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POR ELN: DOS POSICIONES SOBRE LA PAZ
- Subject: POR ELN: DOS POSICIONES SOBRE LA PAZ
- From: retebolivariana <retebolivariana at yahoo.it>
- Date: Fri, 12 Oct 2007 10:10:05 +0200 (CEST)
DOS POSICIONES SOBRE LA PAZ
Quienes hacen seguimiento a los diálogos entre el Gobierno y el ELN se preguntan con insistencia: ¿por qué no avanza el proceso y se concreta la paz con el movimiento insurgente? El país y la comunidad internacional tienen derecho a conocer la verdad de los obstáculos para construir la paz en Colombia, sin manipulaciones mediáticas.
El Gobierno y los dueños del poder interesados en que se firme un acuerdo de paz, que no les afecte sus privilegios, responsabilizan al ELN de la crisis en que se encuentra el proceso y entregan una versión amañada a la opinión pública, ocultando la verdadera causa, para reducir los costos políticos, que le incumben al Gobierno por incumplir la Constitución en el mandato de paz y no escuchar el clamor nacional.
La realidad es otra bien distinta. En la Mesa se enfrentan dos visiones contrapuestas, dos lecturas del conflicto y dos propósitos distintos de paz. El proceso partió de orillas distintas y con grandes desconfianzas;
después de veintiún meses de conversaciones se sigue en ellas, sin variar las posiciones iníciales. En este tiempo el ELN presentó iniciativas tendientes a superar los atranques y viabilizar la paz.
La solución al conflicto social y armado colombiano no es tan sencilla como muchos lo piensan. Hemos afirmado, coincidiendo con analistas juiciosos de la realidad nacional, que el conflicto tiene su origen en causas políticas, económicas y sociales, en la injusticia, la exclusión de las mayorías y la ausencia de la democracia real; no surge con las guerrillas sino que es anterior a ellas, tiene raíces históricas y se nutre de las insatisfacciones de una sociedad que ya no aguanta más las penurias y
represiones centenarias.
En las conversaciones se avanzó hasta convenir el diseño, de común acuerdo, de un “Acuerdo Base”, como un paso previo para generar el ambiente para la paz. No obstante con posterioridad el Gobierno ha pretendido reducirlo al cese al fuego y hostilidades y la verificación, con exigencias inaceptables que pone en desventaja al ELN, como es la localización e identificación de los combatientes y armas que posee; su exclusión como parte, del cese a las hostilidades con el argumento de que el Gobierno no atenta contra la población, negando así que las políticas represivas, medidas económicas y sociales que a diario acomete contra la población más desfavorecida, son actos hostiles.
El ELN que es producto de las insatisfacciones sociales, surge con el compromiso de luchar a favor del pueblo y la nación. En los diálogos de paz tiene comprometida la voluntad política para superar el conflicto social y armado, pero con las transformaciones y los cambios requeridos para que el país marche hacia una sociedad más justa y los colombianos vivamos en paz.
La posición del Gobierno sobre la paz es también clara. Parte
de negar la existencia del conflicto interno y sus componentes -así en una declaración fugaz haya manifestado que podría aceptar su existencia-, reduciéndolo de manera simple a una amenaza terrorista, la cual le sirve de soporte al mandato de guerra, que le reclamó al país en las elecciones presidenciales y con el cual está gobernando; su estrategia es de pacificación y rendición de la guerrilla. El discurso del presidente Uribe Vélez el 5 de julio de este año en Chaparral, Tolima, fue categórico: “...la guerrilla se desmoviliza o la exterminamos”.
Los énfasis en la mesa de diálogo con el ELN los dirige a negociar la desmovilización, el desarme y las prebendas a darle a la insurgencia para que
renuncie a su condición, deje a los dueños del poder que sigan acumulando riqueza y que el país de las mayorías, siga igual o peor.
Las posiciones inamovibles del Presidente sobre aspectos de la paz y el mandato de guerra con que gobierna, se contraponen a la solución política al conflicto interno. Esta es la razón por la cual el proceso de paz con el ELN no avanza y el acuerdo humanitario con la FARC no despega.
El papel
facilitador asumido por el presidente Hugo Chávez Frías, con el visto bueno de las partes en Colombia, es una luz de esperanza, siempre y cuando se superen los inamovibles que tienen en crisis al proceso de paz con el ELN y el acuerdo humanitario con las FARC.
La Solución Política debe ser una reivindicación de la sociedad colombiana. Salir de la crisis nacional, exige la unidad de acción de los revolucionarios, demócratas y todos los que estén por un cambio y la construcción de un nuevo país.
LOS RESORTES DEL CONFLICTO COLOMBIANO
Para resolver un problema, es necesario deshacerlo de la misma manera como se formó, por ello, enumeramos los componentes que reproducen a diario el conflicto colombiano, con el ánimo de aportar al debate que hoy se desarrolla sobre la combinación de las formas de lucha, la solución política, el acuerdo nacional, el delito político, la construcción de democracia, la búsqueda del socialismo por medios pacíficos y no pacíficos, la validez de la lucha armada revolucionaria, etc.
1. La vida republicana de Colombia ha estado encadenada por la costumbre de usar la fuerza para resolver conflictos de intereses. Las clases dominantes usan la fuerza indiscriminada y la corrupción para impedir que haya
cambios que alteren sus privilegios. Como reacción a ella, la población acude a la fuerza para defenderse y tratar de lograr cambios, que le den vida a los intereses nacionales y populares.
2. A mediados del siglo pasado, el pueblo liberal organizó la lucha guerrillera, para resistir a la dictadura, la oligarquía por su parte creó los paramilitares (llamados Pájaros y Chulavitas) como su mejor arma de guerra.
3. El capitalismo neoliberal que se desarrolla en el país, día a día produce miseria a la población, deuda social que no se detiene de crecer y de desestabilizar a la sociedad, ante lo cual, el régimen responde con represión creciente, a través del terrorismo del Estado.
4. Llegó un momento en que la capacidad represiva estatal fue insuficiente para contener la lucha de la oposición revolucionaria, por lo que los potentados pidieron un mayor apoyo de los Estados Unidos, quienes desde entonces desarrollan el denominado Plan Colombia, consistente en ayuda militar extranjera masiva, además de una estrecha alianza con los clanes mafiosos, con el propósito de
transformar sus bandas armadas en ejército paramilitar.
5. La mayoría de este régimen se sostiene por la acumulación mafiosa de capital, parte de la cual se desarrolla como poder subterráneo, mientras la otra funciona dentro de las instituciones legales. Este poder mafioso se encuentra en el sistema financiero, los partidos políticos, las instituciones estatales, sus bandas armadas y en sus ramificaciones criminales internacionales.
6. La eficiencia que busca la oligarquía al echar mano del arma paramilitar, la consigue porque logra arrasar con los civiles opositores, dejando de lado las mínimas normas humanitarias que rigen las guerras. Mientras perpetran este genocidio, los clanes mafiosos se crecen a la sombra de sus poderosos aliados, hasta convertirse en los primeros exportadores de cocaína del mundo. A estos súper capos así enriquecidos, el gobierno actual quiere hacerlos pasar como delincuentes políticos, como pago por estar defendiendo al Estado de la acción de las fuerzas revolucionarias, al tiempo que trata de esconder su ser narcotraficante.
7. Las fuerzas revolucionarias se mantienen, al considerar
injustificable la barbarie que significan los ataques indiscriminados, que violan las mínimas normas morales y humanitarias.
8. Desde 1948, año en que la oligarquía asesinó a Gaitán, murieron más de 300 mil colombianos hasta mediados de los años sesenta por motivo de la violencia política. Desde ese momento hasta ahora, se aproximan a los 200 mil muertos más, por la misma causa. Por este genocidio de medio millón de compatriotas, mayoritariamente deben asumir responsabilidades las clases dominantes de Colombia y de los Estados Unidos.
9. La democracia y la nación están por construirse en Colombia, sobre la base de la participación de las mayorías nacionales, para lo que debe dejarse atrás la exclusión y la violencia como corazón del régimen. El conflicto interno de raíz social y política exige una solución política, al igual que su derivado, el conflicto armado; en consecuencia la oligarquía debe abandonar su idea de imponer salidas de fuerza.
10. Son deberes ciudadanos, tanto buscar la paz como oponerse y resistir a la injusticia, la explotación, la corrupción, las agresiones y al autoritarismo.
El gran líder nacional, el sacerdote revolucionario Camilo Torres Restrepo, en 1965, durante la creación del Frente Unido, expresó con claridad la voluntad popular sobre cómo hacer prevalecer los intereses de las grandes mayorías:
“Yo creo que el pueblo se tomará el poder. El pueblo, que es la mayoría, tiene el derecho al poder. Habría que preguntar a la oligarquía, cómo lo va a entregar. Si lo entrega de manera pacífica, lo tomaremos pacíficamente. Pero si no lo quiere soltar, si lo defiende violentamente, entonces, lo vamos a tomar de forma violenta”.
Hoy el ELN considera que siguen siendo válidas estas afirmaciones, porque la oligarquía se sigue aferrando al poder y buscando imponer salidas de fuerza para el conflicto interno.
SOMOS REVOLUCIÓN... CONSTRUIMOS PODER... VENCEREMOS
El devenir de los diálogos exploratorios entre nuestra organización y el establecimiento denota fehacientemente que un gobierno, elegido con los votos usurpados con la presión militar y las dadivas monetarias de los narco paramilitares, no está interesado en superar las causas económicas, políticas y sociales que han llevado al pueblo y al movimiento insurgente al ejercicio legítimo de la INSURRECCIÓN frente a un sistema de opresión.
Idéntica conclusión puede inferirse del proceso de Intercambio Humanitario que, desde distintos sectores nacionales y extranjeros, se viene exigiendo como mecanismo para que los retenidos por la insurgencia y por el Estado regresen a sus familias. Pero, una proyección más que se tiene este gesto humanitario es que se logre un eventual proceso de negociación, en condiciones de respeto por las partes y cumplimiento de los compromisos, entre el gobierno y las expresiones del pueblo en armas.
Sin embargo, un gobierno cuya única y reiterada bandera política es la confrontación militar a toda expresión de inconformidad, reduce los procesos de negociación con el pueblo y las organizaciones alzadas en armas, a la desarticulación y desmovilización de los acumulados organizativos construidos durante décadas de luchas sociales y populares.
La propuesta de paz de este gobierno no va más allá de la exigencia del desarme ideológico político y militar del movimiento insurgente, sin posibilitar de manera alguna la superación de las causas de explotación, opresión y exclusión que originaron y agudizan el conflicto social y armado. A este gobierno como a los que le antecedieron les
quedó grande la paz, con el agravante de que Uribe y su séquito pretenden venderle a la opinión pública nacional e internacional el recicle y legalización del proyecto paraestatal, como un novedoso y fructífero proceso de negociación.
En relación a la iniciativa de Acuerdo Humanitario, el gobierno ha pretendido desinformar a la comunidad internacional. Mediante un ardid publicitario liberó a un centenar de presos que presentó como miembros de las FARC - EP, quienes, como se constató con posterioridad, eran guerrilleros conversos y campesinos detenidos en los procesos de capturas masivas que implementa la administración Uribe Vélez como mecanismo para incrementar los “positivos” de la fuerza pública y
las bondades de la "seguridad democrática".
Como estratagema política el gobierno ha solicitado la mediación de personalidades y gobiernos proclives a la salida incruenta y negociada al conflicto social y armado en Colombia. A pesar de los buenos oficios de los amigos de la paz para nuestro país, todas estas iniciativas quedan a mitad de camino y no trascienden el marco de las buenas intenciones, puesto que todos los propósitos y mecanismos de concertación que se proponen para ser discutidos se estrechan de manera estrepitosa con la tozudez y prepotencia de los voceros del establecimiento. Es claro entonces que son ellos quienes no están dispuestos a negociar con el movimiento social, popular e
insurgente la implementación de reformas económicas, políticas y sociales que posibiliten la construcción de una nueva sociedad donde la democracia popular, la justicia social y la equidad no sean solamente eslogan publicitario de campaña electoral.
Es claro también que las expresiones del pueblo en armas no soltaremos nuestras banderas de combate mientras la realidad en el país siga siendo la postración y dependencia cada vez más descarada del imperialismo; no cejaremos en nuestra lucha mientras se sigan entregando los recursos naturales estratégicos al capital transnacional; no desistiremos de nuestros propósitos revolucionarios mientras la "tolerancia" de los detentadores del poder se exprese en
el asesinato sistemático de los dirigentes sociales y populares que se oponen pacíficamente al régimen; no abandonaremos nuestro empeño en la construcción del socialismo mientras los índices de pobreza, explotación y desplazamiento forzado se incrementen de manera vertiginosa en contravía de las acicaladas estadísticas oficiales, que pretenden hacernos creer que vivimos en el país de las maravillas.
EL EJÉRCITO DE
LIBERACIÓN NACIONAL NO RENUNCIA A SU COMPROMISO CON EL PUEBLO Y CON LA HISTORIA. Muy a pesar del querer de nuestros enemigos de clase y detractores políticos persistiremos por todos los medios en la construcción cotidiana de un nuevo país. En este propósito continuaremos interactuando con distintos sectores de la comunidad internacional y de la sociedad colombiana que pugnan por un convenio nacional que permita abordar de manera integral las reformas estructurales que reclaman disímiles sectores sociales y populares para auscultar de manera cierta los caminos de la soberanía y la paz con justicia social.
NI ENTREGA... NI RENDICIÓN... JUNTO AL PUEBLO... VENCEREMOS
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