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Yugoslavia



              JUZGAR A LA NATO POR CRÍMENES DE GUERRA
                         por  Sara Flounders
              Codirectora del International Action Center
          Coordinadora de la Comisión Independiente que investiga
     los Crímenes de Guerra de EE.UU y la NATO contra el pueblo yugoslavo
          [Traducción recibida por email; corregida por Lorenzo Peña]
                             ____________________

     Los Tribunales públicos sobre los crímenes de guerra de la NATO que han
tenido lugar en ciudades de todo el mundo, abren un espacio de lucha por el
futuro, por el del pueblo de Yugoslavia y por el del mundo. Constituyen un
desafío al poder. Ponen de manifiesto que las más poderosas fuerzas económicas
y militares del mundo tienen una cuenta pendiente.
     Sobre todo, los Tribunales han proporcionado, y siguen proporcionando, un
foro para que desarrollen su actividad las fuerzas políticas que han sido
capaces de soportar el aluvión de la propaganda de guerra en cada país. Los
Tribunales crean las bases para la colaboración contra futuras guerras
imperialistas, o amenazas de guerra.
               PLANIFICACIÓN Y PREPARACIÓN DE LA GUERRA
     En el Tribunal de Nürnberg, al declarar culpables a los generales nazis
por crímenes de guerra, los jueces hallaron que el mayor crimen, el crimen que
sobrepasa a todos los demás en culpabilidad, es el Crimen contra la Paz. A
saber: la premeditada planificación, preparación y ejecución de una guerra
ofensiva. Eso es lo que la NATO realizó contra Yugoslavia.
     La manipulación cínica por parte de los líderes de EE.UU/NATO de las
conversaciones de Rambouillet (Francia) constituye una prueba suficiente, por
sí misma, de que planearon y provocaron la agresión contra Yugoslavia.
     El Apéndice B de los acuerdos de Rambouillet --presentado a Belgrado sin
hacerlo público-- reconocía a la NATO el derecho a controlar puertos,
aeropuertos, comunicaciones, carreteras e instalaciones en toda Yugoslavia. Era
un documento de ocupación colonial.
     Yugoslavia recibió la orden de firmar. La alternativa era ser bombardeada.
No había posibilidad alguna de que ningún líder yugoslavo pudiera firmar un
documento de abyecta sumisión; se percataban perfectamente de ello Clinton,
Albright y compañía.
     Los líderes de EE.UU/NATO iniciaron la guerra por razones que nada tienen
que ver con «defender la democracia», «salvar a un pequeño país» o efectuar
«una intervención humanitaria». Los objetivos de la NATO en la guerra contra
Yugoslavia eran el control de los mercados, avanzar en posiciones geopolíticas
de fuerza y extender el dominio de las empresas. La guerra es la continuación
de la política por otros medios.
     Es útil situar esa «guerra humanitaria» en una perspectiva más amplia. El
Pentágono ha bombardeado veintidós países en los últimos cincuenta años; cuatro
entre agosto de 1998 y abril de 1999. Mientras se desarrollaba la guerra contra
Yugoslavia y se consolidaban las bases de la NATO en los Balcanes y a lo largo
de toda la Europa del Este, Washington continuaba bloqueando a Cuba e Iraq y
preparaba una nueva guerra contra el pueblo de Colombia.
                      UN PRETEXTO HUMANITARIO
     El pretexto de esa guerra era defender al pueblo de Kosovo. Muy por el
contrario esa guerra es, una vez más, una guerra de expansión, basada en una
nueva correlación de fuerzas. La cuestión fundamental es quién va a controlar
el territorio que constituyó el bloque socialista.
     La expansión de la NATO en Europa no tiene por objetivo salvar al pueblo
de Bosnia o de Kosovo. Es una lucha para determinar qué poderes económicos
controlarán el mercado de los Balcanes, de Europa del Este y de Rusia, quién
controlará el petróleo del Mar Caspio, quién controlará las carreteras y los
oleoductos.
[...]
                    MENTIRAS PARA JUSTIFICAR LA GUERRA
     El mismo guión que justificó el bombardeo de Bosnia por la NATO, la
imposición de los acuerdos de Dayton, la división y la ocupación imperialista
permanente de Bosnia, fue reciclado para justificar el bombardeo de Yugoslavia
y la ocupación de Kosovo. Acusaciones de masacres, violaciones, tumbas
colectivas y crímenes de guerra dominaron los medios de comunicación.
     Las funciones desarrolladas por las empresas mediáticas son parte
constitutiva de la maquinaria de guerra. Una busca en Internet reveló más de
1.000 historias escritas sobre masacres generalizadas, enterramientos
colectivos o limpieza étnica. Informaron que 500.000 kosovares habían
desaparecido y, presumiblemente, muerto. Otros reportajes hablaban de 100.000
masacrados y de que, al menos, 50.000 fueron enterrados en tumbas colectivas.
     Ahora, ellos admiten que todo fue mentira. No hay tumbas colectivas.
     Equipos de forenses procedentes de 17 países pasaron el verano entero
desenterrando 195 lugares. Encontraron 2.108 cuerpos. La mayor parte de ellos
estaban en tumbas individuales. Muchos de ellos fueron víctimas de los
bombardeos de la NATO. No había enterramientos masivos.
     En la primavera de 1999 se publicaron y emitieron --en Europa y en
EE.UU.-- vívidas y espeluznantes descripciones acerca de 700 cuerpos arrojados
a las minas de Trepca. No existe evidencia de que los yugoslavos hayan
perpetrado matanza colectiva alguna; menos aún del genocidio u holocausto de
los que fueron acusados.
     La pasmosa admisión de la inexistencia de esos hechos fue publicada en el
New York Times el 11 de noviembre de 1999 y en diferentes informes procedentes
de Carla del Ponte, Fiscal del Tribunal Penal Internacional para la antigua
Yugoslavia, sito en La Haya. Esa institución fue creada en 1993 por instigación
de Madeleine Albright y establecida por los países de la NATO para demonizar
a Yugoslavia y justificar la intervención occidental. No tiene nada que ver con
el Tribunal Internacional de Justicia ni su autoridad proviene de la Carta de
las Naciones Unidas. A pesar de haber admitido que no hay tumbas colectivas,
ni evidencia de genocidio, el Tribunal Penal Internacional no ha modificado su
acusación contra los oficiales yugoslavos, ni ha decidido acusar a ningún
oficial de la NATO.
     Esa sorprendente admisión de que no hubo genocidio será solamente una
pequeña nota histórica a pie de página, a menos que sea arrastrada a la luz del
día por movimientos de masas. ¿Sólo escribirán su historia los vencedores de
esa guerra? No, es esencial que se comprendan los verdaderos objetivos de esa
guerra y se desafíe la monstruosa propaganda.
     La estructura y los testimonios del Tribunal sobre los Crímenes de Guerra
de EE.UU/NATO se basa en 19 puntos de acusación escritos por el ex-Ministro
de Justicia de EE.UU, Ramsey Clark. El Acta acusa de perpetrar crímenes contra
la paz, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, al Gobierno de
EE.UU, al Presidente Clinton, a la Secretaria de Estado Madeleine Albright, al
Secretario de Defensa William Cohen y a los Comandantes Generales de la NATO,
así como a los Gobiernos de Gran Bretaña, Alemania e Italia y a cada uno de los
Gobiernos de países de la NATO que participaron en esa guerra.
     Los acusados violaron explícitamente los tratados de los cuales eran
firmantes: los Principios del Tribunal de Nürnberg, el Reglamento de La Haya
y la Convención de Ginebra. Han violado la Carta de las Naciones Unidas e
incluso su propio Tratado de la NATO.
                 LOS OBJETIVOS DE LA NATO FUERON CIVILES
     Los testimonios prueban que la NATO llevó a cabo una guerra sistemática
sobre la población civil. La Convención de Ginebra de 1949 prohíbe cualquier
bombardeo no justificados por una clara necesidad militar. Si existe alguna
posibilidad de que el objetivo tenga una función civil, está estrictamente
prohibido el bombardeo.
     Las bombas y los misiles de la NATO golpearon de forma aplastante a
objetivos civiles. Fue un cálculo consciente. Se ha confirmado que la NATO sólo
destruyó 14 tanques; frente a ello existe la evidencia de que las bombas de la
NATO cayeron sobre 328 escuelas y 33 hospitales.
     Una serie de artículos publicados los días 19, 20 y 21 de noviembre de
1999 en el Washington Post revelan que los generales estadounidenses que
dirigían los bombardeos de la NATO, golpearon premeditadamente objetivos
civiles en Yugoslavia con el fin de producir la presión más brutal posible
sobre su gobierno. El 15 de mayo del 2.000 el Newsweek ha confirmado que la
NATO alcanzó menos del 7% de los objetivos que inicialmente había proclamado.
La conclusión del Newsweek constata: «La lección de Kosovo es que se
bombardearon objetivos civiles, más allá de escrúpulos morales».
     Las mismas acusaciones que el movimiento entorno al Tribunal ha planteado
públicamente en mítines en EE.UU y en Europa son confirmados ahora por los
principales medios de comunicación.
     El Tribunal sostiene que la NATO es responsable por usar armamento
prohibido. Los bombarderos de la NATO lanzaron más de 35.000 bombas de racimo
y bombas de grafito. Proyectiles de uranio empobrecido dejaron además miles de
kilos de desechos radioactivos para envenenar el aire, el agua y el suelo de
la región entera.
               LOS TRIBUNALES ABREN UNA LUCHA POR EL FUTURO
     Abren un espacio de lucha por el futuro los debates públicos sobre los
crímenes de guerra de la NATO contra Yugoslavia, mantenidos este año en
diversos lugares de EE.UU y de Europa.
     Los Tribunales de los últimos 10 meses han revestido formas muy
diferentes, según la fuerza del movimiento de oposición. En 15 ciudades de
EE.UU, comenzando por la ciudad de Nueva York en julio de 1999, y continuando
en Atenas, Berlín, Oslo, Roma, París, Amsterdam, Viena, Tokio, Sidney y Buenos
Aires, ha tenido lugar la presentación pública de investigaciones sobre los
crímenes de guerra de la NATO.
     Durante los 78 días que duró la campaña de bombardeos, la heroica
resistencia de los pueblos de Yugoslavia --serbios, gitanos, húngaros, turcos,
albaneses anti-UÇK y todos los demás pueblos de todas las religiones que
habitan en el plurinacional estado, fueron la inspiración del movimiento a lo
largo del mundo.
     Esa resistencia --que continúa hoy-- deja a los pueblos yugoslavos en
mejor situación que la de los pueblos vecinos, cuyos gobiernos se sometieron
a las exigencias del Fondo Monetario Internacional y que suplican formar parte
de la NATO. El empeoramiento de las condiciones de vida y de la esperanza de
vida es actualmente mayor en otros países de la región (Rumania, Bulgaria,
Rusia y repúblicas de la antigua URSS) que el que se ha producido en
Yugoslavia.
     Las convulsiones creadas por la reestructuración capitalista y el
sometimiento a los principales poderes imperialistas tienen consecuencias más
allá de Yugoslavia. La lucha por el control de los mercados y por la
maximización de beneficios conlleva la destrucción premeditada de todos los
programas sociales.
     Bajo el dictado del FMI en esa vasta región, escuelas y hospitales se han
cerrado, las pensiones se han rebajado hasta llegar a la miseria e incluso es
esporádica la recogida de basuras. El aumento espectacular de la prostitución
y las drogas tiene su mejor caldo de cultivo en la desmoralización y la
pobreza.
     Las políticas de desindustrialización y colonización suponen la
destrucción sistemática de toda propiedad social de producción, la liquidación
de cualquier industria o recurso para ser traspasados a continuación a empresas
occidentales. La NATO es quien obliga a obedecer en esa guerra total.
     Hoy parecemos estar anulados por una losa de propaganda. Pero cambiarán
la percepción y la comprensión de esa guerra. No estamos dispuestos a esperar
una generación para que los historiadores investiguen en viejos y polvorientos
archivos y saquen a la luz los auténticos intereses políticos y económicos que
están detrás de esa guerra.
                          ABOLIR LA NATO
     Washington utilizó la guerra contra Yugoslavia para cambiar la NATO.
Transformó la NATO, que pasó de ser una obsoleta alianza de guerra de potencias
occidentales contra el bloque soviético, para constituir una fuerza agresiva
de intervención rápida capaz de atacar en todo el mundo.
     Hay nuevas bases de la NATO en Hungría, Polonia, República Checa, Croacia,
Albania, Bosnia, Macedonia y la mayor base militar de EE.UU en el extranjero
construida desde la guerra de Vietnam --Camp Bondsteel-- en Kosovo.
     Esas nuevas bases de la NATO y muchas más que hoy son todavía sólo un
proyecto, son el instrumento necesario para asegurar la dominación económica
de toda la región, extendiéndola hacia las enormes reservas petrolíferas del
Mar Caspio y vinculándolas con las bases de Oriente Medio y el Oeste de Asia.
     La única fuerza capaz de parar ese incontenible crimen internacional, es
organizar y movilizar la oposición de millones de personas. Lo que hagamos
ahora conformará el futuro.
     Los generales del Pentágono aprenderán la misma lección histórica que los
imperios coloniales. Cosecharán el vendaval de resistencia popular que
inevitablemente surge desde la miseria de la ocupación. Ésa es una fuerza que
viene de lejos y una vez más demostrará tener más capacidad explosiva que las
armas de la conquista. En las luchas que vendrán, Yugoslavia no estará aislada.
     Se ha desarrollado la conciencia colectiva durante este año de Tribunales
sobre Crímenes de Guerra de la NATO. Lo que orgánicamente surge a partir de
este año de Tribunales coordinados es la necesidad de construir un amplio
movimiento con una consigna: ¡Abolir la NATO!
     No estamos desvalidos. Las ideas y la organización son más poderosas que
las armas. En las crisis que vendrán las raíces que hemos echado nos permitirán
crecer. La NATO significa continuar las guerras y la dominación colonial. Todo
deseo de paz y de justicia estará ligado a la demanda: ¡Abolir la NATO!

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Lorenzo Peña. Hermandad Proletaria ESPAÑA ROJA.
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