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Bolivia: Declaración de guerra civil indígena
- Subject: Bolivia: Declaración de guerra civil indígena
- From: "nello margiotta" <nellomargiotta55@virgilio.it>
- Date: Fri, 26 Sep 2003 20:54:58 +0200
ALAI, América Latina en Movimiento
2003-09-26
Pablo Mamani
Memoria de las luchas indígenas y el estado
Abril y septiembre de 2000 y junio-julio de 2001 es parte de un campanazo o
un llamado de los indígenas para una declaración pública de una "guerra
civil" ocurrida el domingo 21 de septiembre en Warisata, altiplano norte de
La Paz. Achakachi junto con Huarina, Warisata y comunidades del altiplano
norte y los valles de Sorata han sido los actores de las impresionantes
movilizaciones realizados en la región durante el año 2000-2001, junto con
los indígenas de la región del Chapare, Cochabamba. Son los primeros
levantamientos indígenas del siglo XXI en Bolivia, mismos que se han
convertido en uno de los detonantes para el cuestionamiento del modelo de
libre mercado. En los bloqueos del camino en el altiplano norte de La Paz en
el año 2000 se había pronunciado, sobre la base de un profuso sentido de
identidad indígena, auque de forma tímida, una "guerra civil" como parte de
una demostración de fuerza y "autonomía" de las comunidades indígenas
aymaras y qhiswas de la región frente a las fuerzas del estado. Se han
tejido y reforzado ideas, decisiones, actos y sentimientos compartidos como
parte de los sentidos de pertenencia identitaria indígena contrapuestas al
de las identidades criollas-mestizas predominante en los espacios del poder
político y económico en Bolivia. ¿Cómo podríamos, sin embargo, entender con
cierta precisión los hechos recientemente ocurridos en Warisata y Sorata?
¿Cómo se explica la declaración de "guerra civil" indígena en términos
históricos?. ¿Qué significa la declaración de "guerra civil" dentro del
campo simbólico y político? Una primera y necesaria aproximación para
entender el mismo es la historia.
La historia de los levantamientos indígenas en la colonia y la república y
las condiciones actuales de beligerancia estatal y social provocado por el
modelo de libre mercado se constituyen en algunos de los referentes para
entender los hechos ocurridos en Warisata y Sorata. Los indígenas tienen una
larga historia de declaraciones de guerra a los estado en la colonia y la
republica. No es novedad, en este sentido, la "guerra civil" declarada en
Warisata. Es el caso de Tupaj Katari y Zarate Willka. Los Katari de La Paz
(del Valle de Siles, 1990) y Chayanta (Nicholas, 1998) en 1780-81 habían
declarado una guerra indígena y de guerrillas a los españoles. Pablo Zarate
Willka (Condarco, 1983) y los Willkas en la república (1899) también habían
declarado una guerra al estado republicano. Los pronunciamientos o proclamas
de Q'araqullo (Caracollo) y Peñas por Zarate Willka y Juan Lero son parte de
este hecho. Era un levantamiento indígena gigantesca en toda la región
central y sur del altiplano y los valles de Bolivia. En cada uno de ellos se
han construido, además, "cuarteles indígenas" y "gobiernos
locales-regionales" y símbolos del poder indígena. Y el estado, en estas
relaciones, es portador de una larga historia de masacres indígenas que ha
ahogado en sangre toda pretensión indígena de autogobierno o ante las
simples demandas locales de mayor justicia. En cierto modo la historia del
estado en Bolivia es la historia de las masacres indígenas. Hay, entonces,
una construcción de dos lógicas contrapuestas irreconciliables que en tiempo
en tiempo se recrudecen, aunque en determinadas etapas históricas se
convierten en endebles pactos entre ayllus-estado, que al menor quiebre
histórico explota. Este es una línea roja que atraviesa la historia política
y social de Bolivia constituida como "fronteras étnicas" (A. Guerrero, 1998)
entre indígenas o indios y los grupos de poder blanco-mestizo dominantes en
Bolivia.
En la ultima parte de esta historia de las relaciones estado- indígenas en
cuanto referentes del conflicto y pacto desigual, es importante manifestar
que los indígenas de Sorata, Ilabaya, Achakachi, Warisata son actores
históricos de la guerra del Chaco con Paraguay en 1932-35. Los indígenas
aymaras y qhiswas al participar en esta guerra internacional se convierten
en referentes directos de la memoria histórica, producto del cual exigen al
estado el derecho de ciudadanía negado, sin embargo, sistemáticamente.
Además, se guardan memorias de lucha y las mismas armas de fuego. Estas se
manifiestan en sentimiento de orgullo social por ser parte de la defensa del
petróleo y del territorio del Chaco. En ese sentido hay un sentimiento de
legitimidad histórica para convertirse en parte de los destinos de este
país. Los abuelos a través de la memoria oral han trasmitido a sus hijos y
nietos su participación en esta guerra que hoy de algún modo se manifiesta
como rebeldía india. Asimismo los aymaras del altiplano norte participan en
la revolución de 1952. Este es otro referente para entender la declaración
de "guerra civil" en Warisata. Hay una memoria corta que tiene alcance
político-militar bastante fuerte en la región. Achakachi ya tenía en 1953 un
cuartel "campesina" llamado el regimiento Gualberto Villarroel similar al
cuartel de Patamanta de la provincia Los Andes (Albo, 1979). Estos
regimientos campesinos desfilan en el primer aniversario del 9 de abril en
la ciudad de La Paz. Otro hecho importante a tomar en cuenta es que antes de
1952 los hacendados propiciaban conflictos intercomunidades entre haciendas
y comunidades. En ese sentido hay una memoria de lucha indígena en la
región. Al que se suma la propia experiencia de los jóvenes indígenas que
van (vamos) al cuartel más que los otros sectores de la sociedad nacional.
En el cuartel se aprende a tener tácticas y estrategias de guerra que en
cierto modo es aplicado en los enfrentamientos con las fuerzas del estado.
Entonces los cuarteles "campesinas" de Achakachi y Patamanta de 1952, son
parte de esta historia. El MNR se catapulta con estos cuarteles como el
partido "revolucionario" y clienteliza las masas "campesinas", mismo que se
refuerza posteriormente con el pacto militar-campesino en los años 60s y
70s.
En este sentido hay una conjunción de dos hechos en este proceso: por una
parte hay una experiencia y memoria de los levantamientos indígenas en la
región, como el de Tupaj Katari, Zarate Willka y la participación en la
guerra del Chaco y los conflictos intercomunidades provocados por los
hacendados. Y dos, hay la participación indígena en la revolución de 1952
donde el propio MNR es quien arma a las milicias "campesinas" para
convertirlo al servicio del gobierno. Entonces se mezclan dos hechos
históricos de importancia, una, la memoria larga y otra una memoria corta
(Rivera, 1982). Algunos funcionarios del estado como el propio Ministro de
gobierno Yerko Kukoc parecen desconocer este hecho, es decir, sobre el
equipamiento con armas a los "campesinos" en 1952 por el propio MNR. La
siguiente afirmación del ministro deja traslucir ese hecho: "Es preciso un
profundo análisis sobre la gente de Warisata y Sorata, que tiene una
capacidad de rechazar en forma armada al orden público". (La razón,
22/09/03). En este sentido ¿se podría acusar y juzgar por los actos
recientes a los indígenas de Warista sin juzgar también a los intelectuales
históricos de armar a los "campesinos" como es el propio MNR?
De esta manera hay una línea difusa que en determinado tiempo histórico se
convierte en una línea abierta de frontera étnica porque ésta explota y
debela las condiciones de dominación étnica en Bolivia. Es como una memoria
larga que atraviesa la historia misma de la república y la historia de la
vida social de los indígenas que de tiempo en tiempo explota y pone en jaque
al estado neocolonial de Bolivia. Auque en determinados tiempos y espacios
de la sociedad desaparece éste para simular pactos entre estado y los
indígenas. Es una línea divisoria que separa entre una sociedad indígena
dominada y otra sociedad minoritaria dominante. Es la extensión cotidiana de
las condiciones económicas y políticas de un colonialismo interno. Los
hechos recientes hechos acaecidos en Warisata y Sorata no son ajenos a esta
historia de dominación étnica, por una parte y a las luchas indígenas
locales y regionales mantenidas durante la historia de la república y la
colonia, por otro.
De manera precisa ¿cuál es el contexto coyuntural que envuelve a los hechos
ocurridos en Warisata?. ¿Hay un ambiente de conflicto general en Bolivia
para terminar con la declaración de "guerra civil" en Warisata?. Veamos las
movilizaciones sociales que anteceden a los hechos del sábado 20 de
septiembre de 2003.
Warisata y las movilizaciones sociales en Bolivia
Los antecedentes inmediatos a los hechos de Warisata son las multitudinarias
movilizaciones sociales en rechazo a la venta del gas a Estados Unidos y
México por puertos chilenos. Asimismo hay un paro realizado por los alteños
en la ciudad de El Alto con total éxito. Además, existe una huelga de hambre
de parte de los dirigentes "campesinos" o indígenas de las 20 provincias de
La Paz, en la ciudad de El Alto. Por su parte hace dos semanas las viudas de
los beneméritos de la guerra del Chaco han realizado una huelga de hambre
que no fue atendida. En este sentido hay un ambiente de beligerancia entre
gobierno y las organizaciones y los sectores indígenas o "campesinas".
El día domingo 7 de septiembre se anuncia la llegada de los marchistas o
caminantes del altiplano hacia la ciudad de La Paz en contra la venta de gas
por puertos chilenos y la atención a los convenios firmados entre
"campesinos" y el gobierno. Unos, desde Huarina y el otros desde Q'araqullo
(Caracollo). Los mismos al arribar a la ciudad de El Alto se alojan en
distintas partes, los unos en previos de la Universidad de El Alto y los
otros en el auditorio de la radio San Gabriel. Durante la semana los
marchistas no protagonizan actividades de mayor importancia. El día domingo
13 de septiembre se habla en algunos medios de prensa del fracaso de los
bloqueos anunciados en el altiplano de La Paz (La Prensa, 14/09/03). El
martes 16 se anuncia bloqueos de los caminos de los yungas de Caranavi y
nuevamente se habla del fracaso de los bloqueos en el altiplano de La Paz.
El día lunes 15 y martes 16 se desarrolla un paro indefinido convocado por
la Federación de los Juntas Vecinales de la Ciudad de El Alto (FEJUVE),
mismo que termina con la anulación de los formularios maya y paya. Estos
formularios han sido denunciados como parte del incremento en el pago de los
impuestos a los inmuebles. Este paro ha sido acatado en su totalidad. El
viernes 19 de septiembre se realizan multitudinarias marchas en las ciudades
de El Alto, La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí (con para cívico) en contra
del proyecto de la venta de gas por puertos chilenos. El gobierno del MNR de
Gonzalo Sánchez de Lozada tiene al parecer decido exportar el gas por
puertos chilenos, hecho que es rechazado en amplios sectores sociales. En la
plaza de San Francisco de La Paz durante esta jornada se desarrollan
manifestaciones y quema de los muñecos o efigies de Sánchez de Lozada con
gritos como: "¡ahora sí, guerra civil!". Además, se produce violentas
gasificaciones policiales a los manifestantes. Estas multitudinarias
manifestaciones crean un ambiente de beligerancia estatal y social porque
por una parte el gobierno minimiza estas multitudinarias manifestaciones y
por otra se acrecenta sentimientos antiMNRistas en la población, y en las
organizaciones políticas de la oposición y particularmente en los indígenas
de la gran región andina.
Durante la segunda semana de septiembre, aproximadamente el día viernes 12,
se habla de pequeños bloqueos "campesinos" en Sorata. Al parecer no tiene
mucha importancia. Sin embargo, el día viernes 19 se crea un ambiente de
conflicto porque viaja (en helicóptero) el propio ministro de Defensa Carlos
Sánchez Berzaín a la región. Los ánimos se caldean por la discusión que
mantuvieron el ministro y los dirigentes "campesinos" o indígenas. El mismo
se minimiza desde el gobierno. Ante la pregunta realizado por periodistas al
ministro de informaciones, Mauricio Antezana sobre que Sánchez Berzaín
habría realizado los primeros disparo de armas de fuego en Sorata, Antezana
responde de que no hay que hacer caso "a las conjeturas o especulaciones"
(canal 9 ATB, sábado 20/09/03). Habría que preguntarse si no es importante
poner atención sobre estos hechos ocurridos ¿por qué Sánchez Berzain sale
apresurado de la localidad de Sorata?. El gobierno se muestra ante la
opinión como la principal víctima e insiste una y otra vez que se trataba de
una operación de "liberación humanitaria" de los rehenes que se encontraban
retenidas en Sorata, entre ellos 40 turistas y comerciantes. Situación que
fue desmentido por algunos turistas extranjeros cuando afirman en La Paz:
"estábamos tranquilos". Lo que hubo fue una exageración de parte del
gobierno para justificar la violencia de Warisata. En esta relación es
importante considerar de que el comunario Primitivo Curaca murió en la
mañana de sábado 20 en las cercanías a la localidad de Sorata, antes de
Warisata. Este fue uno de los primeros actos de violencia policial y militar
en la región.
A las cuatro de la tarde aproximadamente del sábado 20 de septiembre se
produce en Warisata otros de los enfrenamientos trágicos con el saldo
inicial de cinco muertos. Los muertos de parte de los indígenas son: Eugenia
Condori, Juan Cosme, Ismael Quispe Quispe y Mariela Nancy Rojas Ramos (de 8
años) y un soldado. Muere al día siguiente otro soldado. Los soldados
muertos son: Carlos Rivas y Sergio Vargas (La Razón, 22/09/03). Al referirse
a este hecho el gobierno habla insistentemente de una embostada de los
indígenas al convoy militar-policial que salía de Sorata, versión que es
difundida ampliamente en los medios de comunicación. Sin embargo, esta
versión rápidamente es rechazado por los dirigentes y los comunarios del
lugar. La versión indígena señala incluso de que los militares y policías al
entrar de La Paz con destino ha Sorata han realizado actos de provocación en
la localidad de Achakachi y Warisata. Y, además, en la madrugada del sábado
20 se habían allanados los domicilios de los dirigentes y detenido a uno de
ellos. En esto hay que recordar que en la mañana del sábado 20 hubo los
primeros enfrentamientos en Sorata. Ante esta actitud abusiva de los
militares-policias se ha creado un ambiente de indignación y beligerancia
indígena en Warisata. Además, se pudo observar en las inmediaciones de la
localidad de Warisata, en las imágenes televisoras y en las fotografías de
prensa escrita, sobre cómo los soldados están atrincherados, unos, en
posición de afronte y otros haciendo disparos con armas de guerra fusil FAL.
No hay duda de que ese día los militares y los policías han utilizado balas
de guerra y provocado la violencia.
Se informa desde Sorata, por su parte, después de los primeros
enfrentamientos y la muerte de Primitico Curaca y abandonado Sorata el
convoy militar y policial, el sábado 20, los indígenas han entrado y
arrasado con las oficinas de la Alcaldía, Subprefectura, hotel Copacabana y
Prodem, esto como en la histórica toma de esta localidad en el levantamiento
indígena de 1781 por Gregoria Apaza y Andrés Tupaj Amaru (Maria del valle de
Siles, 1990). Uno de los medios de prensa escrita hace notar sobre este
hecho: "Sorata ha quedado...Tras la quema de la Subprefectura, el juzgado
agrario, la notaria, el cuartel policial, y la Alcaldía, todo rastro del
Estado boliviano ha quedado reducido a cenizas" (La Razón, 22/09/03).
Recuerda además que en septiembre de 2000 en Achakachi "los indígenas
quedaron prácticamente al mando de la zona, sin que los militares de
Ayacucho (Cuartel ubicado en la localidad de Achakachi) se animen a salir de
sus cuarteles" (La Razón, 22/09/03). Sorata y Warista y las comunidades de
la región de esta manera se encuentran convulsionados y tienen tomado el
camino que comunica Achakachi y Sorata. Allí solo flamea la wiphala
multicuadriculada (bandera indígena de múltiples colores) y ha desaparecido
la bandera de Bolivia. En esta misma región o en cercanías ha Atawallpani en
el año 1959 fue muerto el exministro de asuntos campesinos del MNR, Álvarez
Plata (Albo, 1979). La región tiene entonces una historia de lucha política
y social.
El domingo 21 ante los acontecimientos ocurridos el día sábado 20 se lleva
en Warisata una gran asamblea de las comunidades de la región. Hay una
indignación generalizada que penetra en las entrañas más profundas de la
vida social indígena. La muerte como un extremo de la vida se hace presente
en la casa de los comunarios/as indígenas y se empieza a tejer profundos
sentidos de rebeldía india. Se velan los muertos, entre ellos una niña de 8
años. Al calor y dolor por la pérdida de sus seres queridos, los indígenas
de Warisata declaran una "guerra civil" al gobierno de Gonzalo Sánchez de
Lozada empuñando sus viejos fusiles máuser heredados por los abuelos con su
participación en la guerra del Chaco y en la revolución de 1952. El
periódico La Razón titula en sus paginas interiores: "Campesinos de Warisata
muestran su armamento". Se ha podido observar de cómo las mujeres, los
jóvenes y los hombres, incluso los ancianos y ancianas, al igual que los
zapatistas de la selva Lacandona de México cubiertas los rostros con
pasamontañas negras, declaran en voz alta y hablan públicamente de una
"guerra civil" indígena contra el gobierno. Uno de los entrevistados por
periodistas de ATB dice:
"es una guerra civil declarada, declarada. Ellos (los indígenas) han
declarado la guerra y empieza. Tarde o temprano, pues, he, venceremos, ¿no?,
porque somos miles nosotros...tiene que armarse el pueblo, tiene que de una
u otra forma, tiene que armarse el pueblo..." (canal 9 ATB, 21/09)03). La
noticia recorre las extensas pampas del altiplano y los valles porque desde
distintos sectores se escucha voces de apoyo y solidaridad indígena.
Warisata, además, es un lugar histórico porque es aquí en la década de 1930
donde se funda uno de los primeras escuela indígenas denominando, escuela
del ayllu. Actualmente es una Normal donde se forman muchos jóvenes
indígenas como profesores rurales. Ellos trabajan en las comunidades y son
actores locales que tiene su propia importancia para las comunidades porque
hablan aymara o qhiswa y muchos se sienten identificados con la lucha de las
comunidades de la región.
Ante la gravedad de los hechos ocurridos en Warisata, el mismo día domingo
21 de septiembre, se realiza una reunión o asamblea de los dirigentes de las
provincias de La Paz que mantienen huelga de hambre (desde hace 12 días) en
los ambientes de la radio San Gabriel en la ciudad de El Alto. En dicha
reunión los dirigentes declaran duelo de 90 días a nivel nacional y un
"estado de sitio" indígena en todos los territorios de las 20 provincias de
La Paz. El documento ha sido leído y comunicado a la prensa por Felipe
Quispe, el Mallku. Quispe manifiesta: "no se garantiza la vida de los
soldados" en los territorios declarados como parte del "estado de sitio". A
su vez se decide que algunos dirigentes que mantienen huelga de hambre se
dirijan a sus comunidades y provincias para radicalizar e incrementar los
bloques de los caminos y el de los productos o alimentos hacia la ciudad de
La Paz.
Esta declaración tiene una trascendencia histórica. La declaración de un
"estado de sitio" por parte de los indígenas en sus territorios, trae como
señal simbólica y real de la existencia de un "gobierno indígena" que trata
de reproducir la histórica conformación de un gobierno en Peñas (Oruro) de
1899. Además, es un hecho inédito en la historia de los movimientos
indígenas en Bolivia porque se expresa de forma simbólica un mensaje de
poder y fuerza indígena o "campesina", pese a las actuales condiciones de
división y fragmentación regional del movimiento indígena.
Como una muestra de esta determinación, el lunes 22, amanece los caminos con
mayores grados de beligerancia y se recrudece los bloqueos del camino La
Paz-Oruro, La Paz-Achakachi-Copacabana y Sorata, La Paz-Rio Abajo pese al
acuerdo firmado entre dirigentes de los yungas del Caranavi y el gobierno.
Los caminos de Rio Abajo se encuentran bloqueados y se anuncian de que no
saldrán productos agrícolas a los mercados de la ciudad de La Paz (el día 19
de septiembre el gobierno gasifica innecesariamente una marcha pacífica que
venia al centro de La Paz para sumarse a la manifestación contra la venta de
gas por puertos chilenos). Como correlato de estos hechos en los mercados de
La Paz y El Alto hay un paulatino escasez de productos agrícolas. Ante esta
situación no hay visos de solución ni de parte de gobierno y ni de los
indígenas. Hay una lógica por el contrario de recrudecimiento del conflicto.
En la noche del día lunes 22, Evo Morales anuncia una reunión de los
cocaleros del Chapare para tomar posibles medidas de acción en solidaridad
con los indígenas de Warisata y el altiplano de La Paz, que finalmente no se
lleva. Así la coalición de gobierno del MNR, MIR, UCS, NFR pasa por momentos
críticos porque se pide la renuncia del presidente Sánchez de Lozada. Muchos
otros se suma a este pedido. El presidente ante este pedido responde con una
dureza o terquedad aún mayor cuando sostiene: "no se permitirá en Bolivia
ningún bloqueo más". El gobierno emite permanentes comentarios sobre el
deseo de encontrar soluciones mediante el diálogo pero se nota que ésta es
una simple argucia para justificar mayores grados de represión. Hay una
gradual escalada de confrontación entre el gobierno y los diferentes
sectores sociales y particularmente indígenas en Bolivia. Dentro de este
contexto ¿qué significa específicamente el "estado de sitio" indígena
declara en la ciudad de El Alto y la "guerra civil" indígena en Warisata?
¿Cómo se podría interpretar ambas declaraciones dentro del campo simbólico y
político?.
Análisis del "estado de sitio" y declaración "guerra civil" indígena
En la región norte de La Paz y en algunos de los valles adyacentes hay un
sentimiento de "autonomía" (*) o de "autogobierno indígena". Se puede notar
o constatar una fuerza interna en las comunidades porque se mantienen los
rituales sagrados al nevado Illampu, apu mayor de la región junto a Jipi o
Paxchiri. Las autoridades comunales, los secretarios generales o generalas
en aymara, son los referentes directos del poder y administración
territorial y jurídica de las comunidades. Prevalecen decisiones ampliamente
consensuadas al interior de las mismas como parte de la legitimidad de los
actos de sus autoridades locales y regionales. Hay una administración de
justicia indígena al interior de las comunidades o en su caso a nivel mayor
como son las federaciones provinciales. Asimismo se puede notar una
identidad aymara y qhiswa muy fuerte relacionados con el territorio
histórico y mítico del lago Titikaka y su entorno. En resumen, hay un
tramado de sentidos de pertenencia colectiva e identitaria sobre un extenso
territorio, sobre su historia y la memoria de las luchas indígenas.
La declaración de "guerra civil" indígena en Warisata solamente es
entendible dentro de este contexto particular e histórico al que hemos hecho
referencia mas arriba. Sin embargo, ¿qué se quiere expresar con la
declaración de una "guerra civil" tomando en cuenta de que una guerra civil
es una confrontación armada de dos o más frentes a nivel interno?. ¿Acaso se
está expresando detrás de esta declaración una revolución india o indígena?
¿O es un uso estratégico de los símbolos del poder político e indígena para
crear un ambiente propicio y lograr así el respeto por parte del Estado?. Lo
inmediatamente constatable o textual, sin embargo, es la exposición de las
armas, wiphalas y pasamontañas en posición de afronte como señal de
protagonizar una guerra. La connotación o la subjetividad de lo que ello
significa todavía habría que buscar en lo que éste pueda tener su efecto en
otras regiones indígenas y la actuación sistemática de los comunarios en esa
línea. Lo que sí es constatable a partir de ello es la expresión de un mal
estar general frentes a una situación histórica de discriminación y
dominación étnica en Bolivia. En Bolivia, por ejemplo, según A. Bello y M.
Rangel el 81,2% de la población es indígena (A. Bello y M. Rangel, 2000).
Por su parte según el Censo de Población y Vivienda (2001), la población
autoidentificada como indígenas es el 61,21% (INE, 2001a). La mapa de
pobreza muestra, además, de que estas poblaciones son los más pobres. La
población pobre en Bolivia es el 58,6% de los cuales, el área rural contiene
el 90,8% (INE, 2001b). Aunque según el Instituto Nacional de Estadística la
pobreza a nivel nacional ha bajado de 70.9 (censo de 1992) a 58.6% (censo de
2001). Los aymaras del altiplano y valle del norte de La Paz son parte de
esta realidad socioeconómica. La demostración de una "fuerza armada",
entonces, es un referente de un malestar social producida en cierto modo por
el modelo de libre mercado y por la dominación étnica en Bolivia. En las
ciudades y en ciertas parte del área rural se pueden observar grados de
discriminación económica, social y política de los indígenas. Hay un
problema estructural irresuelta en la relación estado y los indígenas en
Bolivia.
En la declaración de "guerra civil" se conjuncionan entonces dos hechos
importantes: por una parte hay una demostración de fuerza indígena, auque su
efectividad en términos militares tendría poca capacidad, si no es por el
número de sus miembros. Por otra parte, es una demostración estratégica y
simbólica del poder y capacidad de interpelación directa al estado. Se envía
un mensaje político específico de que si no se respeta el derecho a la vida
de los indígenas se podría en el tiempo multiplicarse demostraciones de este
tipo para crear un ambiente general de guerra civil. Se pone en juego varios
sistemas de mensaje simbólicos o subjetivos como una efectiva forma de
llamar la atención a los distintos sectores y regiones indígenas y al propio
gobierno para establecer respeto y mejorar las condiciones de vida indígena.
Se produce un bullicio o el rugir de la multitud (Steinberg, 1999) como una
efectiva forma, además, de crear cuerpo y sentidos de pertenencia
territorial e histórica sobre lo propio. En esta relación, si el gobierno y
el estado persisten en la torpe idea llevar a la justicia a los levantados
de Warisata, lo que se podría provocar es una mayor reacción de parte de las
comunidades para que en el futuro no solamente se envíen mensajes simbólicos
y estratégicos sino estallar una guerra civil sin precedentes.
Esto es muy evidente, además, por el mensaje enviado hacia el estado desde
la ciudad de El Alto cuando los dirigentes "campesinos" o indígenas declaran
un "estado de sitio" en todo los territorios indígenas de La Paz. Esto es
importante para el análisis político y social porque con ello se muestra la
capacidad reapropativa indígena de los instrumentos estatales. El declarar
"estado de sitio" en términos formales corresponde solamente al estado. Esta
realidad y lógica argumentativa y política del poder del estado aquí se da
vuelta porque son los indígenas ahora quienes declaran un "estado de sitio"
dentro de sus territorios. En ese sentido el monopolio de la fuerza física
como legítima se convierte ilegitima para los indígenas. Lo que ocurre es
que se quita, por lo menos simbólicamente, al estado la legitimidad de ese
uso del monopolio de la fuerza física. Entonces se crea un mensaje político
de alto sentido de pertenencia territorial y de "autonomía" social de los
indígenas o "campesinos" dentro de sus territorios. Esta lógica
reapropiativa indígena de los instrumentos del estado tiene su propia
historia. Hay que recordar que Tupaj Katari en la guerra indígena de 1781
cuando enviaba documentos a diferentes ayllus y regiones firmaba como el
Virrey Katari. El Virrey era el representante directo del rey de España en
las tierras colonizadas. En esas condiciones el Virrey tenía un poder
militar y político importante en la jurisdicción de sus audiencias. Lo que
hizo Julian Apaza o Tupaj Katari con el nombre de Virrey es crear un grado
de poder real al levantamiento indígena. Al mismo tiempo se había hecho uso
de los instrumentos de la iglesia católica para legitimar los actos de
guerra cuando se realizan misas en las improvisadas capillas del cuartel de
los Altos de las Batalles, actual ciudad de El Alto. Con cada uno de estas
acciones no se pretendía mantener el estado colonial español, sino era
reconstituir un nuevo gobierno indígena o indio. Entonces la declaración de
"estado de sitio" en las actuales condiciones se convierte como referente de
esta capacidad reapropiativa de los instrumentos del poder dominantes para
convertirla en instrumentos del poder indígena.
Conclusiones
La declaración de "guerra civil" y el "estado de sitio" en los territorios
indígenas de La Paz son dos hechos de importancia simbólica y político para
entender las condiciones estructurales de la dominación étnica en Bolivia y
en el último tiempo del impacto socioeconómico negativo del modelo de libre
mercado en las comunidades, ayllus y centros urbanos predominantemente
habitados por poblaciones indígenas, particularmente andina. Estas
condiciones estructurales están creando sentimientos y posicionamientos de
autoidentificación indígena bastante fuerte en Bolivia. En el Censo de
Población y Vivienda de 2001, el 61,21% de la población se ha
autoidentificado como indígenas sin contar los menores de 15 años para
abajo. Bolivia tiene una importante población joven y ésta población en gran
parte es población joven indígena al que también se le llama "campesina". En
esta relación los hablantes qhiswas y aymaras son los pueblos más numerosos
en comparación con los pueblos y lenguas indígenas de la amazonía y del
Chaco.
Dentro de este contexto, en Warisata (lit. wari=camelido andino,
sata=sembradio) se ha empezado ha hacer uso de los símbolos del poder
político y militar como ha sido la exposición de los viejos fusiles máuser,
pasamontañas, wiphalas, qurawas como señal de fuerza y decisiones
fuertemente vinculados con la memoria de las luchas indígenas. Lo que nos
permite afirmar de que si no se cambia las actuales condiciones de
dominación étnica y pobreza estructural en Bolivia o Qullasuyu para los
indígenas podría éste desembocar en acciones de mayor contenido político y
militar. La región del lago Titikaka y el altiplano y los valles de norte de
La Paz tiene una larga historia de luchas indígenas, como muchas otras
regiones indígenas, desde la colonia y la república. Aquellos hechos quedan
como memorias míticas e históricas. Estos se manifiestan como una identidad
territorial, honor y prestigio social. Así en una de las conversaciones
mantenidas con uno de los jóvenes de Achakachi nos ha manifestado de que,
"aquí la gente no se deja meter fácil el dedo a la boca". Esto no quiere
decir que la gente por naturaleza es belicosa, sino hay condiciones
históricas y sociales que determinan una manera de ser de una sociedad.
Así es interesante observar de cómo Warisata esta despertando grados de
solidaridad incluso fuera de la misma región como es la ciudad de La Paz y
El Alto. En efecto el día martes 23 de septiembre las mujeres comerciantes
de los mercados de La Paz han cerrados los mercados de productos agrícolas
en apoyo a los indígenas de Warisata que han sufrido un nuevo masacre de
parte del estado. Asimismo en la ciudad de El Alto se anuncia de que las
organizaciones enviaran vituallas para los protagonizan de los bloqueos de
los caminos, mismo que se han incrementado en diferentes partes del
altiplano y valles hasta el jueves 25 de septiembre. Los caminos de El Alto
y particularmente Huarina- Achakachi se encuentran tomados por una
multitudinaria fuerza indígena o "campesina". Qalackaka y Rojorojoni
nuevamente se ha convertido en unos de los "cuarteles indígenas" al igual
que en el año 2000 y 2001.
Así hay un profuso sentido de identidad indígena en la región norte de La
Paz envuelta por una parte bajo la palabra campesina o sindicato y por otro
bajo la forma de estructura de ayllus y mallkus como se puede observar este
último en Charazani y su entorno. En este sentido las comunidades tienen sus
propias estructuras autónomas de administración de su territorio y justicia
indígena. Estas autoridades para tener una gestión acorde con lo que la
comunidad las encarga se encomiendan a los apus o montañas sagradas de la
región como es el nevado de Illampu y Paxchiri. Esto se constata en la
afirmación del secretario ejecutivo de la provincia Omasuyus, cuando afirma:
"primero siempre se hace una wilancha para realizar toda actividad, eso
siempre es primero" (conversación mantenida con Rufino Pusarico, septiembre,
2003). Hay de esta manera una autoafirmación propia sobre el sentido de la
vida social, económica e histórica. Además, es muy notorio que las
comunidades y las pequeñas ciudades aymaras como Achakachi, Sorata, Warisata
están estructurados sobre formas de ordenamiento territorial y social
andina, es decir, en Alasaya y Masaya. Es el caso de la ciudad de Achakachi.
Al sector sur se la llama Masaya y al norte Alasaya. Auque tiene una
posición inversa al ordenamiento espacial-territorial de los ayllus de las
otras regiones. Masaya es la parte seca, urqu o masculino y Alasaya es la
parte baja junto a las orillas de lago Titikaka que representa lo femenino.
El espacio-territorio de esta manera está ordenado como marido y mujer, es
decir, como una familia y un hogar en la que se cobijan los aymaras que la
habitan desde tiempos inmemoriales sobre estas tierras. Hay una relación de
vida sagrada y humana que tiene sentidos de pertenencia e identidad
territorial y memorias de lucha indígena. Warisata no es ajena entonces a
este conjunto de manifestaciones y autoafirmaciones propias pese su amplia
relación con el estado y sus instituciones y el mercado.
(*) Esto se nota en las conversaciones que hemos mantenido en la región con
los comunarios y autoridades comunales y algunos dirigentes provinciales,
agosto, septiembre, 2003.
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de septiembre de 2003.
* Pablo Mamani es aymara de formación Sociólogo y postulante a magíster por
la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, sede-Ecuador.