Argentina: i lvoto isola de la Rua



Voto protesta aísla a De la Rúa y pone en jaque a Cavallo


BUENOS AIRES, 19 oct (AFP) - El mayoritario voto protesta en las elecciones
parlamentarias argentinas dejó esta semana huérfano de consenso al
presidente Fernando de la Rúa y alentó brotes de rebeldía en oficialistas y
opositores contra la política fiscalista ortodoxa del ministro de Economía,
Domingo Cavallo.

Un alud de sufragios en blanco, anulados y de partidos opositores, entre
ellas del renacido Partido Justicialista (PJ, peronista) produjo una de las
más grandes catástrofes electorales para un gobierno en ejercicio, antes de
cumplir dos años del mandato de cuatro.

Pero De la Rúa no lo interpretó como un hartazgo a tres años de recesión,
corrupción, rebajas de salarios y desempleo récord de 20%, por lo que
prometió redoblar su apuesta con más medidas de corte neoliberal, tras
confirmar en su puesto al ministro de Economía, Domingo Cavallo.

En la soledad de la cima del poder, De la Rúa tranquilizó a los argentinos
al decir que no habrá devaluación y que sería capaz de dolarizar antes que
abandonar la convertibilidad, el tipo de cambio fijo (un peso por un dólar)
sostenido por reservas en billetes verdes.

La convertibilidad sobrevivía así como el último lazo que une a la
desprestigiada clase política con la sociedad, divorciados a tal punto que
más de 10 millones de argentinos, un impresionante 42% del padrón, votó en
blanco, lo anuló o directamente se abstuvo de ejercer su derecho.

Las cámaras de senadores y diputados quedaron en manos del PJ y de hecho se
unieron a industriales, jefes de la central obrera CGT y rebeldes de la
agrietada Alianza para reclamar la renuncia del poderoso Cavallo y un viraje
de políticas.

"Cumplió su ciclo", dijo de Cavallo Raúl Alfonsín, senador electo, jefe de
la oficialista Unión Cívica Radical (UCR, socialdemócrata, el partido de De
la Rúa) y ex presidente de la transición democrática entre 1983-1989.

"¡Basta!, se tiene que ir", bramaron a coro en público gobernadores
provinciales del PJ y de la Alianza, puestos en pie de guerra contra el
ministerio de Economía para resistir los recortes a la distribución de 1.374
millones de dólares mensuales en impuestos.

Pero la dupla De la Rúa-Cavallo tomó el compromiso de honor ante los
mercados y el Fondo Monetario Internacional (FMI) de mantener contra viento
y marea al DFC, para lo cual deberá recortar fondos provinciales y aumentar
de 13% a 20% la poda de salarios públicos, medidas recesivas ambas.

La carta fuerte que intenta jugar Cavallo es la de un nuevo canje de la
pesada deuda pública de 132.000 millones de dólares (un 46% del Producto
Interno Bruto), pero los bancos y fondos de pensión son renuentes a
concederle una reducción de los intereses a la mitad.

En ayuda de los tenedores de bonos terció esta semana la calificadora
internacional Standard & Poor's, al amenazar con bajar la calidad de los
títulos canjeados al nivel de 'default selectivo'.

Entre la espada de los mercados y la pared de una sociedad que está agobiada
por los ajustes y la depresión, De la Rúa y Cavallo se encontraban hacia
finales de semana bajo fuego cruzado de peronistas y aliancistas, capaces de
asociarse en el Congreso para forzar un giro en la política económica.

Frío y distante, De la Rúa se mantenía en silencio sobre la anunciada
reforma del Gabinete, pero se perfilaba para anunciar un elenco cavallista
homogéneo.

Con la oposición soliviantada y oscuras perspectivas económicas, la
victoriosa fiesta delarruísta de hace dos años parecía convertirse esta
semana en una historia antigua, del siglo pasado.


Nello

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