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Ecuador : La hora final del dólar



26 de noviembre del 2003

Gerard Coffey
Quincenario Tintají. Ecuador, noviembre del 2003.


Parece que la hora del dólar llega a su fin. Los rumores, como los productos
colombianos, abundan. Dicen que el Banco Central está trabajando en un
estudio sobre la desdolarización desde hace unos meses. Que se lo aplicará
en enero del 2004. Dicen que el presidente Gutiérrez habló con la Fundación
Mediterráneo, del padre de la convertibilidad argentina, Domingo Cavalo. Que
la Fundación comisionó un estudio aquí en el Ecuador sobre como desdolarizar
la economía, pero la presidencia lo niega. Dicen que el Foro Alternativo y
el economista Eduardo Valencia están por proponer alguna salida alternativa,
pero él no lo quiere discutir ... por ahora. Por su lado los bancos
claramente nunca creían en la dolarización. Según la Asociación de Banqueros
Privados en la actualidad estos mantienen hasta 1.600 millones de dólares en
el exterior. Al mismo tiempo ofrecen poco crédito a nivel nacional y lo que
sí se ofrece es caro y a muy corto plazo. De hecho, dice el empresario Luis
Maldonado Lince, vivimos ahora en "una economía eminentemente especulativa.
Hay una transferencia neta de recursos desde el sector productivo hacia el
sistema financiera a través de altas tasas de interés y ineficiencia
bancaria. Lo que están haciendo es acumular recursos en ese sector ante la
inminente salida de la dolarización".
El dólar como aceite de caracol
Pero para analizar una posible salida de la dolarización quizás valdría
acordarnos del contexto en el que la instalaron. No fue una medida bien
pensada, hasta el Banco Central recomendó que no se aplique. Fue un
salvavidas para el entonces presidente Jamil Mahuad, pero igual no lo salvó.
Luego, se afirmó la medida, ¿por temor a los indios en los días después del
levantamiento del 21 de enero? ¿por la presión del grupo de Joyce Higgins de
Ginatta y/o los socialcristianos? ¿por instinto de manada? No se sabe. Pero
lo seguro es que con la introducción de la dolarización lo promocionaron
como los vendedores de aceite de caracol, bueno para todo lo que le duele:
la inflación, el desempleo, la falta de inversión etc. etc. El paraíso en
siete días.
Ahora es más evidente que fueron nada más que mentiras no tan piadosas, y
que algunos grupos se salieron con la suya, incluidos los amigos de Mahuad
que sacaron su dinero al exterior antes del feriado bancario y el
congelamiento de las cuentas. Pero tampoco hay que pensar, dice economista
Alberto Acosta, "que la desdolarización resolverá todo; esta vez hay que
estar claro que únicamente representa el primer paso para la recuperación;
lo que hará es entregar un espacio de soberanía monetaria que nos ayudará
resolver los demás problemas", es decir, la recuperación de la producción y
del empleo.
En la opinión de Acosta incluso es posible que "la desdolarización genere
muchas dificultades y problemas" y por eso es necesario analizar las
posibilidades y estar preparados. No obstante, parece necesario que en el
mediano plazo haya una devaluación de una nueva moneda, para corregir la
balanza entre las otras monedas internacionales y la ecuatoriana, así
recuperando la competitividad de los productos ecuatorianos tanto al
interior del país como en los mercados de exportación. Por otro lado algunas
empresas orientadas hacia el mercado interno y altamente endeudadas en
dólares podrían encontrarse en dificultades. Y la suma de esas dificultades
podría implicar una fuerte presión para una nueva sucretización, en otras
palabras el traslado de sus deudas al estado: a la población ecuatoriana en
su conjunto.
Sin embargo, a pesar de las dificultades la necesidad de acción es evidente.
No cabe duda de que hay, como señala Acosta, "claros indicios de que la cosa
no va bien". Y sí los hay. El valor de las importaciones físicas superan las
exportaciones (excluyendo el petróleo) en más de 900 millones de dólares
solo hasta junio de este año, en lo que tiene que ver con los flujos de
capitales (balanza de pagos), los dólares que salen supera a los que
ingresan en 1.200 millones, al mismo tiempo el servicio de la deuda externa
alcanzará unos 2.400 millones de dólares en el 2003. Y para postre, la OPEP
teme una posible caída del precio de petróleo en el año próximo de 10
dólares por barril. Importamos papa, carne, maíz, soya, leche. La industria
nacional está en pleno descenso, los precios de los productos chinos y
colombianos son insuperables en el contexto del dólar y hasta servicios como
la impresión de folletos ahora se hace en el país vecino al norte.
Más allá de Colombia, sí se mantiene la dolarización, opina Acosta, el
resultado podría ser una economía estilo Panamá. Una economía que depende de
las remesas de los migrantes y que se esfuerza por vender cada vez más
recursos naturales - los campos petroleros, la madera, los minerales - sin
importar el costo ambiental o social. Mientras tanto la gente afortunada
trabaja como mano de obra barata en maquilas o industrias de servicios: es
decir proveyendo servicios a la clase adinerada. Habrá poco o nada de
industria nacional y habrá más endeudamiento para cubrir cualquier déficit
en el presupuesto nacional. Es un escenario bastante desalentador, parecido
no sólo a Panamá sino a Argentina antes de la crisis monetaria del 2001 y la
salida del presidente De la Rúa
Llorábamos por ti Argentina
Es difícil evitar la comparación de la coyuntura ecuatoriana actual con la
de ese país del Cono Sur hace unos pocos años. En Argentina hubo dos
sectores con intereses propios. Los exportadores y los empresarios
nacionales por un lado y los importadores por otro; la gente con deudas en
dólares por un lado y la gente sin ni pan ni trabajo por otro. Estas dos
fuerzas alcanzaron un equilibrio, o más bien dicho, impusieron una forma de
paralización política que impidió una decisión definitiva hasta la crisis
estuvo ya encima.
Puede ser una simplificación, pero en términos gruesos lo mismo ocurre aquí.
Quizás la única diferencia es que todos los ecuatorianos tienen en mente la
lección de lo ocurrido en Argentina, y la necesidad de hacer todo para
evitar que lo mismo suceda aquí. No es futuro un llamativo para la gran
mayoría de ecuatorianos. Entonces, si sostener la dolarización es
inaceptable, y si nos toca salir de ella, la pregunta del millón es, quién
nos llevará del desierto económico del dólar y cómo? Quien nos
desdolarice...¿buen desdolarizador será?
Según el empresario Luis Maldonado Lince la salida inminente no debe
implicar que los que ganaron por la implementación de la dolarización
vuelvan a ganar de nuevo. Hay que tomar mucho cuidado con las recetas
mágicas que nos ofrecen y evitar que los costos del cambio se trasladen a
los sectores populares y pobres. Y como se podría esperar, los chef de
siempre ya están cocinando algo para nosotros.
Por ejemplo, dice Maldonado Lince, se sabe que los socialcristianos han
tenido una parte directo en el estudio acordado con de la Fundación
Mediterráneo. Aunque no se conocen los contenidos del informe "es evidente
que viniendo de donde viene - por un lado los socialcristianos y el sector
financiero y por otro lado el gobierno ecuatoriano - nos hace pensar eso
podría conducir a un estudio orientado a buscar beneficiar a estos grupos de
poder ante una eventual salida de la dolarización".
Por otro lado tenemos la propuesta del economista Walter Spurrier. Al
analizar la coyuntura y las posibilidades para el futuro, Spurrier propone
la circulación de una forma de nueva moneda que no es moneda, es decir los
CETES, certificados o bonos del estado. Estos se utilizarían en lugar de
dólares, con el mismo valor, si los billetes norteamericanos se vuelven
escasos en el caso de una caída en el precio de petróleo, si las
exportaciones siguen bajando, si las importaciones siguen subiendo y si las
remesas de los migrantes se estancan. Altas probabilidades todas. La
propuesta de los CETES se basa en otras formas de monedas no monedas como
los 'PATACONES' y 'LECOPS' que circulaban en Argentina. En el peor de los
casos dice Spurrier se introduciría una nueva moneda, con paridad al dólar,
uno a uno, pero esto no se puede sostener durante mucho tiempo. Habrá una
devaluación. Y la devaluación podría permitir que ciertos sectores cancelen
sus deudas, sobre todo con el estado y la banca estatal, con el mismo numero
de nuevas monedas devaluadas.
De ahí la cuestión práctica de como introducir una nueva moneda de la manera
más equilibrada y justa y así evitar que los grupos de poder se aprovechen.
Hay varias factores que hay que tomar en cuenta, dice Alberto Acosta. El
primero es que no se puede pedir a la gente que traiga sus dólares y los
cambie por una nueva moneda nacional. No lo harán. Entonces para introducir
una nueva moneda hay que crear condiciones que lo hace atractivo usarla. El
estado debe ofrecer créditos más baratos en moneda nacional a través de la
banca estatal, el Banco nacional de Fomento y la Corporación nacional
Financiera. Se debe requerir que los depósitos de garantía que la banca
privada encarga al Banco Central, el encaje, sea en moneda nacional. Se debe
cobrar impuestos y tributos, pagar contratos, sueldos, y subsidios en moneda
nacional. Además sería necesario cambiar el marco jurídico para que el
estado no garantice ninguna transacción en moneda extranjera.
Lo positivo de todo es que, refiriéndonos a Argentina otra vez, se ve que
con el correcto conjunto de medidas y voluntad política se puede salir
adelante. Argentina crecerá a 7 por ciento este año, el aparato productivo
se está reactivando, y todo sin la ayuda, o mejor dicho debido al haber
rechazado la 'ayuda' condicionada, del Fondo Monetario Internacional. Esto
demuestra, dice Maldonado Lince, "que los países con políticas soberanas sí
pueden crecer".