington es básicamente indiferente ante la grave situación que atraviesa su aliado más cercano en América del Sur. "Lo sucedido en Argentina planteará preguntas profundas sobre el modelo económico que tanto promovió Washington. Las consecuencias políticas pueden ser grandes y se harán sentir en las elecciones de octubre en Brasil y en todo el continente", predijo Shifter. En Colombia, tras el aumento de la ayuda militar estadounidense en los últimos 18 meses, la guerra civil se hizo más violenta, y aumenta el poder de los paramilitares de derecha, a los que el propio secretario de Estado Colin Powel calificó a comienzos de este año de organización terrorista. El plan de paz de presidente Andrés Pastrana se empantanó, en parte socavado por legisladores republicanos de línea dura que llenaron el vacío político creado por la indiferencia del gobierno. A la vez, informes de regiones productoras de coca indican que el gobierno de Pastrana pierde popularidad entre los campesinos y que sólo ha logrado triunfos marginales en el combate contra la cocaína. En Perú, el presidente Alejandro Toledo, cuya elección fue considerada uno de los logros de la diplomacia estadounidense en la región, pierde popularidad en las encuestas. También aumentan las informaciones sobre el incremento en Perú de los cultivos de coca. A diferencia de Perú, Venezuela concitó la atención del gobierno estadounidense, al menos tras las críticas declaraciones del presidente Hugo Chávez contra la guerra antiterrorista lanzada por Bush como respuesta a los atentados de septiembre. Washington llamó a comienzos de noviembre a consultas a su embajadora en Venezuela, Donna Hrinak, para insinuar que se agotaba su paciencia ante Chávez. Pero su política frente a Venezuela aún no está clara, mientras disminuyen en ese país los ingresos del petróleo y la opinión pública se polariza entre Chávez y la creciente oposición. Mientras, el presidente mexicano Fox debió renunciar, después del 11 de septiembre, sus esperanzas de lograr un acuerdo de inmigración con Washington como un preludio de reformas de largo alcance del Tratado de Libre Comercio del América del Norte (TLCAN), que une a los dos países y a Canadá. Fox no logra la atención de Estados Unidos, y quizás pudiera hacerlo sólo si aumentara los controles en la frontera como colaboración con la campaña antiterrorista. Su programa de reformas se estancó en el parlamento y la economía está en retroceso. Bush obtuvo este mes la aprobación de la Cámara de Representantes de su pedido de "vía rápida" para negociar el ALCA. Pero el mensaje a los futuros socios en el ALCA fue ambivalente pues, para lograr una votación favorable, debió imponer medidas de protección a la producción estadounidense de acero, cítricos, azúcar y textiles, en perjuicio de exportadores caribeños y latinoamericanos. Tampoco ha logrado el presidente antes del receso legislativo, comenzado la semana pasada, la prórroga de la ley de preferencias comerciales para los países andinos que apoyan la lucha contra las drogas. Estos hechos plantean en América Latina "serios interrogantes sobre la actitud proteccionista de Estados Unidos y acerca de la actitud de Bush", advirtió Shifter. Nello change the world before the world changes you www.peacelink.it/tematiche/latina/latina.htm
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