Venezuela: libro di Steffan su Chavez



Hugo Chávez, con Bolivar y el pueblo
Heinz Dieterich Steffan
Debate Abierto

Reproducimos aquí el prólogo del libro Hugo Chávez con Bolívar y el Pueblo
de Heinz Dieterich, en estos momentos en que se desarrollan las elecciones
para la elección de la asamblea constituyente en Venezuela [artículo
publicado a principios del año 2000] es fundamental comprender el
significado del movimiento que encabezado por Chávez. Porque, como afirma el
autor, "en la patria de Bolívar ha nacido una nueva esperanza
latinoamericana: la revolución democrática del pueblo".

!Viva el mestizaje, abajo los puros!, resumía mis sentimientos aquella
madrugada del 25 de marzo, cuando salía del Palacio de Miraflores en
Caracas, no lejos de la casa donde Simón Bolívar nació para liberar a las
hoy balcanizadas repúblicas de Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia y Venezuela.
Había dialogado largamente con el "hijo espiritual" de El Libertador, el
Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, ex militar, ex preso político y
Presidente en funciones de la República de Venezuela.

!Viva el mestizaje! O, lo que es lo mismo: !viva la dialéctica concreta!
Aquella que sabe unir sabiamente los polos extremos de la realidad en una
nueva creación menos violenta, menos excluyente, más humana y "lo que no es
lo de menos", frecuentemente también, más eficiente.

Es esta calidad de lo "real maravilloso", que tiene sus espejos literarios
en las obras de Miguel de Cervantes, Alejo Carpentier y García Márquez- que
ha producido nuevas luces revolucionarias en Nuestra América: el Teniente
Coronel Hugo Chávez en Venezuela, el Comandante Guerrillero Manuel Marulanda
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Subcomandante
Marcos en las montañas del sureste mexicano, entre múltiples otras anónimas.

Por cierto que esta pequeña reflexión constituye un elogio a la dialéctica
concreta, es decir, a la epistemología (teoría del conocimiento) del mundo;
mas, de ninguna manera, a la reificación e idealización acaramelada del
concepto que encontramos tanto en los profesores de literatura
latinoamericana del Primer Mundo y en los turistas de la aventura sexual que
vienen a América Latina en busca de lo exótico-diferente, como en los
antropólogos paternalistas que llegan a estudiar la inocencia del buen
salvaje.

Es preciso distinguir entre lo real maravilloso como epistemología y su
realidad virtual creada por la industria turística transnacionalizada,
porque de la época encantadora de la Buenos Aires tanguera,
burgués-revolucionaria y letrada de los años cuarenta y cincuenta; de la
belleza de "la región más transparente del mundo", la Ciudad de México con
sus palacios, templos y mariachis y de la brillante cidade maravilhosa de
Río de Janeiro, han quedado sólo algunas reminiscencias de esplendor del
pasado, como las Cumbres de Machu Pichu cantadas por el gran Pablo Neruda.

Sólo han quedado tristes recuerdos y sombras de esa época de oro de América
Latina, porque el capitalismo mundial y las elites cipayas realmente
existentes se encargaron de acabar con ella.

Por eso, lo real maravilloso ha tenido que refugiarse en el siglo de las
luces de Alejo Carpentier -la inseparable unión de lo real, lo surreal y lo
irreal- que ha producido en su crisol preferido, el latinoamericano, un
líder como Hugo Chávez, cuya personalidad se resiste a ser retratada con
pincelazos de blanco y negro, como le gustan al pensamiento que se ha
cobijado en los extremos. Un militar es represor o populista, nunca puede
ser amigo del pueblo, dijo una célebre Madre de la Plaza de Mayo, cuando fue
entrevistada sobre Hugo Chávez. Sin embargo, hay demasiados ejemplos de la
dialéctica de la vida que no concuerdan con ese juicio como para aceptarlo.

Allá están los ejemplos de militares, desde El Salvador hasta la Argentina,
que pasaron a la guerrilla para luchar contra las fuerzas de la represión; y
"del otro lado" tenemos las biografías de guerrilleros y militantes de la
izquierda que pasaron a la represión. Y tal fenómeno se ha dado no sólo en
el campo político, sino en el de la iglesia (el arzobispo Arnulfo Romero en
El Salvador, por ejemplo) y, de hecho, en todos los campos de la vida porque
es un elemento integral de ella y de su dialéctica.

De esta manera, producto del movimiento y del mestizaje, Hugo Chávez entra
en la arena de la historia, con su sueño juvenil de ser pitcher de las
grandes ligas de béisbol, tan sólo para ser convertido por la mano invisible
de la dialéctica en "pitcher" de la historia venezolana y creciente dolor de
cabeza del imperialismo gringo.

Difamado y combatido como "golpista" y "gorila" militar por la derecha, por
periodistas carentes de ética o cerebro -ambas especies sobran en los medios
de comunicación- y por mentes dogmáticas, el autorretrato del Comandante da
fe del complejo de mestizaje de ideas y elementos que se encarnan en él.

Ese licenciado en ciencias militares y sociales dice que no es "marxista, ni
antimarxista"; que Jesús no era esa figura bobalicona que ha creado la
nomenclatura eclesiástica, sino que el carpintero palestino fue crucificado
por ser revolucionario; muestra un pensamiento dialéctico, cuando formula
que Clausewitz tenía razón en definir la guerra como la continuación de la
política con otros medios y que, por lo tanto, hay que entender a la
política también como la continuación de la guerra con otros medios.

Razona el Comandante de manera secuencial y didáctica como el gran pensador
Fidel Castro; nació del pueblo y ha mantenido la cercanía con él, usando su
carisma para mantener ese vínculo esencial para el cambio; tiene humildad en
el trato con la gente, se pierde entre ella sin temor a un atentado y hace
sublimaciones de la realidad que llamamos "humor" y que, por un instante,
disuelven nuestra individualidad en una gran comunidad de entes solidarios
vibrantes, unidos entre sí.

Es, el Comandante y Presidente Hugo Chávez, pues, una nueva luz de esperanza
en la mediocridad y miseria del escenario político latinoamericano. Y cuando
hablo del Comandante Hugo Chávez hablo, por supuesto, del intelectual
orgánico, del intelectual colectivo Hugo Chávez que representa el espíritu
de generación y de décadas de lucha de entes políticos como Causa
Radical;hoy Patria para Todos- y otros partidos políticos y movimientos
sociales que componen el Polo Patriótico que es la gran alianza cívico-
militar que ha triunfado, por ahora, sobre el régimen corrupto de los
partidos oligárquicos COPEI y ADECO. COPEI, cuyos miembros se llaman
socialcristianos y que no tienen nada de social ni de cristianos, y la
ADECO, cuyos miembros se entienden como socialdemócratas y que, nuevamente,
no tienen nada de social ni de demócratas.

Ha aparecido un nuevo proyecto político en la Patria Grande, un nuevo
proyecto y una nueva fuerza largamente esperada. Porque, desde que los
jóvenes guerrilleros del Frente Sandinista de Liberación entraron
triunfalmente en Managua el 19 de julio de 1979, la política latinoamericana
había carecido de "nuevas luces" revolucionarias. La lucha de clases la
hacía la burguesía desde la altura de los gobiernos neoliberales, mientras
que las fuerzas populares no tenían expresión propia de vanguardia: ni en la
política real ni en el campo de las ideas. La historia latinoamericana la
escribieron las burguesías y el gran amo en Washington: primero con el
terror de las dictaduras militares y, seguido, con la "década perdida" de
los ochenta, a la cual tenemos que agregar ahora la década perdida de los
noventa.

La transición de los regímenes del terror a la "democracia" ocupó las
cabezas y fuerzas cabales de la generación marcada por la violencia física y
psicológica de las clases pudientes. Dominaba la inmediatez y la tiranía de
los horizontes más cercanos. El neoliberalismo inevitable era el nuevo muro
de Berlín y el pensamiento libertador parecía atrapado por los fantasmas del
pasado.

Restricción del pensamiento, quema del Judas de la fe y extirpación de la
esperanza fueron las Marcas Registradas (MR) de la cosecha ideológica que el
capital obtuvo con su terrorífico triunfo. No faltaban legiones de
escribanos stalinistas del Mundo Libre que reescribieron la historia de los
vencidos para acabar con la memoria "en donde ardía", como decía un título
de Miguel Bonasso.

Desde la fría claridad de la retrospectiva y de la historia era, por
supuesto, infantil regresar con los obispos, en lugar de quedarse con
Galileo, aceptando nuevamente que el globo terráqueo no se mueve. Pero había
razones poderosas de psicología colectiva para negarse a la epistemología y
caer otra vez en las ilusiones, engaños y mentiras de la vieja metafísica
del poder; convertirse, como diría Ortega y Gasset, en generación de
ruptura.

Sin embargo, los pocos que insistieron en la verdad de Galileo, en la verdad
del movimiento, empiezan a verse reivindicados en la actualidad. Casi
invisible, detrás del velo de los elogios de la derrota de los últimos
veinte años se estaban formando nuevas fuerzas de cambio, dispuestas a
desafiar el régimen de los obispos, de los oligarcas y del imperio que
asfixia a la Patria Grande.

Esas fuerzas subterráneas fueron capturadas con el lente mágico de Sebastião
Salgado en el Brasil, en una de sus primeras manifestaciones: largas
caravanas de hombres, mujeres y niños famélicos del campo, luchando en el
Movimiento dos Sem Terra (MST), para encontrar en la inmensa masa terrestre
del "Coloso del Sur" un trozo de tierra para sobrevivir.

Irrumpieron los hijos de Tiradentes en la gran verbena neoliberal del
Presidente Fernando Henríque Cardoso, aguando el vino de la fiesta del
vendepatria y de su séquito de tecnócratas y exizquierdistas modernizados.
Borrados de su lexicón globalizado los conceptos de Patria, pueblo y
dignidad, el profesor sociólogo no sabe acomodar esas criaturas de la tierra
en el agrobusiness brasileño, dominado por unas cuantas empresas
transnacionales y el dos por ciento de los dueños de la tierra, que llaman
propiedad suya el 51 por ciento del solar de la nación.

En las montañas del sudeste mexicano apareció otro epicentro de las fuerzas
subterráneas que sacuden la arquitectónica neocolonial de la Patria Grande.
"Ya basta" fue el grito de los indígenas rebeldes del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN), que entre pasamontañas y paliacates pronunciaron
dos palabras que estremecieron al mundo mexicano. "Mandar obedeciendo",
exigían a los gobernantes, resumiendo toda la filosofía política de la
democracia burguesa y superándola con un tratado de democracia participativa
del siglo XXI.

Montesquieu, Locke, Gramsci, Lenin, Rosa Luxemburgo en dos palabras: esencia
para ser desarrollada por estudiantes y ciudadanos en general, teoría y
praxis, sin necesidad de largos y aburridos tratados de nuestros profesores
academicistas de "ciencias" políticas.

Este es el panorama en que se integra la revolución democrática venezolana
del Polo Patriótico: es una nueva manifestación de la búsqueda de la
democracia real que la gente excluida y ética de la sociedad global realiza
con creciente intensidad. Es un eslabón importante entre la barbarie del
statu quo y la futura democracia mundial participativa, basada en una
economía planificada democráticamente, sin mercado, y en las decisiones de
las mayorías.

La civilización burguesa está llegando al fin de su ciclo histórico, porque
sus dos instituciones principales están estructuralmente agotadas: la
economía nacional de mercado y la democracia liberal. Ya no pueden ampliar
los espacios de autodeterminación, la calidad de vida y de sentido de vida
de las mayorías de la humanidad, porque el carácter plutocrático del sistema
lo impide.

Su lugar lo está ocupando el Nuevo Proyecto Histórico de las mayorías, del
cual las luchas del MST; del zapatismo, de las Madres de Plaza de Mayo, de
la revolución venezolana, entre innumerables otras, forman parte. Son el
nacimiento de la nueva sociedad que la partera de la historia;el movimiento
de las sustancias y, entre ellas, la más compleja: el ser humano y su
sociedad- realiza delante de nuestros ojos.

Pero no puede nacer lo nuevo sin que se desplace a lo viejo, y lo viejo se
está negando a morir.

Nuevamente, como en el proyecto de democracia real de Salvador Allende y del
Sandinismo, Estados Unidos está forjando una alianza con la oligarquía
interna venezolana, para abortar el proyecto popular. La pregunta que nace
de quinientos años de la historia latinoamericana es, porende:¿podrá
triunfar la revolución venezolana, donde la Unidad Popular y el Frente
Sandinista no pudieron?

En el campo de batalla entre oligarquía e imperialismo por una parte, y la
revolución bolivariana de Venezuela, por otra, hay cuatro factores de
importancia que obran a favor de los patriotas latinoamericanos.

El movimiento del Comandante Chávez tiene un apoyo en la población que es
superior al 60 por ciento de los ciudadanos; pero no sólo cuenta con esa
columna de poder, sino también con el control de las Fuerzas Armadas, cuyos
sectores medios y tropas están mayoritariamente con el proceso.

A esta sólida base interna se agrega una creciente división entre Estados
Unidos y la Unión Europea, por el control económico de América Latina. La
lucha entre los dos ladrones internacionales abre espacios de negociación
importantes para países débiles como son los latinoamericanos. Para ilustrar
esa sórdida lucha por la repartición del mercado mundial y la hegemonía
global, basten dos ejemplos: Francia ofreció a Venezuela apoyo económico y
político, si este país cambiara el 75 por ciento de su deuda externa,
denominada en dólares, a euros; e Inglaterra ofreció apoyo internacional
contra un eventual fraude oligárquico en las elecciones presidenciales.

El avance de la guerrilla en Colombia, que ya constituye un auténtico poder
dual en el sentido de Lenin, es otro factor que obra a favor de la
revolución venezolana. Estados Unidos no sabe cómo controlar un movimiento
político-militar de liberación nacional con un ejército de 20 mil hombres y
mujeres y, por lo mismo, no le conviene abrir un nuevo frente de conflicto
con un país vecino que dispone de la mayor reserva petrolífera del mundo y
una frontera común con Colombia de 2500 km.

Asimismo, la situación mundial con los conflictos no resueltos en Irak,
Serbia, Corea del Norte, etcétera, disipa las fuerzas militares del
imperialismo estadounidense y debilita su capacidad de abrir teatros de
operaciones bélicas en América Latina.

Todos estos factores no impiden que Washington decida destruir a la
revolución venezolana, intentando repetir sus éxitos en Chile y Nicaragua;
pero complican y harán más costosa una intentona de este tipo.

Existe un último factor a favor de la revolución bolivariana de Venezuela:
la solidaridad internacional. Todavía no existe. Hay que crearla. Este libro
es parte del intento de construir una red mundial de solidaridad con el
proceso.

El motivo para comprometerse en tal esfuerzo es sencillo. Hemos visto como
el imperialismo puso RIP a los grandes proyectos de democracia participativa
y latinoamericanista de la Unidad Popular en Chile y del Frente Sandinista
en Nicaragua. Hay que impedir que aquellos que son los auténticos golpistas
y "gorilas" del escenario internacional :los políticos, banqueros y marines
de la Casa Blanca- pongan otro certificado de defunción a un hermoso y
legítimo intento de la nación bolivariana, de construir una Patria para
todos: la Patria Grande de los pueblos.


Nello

change the world before the world changes you

www.peacelink.it/tematiche/latina/latina.htm