300.000 personas reclaman pacíficamente otra globalización




La organización asumió el servicio de orden en la mayor manifestación de
este tipo
La manifestación antiglobalización recorrió anoche el centro de Barcelona en
un ambiente festivo y sin apenas incidentes. ( TEJEDERAS )

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PERE RUSIÑOL / MIQUEL NOGUER | Barcelona
Una riada de manifestantes pacíficos convirtió ayer Barcelona en un nuevo
referente mundial del movimiento antiglobalización. Los organizadores
lograron el doble hito de reunir a más de 300.000 personas -probablemente la
manifestación más numerosa de las convocadas hasta ahora en todo el mundo- y
de que eso sucediera sin que se registrasen incidentes durante el recorrido.
La marcha transcurrió de forma festiva, sin que hubiera ni siquiera
presencia destacable de agentes de seguridad. Los organizadores asumieron el
servicio de orden tras pactar con la Delegación del Gobierno.

Barcelona ha sido el reverso de Génova, la ciudad italiana que albergó la
última cumbre del G-8 y en la que murió un manifestante antiglobalización en
medio de tres días de virulentos enfrentamientos. Más de 300.000
manifestantes -500.000 según los organizadores, 250.000 de acuerdo con la
Guardia Urbana- igualaron ayer la marca de asistencia de Génova, pero lo
hicieron tomando la calle al ritmo de música, palmas, bailes y cánticos.

El modelo Barcelona tuvo una génesis laboriosa, pero que acabó dando sus
frutos y que partía de la compleja experiencia del pasado mes de junio,
cuando una marcha contra el Banco Mundial acabó en batalla campal. En esta
ocasión, pese a que el presidente del Gobierno, José María Aznar, había
realizado una amalgama entre los manifestantes pacíficos y los militantes de
Batasuna, la Delegación del Gobierno en Cataluña y los organizadores de la
marcha tuvieron cinco 'detalladas' reuniones preparatorias.

Llegaron a un acuerdo: los organizadores, que ya habían renunciado a entrar
en la zona protegida donde se celebró la cumbre oficial, asumió directamente
el servicio de orden y los miles de agentes movilizados se escondieron en
los aledaños, preparados para intervenir, pero invisibles para los
manifestantes. La misma Jefatura Superior de Policía fue protegida
exclusivamente por un corredor integrado por manifestantes
antiglobalización.

A diferencia de lo sucedido en junio, esta vez la policía logró discriminar
entre los manifestantes y los grupos aislados de provocadores que rompieron
escaparates -entre ellos, los de la sede central de Comisiones Obreras-. El
bloque independentista -el que integraba a Batasuna- incluso pactó con la
policía, sobre la marcha, una pausa en su recorrido para permitir que las
fuerzas del orden controlasen a los alborotadores encapuchados.

Cuando empezaron los primeros incidentes aislados, los organizadores ya
habían leído su manifiesto y únicamente se estaba manifestando el bloque
independentista, que aceptó disolverse en torno a las nueve de la
noche -tres horas después del inicio de la manifestación- para no verse
mezclado con los alborotadores.

La manifestación tenía tres bloques claramente diferenciados, cada uno con
su lema, servicio de orden y manifesto propio: el primero, el más numeroso,
agrupaba a más de 100 entidades cívicas en torno a la Campaña contra la
Europa del Capital. El segundo, el más reducido, vinculado al
independentismo radical. Al final se situó el Foro Social de Barcelona, la
plataforma moderada, que agrupa a toda la izquierda parlamentaria, los
sindicatos mayoritarios y varias organizaciones sociales.

La asistencia a la manifestación multiplicó por seis las previsiones más
optimistas. Se esperaba como mucho a 50.000 personas y acudieron más de
300.000: igual que en Génova y muy por encima de otros referentes del
movimiento antiglobalización, como Seattle y Gotemburgo, que no superaron
los 20.000 manifestantes. Cuando la cabecera llegó al final del itinerario,
tras recorrer los dos kilómetros de la marcha, el segundo bloque ni siquiera
había iniciado su recorrido y el tercero -donde se encontraba la gran
mayoría de políticos- ni llegó a salir.

La marcha iba encabezada por la pancarta Contra la Europa del capital y la
guerra. Otro mundo es posible y albergó en su seno a reivindicaciones
parciales muy variadas -desde el rechazo al Plan Hidrológico Nacional hasta
el apoyo a la causa palestina, pasando por la legalización de la marihuana-,
pero con un objetivo común: corregir el 'proceso de globalización
neoliberal'. Entre los muchos cánticos de los manifestantes destacaron,
entre otros, 'Somos gente pacífica, no criminales' y 'Globalicemos la
solidaridad'.

Los organizadores aprovecharon el tono festivo que querían impregnar en la
marcha para realizar varias pantomimas críticas con los presidentes del
Gobierno, José María Aznar, y de la Generalitat, Jordi Pujol, quienes habían
mostrado su malestar por la manifestación.


Nello

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possible

www.peacelink.it/tematiche/latina/latina.htm