Venezuela: paese paralizzato dalle aziende e dai sindacati



VENEZUELA :
País paralizado por empresarios y sindicatos

José Zambrano

CARACAS, 10 dic (IPS) - La mayor parte de las actividades de Venezuela se
paralizaron este lunes, en respuesta a la huelga convocada por empresarios y
sindicalistas contra el gobierno de Hugo Chávez, mientras miles de
campesinos expresaban apoyo al mandatario en la capital del país.

El llamado a la huelga de Fedecámaras, que agrupa a los empresarios, fue
seguida por centenares de sus organizaciones afiliadas en todo el país y por
la Confederación de Trabajadores (CTV), la mayor central sindical,
destacándose en el paisaje urbano las autopistas vacías y los centros
comerciales cerrados.

Sin embargo, se mantuvieron en operaciones la industria petrolera, el
transporte aéreo y las oficinas públicas.

Chávez, autorizado hace un año por la llamada Ley Habilitante, aprobada por
el parlamento en el que su Movimiento Quinta República tiene mayoría,
decretó en noviembre 49 leyes de reforma económica, social y administrativa,
inmediatamente criticada con dureza por los empresarios y los partidos
tradicionales.

Los opositores consideran que las medidas de Chávez tienen un contenido
socializante, atentan contra el derecho a la propiedad y desestimulan la
inversión privada. También cuestionan que no fueron consultados, como
mandata la Constitución.

Fedecámaras hizo el llamado a la huelga hace tres semanas, exigiendo que
Chávez suspendiese la aplicación de esas leyes, a lo cual se rehusó, aunque
el mandatario pidió a su ministro de Defensa, José Vicente Rangel, que
instalase una mesa de diálogo.

Pero el llamado a la paralización de actividades pronto se convirtió en
puerta franca para un torrente de expresiones de oposición a Chávez.

Las principales de esas manifestaciones fueron la decisión de las grandes
empresas periodísticas de no poner en circulación las ediciones de este
lunes y la adhesión a la huelga empresarial de la mayoría de los sindicatos.

Una huelga con estas características tiene un solo antecedente en Venezuela,
como fue la detención de actividades realizada el 21 de enero de 1958 contra
el general Marcos Pérez Jiménez, el último dictador venezolano, derrocado
dos días después por un alzamiento cívico-militar.

La paralización de este lunes "fue un éxito, muy superior a 60 o 70 por
ciento de respaldo que esperábamos, pues llegó a 90 por ciento", dijo el
presidente de Fedecámaras, Pedro Carmona, quien pidió a Chávez rectificar su
política económica y social.

En todos los estados del país se cerraron las puertas de la mayor parte del
comercio, de la industria, de los bancos, se detuvo la actividad rural, en
las farmacias y clínicas privadas, el transporte terrestre y de ferry-boats,
las panaderías y las escuelas privadas.

Las leyes de Tierras, de Hidrocarburos, de Pesca, de Costas y de Registros
Públicos son las más cuestionadas por los propietarios rurales, agentes de
inversión, pescadores industriales y organizaciones, como la de abogados, en
respaldo de quienes se movilizaron empresarios y sindicalistas.

En respuesta a la huelga, Chávez llamó a los campesinos en su apoyo y
millares de ellos se concentraron en la plaza más céntrica de Caracas y en
Santa Inés, poblado de los llanos donde un general agrarista, Ezequiel
Zamora, combatió y murió hace siglo y medio.

Los dirigentes empresariales, sindicales, de partidos políticos
tradicionales y nuevos de tendencia liberal o de derecha prácticamente no se
daban abasto ante las consultas de la televisión y de las radios, llamando
unos al diálogo y otros a la abierta desobediencia civil.

Chávez contraatacó. Vestido con uniforme de fajina (es teniente coronel
retirado, pero nuevamente en servicio por ser comandante en jefe de las
Fuerzas Armadas), el presidente arengó a los campesinos: "Que se olviden los
oligarcas de que vamos a dar un paso atrás y traicionar al pueblo".

"Voy a dar un consejo a esta oligarquía inmoral y cobarde para que no se
vayan a equivocar. Han confundido nuestra bondad y amor por la democracia
con debilidad. Recuerden de dónde venimos", dijo Chávez, líder de una
asonada golpista de militares jóvenes, en febrero de 1992.

También llamó a "apretar las tuercas, porque no podemos permitir que
embochinchen (desordenen) al país", y evocó que algunos opositores plantean
su salida inmediata del poder, aún por la violencia. "Algunos andan soñando
con que a Chávez le van a dar un golpe de Estado".

El presidente advirtió: "Algunos oligarcas andan jugando a eso. Que no me
vayan a buscar en ese terreno, porque como que me llamo Hugo Chávez, lo
lamentarán toda su vida".

La respuesta de los convocantes a la huelga fue igualmente dura.

"Al que hay que apretarle las tuercas es a Chávez", dijo Carlos Fernández,
vicepresidente de Fedecámaras, mientras que José Luis Betancourt, presidente
del gremio de ganaderos, y José González, de los propietarios agrícolas,
llamaron a pasar a la fase de abierta desobediencia civil.

Carmona dijo que "las palabras de Chávez no nos amilanan, pero me causan
asombro, porque es una actitud desproporcionada. Si esa fuera la actitud
definitiva, estaría cerrando todos los caminos y eso no es lo que queremos".

Carlos Ortega, líder sindical socialdemócrata y presidente de la CTV, dijo
que la directiva de esa central se instalará este martes "en sesiones
permanentes, junto a otros sectores para presentar propuestas y medidas para
solventar esta situación explosiva de la República".

Al cierre de la jornada, Chávez promulgó en Santa Inés, en su natal estado
de Barinas, la ley de Tierras convertida en símbolo de un nuevo periodo
político abierto en Venezuela, marcado por un frontal enfrentamiento de
clases y sectores sociales.



Nello

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