PARAMILITARI in CHIAPAS
[México] Paramilitares en Chiapas: una estrategia de la Secretaría de Defensa Mexico
El
Frayba lleva a cabo un trabajo sistemático desde 1998 recolectando
información y denunciando los crímenes, tanto de paramilitares como del
Ejército.
Leandro Albani |
Rebelión |
Hoy a las 15:16
foto: ACTEAL
Aunque
el gobierno mexicano asegure que en el país se combate la violencia
paramilitar, un recorrido por el estado de Chiapas muestra lo
contrario. Estos grupos financiados, armados y entrenados con dinero
del Ejecutivo e instructores del Ejército, todavía siguen en actividad.
Si bien su presencia es más solapada y esporádica que a mediados de
1990, continúan armados y hostigando a comunidades indígenas, con el
pretexto de detener el “avance zapatista”.
Las
pruebas sobre la actividad paramilitar sobran: asesinatos, masacres
como la ocurrida en el poblado de Acteal en 1997, robos de cosechas y
ganado es un tema de conversación siempre presente cuando se recorren
las comunidades. Todos los habitantes saben que están ahí, esperando
nuevamente una orden para desenterrar sus armas y cometer toda clase de
delitos. Quienes viven en las comunidades tienen claro también que las
diferentes instancias gubernamentales sostienen una complicidad de
muchos años con el paramilitarismo.
Entrevistado por Resumen Latinoamericano,
Jorge Armando Gómez, coordinador del área de Trabajo Regional del
Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba), habló
sobre la actualidad en Chiapas, la presencia paramilitar -ahora
disfrazada en “organizaciones civiles”-, la complicidad de los
gobiernos con estos grupos, y el rumbo que la mayoría de la clase
política busca para México: la “colombianización” del país a través del
Plan Mérida.
Conocido internacionalmente,
el Frayba lleva a cabo un trabajo sistemático desde 1998 recolectando
información y denunciando los crímenes, tanto de paramilitares como del
Ejército. Quien lea algunos de sus informes anuales (
www.frayba.org.mx),
se encontrará con una situación crítica en Chiapas, donde la
criminalización de la protesta está a la orden del día, mientras las
comunidades indígenas resisten desde hace años toda clase de vejaciones.
-¿Cuál es la situación actual en Chiapas con respecto al paramilitarismo, sobre todo en relación con las comunidades indígenas?
-Para
hablar de los grupos paramilitares hay que ver el antecedente. Estos se
crearon como un experimento de la Secretaría de la Defensa Nacional
para ciertas regiones de Chiapas donde, según documentos, el Ejército
identificaba hacia dónde se podía expandir la influencia zapatista. En
la zona que directamente estaba identificada como zapatista aplicaron
la militarización. En la zona que ellos decían que se podía extender la
influencia, crearon grupos paramilitares. Ellos cometieron miles de
crímenes de lesa humanidad: desapariciones, ejecuciones, violaciones,
además de muchos desplazados.
Esto empezó en 1995, sobre todo
en la zona norte del Estado, en los municipios de Tila, Sabanilla,
Salto de Agua, y hacia la parte de Los Altos, donde la punta del
iceberg fue la masacre en Acteal en 1997. Como esto es una estrategia
creada desde la Secretaría de la Defensa Nacional , se va modificando,
entonces si el EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) ha
caminado más por una vía civil y pacífica, modificaron esa estrategia.
Entonces todos esos grupos paramilitares empezaron a esconderse en
organizaciones civiles, sin embargo siguen existiendo, nunca fueron
desarmados y tomaron causes “institucionales”. A lo que ahora se
dedican es a hostigar a las comunidades, a las organizaciones y,
principalmente, a las bases civiles del EZLN.
-¿Estos grupos paramilitares tuvieron entrenamiento directo del Ejército mexicano?
-Nosotros
documentamos que tenían fuertes vínculos con el comandante de toda la
región que va de Tuxtla hasta Tabasco. Fueron ellos quienes les dieron
adiestramiento, las armas y el dinero. Para eso se utilizaron recursos
de programas federales y estatales, entonces es todo un diseño de
funcionarios que operan en esta lógica. También los presidentes
municipales actuaron en esa lógica.
-Una
de las justificaciones de la existencia del paramilitarismo por parte
del discurso oficial, fue el supuesto conflicto entre las propias
comunidades indígenas. Tanto paramilitares como gobierno, ¿esgrimen
otras razones para justificar la violencia que llevan adelante?
-Esa
es la razón donde buscan ocultar el conflicto. Esos grupos actúan
movidos por funcionarios de gobierno, siempre terminamos documentando
quiénes son los funcionarios y de dónde vienen las líneas de mando para
hostigar. Lo que más bien se argumenta es que son conflictos
comunitarios y de esta forma el Estado niega queson ellos y que están
detrás de esa estrategia. Es lo que nosotros llamamos “estrategia
integral de contrainsurgencia”, que es la militarización del Estado, la
creación de grupos paramilitares para sembrar el terror, y toda la
acción de las políticas de cooptación y división de las comunidades.
-¿Qué cantidad de grupos paramilitares pudo registrar el Frayba en todos estos años?
-Han
ido cambiando, pero hay varios informes del Frayba donde están
documentados todos los grupos. Uno de los más fuertes era el Movimiento
Indígena Revolucionario Antizapatista (MIRA), que se forma en la parte
de Las Cañadas, en la zona donde está más militarizado. Otros grupos
son Los Chinchulines, en la zona de Chilón, y los Máscaras Rojas que se
identificaban en la zona de Los Altos. Pero ha ido cambiando esta
estrategia y se han ido “institucionalizando”.
Lo que pasó, y
que nosotros fuimos monitoreando en los últimos tres o cuatro años, es
que estos grupos se unieron, formaron alianzas territoriales y tienen
la misma lógica de expansión y ocupación que los militares. Hay una
organización que se llama OPDDIC (Organización para la Defensa de los
Derechos Indígenas y Campesinos), donde se fusionó el MIRA y Los
Chinchulines, entonces la OPDDIC creció mucho en la zona de Las Cañadas
y corre hacia la zona norte de Chilón. Otra organización es Paz y
Justicia, donde son todos paramilitares, pero siempre fue una
“organización civil” que en el interior tenía un grupo paramilitar. Paz
y Justicia sigue existiendo y tiene su sede en la ciudad de Palenque.
Por otro lado, la parte más radical de este grupo se dividió y se fue a
la zona norte.
-¿Cómo analizan ustedes el hecho de que el paramilitarismo recluta gente de las propias comunidades indígenas?
-Este
es uno de los grandes retos que se tienen. Es lamentable, porque esta
es la parte psicológica de la estrategia de contrainsurgencia: sembrar
el terror y la división en las comunidades. Lo bello, maravilloso y la
gran riqueza y aporte histórico que tienen los pueblos indígenas a
nuestro país y a nuestra América Latina, es el sentido comunitario de
la vida, de la lucha y de la esperanza. El gobierno, lo que busca, es
atentar contra el corazón del tejido comunitario y llenarlo de miedo y
odio. Eso es un crimen contra la humanidad. ¿Entonces qué pasa? Las
comunidades están divididas, llenas de odios y rencores, miedos muy
presentes en las poblaciones, miedos a organizarse, la palabra
“organización” en algunas partes, donde fueron más crudos los
paramilitares, genera miedos. Pero hay que ir recuperando el sentido de
esperanza, que ellos rompieron. Eso es lo más fuerte, ver cómo el
gobierno atenta contra el sentido de esperanza, que es atentar contra
el sentido final de la humanidad. Pero los pueblos vienen resistiendo
más de quinientos años a guerras muy crudas, a estrategias de
exterminios, entonces esto es un capítulo más y nosotros tenemos la
esperanza que vamos a salir adelante. El aporte histórico de los
pueblos indígenas es que logran salir adelante pese a todo.
-¿El Frayba tuvo algún registro de que los paramilitares fueron entrenados directamente o tuvieron algún contacto con la Central de Inteligencia estadounidense (CIA) o el Ejército norteamericano?
-A
lo grupos paramilitares no, porque la CIA le daba la asesoría
directamente a los militares mexicanos, entonces los militares ya
operaban la estrategia. No tenemos registros de que hayan entrado en
los pueblos, pero a partir de 1994 México comienza a enviar a todos sus
mandos militares a lo que fue la Escuela de las Américas. Ahí se
formaron todos los mandos militares que después estuvieron en Chiapas.
Sí sabemos de la presencia de agentes de la CIA en México. El año
pasado, la organización que desclasifica los archivos de seguridad
nacional de Estados Unidos, reveló uno documentos que eran cables de
sus enviados en México. Es una clara muestra de que aquí estaban
presentes, además de toda la asesoría y educación en la
contrainsurgencia de los militares mexicanos que fue por parte del
Ejército de Estados Unidos.
-¿El Frayba cómo ve a futuro la presencia paramilitar y militar en Chiapas?
-Lo
que nosotros estamos viendo es que México va rumbo a colombianizarse.
Los políticos son cada vez más cínicos al decir que tenemos que ir
hacia ese rumbo. Nosotros lo preveíamos cuando empezamos a monitorear
cómo se estaba dando todo esto. Cada vez es más claro y los políticos
son bastante cínicos para decir que tenemos que aplicar un Plan
Colombia, aunque ahora está el Plan Mérida que es una cosa parecida.
Esto va creciendo, lo que pasó en Chiapas está pasando en todo el país
y vemos que se va a recrudecer. Esto va a suceder porque el sistema
político mexicano está fracturado, debilitado, deslegitimado y cada vez
hay más conflictos sociales por todas partes. Con un gobierno,
representante del Estado, tan debilitado no les está quedando otra que
aplicar la fuerza.
Es lo más claro que se vio en este cambio de
cuando salió Vicente Fox y entró Felipe Calderón a la presidencia.
Calderón entró con una alianza con los militares, a darles mucho dinero
a los militares, eso está claro en los presupuestos. Llegó a
militarizar las policías, sacar a los soldados del Ejércitos y
enviarlos con todas sus prestaciones y rangos a la Policía Federal ,
que es la que se encargó de hacer la represión, por ejemplo en Atenco y
en Oaxaca. Ante esto, el único recurso que le queda al gobierno es
estar golpeando a la población, pero al seguir golpeando ellos creen
que van a fortalecer su legitimidad, pero al contrario, se están
deslegitimando más. Entonces hay dos escenarios: el que se quede
pasmado y con miedo, o el que se organice y luche.
Nosotros
tenemos esa gran esperanza, porque es la experiencia y aprendizaje que
como Frayba tenemos de los pueblos indígenas en Chiapas. Ante tanto
dolor y tanto sufrimiento, siempre está la esperanza, que es lo último
que se pierde. Esos escenarios vemos, pero con muchas esperanzas,
porque hay también muchos movimientos sociales en México. Invisibles
cada vez más por los grandes medios, pero ahí están, hay mucha
comunicación desde abajo. Y desde abajo vamos construyendo y sabemos
que hay muchos compañeros y compañeras, organizaciones, colectivos,
familias, comunidades, y por ahí vamos a caminar.