siria ( seconda parte )



(seconda parte)

----Messaggio originale----
Data: 7-lug-2012 12.55
Ogg: THIERRY MEYSSAN: CONTRAREVOLUCIÓN EN MEDIO ORIENTE

La contrarrevolución en Medio Oriente


por Thierry Meyssan
Red Voltaire | Damasco (Siria) | 15 de mayo del 2011
LA DESTABOLIZZAZIONE DELLA SIRIA+

A principios de febrero de 2011, en momentos en que no había en Siria ningún tipo de manifestación, apareció en Facebook una página titulada The Syrian Revolution 2011. En dicha página se convocaba a un «Día de la cólera» que debía tener lugar el viernes 4. Aunque Al-Jazzera se hizo eco de la convocatoria, esta no encontró seguidores en ninguna parte. El canal de televisión qatarí deploró tal ausencia de reacción y denigró a Siria, calificando ese país de «reino del silencio» (sic).
La denominación misma The Syrian Revolution 2011, en inglés, ya es algo que da que pensar por ser característica de las frases publicitarias. Además, ¿qué verdadero revolucionario pensaría que si no logra concretar su ideal en 2011 no le queda más que regresar a su casa y taparse la cabeza?
Más extraño aún es el hecho que el mismo día de su creación, esa página Facebook registró más de 80 000 amigos. La aparición en tan pocas horas de tantos seguidores virtuales sin que esos seguidores aparecieran después en las calles hace pensar en una manipulación llevada a cabo con el uso de programas informáticos de creación de cuentas, sobre todo si se agrega el hecho que los sirios hacen un uso moderado de Internet y que sólo desde el 1º de enero cuentan con conexiones ADSL.
Los desórdenes comenzaron un mes más tarde en Derra, una pequeña localidad que se encuentra en la frontera con Jordania y a pocos kilómetros de Israel. Desconocidos pagaron a grupos de adolescentes para que pintaran consignas antigubernamentales en las paredes de la localidad. La policía local arrestó a los jóvenes y los trató como criminales, provocando así la cólera de las familias. Las personalidades locales que trataron de interceder pero fueron maltratadas por el gobernador. Los jóvenes recibieron palizas.
Sus enfurecidos familiares atacaron la comisaría para liberarlos. La policía respondió con más brutalidad aún y varias personas resultaron muertas.
El presidente Bachar el-Assad intervino entonces para imponer sanciones a los policías y al gobernador –uno de sus primos que él mismo había enviado a Deraa, lejos de la capital, precisamente para que sacarlo de la circulación.
Se abrió una investigación destinada a aclarar aquel caso de abuso policial, los funcionarios responsables de la violencia fueron acusados y detenidos. Varios ministros viajaron al lugar de los hechos para presentar las excusas y condolencias del gobierno a las familias de las víctimas, excusas y condolencias que fueron públicamente aceptadas.
Todo debía entonces volver a la normalidad. Pero, inesperadamente, desde varios techos, francotiradores enmascarados comenzaron a disparar simultáneamente sobre la multitud y la policía sumiendo la ciudad en el caos. Aprovechando la confusión, individuos armados aparecieron fuera de la ciudad y atacaron un edificio público donde radican los servicios de inteligencia encargados de la observación del territorio sirio del Golan ocupado por Israel. Los servicios de seguridad abrieron fuego en defensa del edificio y de sus archivos. Hubo bajas de ambas partes.
No fue este el único enfrentamiento de ese tipo. Las personalidades locales solicitaron entonces la protección del ejército contra los elementos que estaban atacando la ciudad. Tres mil hombres y fuerzas blindadas fueron desplegados para proteger a los habitantes. En definitiva, entre los infiltrados y el ejército sirio se produjo una batalla muy similar a la que tuvo que librar el ejército libanés en Nahr el-Bared. La diferencia es que, en el caso de Siria, la prensa internacional está deformando los hechos y acusa al ejército sirio de haber atacado a la población de Deraa.
Mientras tantos, varios enfrentamientos se produjeron en Latakia. Mafias especializadas en el contrabando marítimo existen desde hace mucho tiempo en esa ciudad portuaria de Siria. Dichas mafias recibieron armas y dinero provenientes del Líbano y emprendieron actos de vandalismo en el centro de la ciudad. La policía intervino. Por orden del presidente, las fuerzas policiales sólo portaban bastones, o sea no portaban armas. Los gángsteres sacaron entonces sus armas de guerra y mataron a decenas de policías desarmados.
Lo mismo sucedió en la vecina localidad de Banias, una ciudad de menor importancia pero mucho más estratégica ya que en ella se encuentra la principal refinería de petróleo de Siria. En este caso, las fuerzas del orden hicieron uso de sus armas y el enfrentamiento se convirtió en una verdadera batalla.
Finalmente, en Homs, importante ciudad del centro de Siria, varios individuos se presentaron en una mezquita integrista y llamaron a los fieles a manifestar contra «el régimen que está matando a nuestros hermanos en Latakia».
En reacción ante los desórdenes, la población siria salió masivamente a las calles para expresar su apoyo a la República.
Gigantescas manifestaciones, como nunca se habían visto anteriormente en toda la historia de Siria, reunieron repetidamente a cientos de miles de personas en Damasco, Alepo e incluso en Latakia. Los manifestantes coreaban «¡Dios, Siria, Bachar!».
Mientras se recrudecían los enfrentamientos en las localidades afectadas, las fuerzas del orden lograron arrestar a algunos implicados en los combates. Estos confesaron en televisión que fueron reclutados, armados y pagados por un diputado partidario de Hariri e identificado como Jamal Jarrah.
Jamal Jarrah, quien desmiente esas acusaciones, es un amigo del príncipe Bandar. Su nombre aparece vinculado a lo sucedido en el Líbano con el grupo Fatah al-Islam en el campamento de Nahr el-Baraed. Jamal Jarrah es primo de Ziad Jarrah, un yihadista que el FBI señala como responsable del secuestro del vuelo UA93 que se estrelló en Pensilvania el 11 de septiembre de 2001.
También es primo de los hermanos Ali y Youssouf Jarrah, arrestados por el ejército libanés en noviembre de 2008 por espionaje a favor de Israel.
 
Jamal Jarrah desmiente a quienes lo acusan de pertenecer en secreto a los Hermanos Musulmanes. En 1982, los Hermanos Musulmanes trataron de tomar el poder en Siria. Pero fracasaron y fueron entonces objeto de una terrible represión en masa. Ese doloroso suceso parecía olvidado desde la amnistía proclamada por el presidente Bachar el-Assad. Pero no es así porque esa rama de los Hermanos Musulmanes está recibiendo ahora el financiamiento de los Sudairi, que anteriormente rechazaban a los mismos Hermanos Musulmanes. El papel de los Hermanos Musulmanes en los enfrentamientos de Banias es ahora públicamente reconocido.
Jamal Jarrah también parece haber utilizado militantes libaneses de Hizb ut-Tahrir, una organización islamista que tiene su base en Londres y que actúa esencialmente en Asia Central. Hizb ut-Tahrir, que dice ser una organización no violenta, está acusada de haber organizado numerosos atentados en el valle de Fergana, Uzbekistán. Fue precisamente para combatir esa organización que China inició su acercamiento a Rusia en el marco de la Organización de Cooperación Shanghai.
A pesar de varios debates en la Cámara de los Comunes, los responsables de Hizb ut-Tahrir en Londres nunca han tenido problemas con las autoridades británicas y ocupan todos altos cargos en varias transnacionales anglo-estadounidenses.
El Hizb ut-Tahrir abrió una sección en Líbano el año pasado. Allí organizó en aquel momento un congreso al que invitó una serie de personalidades extranjeras, entre las que se encontraba un intelectual ruso de renombre internacional. En el transcurso de los debates, los organizadores exhortaron a la instauración de un Estado islámico y precisaron que, a su entender, los chiítas y los drusos libaneses –e incluso ciertos sunnitas– no son verdaderos musulmanes. Estupefacto ante declaraciones tan extremistas, el invitado ruso rápidamente concedió varias entrevistas a la televisión para distanciarse de aquellos fanáticos.
En un primer momento, las fuerzas sirias de seguridad parecieron desconcertadas ante los acontecimientos. Entrenados en la antigua URSS, los oficiales superiores recurrieron a la fuerza sin preocuparse demasiado por las consecuencias que aquello podía tener para la población. Pero la situación ha ido invirtiéndose poco a poco. El presidente Bachar el-Assad retomó el control, cambió el gobierno, abrogó el estado de urgencia y disolvió la Corte de Seguridad del Estado.
También concedió la ciudadanía siria a los miles de kurdos históricamente privados de ella desde la realización de un censo que había sido cuestionado.
El presidente tomó además una serie de medidas a favor de diferentes sectores de la población, como la abrogación de las multas por retrasos de pagos a las empresas públicas, como la electricidad, etc. Bachar el-Assad satisfizo así las principales demandas populares que servían de alimento a la oposición. Durante el «día de desafío», el viernes 6 de mayo, la suma de manifestantes no llegó a las 50 000 personas en todo el país, a pesar de que Siria cuenta 22 millones de habitantes.
Lo más importante es que el nuevo ministro del Interior, Mohamad al-Sha’ar, llamó a todo el que se hubiera dejado arrastrar a participar en los desórdenes a presentarse espontáneamente a la policía para obtener una amnistía total a cambio de información. Más de 1 100 personas respondieron a su llamado. En pocos días, las autoridades desmantelaron las principales redes y ocuparon numerosos escondites de armas. Al cabo de 5 semanas de violencia, casi todas las ciudades afectadas regresan lentamente a la calma.
Entre los cabecillas identificados y arrestados se encuentran varios oficiales israelíes o libaneses, así como un político libanés vinculado a Saad Hariri. Este intento de desestabilización tendrá, por lo tanto, consecuencias.
 

Un abierto complot

Lo que originalmente fue un complot para derrocar a las autoridades sirias se convirtió en un chantaje público que recurría a la desestabilización como medio de presión. Al comprobar que la revuelta no prosperaba, los diarios árabes antisirios comenzaron a hablar abiertamente y sin el menor pudor de las propuestas que se estaban manejando.
Relataron así los viajes de los negociadores que presentaron las exigencias de los Sudari a las autoridades de Damasco. Según esos periódicos, la violencia terminará sólo cuando Bachar el-Assad obedezca dos órdenes:
- romper con Irán
- y suspender el apoyo sirio a la resistencia en Palestina, Líbano e Irak.

La propaganda internacional

Los Sudairi quieren una intervención militar occidental que acabe con la resistencia siria, como la actual agresión contra Libia. Para ello, han movilizado cierto número de especialistas en propaganda.
Para sorpresa general, la cadena de televisión satelital Al-Jazeera ha cambiado bruscamente su línea editorial. Es un secreto a voces que Al-Jazeera fue creada por voluntad de los hermanos David y Jean Frydman, dos millonarios franceses que fueron consejeros de Yitzakh Rabin y de Ehud Barak. Los hermanos Frydman querían crear un medio de prensa que permitiera un debate entre israelíes y árabes, debate prohibido por la ley en cada uno de los países implicados.
Para conformar el canal recurrieron al emir de Qatar, que al principio sirvió de cobertura. El equipo de redacción fue reclutado entre los miembros del servicio árabe de la BBC, de manera que la mayoría de los periodistas que lo iniciaron son agentes del MI6 británico.
Pero el emir de Qatar tomó el control político del canal, que se convirtió en el brazo ejecutor de su gobierno. Durante años, Al-Jazeera desempeñó efectivamente un papel como elemento de moderación, favoreciendo el diálogo y la comprensión en la región. Pero también ha ayudado a banalizar el apartheid impuesto por el régimen israelí, como si la violencia que practica el ejército del Estado hebreo no fuera otra cosa que deplorables excesos de un régimen finalmente aceptable, cuando en realidad constituyen la esencia misma del sistema.
 
Al-Jazeera, cuya cobertura de las revoluciones en Túnez y Egipto puede calificarse de excepcional, cambió bruscamente de línea editorial en el caso de Libia para convertirse en vocero de los Sudairi. Este giro de 180 grados merece una explicación. El ataque contra Libia es originalmente resultado de un plan franco-británico concebido en noviembre de 2010, o sea antes de la «primavera árabe», plan al que se integró Estados Unidos. París y Londres tenían intenciones de ajustarle las cuentas a Trípoli y de defender sus propios intereses coloniales.
En efecto, en 2005-2006, la NOC [National Oil Corporation, la compañía nacional del petróleo de Libia.] había lanzado 3 licitaciones internacionales para la exploración y la explotación de las reservas libias, las más importantes de África. El coronel Kadhafi impuso entonces sus reglas del juego. Las compañías occidentales firmaron varios acuerdos, ciertamente ventajosos, pero no lo suficiente en opinión de los occidentales. Eran incluso los contratos menos favorables a las transnacionales en todo el mundo. A lo anterior se agregaban diferentes contenciosos vinculados a la anulación de jugosos contratos en materia de equipamiento y de armamento.
Desde los primeros días del supuesto levantamiento de Benghazi, París y Londres instauraron un Consejo Nacional de Transición que Francia reconoció oficialmente como legítimo representante del pueblo libio. Este Consejo creó una nueva compañía petrolera, la LOC, reconocida por la comunidad internacional durante la Cumbre de Londres como entidad con pleno derecho a explotar los hidrocarburos libios. En medio de ese robo a mano armada se decidió que el petróleo libio robado por la LOC se comercializara a través de… Qatar, y que el grupo de contacto de los Estados miembros de la coalición actuante contra Libia se reuniera en lo adelante en Doha.
 
Inmediatamente, Yusef al-Qardawi, el consultor religioso de Al-Jazeera, comenzó a exhortar diariamente a derrocar al presidente libio Bachar el-Assad. Al-Qardawi preside la Unión Internacional de Ulemas y el Consejo Europeo para la Investigación y la Fatwa. Es el inspirador de los Hermanos Musulmanes, el Islam que predica es una mezcla de «democracia de mercado» al estilo estadounidense y de oscurantismo al estilo saudita y admite el principio de la elección de los dirigentes, a condición de que estos últimos se comprometan a aplicar la charia en su interpretación estrecha.
A Yusef al-Qardawi se unió el ulema saudita Saleh El-Haidane, quien ha exhortado a «matar a un tercio de los sirios para que vivan los otros dos tercios» (sic). ¿Matar a un tercio de la población siria? Eso significa asesinar a los cristianos, los judíos, los chiítas, los alauitas y los drusos. ¿Para que vivan dos tercios? O sea, para instaurar un Estado sunnita antes de que este proceda a depurar su propia comunidad.
Hasta este momento, la única rama de los Hermanos Musulmanes que parece refractaria al poder de seducción de los petrodólares de los Sudairi es la rama palestina, o sea el movimiento Hamas. Su jefe, Khaled Mechaal, confirmó, luego de un breve momento de vacilación, su intención de mantenerse exilado en Damasco así como su respaldo al presidente el-Assad. Con ayuda de este último, el jefe del Hamas actuó para contrarrestar los planes imperialistas y sionistas negociando un acuerdo con al-Fatah, la organización de Mahmud Abbas.
Desde el mes de marzo, Al-Jazeera, la BBC en árabe y el canal de televisión France24 en árabe se han convertido en órganos de propaganda masiva. A golpe de falsos testimonios y de imágenes manipuladas, han venido divulgando acontecimientos fabricados para atribuir a la República Árabe de Siria los mismos estereotipos del régimen tunecino de Ben Ali.
Los mencionados medios de prensa tratan de hacer creer que el ejército sirio es una fuerza represiva comparable a la policía tunecina y que no vacila en disparar sobre pacíficos ciudadanos que luchan por su libertad. Esos mismos medios anunciaron incluso la muerte de un joven soldado supuestamente torturado hasta la muerte por sus superiores por haberse negarse a disparar contra sus conciudadanos. El hecho es que el ejército sirio es una fuerza conformada por reclutas, y el joven soldado cuyos documentos fueron publicados en realidad estaba de permiso. El propio joven lo explicó personalmente a la televisión siria y expresó su deseo de defender su país contra los mercenarios extranjeros.
Los mencionados canales de televisión vía satélite han tratado también de presentar a varias personalidades sirias como personas que lucraban con su posición, al igual que la familia de la esposa del ex primer ministro tunecino Ben Ali. Han concentrado sus críticas en Rami Makhluf, el hombre más rico del país, primo del presidente el-Assad, afirmando que, como en Túnez, Makhluf exigía partes de todas las empresas extranjeras que deseaban implantarse en Siria.
La acusación resulta totalmente infundada en el contexto sirio. En realidad, Rami Makhluf gozó de la confianza del presidente el-Assad para obtener la concesión de la telefonía móvil. Y, al igual que todos los empresarios del mundo que han obtenido ese tipo de concesión, se hizo millonario. La verdadera cuestión es saber si se aprovechó o no de su situación para enriquecerse a costa de los consumidores. La respuesta es negativa. ¡Syriatel propone las tarifas de telefonía móvil más baratas del mundo!
En definitiva, el premio de la mentira se lo lleva Al-Jazeera. La cadena qatarí llegó a transmitir imágenes de una manifestación de 40 000 moscovitas que reclamaban el fin del apoyo ruso a Siria. En realidad eran imágenes de la manifestación anual del 1º de mayo, en la que Al-Jazeera introdujo varios actores para realizar entrevistas falsas.

La reorganización de las redes del príncipe Bandar y de la administración Obama

El dispositivo contrarrevolucionario de los Sudairi está enfrentando un obstáculo. Hasta ahora, los mercenarios del príncipe Bandar peleaban bajo la bandera de Osama Ben Laden, lo mismo en Afganistán que en Bosnia, Chechenia o en otros países.
Considerado inicialmente como un anticomunista, Ben Laden se había convertido poco a poco en un antioccidental. Su movimiento parecía confirmar la ideología del choque de civilizaciones, enunciada por Bernard Lewis y popularizada por su discípulo Samuel Huntington. Conoció su era de gloria con los atentados del 11 de septiembre y la guerra contra el terrorismo: los hombres de Bandar implantaban la violencia en cualquier lugar donde Estados Unidos deseara intervenir.
El periodo actual exige un cambio de imagen para los yihadistas. Se les invita ahora a luchar del lado de la OTAN, como lo hicieron en Afganistán del lado de la CIA y contra el Ejército Rojo. Es conveniente, por lo tanto, volver al discurso prooccidental de antaño y buscarle otro contenido que reemplace el anticomunismo. Esa será la misión ideológica de Yusef al-Qardawi.
Para facilitar ese cambio de look, Washington acaba de anunciar la muerte oficial de Osama Ben Laden. Con la desaparición de esa figura tutelar, los mercenarios del príncipe Bandar podrán movilizarse bajo una nueva bandera. Esta redistribución de los papeles se acompaña de un importante movimiento de personal en Washington.
El general David Petraeus, quien desde su puesto de comandante del CentCom se ocupaba de los tratos con los hombres de Bandar, se convierte ahora en director de la CIA. Esto presagia una retirada acelerada de las tropas de la OTAN que se encuentran en Afganistán y una mayor participación de los hombres de Bandar en las operaciones secretas de la agencia.
Leon Panetta, el director saliente de la CIA, pasa ahora al puesto de secretario de Defensa. Según el acuerdo interno de la clase dirigente estadounidense, dicho puesto debía reservarse a un miembro de la Comisión Baker-Hamilton. El demócrata Panetta, al igual que el republicano Gates, fue miembro de dicha Comisión. En caso de nuevas guerras, Panetta se encargaría de limitar el despliegue de tropas terrestres, con excepción de las Fuerzas Especiales.
En Riad y en Washington ya están haciendo el acta de defunción de la «primavera árabe».
Los Sudairi pueden decir del Medio Oriente lo mismo que el Gatopardo decía de Italia: «Todo tiene que cambiar para que nada cambie y que sigamos siendo los amos».

Fuente
Komsomolskaïa Pravda