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BRASIL:AGRICULTURA-Transgénicos cada día más enredados
- Subject: BRASIL:AGRICULTURA-Transgénicos cada día más enredados
- From: "nello margiotta" <nellomargiotta55@virgilio.it>
- Date: Fri, 24 Oct 2003 20:17:56 +0200
Mario Osava
RIO DE JANEIRO, 22 oct (IPS) - La soja transgénica afronta nuevos
contratiempos en Brasil, con centenares de camiones impedidos de llevar ese
cargamento a puertos para exportación y la falta de autorización del uso del
herbicida indispensable para preservar ese cultivo.
Los camiones están paralizados en las fronteras de Paraná, debido a que el
gobierno de ese meridional estado prohibió la presencia en su territorio de
soja sin comprobación de que no es genéticamente modificada. La medida se
basó en una legislación nacional que exige tal certificación para la cosecha
actual.
Además la decisión de hacer de Paraná un área libre de transgénicos fue
profundizada por su Asamblea Legislativa, que aprobó el 14 de este mes una
ley que veda hasta 2006 la siembra, comercialización e industrialización de
ese tipo de soja.
La medida afecta las exportaciones brasileñas, ya que gran parte de la soja
del centro-oeste del país es embarcada en los puertos paranaenses de
Paranaguá y Antonina. Tampoco se descarta que surjan problemas con Paraguay,
que depende de estos puertos para exportar su producción agrícola.
La disposición de Paraná crea un conflicto legal, ya que el gobierno
nacional autorizó la producción de soja transgénica en todo el país, por una
legislación excepcional exclusiva a la siembra recién iniciada y su
comercialización hasta el final de 2004.
El permiso, vigente desde el 25 de septiembre, formalizó un hecho consumado,
provocando protestas de ambientalistas y del propio Ministerio de Medio
Ambiente.
Es que los agricultores del también meridional estado brasileño de Río
Grande del Sur se disponían a sembrar de cualquier forma semillas
transgénicas que tenían almacenadas, producto del contrabando desde
Argentina y siembras ilegales en Brasil desde 1997.
El gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva buscó de ese modo evitar la
configuración de una "desobediencia civil", admitió el ministro de
Agricultura, Roberto Rodrigues.
Pero una acción judicial del Instituto Brasileño de Defensa del Consumidor
(IDEC) contra el gobierno desnudó una falla en ese "premio a la ilegalidad".
El herbicida glifosato, vital para estos cultivos, no tiene registro
autorizando para su aplicación en partes aéreas, es decir hojas y ramas, de
la soja.
La ventaja de la soja genéticamente modificada de la empresa estadounidense
Monsanto, motivo de toda la confusión, es justamente ser resistente al
glifosato, cuyas aplicaciones aéreas eliminan las hierbas sin hacer daño a
la oleaginosa.
El Comité Técnico de Asesoría para Agrotóxicos, compuesto de expertos de los
Ministerios de Agricultura, Medio Ambiente y Salud, confirmó que el
glifosato sigue prohibido, por insuficiencia de datos sobre efectos en la
salud humana. Su uso puede ser penalizado con multas y detención del
responsable.
La amenaza no preocupa a la Federación de la Agricultura de Río Grande del
Sur (Farsul), que asegura que 80 por ciento del total de soja cultivada en
el estado es genéticamente modificada. La producción en esa zona alcanzó
este año a 9,6 millones de toneladas, 18,5 por ciento del total nacional.
"Esto será resuelto por una enmienda" que se agregará a la medida que
autorizó la siembra transgénica, dijo a IPS Jorge Rodrigues, presidente de
la Comisión de Granos de la Farsul.
La autorización se concedió por una "Medida Provisional", nueva denominación
en Brasil del decreto-ley presidencial, sujeto a la aprobación parlamentaria
en 60 días para convertirse en ley, con los cambios que le impongan los
legisladores.
El glifosato ya "es usado en gran escala en Brasil hace más de 20 años" y "
no tiene sentido" impedir su empleo, incluso porque liberar la siembra de la
soja transgénica significa "aprobar la tecnología que incluye el herbicida",
argumentó Rodrigues.
En su opinión, es "pérdida de tiempo discutir cuestiones ya resueltas",
dejando entendido que de una manera u otra los agricultores usarán el
glifosato, "que no es prohibido, sino que le falta el registro para uso
específico" en las partes aéreas de la soja, aún en evaluación.
Sobre la decisión del gobierno de Paraná, Rodrigues cree que será "un gran
problema para las exportaciones", no para Río Grande del Sur que tiene su
propio puerto (Río Grande), sino para otros estados, como en el
centroccidental Mato Grosso, mayor productor actual de soja en Brasil.
Paraná prohibió la soja transgénica, pero también tiene cultivos
clandestinos, aunque limitados a cuatro o cinco por ciento del total,
calcula la Federación de Agricultores del estado (Faepr). Pero esa
participación puede crecer con semillas contrabandeadas de Argentina y Río
Grande del Sur.
La organización representativa de los hacendados se opone a la prohibición,
por considerarla "inoportuna" y contraria a los mismos objetivos de la
medida, señaló a IPS Carlos Augusto Albuquerque, asesor de la presidencia de
la Federación.
"¿Ante la prohibición, donde se oculta la soja transgénica?, se preguntó. En
el medio del producto convencional, provocando una mezcla", respondió el
mismo experto. Es mejor liberar la siembra de forma regulada, para que se
pueda separar los dos tipos de granos, argumentó.
La separación controlada es "la vía para salvar la soja convencional" y asi
asegurar los mercados que la prefieren, como Europa y Japón, que absorben 70
por ciento de las exportaciones brasileñas, acotó.
Además de la ventaja de no sufrir restricciones en ningún mercado, la soja
convencional está registrando en Paraná una productividad superior al de la
transgénica de Río Grande del Sur, destacó Albuquerque.
A su vez, Santa Catarina, estado ubicado entre Paraná y Río Grande del Sur,
también prohibió el cultivo de transgénicos por una ley estadual, pero su
producción de soja es muy pequeña.
La esperanza de todos es que un proyecto de ley, que el gobierno de Lula
debe proponer al Congreso en los próximos días, ponga fin a este enredo,
pese a la imposible conciliación entre los que defienden la liberación, como
los grandes agricultores, y el movimiento de ambientalistas que quiere "un
Brasil libre de transgénicos"