Latinoamérica
PRIMERA ASAMBLEA CONTINENTAL DE MOVIMIENTOS SOCIALES
Con el propósito de avanzar orgánicamente y establecer un
plan de acción común, del 16 al 20 de mayo tendrá lugar la I
Asamblea Continental de Movimientos Sociales, en São Paulo, Brasil,
con una programación que contempla, entre otros temas, el análisis
de los desafíos tanto ante la crisis mundial del capitalismo y la
estrategia global
MÉXICO. LAS ENTRAÑAS DEL PAÍS, SAQUEADAS El oro
y la plata significan riqueza… pero sólo para unos cuantos
empresarios mineros, no para México ni mucho menos para las
comunidades de indios y campesinos a quienes se despoja impunemente.
Desde 1993 la ley lo permite. Pero esta ley privilegia la extracción
de minerales al costo de envenenar la tierra que podría haber
servido para la agricultura y la ganadería. La voracidad de las
compañías dedicadas a la minería –que no pagan regalías y apenas
unas migajas de impuestos– pone en riesgo la autosuficiencia
alimentaria y lleva la tensión social al límite.
EL EXTRACTIVISTA MÁS GRANDE DEL CONTINENTE: BRASIL
Extractivismo es la apropiación de enormes volúmenes de
recursos naturales o bajo prácticas intensivas que, en su mayor
parte, son exportados como materias primas a los mercados globales.
Parece estar pasando desapercibido que, según esta definición, el
mayor extractivista de América del Sur es Brasil.
Latinoamérica
PRIMERA ASAMBLEA CONTINENTAL DE MOVIMIENTOS SOCIALES
Minga Informativa de Movimientos Sociales
Con el propósito de avanzar orgánicamente y establecer un
plan de acción común, del 16 al 20 de mayo tendrá lugar la 1ra
Asamblea Continental de Movimientos Sociales, en São Paulo, Brasil,
con una programación que contempla, entre otros temas, el análisis
de los desafíos tanto ante la crisis mundial del capitalismo y la
estrategia global que el imperio aplica en el continente; como los
referidos a la construcción de un proyecto de integración popular.
La convocatoria de esta Asamblea, que se desarrollará en la
Escuela Nacional Florestan Fernandes del Movimiento Sin Tierra de
Brasil, parte del proceso de Articulación de Movimientos Sociales
hacia el ALBA que arrancó en julio de 2008, estableciendo que toma
como referente al ALBA ( la Alianza Bolivariana para los Pueblos de
Nuestra América) porque recoge las banderas históricas a favor de la
integración de Latinoamérica y el Caribe como único camino de
liberación verdadera de nuestros pueblos. Esto es, principios como
el derecho y respeto a la autodeterminación de los pueblos, la
solidaridad, la complementariedad y la cooperación, entre otros.
La Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA, nos dice
João Pedro Stedile, integrante de la Coordinación Nacional del MST,
es "resultado de un largo proceso histórico de articulación de los
movimientos sociales que viene desde la ‘Campaña de Resistencia
Indígena, Negra y Popular' contra la celebración, en 1992, de los
500 años del inicio de la invasión europea. En aquellos años, la
década de los 90, estábamos enfrentando a la hegemonía del capital,
con su proyecto neoliberal. Y ahí comenzamos a articular nuestras
fuerzas. Después vino la campaña contra la ALCA (el proyecto
estadounidense de crear el Área de Libre Comercio de las Américas).
Y después construimos juntos la idea del Foro Social Mundial (FSM),
y dentro de él realizamos las asambleas de los movimientos
sociales”.
Entonces, acota el dirigente del MST, "tras más de veinte años de
caminar juntos, ahora tenemos una identidad programática común,
contamos con una un importante plataforma política de los
movimientos que fue adoptada durante el FSM de Belem (enero de
2009); tenemos unidad de proyecto en torno al ALBA, si bien hasta
hoy es sólo un rotulo, pero que revela un proyecto de integración
popular; tenemos confianza política suficiente como para construir
un proceso más orgánico de todos los movimientos sociales del
continente que se asumen como anti-neoliberales y
anti-imperialistas, y que sueñan con una sociedad más justa e
igualitaria”.
En tal sentido, precisa Stedile, el punto gravitante de la
Asamblea "será el proceso de organización y a partir de esa unidad
construir planes de acción. Por eso espero que la Asamblea permita
profundizar la unidad para realizar cosas concretas, como:
movilizaciones de masas unitarias en el continente contra nuestros
enemigos, que son el grande capital, las transnacionales, el
imperio, los bancos, los que explotan nuestros los recursos
naturales. Realizar actividades conjuntas en el plano de la
comunicación tanto a nivel continental como local, al igual que en
el plano de la formación política, para tener más militantes
preparados; realizar actividades conjuntas productivas, y también
campañas de solidaridad con los pueblos que están enfrentando
situaciones más difíciles como Haití, Cuba, Honduras y Colombia”.
Como la identidad de esta confluencia organizativa se remite al
ALBA, preguntamos el parecer del secretario ejecutivo de tal entidad
oficial, el abogado y diplomático venezolano Rodolfo Sanz, quien
tajantemente señaló: "el ALBA sin los movimientos sociales es como
el cuerpo sin alma, el alma son los movimientos sociales, el cuerpo
son los Estados”. Para luego precisar: "que florezcan mil flores,
los movimientos sociales deben ser autónomos, deben ser críticos,
deben ser contrahegemónicos, si no hay calor de pueblo, y si el
pueblo no produce ese calor de una visión alternativa, los procesos
tienden a morirse en los Estados, en los gobiernos”.
Entonces, acota, "bienvenido ese proceso de asamblea de
movimientos autónomos, independientes de los Estados, siempre y
cuando tengan una visión crítica de la búsqueda de nuevos rumbos, de
nuevos paradigmas, de generación de nuevos procesos que humanicen la
sociedad en la cual vivimos”.
[Fuente: http://www.alainet.org/active/63797
] . Adital
MÉXICO. LAS ENTRAÑAS DEL PAÍS,
SAQUEADAS
Arturo Rodríguez García
La política minera asumida desde hace dos décadas por el
Estado mexicano amenaza con provocar una confrontación social, un
grave problema alimentario y, por sus proporciones, volverse un
asunto de seguridad nacional.
Para dar continuidad a esa política, los cambios hechos a la Ley
Minera en la Cámara de Diputados el pasado 25 de abril –aunque el
tema no estaba en agenda, la bancada del PRI lo metió de última
hora– y que aún deben pasar por el Senado, no tomaron en cuenta a
los pueblos indígenas ni al sector agrario, son inconstitucionales
en tanto violan tratados internacionales, contravienen el Pacto por
México y desdeñan una iniciativa que se estaba integrando en su
Consejo Rector.
Esas son las conclusiones del titular de la Comisión para el
Diálogo con los Pueblos Indígenas de la Secretaría de Gobernación,
Jaime Martínez Veloz, quien en los últimos meses ha podido constatar
los estragos de las operaciones mineras en todo el país: Despojo y
desplazamiento de comunidades campesinas e indígenas,
empobrecimiento de las poblaciones donde la producción mineral es
boyante y destrucción, en muchos casos irremediable, del ambiente.
Todo ello, agrega, ha sido facilitado por leyes laxas, actores
políticos con intereses en el sector y un saqueo indiscriminado de
recursos minerales por parte de empresas que pagan muy pocos
impuestos y no dejan regalías.
Según el funcionario el riesgo de confrontación social es grave y
en diferentes zonas del país ya se observan los reclamos de
indígenas y campesinos afectados, mientras los consorcios mineros
aumentan sus ganancias sin dar nada a cambio.
De acuerdo con el informe de 2010 de la Auditoría Superior de la
Federación , las multinacionales mineras tuvieron ingresos por 552
mil millones de pesos entre 2005 y 2010, pero sólo pagaron 6 mil 500
millones de pesos en impuestos; esto es, poco más de 1% de sus
ganancias.
Según cifras de Martínez Veloz, durante todo el periodo colonial
se extrajeron en la Nueva España 190 toneladas de oro y 150 de
plata; de 2000 a 2010 en México se extrajeron 420 toneladas de oro y
35 mil de plata.
El funcionario sostiene que México es el único país donde las
mineras no pagan regalías y, en el caso de las extranjeras –que han
proliferado en la última década–, ni siquiera pagan IVA porque
facturan en sus países de origen.
"La cuestión es que si la minería produce empleos, propicia el
desarrollo y tiene altos ingresos, ¿por qué las comunidades
indígenas de las zonas mineras son las más pobres? El ejemplo es la
Sierra Tarahumara ”, plantea.
Señala que con la reforma, que impone 5% de pago por uso de
suelo, se aprobó una ley que reduce un fenómeno complejo, con
numerosas variables ambientales, sociales, políticas y jurídicas, a
un asunto de un monto muy reducido de impuestos.
"Creo que hay muchos elementos para que pueda ser cuestionada en
la Corte –opina Martínez Veloz–. Pero aquí la cuestión es: ¿Cuál es
la prisa de aprobar una iniciativa a espaldas de los pueblos
indígenas de México en un asunto tan delicado que puede generar
confrontaciones de carácter social en diferentes partes del país?”
Desde la reforma a la Ley Minera de 1993, la entrega de la
riqueza del subsuelo a las empresas deja números alarmantes: De los
aproximadamente 200 millones de hectáreas del país, casi la mitad
(unos 98 millones de hectáreas) se concesionaron a compañías
mineras.
De acuerdo con los datos oficiales ofrecidos por el comisionado y
que están en la página electrónica de la Secretaría de Medio
Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), en 2011 México tuvo una
superficie sembrada de 22 millones de hectáreas. Ese es el último
año reportado y también el de mayor siembra desde 1981.
Los mismos datos, actualizados a junio de 2012, establecen que la
superficie agrícola y ganadera en México es de aproximadamente 106
millones de hectáreas.
En opinión de Martínez Veloz, si se considera que el resto del
territorio nacional es no productivo, el contraste de la superficie
agrícola con la minera es de alarmar: Quedan 7 millones de hectáreas
para la producción alimentaria. De ahí que el comisionado prefiera
dimensionar el problema en los siguientes términos: "No se ha
concesionado la mitad del país sino casi la totalidad de la
superficie productiva de México”.
A partir de 1993, cuando la minería se convirtió en actividad
primaria, los números reflejaron un incremento gradual del
territorio concesionado.
De 1993 a 2000 la superficie concesionada sumó más de 38 millones
de hectáreas. Durante los 12 años de gobiernos panistas se
concesionó una superficie superior a 56 millones de hectáreas, de
las cuales más de 30 millones fueron repartidas durante el sexenio
de Felipe Calderón.
"Los señores Zedillo, Fox y especialmente Calderón tendrían que
dar una explicación sobre la forma en que condujeron el sector y el
grave daño que hicieron al país”, dice Martínez Veloz.
[Fragmento del reportaje que se publica en Proceso
1905, ya en circulación]. - Revista Proceso - Adital
EL EXTRACTIVISTA MÁS GRANDE DEL CONTINENTE: BRASIL
Eduardo Gudynas
Extractivismo es la apropiación de enormes volúmenes de
recursos naturales o bajo prácticas intensivas que, en su mayor
parte, son exportados como materias primas a los mercados globales.
Parece estar pasando desapercibido que, según esta definición, el
mayor extractivista de América del Sur es Brasil.
Esa situación no siempre es reconocida, ya que cuando se habla de
extractivismo en primer lugar se piense en la minería, y en segundo
lugar se dirán que los ejemplos destacados son países como Chile,
Perú o Bolivia. Las imágenes populares conciben a esas naciones
andinas como los líderes mineros continentales, e incluso globales.
La realidad de los últimos años es otra. Brasil se ha convertido
en el más grande productor y exportador minero del continente. Este
país extrajo más de 410 millones de toneladas de sus principales
minerales en 2011, mientras que todas las demás naciones
sudamericanas sumadas, se apropiaron de poco más de 147 millones de
toneladas. Estos indicadores se basan en la extracción en América
del Sur de cobre, cinc, plomo, estaño, bauxita, carbón y hierro (que
expresan a los principales minerales por su volumen de extracción y
exportación). Es impactante advertir que Brasil extrae casi el
triple que la suma de todos los demás países sudamericanos que
tienen minería de relevancia (Argentina, Bolivia, Colombia, Chile,
Ecuador, Guyana, Perú, Suriname y Venezuela).
Esos enormes volúmenes brasileños se deben especialmente a la
apropiación de hierro y bauxita. Pero este país es también el que
tiene una de las canastas mineras más diversificadas (además es un
importante productor de carbón, plomo, algunos "tierras raras",
etc.). Que Brasil sea el mayor minero continental tampoco es un
hecho reciente, y ya en el año 2000 extraía el doble de volumen que
todos los demás países sudamericanos.
Como se sabe, por cada tonelada de mineral extraído existen
distintas proporciones de una "mochila ecológica", que representa
todo el material no aprovechado. Al sumar esa mochila las cifras de
recursos naturales apropiados aumentan todavía más. Este es un
indicador importante para el caso del oro, ya que su volumen final
es pequeño para incidir en los indicadores de arriba, pero tiene una
altísima mochila ecológica (un kilogramo de oro requiere remover 540
toneladas de materia, según el promedio de referencia global), y en
muchos casos se lo obtiene por procedimientos muy contaminantes y
destructivos (tales como deforestación asociada y uso de mercurio).
En este rubro el primer productor sudamericano en 2011 fue Perú (188
toneladas), pero Brasil fue el segundo (con 67 ton), y por detrás le
siguieron Argentina y Chile.
El extractivismo en su sentido estricto es mucho más que la
minería. La apropiación de grandes volúmenes de recursos naturales o
bajo procedimientos intensivos, para alimentar las exportaciones, se
repite en otros sectores, destacándose los hidrocarburos y la
agricultura. En esos rubros Brasil también es un "campeón".
Si bien Brasil es actualmente es un productor petrolero de nivel
medio (ocupando el tercer lugar en América Latina), y se enfoca en
su propio consumo, también es cierto que se está preparando para
explotar yacimientos marinos. Su gobierno espera ubicar al país
entre las primeras potencias petroleras mundiales.
Los nuevos yacimientos se encuentran en la plataforma costera, a
enormes profundidades, condiciones exigentes de perforación, y altas
temperaturas. Esa extracción es de un enorme riesgo ambiental, tal
como ha dejado en claro el accidente de la plataforma de BP en el
Golfo de México en 2010. A pesar de esa catástrofe y de la evidencia
sobre esos riesgos, la discusión brasileña está mucho más enfocada
en los niveles de las regalías o su distribución, que en sopesar
sino sería más sensato una moratoria en ese tipo de extractivismo.
Esto es muy diferente de lo que sucede, por ejemplo, en varias
localidades amazónicas, donde la experiencia ciudadana frente a
distintos impactos sociales y ambientales, no está dispuesta a
aceptar más compensaciones económicas, sino que reclama moratorias.
Finalmente, Brasil también es el líder en el extractivismo
agrícola. Actualmente es el primer productor mundial de soya; en la
zafra 2011-12 superó los 66 millones de toneladas métricas (en
nuestro continente le sigue Argentina con 40 millones ton m). Es
también el primer exportador mundial, y buena parte de lo que
comercializa lo hace sin procesamiento. Este fenómeno va de la mano
con un enorme aumento del área de cultivo, que ha superado los 24
millones de hectáreas.
De esta manera, el extractivismo avanza en Brasil en varios
frentes. Si se agrupan la extracción de recursos naturales mineros,
hidrocarburíferos y agrícolas, el nivel de apropiación es de
recursos naturales en Brasil es escalofriante, y deja muy atrás a
cualquier país sudamericano. Ese estilo de desarrollo genera
presiones ambientales y sociales fortísimas, que van desde los
conflictos en el medio rural al drama ecológico que se observa en el
Cerrado o la Caatinga , ecoregiones que pueden desaparecer al
convertirse en tierras agrícola-ganaderas.
El extractivismo exagerado hace que la economía brasileña sea muy
dependiente de exportaciones como las de hierro o soya para crecer.
La proporción de productos primarios aumenta en el comercio exterior
y caen las manufacturas. El país se vuelve muy dependiente de las
condiciones globales, tales como los precios internacionales de las
materias primas o la llegada de inversores extranjeros.
Por estos motivos, un examen riguroso muestra que la economía
brasileña se está pareciendo más a la de los países andinos de lo
que usualmente asumen analistas convencionales, que una y otra vez
dicen que es un ejemplo de industrialización. Es más, durante las
dos administraciones de Lula da Silva, la economía se primarizó en
lugar de industrializarse.
A diferencia de lo que sucede en otros países sudamericanos, esta
expansión del extractivismo no se debe solamente a las inyecciones
de capital internacional, sino a los propios fondos internos
estatales. El gobierno brasileño empuja decididamente este
extractivismo, por medidas
directas o financieras (en especial desde su banco de desarrollo
BNDES).
Hay varios ejemplos. Petrobrás es una corporación petrolera
mixta. Vale, la segunda empresa minera más grande del mundo, si bien
es formalmente privada, aproximadamente la mitad de sus acciones
depende de los fondos de pensión de los funcionarios del Banco de
Brasil, y su principal fuente es el BNDES. Por esos y otros canales,
el gobierno tiene amplios poderes de control sobre esa corporación.
Entretanto, el extractivismo agrícola también es apoyado
directamente por el gobierno. Este se beneficia del más grande
paquete de ayuda financiera estatal del continente (el llamado Plan
Agrícola y Pecuario), que para los años 2012/13, totalizó 115,2
miles de millones de reales destinados al crédito, lo que favorece
directamente la expansión de la agroindustria exportadora en lugar
de los pequeños agricultores.
Esta es una situación de enormes paradojas: una parte nada
despreciable del dinero recaudado por el Estado se utiliza en
fomentar, apoyar e incluso subsidiar el extractivismo, el que
alimenta en primer lugar la globalización antes que las necesidades
internas del propio Brasil. En cambio, quedan dentro del país
aquella mochila ecológica y otros impactos ambientales, y un amplio
abanico de efectos sociales, políticos y económicos.
Son estas medidas de apoyo del extractivismo, la persistencia de
una inserción internacional funcional a la globalización, y la
contención de la protesta social, las que explican que el gobierno
brasileño sea una y otra vez presentado como ejemplo económico a
seguir para la economía convencional. Allí se originan las
felicitaciones que se encuentran en las páginas de The Economist o
en los foros de Davos. Pero si la perspectiva se coloca en la
sociedad civil o en la Naturaleza , está claro que Brasil debería
dejar de ser el campeón del extractivismo, y comenzar cuanto antes a
discutir una estrategia postextractivista.
- Eduardo Gudynas es analista en CLAES (Centro
Latino Americano de Ecología Social). www.ambiental.net Twitter:
@EGudynas
RTF: http://archive.attac.org/attacinfoes/attacinfo707.zip
PDF:
http://archive.attac.org/attacinfoes/attacinfo707.pdf
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