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ARGENTINA:La rebelión de los barrios




Marcela Valente

BUENOS AIRES, 8 feb (IPS) - Las asambleas vecinales proliferan en las
ciudades de Argentina, especialmente en la capital y sus alrededores, una
novedoso fenómeno de participación ciudadana surgido en medio del colapso
social y económico, con el objetivo de cambiar la política desde la raíz.

Muchos asambleístas son jóvenes cansados de participar en partidos políticos
que traicionaron sus ideales. Pero hay también desempleados, comerciantes
arruinados o en crisis, jubilados, educadores y profesionales, muchos de
ellos ancianos, que jamás habían participado en ninguna movilización.

En las 50 asambleas vecinales que se realizan cada semana desde fines de
diciembre, se advierten rasgos comunes, como la crispación de los más
desesperados y la actitud más calma de quienes procuran organizar la
participación de los ciudadanos.


Los vecinos que participan en las asambleas consideran que los dirigentes
políticos están alejados de sus necesidades. Muchas veces, no conocen a los
concejeros vecinales y legisladores locales, ni saben dónde viven, y ven en
ellos a meros representantes de partidos políticos.

Ahora, palabras características de la política partidaria son arrebatadas
por ciudadanos independientes: "Asambleas", "listas de oradores", "moción de
orden", "moderadores", "comisiones", "mesas de enlace", "asamblea
interbarrial".

Ninguno de los asambleístas tiene esperanzas desmesuradas de cambio. Dicen
que, al menos, quieren estar alerta ante las medidas del gobierno, canalizar
sus necesidades de participación y de expresión, y tratar de lograr un
cambio en la política, con caras nuevas y limpias, aunque con menos
experiencia.

"Hay un hartazgo total con los políticos corruptos. No queremos ir contra la
democracia, pero los vecinos tienen como una alergia a todo lo que huela a
política", explicó a IPS Carmen Fernández, educadora del barrio de Palermo,
en Buenos Aires, y encargada de la Comisión de Educación de su zona.

En las asambleas se habla del "enemigo común" sin siquiera mencionarlo:
todos saben que se trata de los dirigentes políticos. Por eso, se propicia
una organización muy horizontal, en que todos tengan derecho a hacer
propuestas, y los líderes emergen, aparentemente, entre quienes facilitan la
participación.

Algunos ofrecen un galpón para reunirse en los días de lluvia, otros
imprentas para editar un boletín. Jóvenes cineastas propusieron a una de las
asamblea filmar las sesiones para hacer un documental, y abogados,
contadores y médicos, entre otros, ofrecen servicios profesionales.

La consigna más repetida es "que se vayan todos", pero, según explican, no
se trata de terminar con el sistema democrático.

"Al contrario. De esta crisis se sale con más política, pero con política de
verdad, y estas asambleas de personas desconocidas en la calle son la forma
básica de hacer política", dijo a IPS Roli Sampieri, contador a cargo de la
Comisión de Prensa en la asamblea del barrio capitalino de Almagro.

"Cuando un matrimonio decide separarse, no significa que no vayan a formar
nueva pareja. Esto es lo mismo: no queremos a 'estos' políticos. Queremos
cambiar", subrayó Sampieri.

Sólo la protesta permanente de la población en la calle puede lograr que los
políticos tradicionales comiencen a pensar en el bien común y no sólo en el
personal, según el activista, para quien, en el largo plazo, habrá un
recambio de dirigentes, basado sobre una concepción más comunitaria de la
política.

Así se manifestó también Mario Colombati, otro vecino de Almagro que
participa en la organización de las asambleas. "No nos conforma ir a votar.
Queremos participar activamente y queremos que se nos escuche más seguido,
porque el problema es ése: no nos escuchan", comentó a IPS.

Colombati había anulado su voto en las elecciones legislativas de octubre,
como expresión de su descontento con los partidos políticos. Sin embargo,
"no podemos vivir sin políticos, porque eso sería la anarquía, pero queremos
que se vayan los que robaron y controlar de cerca a los que vengan", aclaró.

La mayoría de las asambleas comenzó luego del primer "caceroleo" de protesta
contra el entonces presidente Fernando de la Rúa, que renunció el 20 de
diciembre. Era apenas un puñado de vecinos preocupados por mantenerse alerta
ante la posible llegada al gobierno de los mismos dirigentes con nuevo
maquillaje.

Con las sucesivas crisis políticas y la profundización de la debacle
económica y social, las reuniones lograron mayor repercusión y surgieron,
incluso, nuevos líderes. Los vecinos de las asambleas designan delegados que
participan cada domingo en un plenario interbarrial al que asisten cerca de
4.000 personas.

Allí se mezclan delegados de barrios de clase media y media alta, y también
de estratos más bajos. Las propuestas entonces se radicalizan y se articulan
protestas en que confluyen diversos sectores: desempleados, comerciantes, ex
militantes partidarios o ahorradores perjudicados por las medidas
económicas.

La organización no gubernamental Poder Ciudadano ofreció a los vecinos un
curso gratuito de control institucional. El programa se llama "Ciudadanos
protagonistas del cambio" y procura dotar de herramientas a la protesta
callejera que se expresa, a golpes de cacerola, en reuniones y marchas.

Pero algunos parecen tener ya los conocimientos por su participación en
organizaciones estudiantiles, en partidos políticos o en sindicatos.

"La asamblea se considerará constituida cuando se encuentren presentes al
menos 20 vecinos y podrán participar con voz y voto todos los que vivan en
el barrio", lee una mujer, ayudada con un megáfono estrenado pocos minutos
antes en la esquina donde se dieron cita más de un centenar de vecinos.

"La mesa ejecutiva se reunirá 15 minutos antes de comenzar la reunión para
elaborar la orden del día con las propuestas que acerquen los vecinos",
finalizó, cediendo la palabra y el megáfono al "moderador". "Acá nadie tiene
cargo, nos vamos a ir turnando", aclaran unos y otros.

Más tarde, se puso a consideración una propuesta para tener un espacio de 15
 minutos semanales en una radio del barrio y se aceptó. Pero cuando el
moderador informó que había una cámara y una cronista de un programa
periodístico televisivo, la reacción fue de rechazo absoluto. "¡Que se
vayan!", gritaban los vecinos.

La cronista pertenecía a un programa cuyo conductor adhirió a las reformas
económicas de los últimos años y que ahora incita a la protesta con un
discurso derechista. Los vecinos no quieren que nadie los use como capital o
clientela.

De hecho, en las asambleas y a través del correo electrónico, los vecinos no
solo llaman a repudiar a los políticos y a los sindicalistas tradicionales,
sino también a las empresas privatizadas de servicios públicos y a los
medios periodísticos que, a su criterio, no reflejan el sufrimiento de la
población.

"Estoy muy sorprendida porque está participando gente que antes no salía a
la calle. Mi vecina de 70 años nunca había participado y tiene un discurso
tan extremista que verdaderamente llama la atención", explicó Fernández, la
asambleísta de Palermo.

Una consigna muy repetida en las asambleas, según Fernández, es: "Que se
vayan porque no entienden nada". Es una manera sintética de manifestar que
los dirigentes políticos dejaron de comprender y de expresar los problemas
de los ciudadanos, porque estan demasiado alejados de sus dificultades,
explicó.

Para Sampieri, la crisis argentina viene de muy lejos y estas asambleas
responden a un desgaste muy profundo en la credibilidad del sistema político
en general. "La política sigue siendo la única forma de expresión, pero la
gente rechaza a los partidos, y entonces tiene que reunirse en la calle",
señaló.

Las asambleas proponen, entre otras iniciativas, organizar la tarea de
voluntarios que se ofrecen a ayudar a jubilados o personas sin empleo y
apoyar los pedidos formulados por médicos y enfermeros de los hospitales,
pero también consideran necesario intervenir con sus propuestas en la agenda
nacional.

Por eso, consideran una marcha a la sede del Congreso legislativo cuando se
discuta el presupuesto del Estado, protestas ante los bancos por el pasaje a
pesos --la moneda nacional-- de deudas y depósitos en dólares, y repudiar a
los representantes del Fondo Monetario Internacional que visiten Argentina.

"No sé si esto derivará o no en algo distinto, pero al menos servirá para
que aprendamos a estar más alertas", dijo una vecina, antes de volver a su
casa.

Nello

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