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Avizora Alarcón: nueva izquierda a partir de la lucha anticapitalista
- To: <latina@peacelink.it>
- Subject: Avizora Alarcón: nueva izquierda a partir de la lucha anticapitalista
- From: "Nello Margiotta" <animarg@tin.it>
- Date: Sun, 17 Mar 2002 21:22:02 +0100
La Jornada
GUILLERMINA ALVAREZ, DAVID BROOKS Y LUIS HERNANDEZ NAVARRO /I
La cumbre de Monterrey no puede ofrecer una solución al problema de
desarrollo y el modelo neoliberal se revela como el peor enemigo de la
democracia, sostuvo Ricardo Alarcón, quien se mostró optimista de que el
movimiento de resistencia a la globalización neoliberal sea punto de partida
para la recomposición de la izquierda.
Alarcón es una de las figuras más relevantes de la política cubana actual.
Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de la isla, ha ocupado
posiciones relevantes en la diplomacia: representante ante Naciones Unidas y
canciller.
De visita en México para asistir a la reunión del Foro Interparlamentario de
las Américas, que concluyó el 15 de marzo en la ciudad de México, en el
marco de la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el
Desarrollo, en Monterrey, Alarcón es uno de los funcionarios isleños que
mejor conocen la situación política estadunidense, y habló en exclusiva para
La Jornada sobre los alcances de este encuentro, la naturaleza de los
movimientos antiglobalización, la izquierda latinoamericana, las
limitaciones de la democracia liberal, Estados Unidos y la situación en
Cuba.
P. ¿Qué se puede esperar de la Conferencia Internacional sobre la
Financiación para el Desarrollo en Monterrey?
R. De Monterrey es difícil esperar mucho, ya que los países en desarrollo
están financiando a los países desarrollados. La ayuda oficial para el
desarrollo ha ido descendiendo. Nunca se ha cumplido el famoso 0.7 por
ciento que recomendó la ONU. Ya ni se recuerda. Para el desarrollo de los
países en vías de desarrollo el soporte financiero es clave. Ahí está la
importancia de la conferencia, hay que retomar este debate... Ojalá y se
tengan resultados concretos, pero para creer que los haya hay que ser
superoptimista.
No se puede abordar el problema del desarrollo dejando de lado el problema
de la deuda externa. Por eso es muy difícil ser optimista. Los países
subdesarrollados están financiando a los países desarrollados desde hace
mucho tiempo. El flujo del capital no es del norte hacia el sur, sino del
sur hacia el norte. Habría que eliminar la deuda externa y generar flujos
reales de financiamiento sin condiciones hacia el mundo pobre para que haya
desarrollo, pero el encuentro está lejos de concebir eso...
P. En Monterrey y en Barcelona se han hecho presentes movimientos contra la
globalización neoliberal. ¿Cómo caracteriza usted estos movimientos?
R. El movimiento contra la globalización neoliberal es un movimiento contra
el capitalismo realmente existente. El movimiento es muy diverso. Tiene
sentido. Los medios de información le dan más peso a las protestas en la
calle, a las demandas que están haciendo representantes no gubernamentales,
que los acuerdos gubernamentales, porque éstas están de acuerdo con lo que
la gente siente. Creo que en esta etapa este movimiento está encarando un
peligro asociado al modo en que se ha tratado de organizar la reacción a lo
ocurrido el 11 de septiembre. Esta supuesta guerra contra el terrorismo
tiene una dimensión que está enfilada contra los movimientos
antiglobalización. El acta patriótica en Estados Unidos, que tiene una
retórica antiterrorista, pero tiene un centenar de páginas dirigidas contra
organizaciones y grupos o personas en Estados Unidos, que no tienen nada que
ver con las acciones del 11 de septiembre, tiene una dedicatoria contra este
movimiento. La posibilidad de perseguir a quienes cuestionan el sistema y
vincularlos con el antipatriotismo y la complicidad es evidente. Es uno de
los peligros que el movimiento enfrenta. Sin embargo, a pesar de ello, han
habido manifestaciones de gran relieve contra la guerra y la globalización.
Este movimiento tiene muchas raíces. Hay que estar consciente de que este
movimiento no es de inspiración cubana, tiene muchas raíces que son más
fuertes y que vienen sobre todo de países que son parte del fenómeno de la
globalización, y Cuba no es precisamente uno de ellos, es más bien la
excepción. Como movimiento es lógico que haya surgido en Estados Unidos, en
Europa occidental, en América Latina, en Asia, en los países que están
siendo las víctimas de ese proceso. Cuba es solidario con ese movimiento.
P. ¿Ve en esos movimientos una veta para la recomposición de la izquierda?
R. La recomposición de la izquierda tiene que partir de esos movimientos, a
partir de la nueva situación internacional, pero viéndola como la tendencia
que busca transformar, cambiar, el orden existente. Unas de las
características de estos movimientos es su diversidad, su riqueza, la
multiplicidad de sus planteamientos. Los grandes medios dicen que no tienen
planteamientos coherentes, que no tienen propuesta concreta. ¡Como si esa
fuera la función de las víctimas! ¡Como si fuera obligación de ellas
elaborar un programa de gobierno alternativo contra los gobiernos! La
función de la izquierda es insertarse dentro de este movimiento apreciando
toda su complejidad y, a partir de esa constatación, tratar de jugar el
papel que debe corresponder a una fuerza política como guía, como movilizado
de ese conjunto. Sólo así se va a dar una reanimación del movimiento
progresista.
P. Diera la impresión de que la izquierda ha sido derrotada en muchos
lugares...
R. ¿Pero dónde fue derrotada la izquierda? El Foro Social Mundial se efectuó
en Porto Alegre, donde hay una fuerza emblemática de la izquierda
latinoamericana. Allí la presencia del PT y de los movimientos sociales
brasileños como el centro de esa perspectiva, es obvia. No se puede decir
que el PT y otras fuerzas brasileñas no estén en el centro de ese
movimiento; se puede decir cualquier cosa de ella, menos eso.
P. ¿No son ellos una excepción, como lo son los comunistas italianos?
R. No sé, no me atrevería a decirlo. Porto Alegre tiene una capacidad de
convocatoria que no tuvo nunca la izquierda tradicional. Por eso me cuesta
trabajo, hablando globalmente, que se diga que hay una derrota.
P. ¿Usted no cree que con la caída de la Unión Soviética, hubo una derrota
para la izquierda?
R. Hubo un golpe muy fuerte para un sector de la izquierda vinculado a esa
experiencia. Hubo un golpe muy severo para Cuba; las consecuencias
económicas fueron terribles. Otros países de Asia y Africa sufrieron las
consecuencias de perder un aliado, de perder a fuerzas que servían de
contrapeso a Occidente. Por supuesto que fue una pérdida, pero al mismo
tiempo han habido otras implicaciones. Al terminar la guerra fría se
abrieron espacios para un replanteamiento de la lucha, por eso es que hay
cierta reanimación del movimiento social dentro de muchos límites. En
Seattle no estaban solamente los estudiantes radicales, estaba también la
AFL-CIO y eso era inimaginable 10 años atrás. El 11 de septiembre se enfiló
a tratar de dividir esa posibilidad de concertación.
El fin de la guerra fría y el avance de la globalización crean las premisas
para un movimiento de alcance universal, anticapitalista o cuestionador del
capitalismo que no existía antes y sin los inconvenientes de la guerra fría.
A este movimiento no se le puede acusar de actuar como instrumento de una
potencia. Esto, en la época de la guerra fría, era difícil de imaginar. A
pesar de que se sufrieron una serie de consecuencias negativas, también se
ha creado una realidad más favorable a un replanteamiento de la izquierda
que, por supuesto, no es fácil de crear tan rápidamente. Contra lo que se
está operando es contra el capitalismo a escala global.
P. ¿Se trata de un movimiento anticapitalista o de un movimiento
antineoliberal?
R. Es un movimiento en contra del capitalismo realmente existente. En él hay
de todo. El denominador común es el de la antiglobalizacion neoliberal, que
no implica el fin del capitalismo, sino del capitalismo como existe, del
capitalismo real.
P. Pareciera que en muchos países ?sobre todo de América Latina? se está
viviendo una decepción con la democracia representativa, que las masas a las
que se llamó a participar en la formación de nuevos Estados viven
desencantadas con su nueva realidad.
R. Yo no estoy seguro de que se haya invitado a participar a las masas. La
lista de fracasos del modelo de tipo de democracia liberal debe estar
encabezada por Estados Unidos, porque desde lo de las Torres Gemelas se han
olvidado de informar quién diablos ganó las elecciones en Florida; quién
debería ser el presidente. Eso quedó convenientemente sepultado. A pesar de
que en 2001 estaba anunciado que se publicaría el famoso conteo en el que se
revisaron los votos, decidieron, por patriotismo, no publicarlo. Eso ha de
ser insultante para el presidente Bush, porque da la impresión de que
perdió, porque si hubiera sido el resultado favorable a él, me imagino que
lo hubieran dicho. Bush pasó de ser el presidente más impopular a ser el
gran líder del mundo occidental y el presidente más popular en mucho tiempo
en Estados Unidos.
Cuando se habla de corrupción es la sociedad estadunidense la que está
mostrando todo ese defecto. La desgracia es que América Latina es la que
tiende a recibir más directa y acríticamente las carencias estadunidenses.
Si hay un país donde la corrupción se ha hecho consustancial al sistema es
Estados Unidos.
P. ¿Qué es lo que se cuestiona de la democracia liberal?
R. Lo que está en cuestionamiento es un modo de interpretar la democracia.
Se la quiere reducir al modelo liberal de la democracia representativa,
donde no se invita a la gente a que participe, sino a que se conforme con
aceptar que su papel como protagonista en la sociedad sea asumido por los
llamados partidos y por los llamados representantes; todo eso en esta fase
del capitalismo donde todo se mercantiliza. Esta concepción pasa por el
papel creciente del dinero en los procesos electorales. Ese factor de la
corrupción que impone el dinero y de la limitación de la participación de la
gente a la exclusiva representación ?la imposición de eso como un dogma? es
lo que ahora está en crisis.
Ese no es un problema nuevo, es un problema tan viejo como la democracia
liberal occidental. El viejo Rousseau se anticipó a eso: no podía haber una
democracia representativa junto con la desigualdad social. El neoliberalismo
va arrebatándole a la gente sus derechos tradicionales, la idea de que tú
tienes algo que hacer en el gobierno de la sociedad, se pierde cada vez más.
En el mundo de hoy la gente desarrolla una sensación de angustia, porque
está viviendo en un mundo en el que su vida, su empleo, la vida de su
comunidad y su familia es cambiada de la noche a la mañana por fuerzas que
no ve, no siente, no conoce, no puede influir en ellas. Esa es la esencia de
la globalización. Esta definición del mundo es exactamente la negación de
todas las dimensiones de la democracia. Si lo que caracteriza a la sociedad
moderna es que nuestras vidas pueden ser radicalmente modificadas por
fuerzas que ni siquiera conocemos, y menos podemos influir en ellas, eso es
la apoteosis del totalitarismo y la negación absoluta de toda idea de
democracia, no sólo participativa, sino de cualquiera de sus definiciones.
Es por ello que los políticos y las instituciones en un sistema
representativo están atravesando por un momento difícil. La idea de que el
gobierno no existe para el pueblo, de que los gobernantes no tienen que
desarrollar una función de servicio público, de que los gobiernos deben
dejarse a las fuerzas del libre mercado, es la filosofía neoliberal. Pero
tienen un problema: es muy difícil que la gente crea en esa idea. La gente
común y corriente va a seguir pensando que la sociedad existe para resolver
los problemas de la salud, de la educación, del empleo.
El enfoque de sálvese quien pueda no es muy incluyente, no le ofrece esa
posibilidad a mucha gente. Cada día parecen ser más los que quedan afuera, y
al estar afuera no se sienten tan felices y salen a la calle a protestar.
P. ¿Es por ello que participan en política desde organizaciones como las
ONG?
R. Esas o las que surgirán. La clase media argentina es ya una cosa del
pasado. Le robaron su dinero, la han dejado fuera del corralito y ahí está
en las calles de Buenos Aires todos los días protestando. No debe mantener
muchas simpatías con los partidos a los que se vinculó en algún momento... y
estará buscando cómo recuperar lo que le han robado, y cómo volver a salir
del proletariado al que la han lanzado violentamente. ¿Qué instituciones y
mecanismos van a surgir? No tengo idea, pero no creo que ese sea el centro
del problema. Existe un nuevo potencial para la izquierda. Si no existen los
partidos la gente los va a inventar o surgirá otro tipo de organización
Nello
change the world before the world changes you because another world is
possible
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