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"ORO MALDITO"
BOLIVIA: EL PUEBLO DE "LOS NIÑOS DE ORO"
barranquilleros de chima y chuquini:
el pueblo de los niños de oro
En Chuquini y Chima, dos poblaciones auríferas ubicadas en la región
de Tipuani, en el departamento de La Paz, casi 1400 niños despiden entre sus
sudores el olor acre del metal desde que nacieron, con una fuerte dosis de
la inyección de mercuricidio que, a punta de temblores, neuralgias, paresias
y ataxia, esfuerzan sus manos y cucharas para lograrse chispitas de vida
amarilla y pálida
Alonso Contreras Baspineiro (econoticiasbolivia.com)
La Paz, octubre 2002.- Chuquini y Chima, pueblos que escarban oro y
acumulan miseria -en la región de Tipuani, La Paz-, son los escenarios de
una de las formas de explotación laboral infantil más inhumana: la
barranquilla.
Es un trabajo artesanal que consiste básicamente en el lavado de oro
en las orillas de los ríos o en los desechos de las operaciones de
concentración del mineral de las cooperativas mineras.
De unas 450 familias barranquilleras que laboran en ambas comunidades
auríferas, hay 1.398 menores comprendidos entre 5 y 16 años que se dedican a
esta actividad; el 40 por ciento son niñas, en una proporción alarmante
quedan atrapadas en esta ocupación hasta adultas, igual que las palliris
(rescatadoras de mineral) de las minas de Oruro y Potosí.
Llama la atención que el 70 por ciento de los niños barranquilleros
tienen al padre a su lado. "Es que si no trabajamos todos en mi familia lo
que gano como minero voluntario no alcanza ni para comer", dice entre
avergonzado y consternado un papá de Chuquini, que no tendría porqué estarlo
considerando que en Bolivia, por la crisis económica, los desfalcos
escandalosos a los bienes del Estado y un criminal desempleo que no termina
ni con la promesa de empleos y más empleos del actual gobierno, el trabajo
en clanes familiares es el padrenuestro diario.
La barranquilla, que es sucedánea de la explotación tradicional del
oro, se practica desde el mismo establecimiento de los centros mineros en la
región de Tipuani. Primero por la Compañía Aramayo Mines, posteriormente por
cooperativas mineras que, en su momento de auge, concentraron sobrepoblación
de mano de obra.
La baja del precio del oro en el mercado internacional ha determinado
que en la actualidad muchas cooperativas cierren operaciones y,
paralelamente, se ha incrementado el número de mamás barranquilleras y niños
barranquilleros que, ante la cesación del padre de familia o el escaso
ingreso económico de éste, se han visto inmersos en esta actividad que de un
tajo y a destajo ha decidido que su presente y su futuro se asienten sobre
la onza troy del descalabro económico mundial.
Tiempos de auge, vientos sin cauce. Los buscadores de oro proliferaron
en la medida en que la noticia de un El Dorado, en el norte paceño, se
ofrecía a cualquier aventurero para un enriquecimiento rápido. La
relocalización minera de Comibol, en 1985, contribuyó con un contingente
importante de mineros que -sin conocer otro oficio que el de olfatear la
veta- se asentaron en esos inhóspitos lares de Larecaja tropical, y a los
que se llega luego de un viaje inverosímil por la "carretera de la muerte",
como se ha bautizado al camino que transita por los Yungas paceños.
copas de oro y niños famélicos
Chuquini -que debe su nombre al "chuqui", abundante árbol de la zona-
se vio pronto invadida por una legión de buscadores de oro. En 1994, la
comunidad que actualmente no sobrepasa los 2.500 habitantes, llegó a cobijar
a casi ¡diez mil!
En el sopor de esa pequeña población semitropical, la gente se
apretujaba en los socavones de oro como topos enceguecidos por la codicia, y
en las horas de descanso se paseaba por su única avenida codo con codo (y
hasta doblar el codo en la calle del Pecado atiborrada de cantinas). Se
eternizaron huellas extrañas en sus calles de arcilla roja y se
multiplicaron los negocios: tiendas de abarrotes donde el arroz y el azúcar
se vendían a precio de oro, también las transacciones comerciales en oro
puro en las innumerables tiendas de compra y venta del metal; llegaron
importantes valores del balompié nacional, entre los cuales el "Chocolatín"
Castillo, Gariazú, Fontana, a dar partidos de exhibición que eran
compensados también en oro de alta ley, y se organizaron campeonatos del más
popular de los deportes que eran jugados "a muerte", y no era para menos
considerando que el trofeo para el vencedor era una copa de oro macizo,
"mejor aun que la Copa FIFA", en versión de un orgulloso chuquinense.
Una buena porción del oro que hizo florecer negocios de Chuquini ha
sido extraída por los pequeños barranquilleros. Incluso la gran ciudad se ha
nutrido de este esfuerzo. No son pocos los empresarios mineros que han
construido en La Paz casas, tiendas y factorías con ese oro.
En Chima la historia es casi calcada: sus múltiples calles,
callejuelas, callejones que constituyen un laberinto para el que recién se
interna por ellas, se prodigaron en esa época de auge del metal precioso en
historias y hasta en leyendas entretejidas por una amalgama impensable de
oro y sentimientos. Se hicieron generosos los vientres maternos, creció
incontenible el aluvión de familias dedicadas a la extracción del oro, y un
enjambre de niños barranquilleros sentó sus reales en las orillas de los
ríos y en los relaves circundantes a las minas.
Los pequeños buscadores de oro, batea en mano, una pequeña punta
(cincel), una cuchara cualquiera, la infaltable sajraña (escobilla rústica)
para barrer con las impurezas y un neumático -a modo de bote- para pasar al
otro lado del río "que se llevó a más de uno" -esta vez en versión de un
consternado chimeño- trabajan de sol a sol, en trágica ofrenda de su niñez
al dios rubio.
En cada jornada consiguen recoger unas cien chispitas de oro, que
unidas por la amalgamación con mercurio conforman un "palito" (la décima
parte de un gramo). Perdiendo el zapato, los que lo tienen, van a dejar su
tesoro a la tienda de rescate más próxima, donde les pagan unos cinco
bolivianos (menos de un dólar) por esa partícula de mineral que tiene el
tamaño de un arroz quebrado.
Su ganancia generalmente sirve para llenar la olla de su depauperada
familia y ocasionalmente para satisfacer gustitos de infante, como tomarse
un helado que mitigue el infernal calor del monte.
modernos pequeños mitayos
En los albores del siglo XXI es cosa común, en Chima como en Chuquini,
el ver a familias enteras sumergidas con el agua a la cintura y el torso
expuesto al sol en busca de una chispita de oro. Los barranquilleros más
chiquitos comienzan a sentir el olor acre del metal prácticamente desde que
nacen. Prendidos a la espalda de sus madres en el aguayo que les transporta
hasta las orillas de los caudalosos ríos y a los desmontes de los socavones,
se consustancian con esa actividad que nunca más les será indiferente.
Juegan, comen y duermen la siesta en torno a ese pequeño espacio de
producción y cuando ya tienen cuatro o cinco años comienzan a juntar sus
primeros palitos. A los siete ya son eximios barranquilleros y, en
proporción alarmante, abandonan o descuidan sus estudios escolares para
dedicarse exclusivamente a la actividad aurífera. Su sacrificio no es
compensado en absoluto, porque el oro que rescatan nunca refulge para ellos
sino para los rescatiris, que sin esfuerzo aquilatan sus negocios.
Cuando cumplen los 15 años, prácticamente están inmersos en esa cruel
"explotación" que alimenta la historia boliviana del mitayaje y el coloniaje
económico.
una cuchara de enfermedades
El modo de extraer el oro es bastante rudimentario: en las canaletas
que construyen en la margen del río se sedimenta la arena que contiene las
partículas que recolectan. En una batea de madera de mara -un poco más
grande que un plato común- recogen una porción de tierra humedecida y con
movimientos acompasados la hacen bailar en sus manos, por su peso el mineral
se asienta en el fondo, y con la ayuda de la sajraña barren todas las
impurezas hasta que asoma el brillo característico que cobra consistencia
con la ayuda del mercurio que los barranquilleros usan para amalgamar el
oro.
La manipulación del mercurio es bastante inapropiada. Los niños y
también sus padres desconocen los peligros a que están expuestos al entrar
en contacto con esta sustancia tóxica y son comunes, en exposiciones
intensas, las afecciones bucales, renales, respiratorias y
gastrointestinales por su mal uso. No menos generalizadas y nocivas, en
exposiciones prolongadas al mercurio, son los síntomas neurológicos como
temblores, neuralgias (dolor continuo de nervios), paresias (parálisis
muscular) y ataxia (perturbaciones del sistema nervioso); además de otros
problemas psicológicos tales como irritabilidad, excitabilidad, insomnio,
depresión, falta de concentración y alteraciones de la memoria.
Es el drama del social del mercuricidio. "Mi esposo no sabía que el
mercurio produce cáncer de hígado, él comía con la misma cuchara con que
mezclaba el mercurio; de la noche a la mañana se puso bien amarillo, se
volvió casi calaverita (enflaqueció), y se murió dejándome sola con todos
mis hijos".
Pero no es este el único calvario por el que tienen que atravesar los
barranquilleros si quieren sobrevivir. Un rosario de calamidades se cierne
diariamente junto a la tierra mineralizada para convertir a los niños en
víctimas de la crecida de los ríos y el derrumbe de las minas.
Y es que los niños de oro no laboran exclusivamente en este oficio,
son además "mandaderos" que a diario se adentran en la boca hambrienta de
los socavones. Recorren distancias exacerbantes para llevar la comida y el
agua de los mineros adultos a cambio de un poco de tierra mineralizada.
Muchas veces su única recompensa es el cielo. "Era uno de los gemelitos,
entró a la mina y la criba de tres vagones lo enterró por completo. Recién
después de tres días pude sacarle con la ayuda de los cooperativistas para
darle cristiana sepultura. A la semana se murió el otro gemelo por la pena
de su hermanito". Han pasado ya algunos años de este accidente pero nadie
consuela a la joven madre de Chuquini, como nadie consuela a la madre de
Chima que vio cómo su hijo era arrastrado por el torrentoso río cuando
estaba pasando al frente "para juntarse unos palitos para su uniforme de
agosto".
felices en la desgracia
Estos testimonios son duros de asimilar, por eso cuesta creer que los
barranquilleros hayan construido su felicidad en situaciones tan adversas.
Sin embargo, un corte de cabello al estilo Ronaldo -el goleador de
Brasil- y las gambetas con que a diario desubican a la pobreza y el hambre,
en sus partidos jugados a media calle, es el indicio de que la carita
risueña de los niños de oro no es un señuelo.
Sí, los pequeños mitayos visten harapos, pero rebozan dignidad, son
delgados y pálidos, pero se los ve satisfechos, tienen las uñas gastadas
hasta el sangrado de tanto escarbar entre el cascajo, pero aprietan sin
problemas una mano amiga, tienen la mirada nostálgica del niño-adulto, pero
no han dejado de sonreir.
Quizá no encaje en este reportaje que muestra una radiografía -en
cifras y rostros- que desahucia a los niños de oro, pero hay que decirlo:
los barranquilleros de Chima y Chuquini son felices en la desgracia porque
han asumido esta forma de vida como lo más natural. Son como los cristianos
en el circo romano expuestos a los leones pero con un himno de gratitud para
Dios en los labios por el pedazo de existencia disfrutada.
No conocen otra forma de vivir porque el (des)gobierno boliviano no
cuenta para ellos, tampoco la Iglesia que ni templo tiene en esas
comunidades que sobreviven a todas las adversidades.
Lo dicen los reportes periodísticos: Chuquini ha sido declarada zona
de desastre en más de una oportunidad por las riadas que han anegado sus
calles y desplomado sus casas, y Chima se abre paso en la historia, tragedia
tras tragedia. En 1952 varias familias quedaron sepultadas en sus propias
viviendas cuando parte del cerro Pukaloma se vino abajo, por lo que el
poblado tuvo que ser cambiado de ubicación al lugar que actualmente ocupa;
en carnaval del 2000 ocho mineros perdieron la vida en el socavón de Santa
Clara, y en junio de este año, 2002, un incendio consumió 35 casas en el
centro mismo del pueblo. En todos estos sucesos hubo ayuda sólo de
emergencia y llovieron las frases de solidaridad por parte de autoridades
gubernamentales y algunas instituciones privadas, mas a la hora de la verdad
(reconstruir lo destruido) Chima tuvo que restañar sola sus heridas.
NOTAS COMPLEMENTARIAS
bolivia rifa su capital humano en la calle
obertura del escarnio
la ruta del dios rubio
al rescate de los chicos
se autoriza la publicacion de este material citando la respectiva
fuente.
Protesta contra Barrick
Líder del pueblo Wiradjuri encabeza protesta contra Barrick en Australia
Se espera que cientos de activistas se encuentren hoy en lago Cowal, donde
Barrick Gold quiere explotar una mina de oro a cielo abierto con uso de
cianuro. El líder Wiradjuri conducirá una ceremonia religiosa tradicional de
su pueblo, para "alejar los malos espíritus".
David Tucker, gerente de desarrollo de Barrick, declaró que los guardias de
seguridad de la mina intentarán persuadir a los manifestantes de permanecer
fuera de sus límites. "De ahí en más será un asunto que manejará la
policía", aseguró.
Hace unos días, una proyecto para prohibir el uso de cianuro en la minería a
cielo abierto ingresó en el parlamento de Nueva Gales del Sur.
Sitio web de la campaña contra Barrick en el lago COWAL (Australia)
http://www.savelakecowal..org/intro.html
Notas de prensa:
Elder to lead gold mine protest
http://www.abc.net.au/news/newsitems/200410/s1225609.htm
Friday, October 22, 2004. 10:21am (AEST)
Activists are expected to meet today at Lake Cowal, near West Wyalong on the
NSW central western slopes, to stage one of the largest on-site protests
against the Barrick gold mine development.
Wiradjuri elder Neville Williams is leading the traditional smoking
ceremony, bringing sacred ashes from the fire at the tent embassy in
Canberra.
Mr Williams is mounting legal challenges against several aspects of the
mine's development, saying he represents the traditional owners of the land.
He says the convergence is on a large scale and demonstrates the massive
support for his cause.
"We feel that the area there needs smoking and that's what we're about to
do. We're to smoke the area to cleanse the area of the evil spirits," he
said.
"It could take three of four days and we're expecting quite a few people.
"There could be 150 to 200 people at the gathering."
Barrick Gold's manager for business development, David Tucker, says his
company will only move to stop the protest if those involved come onto the
mine's land.
"Our security guards have been asked to observe and to ask people not to
come on the mining lease," he said.
"If people do come on the mining lease then that will then become a police
matter."
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Greens seek mine cyanide ban
Wednesday, 20 October 2004
http://www.abc.net.au/centralwest/news/200410/s1223640.htm
The New South Wales Greens have sought to ban the use of cyanide in the
state's gold and silver mines.
Greens' MLC Lee Rhiannon yesterday introduced into State Parliament a
private member's bill proposing a total ban on the chemical which is used in
leach mining at sites, including Lake Cowal, near West Wyalong in the
state's central west.
Ms Rhiannon warned there have already been cyanide spills, including one
which killed 1,000 birds near Parkes.
She also says motorists would be put at risk by plans to truck 6,000 tonnes
of cyanide per year from Queensland for use in the Lake Cowal mine.
"The RTA's [Roads and Traffic Authority] own figures show that one in 10
trucks are involved in an accident," she said.
"So as we get this truck convoy coming down from Queensland to New South
Wales with the 6,000 tonnes of cyanide on board, there's a 10 per cent risk
that one of those trucks will be involved in an accident.
"Again, it's not worth the risk."
Further debate on the bill has been adjourned until next week.
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