CUBA:RELIGION-Entre cielo y purgatorio



Patricia Grogg

LA HABANA, nov (IPS) - Las relaciones entre el gobierno de Cuba y la Iglesia
Católica parecen moverse por carriles diferentes, pues se perciben normales
cuando se trata del Vaticano y matizadas de conflictos en el caso del clero
local.
"Nunca ha habido hacia Cuba, desde Juan XXIII hasta Juan Pablo II, una
crítica al estilo de las que sí hubo del socialismo soviético e inclusive de
la Nicaragua sandinista", comentó a IPS Jorge Ramírez Calzadilla, jefe del
gubernamental Centro de Estudios Sociorreligiosos.

Otros investigadores acotan que el "enemigo de Cuba no está en Roma sino en
Washington" y que, a su vez, el discurso del Papa cuestiona, de manera
coincidente con posturas de La Habana, una serie de aspectos de política
global defendidos por Estados Unidos.

Pero la Iglesia Católica cubana suele evaluar sin tapujos y con severidad la
situación del país, ya sea en documentos de su jerarquía eclesiástica o a
través de unas 50 publicaciones repartidas por todo el país.

Para el sociólogo cubano Aurelio Alonso, esos diagnósticos no faltan a la
verdad, sólo que ignoran el mundo de las relaciones que impone
condicionamientos y "da contexto" a la realidad nacional.

"Yo diría que la comprensión de la realidad que tienen los obispos de la
isla no se corresponde con el discurso global del Vaticano, como lo hace con
otras proyecciones sociales", dijo Alonso, quien acota que en temas como el
aborto, la sexualidad o el celibato no se notan diferencias.

Si bien algunos analistas creen que Juan Pablo II "no rechaza" las fuertes
evaluaciones que hace la Iglesia cubana sobre el país, Ramírez Calzadilla
interpreta que la postura papal hacia Cuba pasa por la no agudización de
tensiones.

El estudioso observa que los planteamientos críticos de la Iglesia Católica
varían según las circunstancias.

"En momentos en que la situación del país es menos tensa el discurso de los
obispos contiene más reconocimiento de valores, pero cuando los conflictos
aumentan el lenguaje se convierte en crítico", subrayó.

En 1993, uno de los años más duros de la crisis que sobrevino a la
desaparición de la Unión Soviética y la consecuente desarticulación del
bloque socialista europeo, los obispos cubanos emitieron su polémica
pastoral llamada "El Amor todo lo espera".

"Hay descontento, incertidumbre, desesperanza en la población (....) El
empeoramiento es rápido y progresivo y la única solución que parece
ofrecerse es la de resistir", alertaron los obispos en esa ocasión.

Los prelados, al recordar en septiembre el décimo aniversario de la difusión
de ese documento, reiteraron a su modo el polémico diagnóstico de la
situación de Cuba.

La opción que se presenta con más fuerza ante los problemas actuales "es la
de escapar, sea hacia el extranjero, sea hacia las evasiones que enajenan la
responsabilidad, como el alcohol, las drogas y hasta el suicidio",
advirtieron ahora.

Ramírez Calzadilla apuntó que la "Instrucción-Teologal" del obispado también
sale a la luz en un contexto caracterizado por dificultades económicas, el
aumento de la hostilidad de Estados Unidos y conflictos con la Unión Europea
(UE).

Cuba aún vive las tensiones internacionales provocadas por LAS duras penas
de cárcel impuestas en marzo a 75 opositores, así como la aplicación en
abril de la pena de muerte a tres secuestradores de una embarcación con la
cual intentaban emigrar a Estados Unidos.

En la lógica del gobierno de Fidel Castro, los disidentes son instrumento de
la política estadounidense hacia Cuba, mientras que los fusilamientos fueron
para frenar una ola de secuestros de aviones y naves de los primeros meses
del año encaminada a justificar una agresión directa de Washington.

Sectores del exilio cubano adversos al gobierno criticaron el "silencio"
que, según ellos, mantuvo sobre esos hechos el Vaticano, que reaccionó con
una carta a Castro divulgada casi 15 días después de haber sido enviada al
destinatario, el 13 de abril.

Tampoco agradó el lenguaje cuidadoso y medido con el cual el secretario de
Estado (canciller) del Vaticano, Angelo Sodano, comunicó al mandatario
cubano la aflicción del Papa por los encarcelamientos y los fusilamientos.

En cambio, la Conferencia Episcopal cubana reaccionó el mismo día en que se
informó de las ejecuciones (el 11 de abril), alertando que "la violencia no
se elimina con la violencia".

"Nadie tiene derecho a poner en peligro la vida de otras personas, como
hicieron los asaltantes, pero del mismo modo nadie debe decidir que la
muerte sea inferida a otras personas como remedio a sus acciones delictivas"
, dijo la curia en un breve comunicado.

Sin embargo, estudiosos del tema religioso descartan diferencias entre el
Vaticano y la curia cubana.

"Para respaldar la posición de la Iglesia Católica cubana, Sodano usó
prácticamente sus mismos términos al referirse a esos hechos", comentó a IPS
Enrique López Oliva, secretario en Cuba de la Comisión para el Estudio de
Historia de la Iglesia en Latinoamérica.

Sea en Roma o en La Habana, la iglesia prefiere la discreción al hablar de
algo tan delicado como los derechos humanos. "No busca titulares en la
prensa, sino resultados", afirmó.

A comienzos de año, el arzobispo de La Habana, Jaime Ortega, mencionado
entre los posibles sucesores de Juan Pablo II, emitió severos juicios de la
realidad actual en su pastoral. "No hay Patria sin virtud", dijo.

Ortega, de 66 años, se dolió de que en el pueblo cubano existe "un temor
difuso y generalizado al porvenir", de la "mentalidad abortista" de buena
parte de la población y de la alta tasa de divorcios y uniones consensuales.

"La falta de confianza de muchos en una posibilidad de mayor holgura
económica sin sobresaltos y angustias los lleva a emigrar del país por
cualquier vía", señaló el arzobispo.

Las autoridades cubanas se abstuvieron de comentar los juicios de Ortega y
del episcopado que se quejó de "una lucha sutil contra la Iglesia" y de "
intolerancia" oficial.

"Me da la impresión de que el gobierno no quiere elevar el nivel de
conflicto", consideró Ramírez Calzadilla.

Empero, analistas anotaron como síntoma de distanciamiento la ausencia de
Caridad Diego, Jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del Partido
Comunista, a la misa oficiada por Ortega en ocasión del 25 aniversario de
pontificado de Juan Pablo II.

Sobre todo porque contrastó con su presencia y la del canciller cubano,
Felipe Pérez Roque, la noche del jueves 23 de octubre en la Nunciatura
Apostólica, donde además del festejo papal se despidió al Nuncio, el
arzobispo mexicano Luis Robles.

Medios diplomáticos tomaron nota de que a la recepción de la representación
del Vaticano no asistieron opositores, que sí son invitados a las fiestas
nacionales de países de la Unión Europea, pese al disgusto del gobierno
cubano.

Según el canciller, las autoridades recibirían "con todo respeto" si "
llegado ese momento" la sucesión papal recayera en Ortega.

Para expertos cubanos, Ortega tiene a su favor en la carrera hacia el trono
de San Pedro el hecho de ser un cardenal de un país donde domina el
comunismo, con una Iglesia que navega en aguas adversas.

Sin embargo, coinciden en señalar como "casi seguro" que la sucesión del
papa polaco Karol Wojtyla, cuya salud se ve cada día más deteriorada,
recaerá sobre un cardenal italiano.

En América Latina viven alrededor de 50 por ciento de los 1.000 millones de
católicos del mundo, pero la cantidad de sus cardenales apenas son la mitad
de los europeos.

Wojtyla, el primer jefe de la Iglesia no italiano en 455 años, desde Adriano
VI, visitó Cuba en enero de 1998 y se encontró con un hospitalario Castro
que escuchó con toda calma aún sus más críticos planteamientos.

"Por todas sus palabras, aún aquellas con las cuales pueda estar en
desacuerdo, en nombre de todo el pueblo de Cuba, Santidad, le doy las
gracias", fueron las últimas palabras que Juan Pablo II escuchó de su
anfitrión antes de emprender el regreso al Vaticano (FIN/2003)