Criminales de guerra
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El fascismo israelí está batiendo todas las
marcas. El criminal de guerra Ehud Olmert ya podría compararse con
cualquier gentuza nazi aterrorizando a judíos en algún gueto del 43,
matando judíos indefensos en cualquier paisaje de esa Europa tiznada por
la pezuña hitleriana.
Veamos cifras. Hasta ayer, a dieciocho días
de comenzada la agresión en contra de la población civil de Gaza, iban
1,017 muertos palestinos.
Eso hace un promedio de 56,5 cadáveres
por día.
A un ritmo de 56,5 cadáveres por día, al fascismo israelí
todavía le faltarían 73 años de ocupación y asesinatos en Gaza para
aniquilar a la población palestina (estimada en un millón y medio de
desposeídos de todos los derechos). Y esto, además, exigiría que las
mujeres palestinas dejaran de parir a partir de mañana.
Como una
ocupación homicida de estas características es, aun para los estándares de
Israel, algo tan inaceptable como inverosímil hay quienes proponen
“soluciones finales” salidas de la imaginación de la Bayer Corporation en
sus tiempos de esvástica y choque de talones.
El sionista nazi
Avigdor Lieberman, ex viceprimer ministro, ha sugerido en estos días, sin
medias tintas, que Israel haga uso de su arsenal atómico en contra de la
Franja de Gaza.
Ahora se entenderá por qué los nazis se apuraron
tanto en el proyecto de domar el uranio y fabricar el plutonio suficiente
como para construir artilugios que abreviaran las guerras exterminando a
una de las partes. ¡Pensaban como Lieberman!
Y ahora se entenderá
por qué resultó decisivo que el llamado Proyecto Manhattan se llevara a
cabo en Nuevo México y no en alguna instalación cercana a la selva negra
de Stuttgart.
Algo de eso quizá haya recordado Condoleeza Rice
cuando ordenó, la semana pasada, que Estados Unidos no votara en contra,
como siempre lo ha hecho, respecto de una resolución de la ONU que exige
el cese del fuego y que Israel y Hamas se niegan a acatar.
Ahora se
sabe que la señorita Rice tuvo una discusión telefónica con la ministra de
asuntos exteriores de Israel, Tzipi Livni. Cuando Livni no pudo convencer
a Rice, el notorio asesino en serie Ehud Olmert entró en juego –según
relato que hacía ayer el diario madrileño “El País”- y obtuvo una
conversación personal con George Bush, el capo lelo de las guerras
detonadas y autorizadas en Washington.
La señorita Rice quería
votar con los otros miembros del Consejo de Seguridad. Olmert le habría
arrancado a Bush la menos urticante figura de la
abstención.
Mientras tanto, en la llamada “única democracia del
Medio Oriente” seguían en la cárcel más de 700 manifestantes que
expresaron su rechazo a la matanza en Gaza. Y en esa “única democracia del
Medio Oriente”, el tribunal electoral rechazó la participación en las
inminentes elecciones del 10 de febrero de dos partidos árabes que se
niegan a reconocer el carácter confesionalmente judío del Estado
israelí.
Conviene hacer algunas precisiones cadavéricas. De los
1,017 muertos palestinos contados hasta ayer, la mitad son civiles
desarmados y de ellos hay unos 300 niños.
Y de los 5,000 heridos,
hay 500 en condiciones tan graves, en medio de la desatención causada por
el bombardeo de hospitales y la falta de insumos médicos, que todo indica
que la cifra de bajas aumentará considerablemente en las próximas
horas.
El corresponsal del diario “El País” en Jerusalén –que en
nada se parece al pasmado “corresponsal” de “El Comercio” en Tel Aviv-
escribía ayer lo siguiente:
“Israel ha empleado bombas prohibidas
de fósforo blanco; provocado la expulsión de sus hogares de más de 90,000
palestinos; abatido a mujeres cuando abandonaban casas portando bandera
blanca; médicos y enfermeros fueron baleados cuando trataban heridos; han
impedido que ambulancias atendieran a niños hambrientos que esperaban
auxilio sobre los cadáveres de sus madres; han bombardeado
escuelas...”
Hitler no lo hubiera hecho mejor. Esta larga,
interminable noche de los cristales rotos y los niños acribillados y los
“corajudos” asaltantes que llegan del cielo a destripar civiles, supera
las expectativas de un Sanjurjo, de un Pinochet, de un Idi Amín Dadá. La
perversidad del fascismo israelí parece ecuménica y nutrida de todos los
climas.
Al momento de escribir estas líneas, el gobierno de Ehud
Olmert se negaba a aceptar que una embarcación humanitaria pudiera llegar
a las aguas de Gaza con cinco toneladas de medicamentos y material
sanitario de urgencia.
La frágil embarcación se llama “Espíritu de
la humanidad” y es el segundo intento de la ONG “Gaza Libre” de
desembarcar material quirúrgico y asistencial. La primera de sus naves, la
“Dignity”, fue embestida e inutilizada por una artillada barcaza de
desembarco israelí.
Ahora el nazisionismo ha llamado al embajador
griego en Tel Aviv y le ha advertido que “Israel está dispuesto a tomar
todas las medidas necesarias” con tal de impedir que el frágil ferry,
improvisado como ambulancia marítima, llegue al puerto de Gaza.
¿De
qué tiene que estar hecha el alma de un gobierno para impedir que a los
niños heridos les lleguen antibióticos, sueros, bisturíes, hilos
quirúrgicos, bajalenguas? ¿De qué fracaso de Dios puede proceder esta
ignominia?
Benita Ferrero-Waldner, comisaria de asuntos foráneos de
la Unión Europea, le ha dicho al políticamente acabado Simon
Peres:
“Yo le digo, señor presidente de Israel, que la imagen de
Israel ante el mundo está destrozada”.
La cita no es de una
publicación próxima a Hamas. Proviene del diario israelí “Haaretz”.
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