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Cile: El cerco informativo a la huelga de hambre contra la impunidad



3 de septiembre del 2003

Tomás Moulian   ElMostrador.cl

Sorprende la liviandad de las autoridades gubernamentales, su distancia
gélida frente a un gesto de jóvenes dañados por la dictadura, quienes
realizan un acto que debe ser acogido. Nada dicen, nada hacen, no se acercan
para escuchar sus razones.

Dudo que incluso usted, lector informado, sepa que un grupo de hijos y
hermanos de detenidos desaparecidos, de ejecutados, de torturados decidieron
hacer una huelga de hambre. Este acontecimiento ha sido apenas mencionado
por los medios de comunicación, pese a que se prolonga por varios días.

Se trata de un recurso desesperado para reclamar contra una política que los
huelguistas repudian. Han decidido llegar hasta el límite, poner sus cuerpos
en riesgo, porque tienen la convicción que no hay otra forma de hacerse oír.
Tensan la cuerda, se codean con lo desconocido, pues en verdad ignoran si
serán capaces de resistir, si podrán soportar la ansiedad, la angustia que
provoca el gesto, la deshidratación que cada día que pasa debilita la
resistencia física y mina la fuerza síquica, incluso de cuerpos jóvenes.

Sorprende la liviandad de las autoridades gubernamentales, su distancia
gélida frente a un gesto de jóvenes dañados por la dictadura, quienes
realizan un acto que debe ser acogido. Nada dicen, nada hacen, no se acercan
para escuchar sus razones.

Este distanciamiento, esta ignorancia simulada frente a un hecho que, sin
embargo, saben que está sucediendo, revela un estilo. Las políticas de
derechos humanos no se realizan en dialogo con las víctimas, sean estas las
agrupaciones de familiares o los colectivos como el que patrocina esta
huelga, denominado Luciano Carrasco. Más bien se realizan mirándolos de
reojo, porque sus gritos, sus marchas, sus huelgas de hambre vienen a poner
en peligro la deseada reconciliación, el plan estratégico para cerrar este
año conmemorativo.

Las políticas de derechos humanos se elaboran, en código pragmático, tomando
en consideración los verdaderos factores de fuerza. Y ni las agrupaciones ni
este colectivo tienen otro poder que el moral.

Legitimidad que frente a este tema no tienen ni las Fuerzas Armadas, ni la
UDI, cuyas opiniones si se sopesan y consideran. Pero ellos tienen una
capacidad esencial, pueden hacer naufragar la operación de cierre, la gran
liturgia del "nunca más".

Sin embargo, esta huelga de hambre pone en jaque la política de derechos
humanos del gobierno del Presidente Lagos. Es posible que algunos consejeros
áulicos con impulsos paranoicos crean que este acto es una manipulación
política o la punta de iceberg de alguna conspiración extremista.

Pero se equivocan. Ella constituye un gesto desesperado de rechazo de una
política de equilibrios y conciliaciones. El gobierno de Eduardo Frei tomó
resuelto partido para liberar a Pinochet de las amenazas de extradición
hacia España y de la detención en Inglaterra. El de Ricardo Lagos se refugió
en la separación de poderes para jugar a la neutralidad y no emitir un
juicio político claro sobre la indiscutible culpabilidad de Pinochet, el
gran responsable de la degradación del Estado chileno, convertido en un
aparato para asesinar, hacer desaparecer cuerpos, torturar.

Las agrupaciones de derechos humanos y este colectivo Luciano Carrasco
tienen razón cuando rechazan políticas que emanan de esa toma de posición
neutralista. Ellos esperan que los actuales depositarios del poder ejecutivo
tomen de manera nítida el partido de las víctimas y reparen los daños que
han sufrido y sufren. No desean que siga tratando de conseguir la cuadratura
del circulo, a nombre de la necesidad de no seguir atados al pasado.

Solo es posible olvidar cuando se han creado las condiciones. Umberto Eco
dice, en una entrevista sobre la memoria, que es imposible olvidar de una
manera obligada y compulsiva. Eso constituye una represión intencionada del
recuerdo.

No puede haber olvido elaborado mientras exista la sensación de la
impunidad. Mientras se mantenga la sospecha de que no se ha hecho un
esfuerzo a fondo para conseguir verdad y justicia, de que en las políticas
gubernamentales prima el deseo de dar vuelta la página para evitar que los
militares sigan desfilando por los tribunales.

Contra todo eso es esta huelga de hambre del colectivo Luciano Carrasco.

Enviado por politicaconosur