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Argentina: la caduta del neoliberismo



ARGENTINA:
La caída del neoliberalismo

Marcela Valente

BUENOS AIRES, 21 dic (IPS) - La caída de Fernando de la Rúa señaló el
naufragio en Argentina de las políticas neoliberales, un barco que hacía
agua desde la instalación hace dos años del gobierno desmantelado este
jueves.

"Esta renuncia (la de De la Rúa) marca el cierre de un ciclo histórico
iniciado en 1976, cuando se instaló una visión fundamentalista del
neoliberalismo que persistió hasta hoy", declaró a IPS el ex ministro de
Economía Aldo Ferrer, autor del libro "Historia de la Globalización" y
miembro de la Comisión Sur para el desarrollo.

De la Rúa fue derribado por una prolongada crisis que se manifiesta en la
continuada caída de la actividad económica durante 41 meses, un desempleo
superior a 18 por ciento, una deuda pública de 132.000 millones de dólares y
la amenaza de suspensión de pagos, y el estallido social.

El presidente saliente se compometió en 1999, al formar gobierno, a superar
el proceso de deterioro gestado en la etapa final de la gestión de Carlos
Menem (1989-1999).

Pero fue devorado por una espiral de conflictos coronados por los saqueos y
manifestaciones del miércoles y el jueves, que causaron la muerte a 26
personas.

Ferrer sostuvo que ningún periodo de crisis en la historia económica
argentina fue tan prolongado como el actual, que lleva un cuarto de siglo.
Los momentos de mejoría fueron producto de "circunstancias efímeras", como
los primeros años 90, cuando el sistema de cambio fijo acabó con la
hiperinflación.

A partir de este fracaso "se abre una gran perspectiva" en un país que, a
juicio de Ferrer, tiene un enorme potencial. "Argentina es una de las pocas
economías del mundo que es autosuficiente en alimentos y energía y todavía
tiene excedentes", destacó.

La interpretación de Ferrer fue coincidente con la de algunos académicos
como Ricardo Sidicaro, quien señaló que la caída de De la Rúa no representa
sólo el fracaso de una gestión sino la debacle del modelo neoliberal que los
argentinos habían repudiado en las urnas en las elecciones presidenciales de
1999.

La defraudación de las expectativas generadas en un electorado ya cansado de
esperar los frutos de las reformas neoliberales determinó una reacción
espontánea y masiva de repudio a todos los dirigentes políticos e incluso a
legisladores y líderes sindicales.

"Que no se crean que a (Domingo) Cavallo y a De la Rúa lo voltearon ellos,
porque lo hicimos nosotros", advirtió este viernes Ariel González, un oyente
de Radio Mitre de Buenos Aires que aludía así a los dirigentes del Partido
Justicialista que emergieron como los herederos del poder.

Cavallo, gestor del régimen cambiario y protagonista en los años 90 del
programa de privatizaciones y de reforma del Estado impulsado por Menem,
renunció el miércoles al Ministerio de Economía, al que había regresado en
marzo.

Otro manifestante, que se trasladó en la noche del jueves hasta la
residencia presidencial adonde se refugió el presidente saliente, advertía
con un niño en brazos que "tengan cuidado con lo que hacen" quienes asuman
el nuevo gobierno, "porque vamos a salir nuevamente a la calle".

Por primera vez, los argentinos parecen decididos a controlar de modo
directo a sus gobernantes. El aprendizaje lo hicieron tras sucesivas
elecciones en las que votaron con escepticismo, pero mucho más en esta
semana, cuando consiguieron derribar un gobierno.

La diputada Elisa Carrió, que hace por lo menos un año pronosticaba el final
del modelo neoliberal, reconoció que "fueron los ciudadanos" los que
terminaron con el gobierno.

"Estamos ante una crisis estructural del sistema" cuyo origen - tal como
señaló Ferrer- se remonta a 1976, dijo.

En aquel año, un golpe de Estado dio lugar a una dictadura sangrienta y
comenzó también un programa de reformas que no hubiera podido imponerse en
el marco de un sistema democrático. "Allí comenzó la distribución injusta
del ingreso que ahora va a estallar", señaló Carrió.

La dictadura, que se mantuvo hasta 1983, dio libertad a las transacciones
financieras, pero sus decisiones también afectaron la competitividad de las
exportaciones y comenzó un proceso de endeudamiento creciente, observó
Ferrer.

El monto de la deuda externa, que equivalía a las exportaciones totales en
1975, subió hasta cinco veces las ventas externas en 1983, cuando el régimen
entregó el poder a Raúl Alfonsín (1983-1989).

Los intereses de la deuda, que eran 10 por ciento de las exportaciones,
treparon a 60 por ciento en 1983.

Ese proceso, que desencadenó la hiperinflación y fue respondido con huelgas
y saqueos, obligó a Alfonsín a entregar el gobierno al ya electo Menem seis
meses antes del momento señalado por la Constitución.

Cavallo controló la inflación en 1991 con el ancla de la convertibilidad, el
sistema cambiario transformado en ley por el Congreso que mantuvo hasta
ahora al peso en la paridad uno-uno con el dólar. Se abrió entonces una
etapa de estabilidad de precios y reactivación del consumo.

Pero los beneficios se diluyeron aún antes de que De la Rúa lograra su
elección. Y el modelo impuesto, el mismo al que Menem y De la Rúa temieron
como a un dios pagano, fue destruido este jueves por un estallido social
largamente anunciado. Falta saber cómo sigue la historia.



Nello

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