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ARGENTINA: Inmigrantes en fuga



Marcela Valente

BUENOS AIRES, feb (IPS) - Bolivianos, chilenos, paraguayos y peruanos
radicados en Argentina retornan a sus países, pues la falta de empleo y la
depreciación de la moneda nacional derrumbaron sus expectativas de una vida
mejor.

A los argentinos que emigran por falta de trabajo a causa de la crisis
socioeconómica, que culminó con los saqueos y protestas de diciembre, se han
sumado en los últimos meses numerosos latinoamericanos radicados en este
país cuando aún era tierra de promesas, con un peso cotizado por ley a la
par del dólar.

"Llegué acá hace ocho años y se ganaba muy bien", dijo a IPS la empleada
doméstica peruana Rocío Casas. "Podía ahorrar la mitad del salario y
mandarlo a Perú, donde me compré un terreno y me hice una casa. Pero ahora
me bajaron el sueldo y ya no puedo ahorrar, así que me vuelvo a mi país",
añadió.

Hay miles de casos como éste. Muchos latinoamericanos llegaron a Argentina
en los años 90, atraídos por la convertibilidad monetaria, que aseguraba el
respaldo de un dólar por cada peso --la moneda nacional-- en circulación.
Eran tiempos en que un salario mínimo mensual de 500 pesos equivalía a 500
dólares.

Pero los sueldos cayeron y el desempleo aumentó. Además, el gobierno
restringió en diciembre el retiro de efectivo de los bancos, lo cual limitó
la capacidad de contratación de los empleadores, en especial la de
particulares y pequeñas empresas.

Por si eso fuera poco, la convertibilidad monetaria fue derogada en enero y
el peso, con la flotación libre, se depreció. Un salario de 500 pesos
equivale hoy a 250 dólares.

"Cuando yo vine en 1993 se podía conseguir un empleo en casa de familia por
1.200 dólares al mes. Yo vivía en el lugar de trabajo de lunes a sábado y el
fin de semana compartía una habitación de hotel con una compañera. A los
cuatro años, traje a mi hijo que entonces tenía nueve", contó Rocío Casas.

Pero ahora, aunque su hijo ya está adaptado a Buenos Aires, no le encuentra
sentido al sacrificio que implica quedarse. "Quiero volver. No paso de la
primera semana de marzo. Muchísimos amigos ya se fueron o quieren irse pero
no pueden porque ahora están sin trabajo y no tienen el dinero para el
pasaje", indicó.

El Consulado de Paraguay en Argentina sabe que muchos de los 800.000
inmigrantes de ese país están regresando, si bien aún no cuenta con
estadísticas al respecto, dijo a IPS su secretaria general, Teresa
Montanaro.

A esa oficina sólo llegan los casos de indocumentadas que solicitan que se
los exima de la multa por haber permanecido en Argentina más tiempo del
permitido.

"Hasta diciembre, era muy conveniente trabajar aquí. Muchos venían a
emplearse y a ahorrar. Hasta los pesos eran aceptados en Paraguay, pero
ahora ya no existe ese incentivo", explicó.

"Parece un fenómeno importante, aunque todavía no podemos decir de qué
magnitud", dijo a IPS, por su parte, Violeta Correa, directora del Centro de
Ayuda al Refugiado, organización que atiende consultas de numerosos
inmigrantes de países sudamericanos.

"Parece que los inmigrantes evalúan que ya no están dadas las condiciones
para hacer un ahorro y mandarlo a sus países de origen, y entonces hay una
pérdida de interés en permanecer lejos de la familia. Para peor, a muchos ni
siquiera les pueden ya pagar los sueldos", conjeturó Correa.

La llegada de inmigrantes latinoamericanos fue uno de los fenómenos
sobresalientes de la población argentina en los años 90. Algunos sindicatos,
incluso, acusaban a los extranjeros de competencia laboral y los
responsabilizaban del creciente desempleo, aunque los expertos restaban
importancia al fenómeno.

La Organización Internacional de Migraciones, agencia intergubernamental
radicada en Buenos Aires, sostuvo que el fenómeno era sobredimensionado por
prejuicios, y que, en general, los inmigrantes no competían por los empleos
sino que tomaban aquellos que los argentinos evitaban por cuestiones
culturales.

Los chilenos, que trabajaban en la zona fronteriza con su país, acuden
masivamente a los consulados en las provincias para tramitar su regreso,
sobre todo en la occidental de Mendoza.

Muchos de los bolivianos trabajaban en tareas agrícolas, en talleres de
costura, en la construcción o como vendedores callejeros de frutas, verduras
y especies. Algunos, al perder sus empleos, se dedicaron a la fontanería,
reparaciones eléctricas o panadería, o bien se empleaban en lavaderos de
automóviles.

El consulado de Bolivia estima que, entre diciembre y enero, emprendieron el
retorno unas 300 familias por día, explicó a IPS Victoria Rocha, directora
del periódico Vocero Boliviano, que se distribuye entre esa comunidad.

En Argentina viven alrededor de dos millones de bolivianos, según Rocha,
aunque, de acuerdo con datos oficiales, se trata de unos 800.000.

La mayoría regresan por la vía terrestre. Son indocumentados que trabajaban
en tareas agrícolas o en la industria textil y en pequeños talleres
contratados por empresarios bolivianos o coreanos radicados en Argentina.

Los salarios eran bajos, pero igual ahorraban pesos que convertían en
dólares y enviaban por correo a su país.

"Mis compatriotas son muy ahorrativos, y si ganaban 200 pesos (antes
equivalentes a 200 dólares) guardaban la mitad, aunque tuvieran que vivir en
situación límite. Pero ahora no solo no pueden ahorrar, sino que muchos de
los talleres que los empleaban cerraron y no les pagaron lo que les debían",
dijo Rocha.

Al llegar a sus ciudades y pueblos de origen, algunos bolivianos sobreviven
con la venta de productos argentinos de contrabando --sobre todo vino--,
señaló Rocha. Las autoridades de la ciudad de Tarija tomaron medidas para
contrarrestar el impacto de esa competencia en el comercio local.

Otros, en cambio, emprenden ahora el largo camino hacia Israel, donde, según
Rocha, los talleres de costura demandan mano de obra boliviana. Argentina,
que quedaba tan cerca, se aleja así en la geografía de quienes se mueven por
el mundo en busca de una vida mejor. (FIN)

Nello

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