Argentina: continuano i cacerolazos



Un cacerolazo que comenzó espontáneamente en todo Buenos Aires convergió
sobre Plaza de Mayo y terminó en festejo a la una y diez, cuando se conoció
la renuncia de Carlos Grosso a su puesto de asesor en la Presidencia. Gritos
contra Menem, contra la Corte y contra "los ladrones".

Condena: "Esta es la Corte que acaba de tirarse contra los fallos que
ordenaban levantar el corralito", era una de las explicaciones.


Por Martín Granovsky (Pagina 12)

 La clase media porteña protagonizó anoche un tercer cacerolazo, ubicado por
importancia entre el primero y el segundo de la semana pasada, igual de
espontáneo por la forma en que ascendió la protesta pero más heterogéneo por
los reclamos. Cada cual salió por un motivo propio, pero tres elementos
unificaron a todos: la crítica a la designación de políticos corruptos, el
corralito para depósitos y salarios y la irritación que produce la
existencia de una Corte Suprema desacreditada. El Gobierno debió enfrentar
la protesta con una medida concreta, y esta misma madrugada produjo la
salida del ex intendente Carlos Grosso a su puesto de asesor en la
Presidencia.
Poco después de la medianoche ya estaba llena media Plaza de Mayo con
familias enteras provistas de cacerolas y tachos, mientras miles de
automovilistas hacían sonar la bocina. No había consignas organizadas, y
menos consignas políticas. La gente descansaba a medida que iba llegando a
la plaza y a veces golpeaba los tachos. Muchos jóvenes.
-Ladrones, ladrones... -se escuchó desde un grupo que portaba una bandera
argentina, la única identificación en el lugar.
Nadie convocó al nuevo cacerolazo, que parece haber comenzado, igual que los
anteriores, en Belgrano, para extenderse a Palermo y luego ser imitado en
toda la ciudad.
"Esto es contra Menem", fue una de las frases recogidas por este diario en
Plaza de Mayo.
Un señor parado delante, frente a la Casa Rosada, enarbolaba una pequeña
pancarta: "Llevé mi plata al banco para que me la cuiden, no para que me la
roben".
"Que se vayan todos", pedía un grupo.
"Abajo la Corte Suprema", era otro de los reclamos. Los gritos contra la
Corte ya se habían escuchado en el cacerolazo anterior. Al consultar por
mayores precisiones, este diario recogió varias explicaciones:
 "La Corte es la que liberó a Menem".
 "No podemos confiar en la Justicia con una Corte como ésta, y sin confianza
en la Justicia no hay república".
 "Esta es la Corte que acaba de tirarse contra los fallos que ordenaban
levantar el corralito".
En muchos departamentos bastó que alguien iniciara el golpeteo de una
espumadera para que los vecinos prendieran todas las luces y salieran,
primero a los balcones y después a la calle.
En el Viaducto Carranza, entre Palermo y Belgrano, Marcela, psicoanalista,
contó a Página/12 que salió a la calle porque escuchó ruido de metales.
-Fui a los cacerolazos anteriores porque Cavallo era lo peor -dijo mientras
su hijita se divertía golpeando su propia cacerola.
Dijo no estar en contra del gobierno de Adolfo Rodríguez Saá pero sí de
algunas designaciones.
-No puede ser que Grosso esté de nuevo. Y no puede ser que encima haga
declaraciones arrogantes sobre su inteligencia -dijo, y contó que en los
últimos no solo disminuyeron sus ingresos. También se quejó de que la
mayoría de sus pacientes le pagan en Lecop o Patacones.
La idea de que la nueva moneda, el Argentino, será como "papel pintado",
sobrevoló las críticas de anoche.
En Seguí y República Arabe Siria, los vecinos de un edificio bajaron a
protestar a la calle.
"Protesto contra todos, y no quiero a ningún político", dijo una profesora
de chicos discapacitados.
"No lo quiero a Grosso", dijo un señor.
"Me van a pagar en Argentinos", se anticipó el portero de uno de los
edificios.
Y una señora gritó: "Que nos dejen sacar los depósitos". En Recoleta, frente
al departamento que ocupa en Buenos Aires el Presidente en ejercicio, otra
señora recordó:
-Yo estuve hoy a la mañana en el HSBC de la Avenida Callao y la ambulancia
del SAME tuvo que aparecer tres veces, porque la gente se descomponía.
A su lado apareció otra queja:
-Estamos pareciéndonos a Cuba, señor -dijo uno, y no explicó por qué. Juan
Carlos, 58, taxista, vive en Palermo Viejo. Cuando estaba saliendo con el
taxi, vio que había un cacerolazo y paró:
-Para que sepan los políticos que no pueden hacer lo que quieran -explicó,
luego de informar que casi no levantaba pasajeros y que en las próximas
elecciones no votará.
En Charcas y Coronel Díaz Lidia, 38, maestra, dijo que estaba allí "contra
María Julia, contra Matilde Menéndez, contra Grosso y contra Menem". Explicó
que "aunque Rodríguez Saá hizo bien cuando bajó su sueldo a tres mil pesos y
anunció que venderá los autos oficiales, los corruptos volvieron".
Una psicóloga de Barrio Norte escuchó ruidos por Pueyrredón, dejó a su bebé
de 10 meses en la cuna y empezó a golpear. Automáticamente la acompañó todo
el barrio.
-¿Por qué?
-Por el gabinete lleno de corruptos, porque no nos dejan sacar la plata,
porque hacen internas cuando el país se incendia y porque hacen internas sin
pensar en la gente -dijo sintética, tras señalar que su nombre no importaba
en esta historia.
"Menem, andate a Chile, lejos", gritaba una señora en Plaza de Mayo. "No
tengo trabajo y tengo un hijo discapacitado, que se vayan todos."
-Los ladrones se tienen que retirar. No tienen nada que hacer acá -gritaba
un señor.
En la Casa Rosada había una luz prendida en el balcón superior. En Economía
había cinco o seis oficinas iluminadas en el quinto piso. En la Plaza,
bicicletas, mucha gente en bermuda.
Poco antes de la una, más gente seguía llegando a la plaza. Esta vez, a
diferencia de la anterior, no estaban Fernando de la Rúa ni Domingo Felipe
Cavallo, tampoco se trataba de un fenómeno tan extendido por el país ni
seguía a saqueos en el Gran Buenos Aires y en Rosario.
La semana pasada el cacerolazo terminó de cocinar a un gobierno. Ahora,
¿cuál será el menú? ¿La renuncia de algunos funcionarios como pasó anoche
con Grosso? ¿Una política económica que se desprenda de la ilusión de una
devaluación encubierta? ¿El relevo de la Corte? La protesta, teñida de a
ratos de un tono francamente antipolítico, es difícil de interpretar en un
solo sentido. Pero lo que está claro es que nadie podrá ignorarla. Ni
Rodríguez Saá.



Nello

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